Muchas gracias a la comandancia general del EZLN; pero muchas gracias no sólo por esta invitación sino porque hay dos momentos en mi vida en que hubo una transformación muy fuerte. Hoy cumplió 50 años uno de ellos, digo, no hoy, en este mes, en estos días. Fue Cuba, fue el primero de enero de 1959. Cuba influyó enormemente en mi manera de pensar y me ayudó durante todos estos años de tormentas ideológicas, teóricas, terminológicas, políticas, y de otras especies, a mantener ciertos principios fundamentales por los que sigue luchando hoy la Revolución Cubana, y con ella un mundo que nace. Otro es, yo creo, el día 4 o 5 de enero de 1994. No recuerdo el día exacto en que cumplo 15 años de estar acercándome más y más al movimiento iniciado por los pueblos mayas del sureste…, a quienes conocemos como zapatistas.
Ellos influyeron también en resolver muchos problemas que me planteaba, no sólo sobre el camino al socialismo, al comunismo, a la democracia y la liberación; sino sobre mediaciones que en México se dan con agudeza y que corresponden a las mediaciones bárbaras que existen en el sistema capitalista a nivel mundial. ¿A qué me refiero? Me refiero a que en la historia de esa “mala palabra” que empleó el sub-comandante Marcos –como es habitual en él por lo que estoy viendo-;…en la historia de “la lucha de clases”, hay un proceso muy importante de mediaciones que la transforman al reestructurar la “burguesía” y “proletariado” y al dar una creciente importancia a las mediaciones sociales y también a las políticas.
Los significados de esas dos palabras –burguesía y proletariado-- y de los fenómenos a que corresponden se han reestructurado tremendamente. Ahora es mucho más fácil entenderlas viendo que hay dos tipos de trabajadores: unos, trabajadores de clase media y otros trabajadores proletarios; y que hay no solo naciones-estados en lucha por una independencia real y formal, sino pueblos oprimidos, explotados y excluidos por un imperialismo colectivo, --como lo llama Samir Amir--, con sus asociados y subordinados locales, nacionales.
El imperialismo colectivo está organizado en complejos empresariales, militares, políticos, y “mediáticos”, y cuenta con inmensas y variadas redes de asociados, subordinados, asimilados y cooptados –extranjeros y nacionales-- con los que domina y explota a los pobres de la tierra, a los trabajadores y pueblos proletarios, pobres, marginados y excluidos.
Esos y otros cambios de estructuras y también de instituciones, alteran la formación original del capitalismo industrial, del capitalismo clásico, y de la lucha de clases en que reparó Carlos Marx. Alteran el proceso histórico de la lucha de clases al modificar las características de las clases mismas. Y uno de los grandes descubrimientos de los zapatistas, aunque no lo hayan dicho así, ha consistido en ver ¿cómo es la lucha de los proletarios hoy? En sus discursos y su conducta han recordado que originalmente esas palabras se referían a las luchas de los pobres- y hoy se preguntan cómo pueden salir los trabajadores y pueblos pobres de la opresión, la discriminación, la explotación y la exclusión a que están sometidos? ¿Cómo es la lucha de los proletarios de hoy, de los pueblos y trabajadores pobres de hoy, contra “los poderosos y los ricos” de hoy? Y, dentro de sus diferencias con el pasado, ¿cómo continúa también el modo de dominación y el modo de explotación capitalista que prevalece en el mundo y en México?
En este momento “el gran capital”, el capital financiero con sus empresas multinacionales y multisectoriales y con sus asociados y subordinados es el que tiene el derecho y la fuerza para decir “la última palabra”, la que respetan, obedecen y hacen obedecer sus poderes directos y delegados, y a la que legitiman, racionalizan y justifican sus mediadores y mediatizadores. Con todos ellos, la burguesía de la globalización mantiene intereses comunes, entre repartos desiguales; con ellos comparte intereses y valores efectivos, formales e informales, aunque a menudo surjan en ellos intereses encontrados, contradicciones.
Alternando las culturas señoriales, populistas y crematísticas o mafiosas, la burguesía de la globalización crea mayorías electorales con minorías de electores y con ellas da nuevos golpes de estado. Cuando es necesario o conveniente para sus actos de sometimiento y rapiña organiza invasiones militares tras las que impone gobiernos, elegidos “democráticamente” y “sindicatos libres” de obedecerla y servirla. Reforzada por “los medios de masas” y por ciertas tradiciones conservadoras, racistas, colonialistas, durante los 25 años del neoliberalismo, estructura “un mundo de mentiras” que se convierten en verdades obligatorias y en el sentido común de los cómplices creyentes. La popularidad de sus candidatos y gobiernos llega a ser suficiente como “base social funcional” que le permite des-estructurar a las antiguas “bases sociales” de los gobiernos socialdemócratas y populistas cada vez más debilitados por sus propias trampas, engaños y crímenes, y por las crecientes concesiones que ellos mismos han hecho en aras de una democracia de mercado útil a la privatización y desnacionalización des- enfrenada que el gran capital realiza. Hoy curiosamente defienden –de boca para afuera—las políticas que ellos mismos abandonaron.
…Pero, nos engañamos si pensamos que en las actuales dictaduras o gobiernos, con derecho a decidir en última instancia lo que es legítimo y lo que es criminal – y a decidirlo hasta sin la razón ni el derecho, pero con la fuerza--…nos engañamos si pensamos que sólo están encabezados por un individuo o por un puñado de individuos sin bases sociales, en el que sólo sus validos creen y con el que “se arreglan entre ellos”. Los gobiernos de la “globalización” a menudo cuentan con “masas” fanáticamente serviles que “los apoyan a morir”, y en cuanto a las que se les oponen están frecuentemente encabezadas por líderes “políticamente correctos”, que hasta en sus furiosos dicterios no amenazan su dominio con alternativas de organización democrática y social en que los pueblos pobres dejen de ser oprimidos, explotados, discriminados, excluidos, despojados, desterrados y diezmados, fenómenos de los que se desentienden y que si alguien llega a mencionar se le enfrentan con respeto cortés y desdeñoso, sin hacer el menor caso a lo que dice.
Los poderosos y los ricos que hoy ejercen el poder, -- compartido, delegado y subordinado--, no sólo establecen múltiples articulaciones entre sí, y muchas otras que van “de arriba y a la derecha para abajo”. También cuentan con estructuras de mediación heredadas y ampliamente difundidas. Muchos de los miembros de las antiguas organizaciones de masas continúan actuando, por costumbre, como si nada hubiera pasado. Con una naturalidad incontestable insisten en manejar los problemas dentro de los habituales procesos de enfrentamiento, crítica, presión y negociación social o nacional. En una etapa histórica en que el capital expresamente ha impuesto la “negociación social cero”, la “negociación nacional cero”, esto es una política que en materia de concesiones sociales y nacionales, conmina a líderes y masas a someterse a lo que se les da y se les quita, o atenerse a la represión, muchos movimientos todavía creen en los procesos de presión-negociación y de logro de derechos y prestaciones en materia de salarios, seguridad social, empleo, derechos políticos, presos políticos… El pequeño margen de concesiones que se les hacen, aun los engaña sobre la posibilidad de resolver los problemas sociales y nacionales a la manera de un pasado que no tiene ninguna posibilidad tecnológica, mercantil o política de revivir.
Los apoyos sociales de los actuales gobiernos y de sus políticas neoliberales en crisis muestran tener un carácter estructural y cultural que el zapatismo rompe en forma creadora. El zapatismo concibe y practica otro tipo de lucha y otro tipo de negociación. Una y otra no se quedan en la alternativa de “reforma o revolución”, ni piensan en criticar al sistema político o al Estado actual para presionar y negociar, ni esbozan y festejan sólo los caminos de la utopía. Los zapatistas combinan la lucha con la negociación; defienden la autonomía de las comunidades y las personas, así como el respeto a la dignidad de uno mismo y de los demás. Autonomía y dignidad son dos objetivos no negociables. Corresponden a un proyecto de autonomía y dignidad de todos los seres humanos, empezando por los pueblos indios, pero sin quedarse en ellos como creyeron muchos antropólogos, autonomistas, progresistas, indianistas. El proyecto zapatista es en muchos terrenos creador. Aquí queremos destacar la creación que trasciende formas de lucha muy arraigadas, estilos maniqueos que plantean negociaciones sin revoluciones, revoluciones sin negociaciones, reformas del Estado o a cargo del Estado, sin reformas en la sociedad y a cargo de la sociedad. El nacimiento de esas y otras novedades en la lucha de clases, en la lucha nacional, en las luchas de los pueblos indios por la libertad, la justicia, la democracia es muy difícil de entender si se le saca del contexto histórico en que fue surgiendo y si al hacerlo no se advierte que al tener características concretas, específicas de los pueblos indios y de México, también muestra características universales, con un inmenso sentido para comprender los procesos actuales y futuros de la emancipación humana.
Lo que Lenin identificó como “la aristocracia del proletariado” llegó a constituir grandes sectores de la clase trabajadora. Los dos grandes sectores y estratos en que tiende a desestructurarse la clase obrera son los trabajadores organizados, con derechos a protestar, a presionar, a manifestarse, a luchar, --y a menudo a luchar valerosamente y con pérdidas tremendas-, pero siempre con la idea de negociar para mejorar sus condiciones de trabajo y de vida, y los trabajadores que no tienen derecho a organizarse ni derecho a protestar y que en cuanto intentan ejercer los derechos legales son históricamente, y sin remedio, reprimidos y descalificados, cosificados y criminalizados.
Las luchas de los trabajadores organizados por los derechos ciudadanos, sociales, laborales y las luchas para que se apliquen o respeten esos derechos han creado, a lo largo de doscientos años, toda una cultura de la crítica, la protesta, la presión y la negociación que se ha vuelto parte del sentido común de luchar de los trabajadores organizados. Éstos, lejos de ser la mayoría de los trabajadores del mundo, en muy raras ocasiones incluyen a los trabajadores y pueblos proletarios. La cultura de la presión-negociación está de tal modo arraigada en ellos que predomina incluso hoy, cuando el neoliberalismo ha declarado y ampliado la política de de “lo no negociable”, y practica la “criminalización” y “el castigo”de un número creciente de trabajadores y pueblos organizados, que antes tenían ciertos derechos de luchar y algunas posibilidades de “lograr algo” mediante presiones y negociaciones.
En pleno neoliberalismo represivo, la cultura de la presión-negociación está de tal modo arraigada en los trabajadores y ciudadanos organizados, que tras 25 años de un proceso cada vez más evidente de “desregulación” y derogación de los derechos que habían alcanzado en largas y dolorosas luchas, integrantes de partidos y sindicatos siguen sujetos a la lógica de la presión-negociación y con ella adoptan la del “menosmalismo”, la del “clientelismo” e incluso la del “individualismo” autoritario y mafioso de los líderes y sus ayudantes.
El partido del Estado –o el Estado convertido en partido para las elecciones, con el neoliberalismo, se transformó en varios “partidos de estado”. Si en sus orígenes se acercó a la estructura de un Estado-pueblo entre contradicciones poco estudiadas entre sus líderes campesinos y obreros y otros que ya mostraban inclinaciones oligárquicas, al pasar del tiempo, con el desarrollo del capitalismo se transformó en un excelente medio de control del pueblo por el Estado populista, e incluso por el estado neoliberal, ya sin reservas integrado al buen funcionamiento de las empresas y el capital privado.
La verdad es que hoy en México-- como diría Poulantzas-- hay varios “partidos de estado” llamados PRI, PAN, PRD, y que esos “partidos de estado”, hechos a la manera neoliberal, propia de los “estados libres asociados”, sólo se distinguen y oponen en objetivos particulares, a menudo grotescos, sin que ninguno represente una lucha sistemática contra las políticas del propio neoliberalismo, sino antes llegue a hacerse cómplice de ellas aprobando tácita o expresamente sus reformas de privatización y desnacionalización.
En México, como en el mundo, y con las consabidas variaciones, todos los partidos de estado respetan los valores reales y formales, los intereses privados y oligopólicos de un capitalismo y un imperialismo al que están subordinados. Y si muchos de ellos conservan –como diría Cardoza y Aragón—“el derecho de pataleo”, cuidadosamente lo ejercen en luchas intrascendentes y aceptables para el gran capital. La continuidad de su presencia obedece a que sin ellos sería imposible la democracia formal y que con ellos “los ricos y poderosos” canalizan funcionalmente las protestas sociales mediante escandalosas luchas entre grupos y “tribus” de una misma “clase política”, cuyos miembros hablan un “lenguaje políticamente correcto” del que jamás se desprenden para decir groserías como esa de “la lucha de clases”. Sus grandes voceros lanzan otras de carácter personal y folklórico. Como luchas de distracción, les sirven para no tocar ni por asomo al “sistema” o “modo de dominación y acumulación” realmente existente, y para ocultar el carácter de mediadores y mediatizadotes que una gran parte de ellos juega. Ese comportamiento general no impide que algunos dirigentes mantengan y presenten su oposición personal o de grupo a las políticas neoliberales privatizadoras y desnacioalizadoras, ni que en las bases de los partidos sigan existiendo quienes defienden los intereses ciudadanos, sociales y nacionales, posición que amerita nuestro reconocimiento y respeto auténticos, y también fraternales, pues en el futuro muchos de ellos, por su propia iniciativa, habrán de establecer puentes con nosotros.
Lo que resulta indudable hoy, es que todos los partidos de estado que lucharon por la democracia, la liberación y el socialismo han abandonado esas metas, y no dan ni la más mínima lucha por aumentar la organización y la conciencia de los trabajadores y los pueblos, o la suya propia. Todos ellos y los conservadores, sean laicos o religiosos -a la moderna o a la antigua-, sólo luchan por puestos electorales y por ganarse los votos de los ciudadanos con “imagen televisiva” y “seducción publicitaria”. Como “clase política” o como descendientes de “colonos” ibéricos o de indios “integrados”, se desentienden de las luchas nacionales y cívicas, o de las luchas de obreros y campesinos, y aun mayor es su des-entendimiento, ceguera o ignorancia de las poblaciones indias recolonizadas, excluidas, y cada vez más acosadas y despojadas por caciques y compañías. Muchos de sus antecesores las traicionaron a lo largo de la historia y ellos en su más reciente etapa cuando con su voto general rechazaron los derechos de los pueblos indios que con su propia firma se habían comprometido a aprobar, cometiendo así un acto de traición confirmada que nadie con una mínima seriedad política olvida.
Los pueblos indios, las juventudes sin escuela, sin trabajo, sin perspectivas; los movimientos ciudadanos criminalizados y reprimidos, los nuevos marginados y empobrecidos de las ciudades y de las clases medias, se identifican cada vez más como un actor histórico que desde la izquierda y con los pobres de la tierra cobra conciencia de las engañosas protestas que a ninguna parte llevan, y se suma a los nuevos proyectos del luchas por la libertad, la justicia y la democracia. El actor colectivo se integra con los que tarde o temprano contribuirán a engrandecer los frentes o redes de acción para la creación de otro mundo posible y viable, menos injusto y menos autodestructivo.
Los proletarios de hoy, los pobres de hoy, y quienes se sumen a ellos y se organizan con ellos, como los zapatistas y como muchos otros movimientos fraternales, confluirán en la necesidad de ampliar las redes de sus organizaciones y de luchar unidos respetando con su dignidad, sus diferencias y su autonomía, la difícil e ineludible disciplina, acordada para el logro de objetivos iguales no negociables.
La articulación de las fuerzas emancipadoras tendrá que recorrer un camino distinto al de los frentes antifascistas y al de los frentes antiimperialistas. A diferencia de ellos y de la lógica predominante de la unidad de ideas y criterios, las nuevas alianzas y frentes habrán de poner énfasis en los métodos sociales para lograr la unidad en medio de la diversidad de sus integrantes. Lejos de acabar con la dialéctica interna la transformarán en diálogo y discusión.
Dos problemas principales y alternativos se plantearán a todos, y ya se vislumbran: Unos exigirán ser respetados en su dignidad y se sentirán agredidos si advierten nuevos intentos de asimilación y cooptación con el pretexto de la unión. Otros –los más profundos en sus planteamientos, explicaciones y metas-- tendrán que reconocer que la unidad en la diversidad es tan valiosa y necesaria, como el respeto y la fidelidad a los proyectos emancipadores que permiten avanzar. Todos aprenderán el arte de conceder en las tácticas sin conceder en los principios.
Desde los setenta, con el neoliberalismo en gestación, tendió a aumentar el número de campesinos, de trabajadores, de empleados, de profesionales que padecieron el codicioso saqueo de los patrones y las fuerzas represivas del Estado… La crisis económica y financiera de principios de este nuevo siglo, y las medidas financieras y bancarias que se imponen para resolverla, sientan las bases para ampliar y agudizar las políticas de “criminalización”, y “libre” explotación y despojo de trabajadores y pueblos; de pequeños y medianos productores, de los sectores medios, y de las juventudes de periferias y metrópolis
Hoy, no sólo continúan, sino se acrecientan los daños a los pueblos indios, y a las poblaciones de excluidos y marginados, de desempleados, de desterrados por la miseria o por la fuerza. Los trabajadores organizados, ya sin derechos ni prestaciones ni salarios a que estaban acostumbrados, se suman a los pobres de siempre; y son muchos más de los que existían desde antes con las políticas socialdemócratas, desarrollistas, populistas y clientelistas.
La nueva crisis del neoliberalismo de paz y de guerra, se monta sobre las crisis anteriores y como ellas, aunque en mayor escala, transfiere a los pobres e incluso a los sectores medios lo que sus gobiernos le dan a los banqueros y a las grandes compañías. Las mega-empresas y los complejos militares-empresariales-políticos-y- mediáticos dominantes tratan con igual codicia a los más diferentes pueblos y trabajadores. Los igualan en sufrimientos y miserias. Entra así en crisis, hasta el pragmatismo que busca aplicar las medidas en formas diferenciadas para no crear situaciones ingobernables. La triple política de la represión, la negociación, la concesión, descansa cada vez más en la represión y en la violencia física y mental, una y otra destinadas a aterrorizar y a sumar esclavos que se inclinen gustosamente ante sus amos. La publicidad de la sociedad de consumo, la religión que estigmatiza a los pobres como pecadores, la cultura que animaliza a los colonizados y los siervos, abren los falsos caminos de la libertad de obedecer con fe, entrega y ceremonioso entusiasmo a quienes muestran cada vez más, en su conducta señorial, su hipocresía.
Como las tiranías del pasado, lo nuevos tiranos todavía tienen bases sociales que los apoyan y que son apoyadas por las fuerzas del orden. Los tiranos útiles al sistema son exaltados si dan muestras de perder su dignidad con farsas electorales y parlamentarias, y de activar su fidelidad con el apoyo al saqueo y la legitimación obediente de los crímenes que en nombre de la democracia se cometen. No por ser los menos dejan de ser muchos. Pero aún así quienes resisten y se rebelan se crecen en el castigo y descubren tener una capacidad imprevista de luchar con tenacidad y moral. Piensan con frialdad, se comportan con dignidad y actúan con pasión, con digna indignación, y con un sentimiento humano difícil de expresar en las palabras y que se trasmite con su trato a los niños y a los viejos, a las compañeras y los compañeros, aumentando de intensidad y calor en los peligros y en las fiestas.
Con los pueblos mayas zapatistas, entre las avanzadas, “los pobres de la Tierra” y quienes están con ellos plantean una nueva forma de hacer política. Sin rechazar la negociación, defienden férreamente “otra” negociación, así como “otra” democracia, “otra” justicia, “otra” libertad, a definir en las palabras y los actos, esto es a definir en la coherencia y consecuencia de todos y cada uno de nosotros como personas y como colectivos. Si en varios países los movimientos rebeldes no plantean ni siguen el camino del mismo modo, en la inmensa mayoría de los países esta “otra ruta” de los zapatistas, que no es insurreccional ni reformista, y que da prioridad a la construcción de la meta en el camino, aparece y prolifera en muchos pueblos y civilizaciones, que por su propia experiencia e imaginación creadora forjan los nuevos caminos de la emancipación. Esos caminos se dan en nuevos conjuntos reales y conceptuales. En general la ruta es tan nueva, “tan otra”, que no se le puede aprisionar en las categorías de la antigua lucha de clases, ni se puede esperar que sólo aparezca siempre “desde abajo y a la izquierda”, pues también da muestras crecientes de aparecer desde arriba y entre “los que se van a la izquierda con los de abajo”, como ocurre hoy en Venezuela y Bolivia, o como ocurre –en medio de todos los peligros, bloqueos y contradicciones desde más de hace cincuenta años en Cuba.
Los cambios históricos registrados por el pensamiento concreto y la lógica íntima de quienes buscan y siguen “el camino efectivo”, a menudo no se expresan en los términos que los trabajadores intelectuales usamos en nuestras conferencias, escritos, pláticas y discursos. Entrañan el planteamiento y la práctica de esa “otra” historia, de esa “otra” lucha” de ideas, de imágenes, de acciones; de ese otro tipo de negociación que considera los problemas inmediatos manteniendo la dignidad y autonomía necesarias para la emancipación humana.
Ni luchas ni negociaciones, ni construcción de fuerzas para sustentarse, vivir y defenderse serán nunca razones para comprometer la dignidad y la autonomía, en aras de la lógica del “menosmalismo” que con tal de ganar algo en lo inmediato, debilita la construcción de las fuerzas autónomas capaces de construir un mundo mejor para nosotros y nuestros hijos.
Lo original de un planteamiento, que no es ni insurreccional, ni reformista, ni clientelista o populista, es que en las luchas y negociaciones se antepone la dignidad organizada, la autonomía como acto político-social, el respeto a las culturas y creencias de los demás en la construcción actual de un futuro mundo, cuyas variantes civilizaciones e ideologías no se pueden encajonar en la propia ni en la ya vivida.
Con el movimiento zapatista aparece una nueva cultura que surge en el mundo como los hongos, sin dirección central, y sin que pueda pensarse en su difusión a partir de un solo proyecto que se generaliza. El extraño parecido de los comportamientos da señales de obedecer a una nueva configuración de la transición como proceso histórico. Con todas sus diferencias los movimientos rebeldes muestran parecida desconfianza a las alternativas que concentran el poder en unas cuantas manos, y que renuevan el maniqueísmo del pensamiento oficial. También se enfrentan a ese mundo de mediaciones y mediatizaciones que el pensamiento contestatario del 68 puso al descubierto en los regímenes parlamentarios y populistas, y al que los nuevos movimientos rechazan con la construcción concreta del poder social que se distribuye entre los vecinos y los trabajadores, cuidando de tener bajo control permanente a sus propias mediaciones de seguridad, y con una libertad y autonomía de pensamiento a las organizaciones culturales, productivas y comunicativas en que participan.
Capaz de construir estructuras que lo acerquen cada vez más a la libertad y la justicia; sin la menor concesión de la propia dignidad, ni la transformación de un proyecto que surge predominantemente de la sociedad en un proyecto del Estado, o en un proyecto insurreccional para la toma del poder, el zapatismo logra en todo lo que puede superar ambos caminos.
Al anteponer los zapatistas algo que no es negociable y que en el pasado histórico no se dio, se enfrentan a un muro terrible, al muro de quienes pretenden que la experiencia de hoy sea como la de ayer, y que la creación en la historia se relegue al pasado y se reduzca a la costumbre. Muchos dirigentes y colectivos progresistas y hasta revolucionarios han querido que los zapatistas se unan a ellos aprisionándolos en las categorías con las que piensan y en las que actúan. No advierten que las novedades del zapatismo son “otras” como novedades hasta cuando replantean la olvidada, temible y esencial lucha de clases.
En los movimientos rebeldes aparece de nuevo “la comunidad”, pero es otra comunidad. No es sólo la vieja comunidad aislada, sino una comunidad que forma parte de conjuntos de comunidades y que construye su comunicación primero con las vecinas y luego con las que están más lejos, y luego con las que están todavía más lejos, hasta alcanzar una dimensión “intergaláctica”, como dicen los propios zapatistas con su sonrisa maliciosa, y lo dicen para no ser calificados de aldeanos o cosmopolitas sin base, ni apegarse al “esprit de serieux” de los rebeldes institucionales.
El proyecto zapatista busca cada vez más construir organizaciones y redes de comunidades, articuladas entre sí, con los medios tradicionales de comunicación y con los medios nuevos; con los caracoles marinos que servían para llamar a lo lejos y oír desde lejos, y con el internet, el e-mail, y los congresos y seminarios internacionales en la selva lacandona y en los “blogs” y “chats” electrónicos.
Cuando su política de negociación fue rota por el estado y sus partidos, los zapatistas continuaron con el proyecto de construir aquí y ahora el mundo a que aspiran. Al mismo tiempo miran y atienden las necesidades inmediatas, impostergables, y las que van más lejos y hacia el futuro. En sus planes advierten las construcciones a realizar, precisan los caminos y tareas, el qué hacer y cómo hacerlo.
Ya van muchos años que yo he estado aquí tomando notas todo el tiempo ¡y he aprendido muchísimo! Puedo decir, y me quedo corto, que es uno de mis mejores seminarios posdoctorales…
Desde el punto de vista del conocimiento es existencialmente extraño lo que ocurre con un fenómeno que en general nos lleva a pensar mejor o a reflexionar de nuevo, a profundizar de otro modo, a actuar en territorios descubiertos por otros y que con otros, nosotros también descubrimos, más para dominarnos que para dominar, más para emanciparnos de nuestros ídolos y quimeras de reforma o revolución, y mucho más que para perder los estribos en un mundo indignante.
La furia, pensaba el viejo Séneca, lo saca a uno de sí. En general cuando se piensa en “la furia” se piensa que quien se pone realmente furioso, ya no entiende nada de lo que lo está pasando, de lo que está diciendo, ya “no oye razones”, “ya no sabe ni lo que hace”.
Aquí, entre los zapatistas, se piensa en el paradójico caso de “la furia digna”, se alude a un hecho que con la dignidad y la autonomía enriquece la palabra y el conocimiento, da la bienvenida a otra forma de pensar y concebir, de educarse; incluso da base a otra pedagogía de la emancipación, no nada más de los trabajadores proletarios o de los ciudadanos que son súbditos, o de los pueblos indios acosados y diezmados durante más de 500 años de conquista y colonización, sino de todos los seres humanos que sufren un cierto tipo de enajenación, unas veces como mujeres, otras como jóvenes y niños, y otras por sus preferencias sexuales, o por su analfabetismo.
Ni mediaciones, ni represiones, detienen el camino de la libertad y de la supervivencia humana. Los valores de la convergencia se han enriquecido. Unos complementan a otros y son inasequibles sin los demás. Las bases de la unidad en la diversidad se están dando a nivel universal. Pero hay un punto en que la disyuntiva se plantea de manera tajante. Todos tenemos que decidirnos si acompañamos o no a “los pobres de la Tierra” de que hablaba Martí, a los “condenados de la Tierra” de que hablaba Fanon; en un camino efectivo para hacer realidad “La libertad, la justicia y la democracia” sin “prestarnos” a ser instrumentos de mediación humanitaria de las fuerzas dominantes. Los zapatistas son un camino a seguir no sólo para rechazar toda alianza que pueda llevar al abandono de un proyecto de cambio profundo y universal, como de diversas maneras ha ocurrido en rebeliones mediatizadas por los sistemas políticos y los Estados, sino para construir junto con los gobiernos autogestionarios y autónomos, los caracoles o redes de comunidades y una red de redes universal que logre la “praxis” de lo universal y del “poder distribuido” por las bases, entre las bases y con las bases, ese sueño expresado en todos los movimientos democráticos de la historia contemporánea..
Quienes tenemos el privilegio de acompañarlos tenemos la obligación moral y política de respetar y hacer respetar, una alternativa pacífica que expresa en concreto los máximos valores de la emancipación humana, y un proyecto no sólo necesario sino viable. De cómo nació el mismo y cómo interpretar el logro de sus descubrimientos querría decir algunas palabras más que pueden ser útiles para explorar la creación en la historia emergente. Como reflexiones finales apuntan a una conclusión que revela la importancia mundial del zapatismo en tanto éste abre un camino que, entre variantes, es muy importante para luchar por la paz con autonomía y dignidad tejiendo redes de comunidades autónomas, autogestionarias, autosustentables, que ni se queden en el sueño de la comunidad aislada y socialista de que fácilmente se deshace el entorno opresor, el sistema y el Estado –recuerden a Hobschbaum-- , ni se propongan la toma del poder del Estado, o la transformación de la sociedad desde el Estado y con la lógica del Estado.
Esta es mi conclusión: El zapatismo constituye una aportación de importancia universal (auque no se le considere así por no ser un proyecto europeo y por venir de los indios). Pero su importancia es de interés universal porque construye un camino emancipador que, entre variantes, corresponde a otra lucha por la paz. El proyecto zapatista no niega las reformas, no niega la revolución; propone otras reformas, otra revolución. Es un proyecto que se hace aprendiendo, luchando y creando
Aquí quiero recordar que los zapatistas surgieron de la unión entre un movimiento de guerrilleros con la ideología y la cultura de las guerrillas latinoamericanas de las últimas décadas del siglo XX y la cultura de la resistencia de los pueblos indios y que los pueblos indios han ido enriqueciendo a lo largo de quinientos años colonizaciones y rebeliones. En México, unos y otros eran mestizos no sólo por la sangre sino por la cultura, unos y otros tenían conocimientos comunes de las luchas por la independencia, por la justicia, por la democracia, un conocimiento variado de la práctica del liberalismo, del nacionalismo revolucionario, del populismo, del marxismo anarquista o comunista, universitario o normalista; o de la teología de la liberación y sus sucedáneos.
La primera lección de los rebeldes se manifestó en su decisión de aceptar el liderazgo de los pueblos indios en lugar de encabezarlos. Tomaron la decisión al ver que no había más alternativa que irse o integrarse. Se asimilaron, se integraron a los oprimidos en un proceso emancipador contrario a la habitual asimilación e integración de los indios por la civilización conquistadora. Al llegar el 1º de enero de 1994, día de la nueva dependencia de México con la activación del Tratado de Libre Comercio, acordaron rebelarse y tomar varios pueblos y ciudades. De la rica historia de esta etapa destaco dos momentos: a unos días de iniciada la rebelión acordaron con el gobierno el cese al fuego. Con posterioridad aceptaron los diálogos del Ejido de San Miguel y de San Andrés de los Pobres. En todo este tiempo se dieron a conocer en el mundo por su palabra nueva y por su apertura mágica y televisiva, intelectual y política. Al mismo tiempo se inscribieron en el proyecto de democracia en boga, y aceptaron plantear la democracia como el primer paso para la “reforma del Estado”, ese otro objetivo, ampliamente coreado por todos los partidos y corrientes. En largas y difíciles discusiones lograron un notable acuerdo sobre los derechos de los pueblos indios, que firmaron todos los partidos políticos del país y los representantes del gobierno. Para defenderlo e impulsarlo organizaron actos, marchas y manifestaciones políticas que llevaron a la Comandante Esther –acompañada de toda su comitiva y apoyada por inmensas multitudes en la ciudad de México y otras partes del país- a tomar la palabra en el Edificio del Poder Legislativo. Muy poco tiempo después el gobierno y todos los partidos políticos aprobaron una ley que no les dio ninguno de los derechos acordados y hasta les quitó algunos que en la época colonial les había concedido el rey de España… El golpe fue tremendo. Todos nos preguntábamos qué hacer. Y allí apareció una lógica creadora inesperada. Los zapatistas decidieron organizar, desde la sociedad, desde sus propias bases, la sociedad a que aspiraban. De la lógica política, predominante en la etapa anterior, pasaron a la lógica social que está creando un nuevo punto de partida distinto a la toma del poder del Estado, distinto a las reformas del Estado, y distinto también al anarquismo con el que muchos los confunden y con el que algunos intelectuales poco responsables quieren interpretar sus acciones cuando afirman que los zapatistas –como ellos mismos- quieren cambiar el mundo sin tener el poder. El proyecto no nació sólo de discusiones ideológicas, ni de la práctica de teorías, sino del saber qué hacer y cómo hacerlo. Las nuevas categorías sociales son creadoras de categorías políticas. No sólo combinan la distribución del poder con las “juntas de buen gobierno” y “los municipios autónomos”. También combinan el control de sus emisarios, delegados y comandantes que “mandan obedeciendo” los lineamientos generales que las bases les trazan.
El zapatismo busca realizar el viejo sueño de las comunidades autónomas, de los municipios libres, de los gobiernos locales, de los soviets como fuente del poder alternativo. Para realizarlo cuenta con nuevos medios de comunicación y organización que antes no existían como son los medios electrónicos y las redes de información, organización, producción, distribución, defensa, cultura que pueden extenderse en el país y en el mundo. La diferencia principal es que este proyecto fue planteado anteriormente con una lógica política que terminó por controlar todos los proyectos de gobiernos autónomos o con una lógica social que llevó al aldeanismo, a la autogestión utópica, al indianismo y acordó otros males de comunidades aisladas entre sì y aisladas de las grandes estructuras geopolíticas y geoculturales. El proyecto presenta una alternativa de paz y de sobrevivencia. Da pie a una especie de nuevo contrato social en que, como en Bolivia o Venezuela, los gobiernos nacionales o los estados nación, o los complejos dominantes, den prioridad a las políticas que permitan el desarrollo de unidades sociales auto-sustentables y autónomas. En la crisis mundial actual el proyecto –con múltiples variantes-puede ser un camino a la emancipación y a la sobrevivencia humana. Respetar a quienes lo enarbolan y luchar por que se les respete es y será trascendente en la lucha por la paz y por la vida.
Les agradezco su atención y no quiero seguir hablando para no cansarlos más.
Por Pablo González Casanova
Rebelión
*Recapitulación del 5 de enero 2009, CIDECI, San Cristóbal de las Casas, México
Transcripción corregida y ampliada en mayo de 2009.
Convocando a la unidad a una nación aún sacudida por el pasado, Barack Obama insistió este jueves en la necesidad de combatir el terrorismo con las armas de la Constitución, reafirmó su voluntad de cerrar la prisión de Guantánamo y acabar con la tortura como medidas imprescindibles para reconducir por el camino de la ley a una sociedad que "había perdido el rumbo" y a punto estaba de perder también sus "sagrados valores" democráticos.
"Cuando se vio ante una amenaza desconocida, nuestro Gobierno tomó una serie de decisiones precipitadas. En lugar de recurrir al poder de nuestros principios, vimos esos principios como un lujo que ya no podíamos permitirnos. Y en esa época de miedo, demasiados de nosotros -demócratas y republicanos, políticos periodistas y ciudadanos- guardamos silencio. En otras palabras, perdimos el rumbo", dijo Obama en un discurso largo y solemne que trata de devolver a su punto original (la herencia de George Bush) el debate sobre los límites y las contradicciones de la política de seguridad de esta Administración.
El presidente aseguró que lo que él trata de hacer, con Guantánamo y otras medidas controvertidas, como la publicación del dossier sobre torturas y la prohibición de las fotos sobre interrogatorios, es "arreglar el lío" dejado por los anteriores gobernantes.
"Creo que las decisiones [del Gobierno anterior] estaban motivadas por el deseo sincero de proteger al pueblo estadounidense", dijo Obama. "Pero también creo que, con demasiada frecuencia, nuestro Gobierno tomó esas decisiones basado más en el miedo que en la previsión, y que, con demasiada frecuencia, se maquillaron los hechos para adecuarlos a las predisposiciones ideológicas".
La voluntad del presidente, según dijo, no es ahora renunciar a derrotar el terrorismo, sino hacerlo desde una nueva perspectiva, con la convicción de que "nunca, nunca más se dará la espalda a los principios con el pretexto de la eficacia".
Este discurso llega después de varios días en los que Obama ha estado sometido a diversas críticas desde los dos polos del ámbito político por las dificultades surgidas para el cierre de Guantánamo y por el posible riesgo que sus decisiones representan para la seguridad nacional. Este jueves, después de que Obama finalizara su intervención, tomó la palabra el que ha sido el más conspicuo crítico del presidente, el ex vicepresidente Dick Cheney . Ambos personajes vienen librando un duelo dialéctico que apasiona a los periodistas, pero distorsiona el equilibrio entre Gobierno y oposición.
El presidente eligió para su mensaje un escenario que hablaba por sí solo: los Archivos Nacionales, el custodio de los documentos que guían este país desde 1776, la Declaración de Independencia, la Constitución y la Declaración de Derechos. A ellos apeló Obama para defender su estrategia contra el terrorismo. "Desde Europa al Pacífico, hemos sido una nación que ha cerrado cámaras de tortura y ha reemplazado tiranías por el imperio de la ley", recordó. "Ahora, donde los terroristas ofrecen sólo la injusticia del desorden y la destrucción, EE UU tiene que demostrar que nuestros valores e instituciones son más sólidos que su ideología de odio".
Una de las formas de demostrarlo es cerrar la cárcel de Guantánamo. Obama se comprometió a ajustarse al plazo marcado de un año. Admitió que hay problemas, que no es fácil resolver el destino de los 240 presos que quedan. Pero recordó que esos problemas "no han sido causados por la decisión de cerrar esas instalaciones, sino por la decisión de abrir Guantánamo", y aseguró que, en todo caso, es mucho mayor el coste de dejarlo abierto.
El propósito de Obama es dividir a los presos en cinco categorías: un grupo que será juzgado por tribunales ordinarios estadounidenses y cumplirá la sentencia en EE UU, pese a la resistencia de una parte de la opinión pública; otro será juzgado por un sistema reformado de las comisiones militares; veintiún detenidos serán puestos en libertad atendiendo a la decisión de los tribunales; una cuarta categoría de presos (alrededor de medio centenar) serán trasladados a otros países; y un quinto grupo, el más polémico, de presos considerados peligrosos, pero sin pruebas formales contra ellos, que seguirán detenidos ilimitadamente sin juicio. Human Rights Watch rechaza esta última decisión.
"Nuestro objetivo", explicó, "es el de construir un marco legal para todos los detenidos de Guantánamo. Si decidimos que hay que retener a ciertos individuos para evitar que participen en actos de guerra, lo haremos dentro de un sistema que implique control judicial y parlamentario".
Uno de los propósitos de esta intervención era el de convencer al Congreso, que le ha negado a la Casa Blanca los fondos requeridos para el cierre de Guantánamo hasta ver un plan concreto sobre cómo hacerlo. No estaba claro que lo hubiera conseguido. La senadora demócrata Dianne Feinstein, presidenta del Comité de Asuntos de Inteligencia, dijo haber echado en falta algunas medidas más precisas, pero no quiso anticipar la posición general.
Obama denunció en su discurso la excesiva politización de los asuntos de seguridad nacional. "Este debate ha sido oscurecido por dos visiones opuestas y absolutistas. Ambas coinciden en que el presidente puede hacer lo que le dé la gana siempre que sea el presidente con el que ellos están de acuerdo", afirmó.
Como su contribución particular a poner fin a ese enfrentamiento, Obama repitió su posición contraria a la creación de una comisión de la verdad para juzgar el periodo de Bush. "Ya hemos visto", recordó, "que ese tipo de acciones sólo llevan a que cada bando se culpe mutuamente y nos distraiga a todos de lo que importa en este momento y de los retos del futuro".
Cuando tuvo en sus manos el título de economía de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil no se fue a una empresa, ni a crear un negocio próspero. Tampoco se lanzó a la piscina especulativa mundial, donde muchos economistas u hombres de finanzas han construido grandes fortunas, dejando en el más negro infortunio a este mundo de inicios del siglo XXI.
Tras graduarse, incluso con una mención especial del tribunal académico, postergó sus sueños de maestría y doctorado para subir 3 600 metros de altura sobre el nivel del mar hasta llegar a la zona de Zumbahua, poblado del cantón Pujilí en la provincia de Cotopaxi. Allí arrimó el hombro a los duros trabajos del campo, fue maestro impartiendo clases de matemáticas elementales y organizó microempresas agrícolas.
Al escucharle decir que aquella fue una de las mejores experiencias de su vida, a nadie puede extrañar que el hoy Presidente Rafael Correa Delgado, suscriba las ideas del socialismo del siglo XXI, que lo defina como la supremacía del ser humano sobre el capital; que declare inmoral e ilegítima la deuda externa de su país, expresando un concepto enarbolado por nuestro Comandante en Jefe hace más de 20 años: nuestros pueblos ya la han pagado muchas veces.
Esa misma modestia y preocupación por su pueblo, por Latinoamérica y con una visible y manifiesta emoción cuando habla de Cuba, presidió la entrevista exclusiva que concediera a Granma, haciendo un alto en el intenso programa de la visita que realizara la pasada semana a nuestro país y que por temas, pudiera resumirse en:
La historia ha sido testigo del acercamiento de nuestros pueblos, de unas relaciones excelentes. Tuvimos un presidente, que es el mayor referente para nuestra Revolución Ciudadana, que fue Eloy Alfaro. El exigió a la corona española la independencia de Cuba, incluso estuvo dispuesto a mandar un destacamento de soldados a Cuba. Se conoció con José Martí, hubo intercambio epistolar entre ellos. El padre de uno de nuestros héroes nacionales, Alfredo Calderón, fue cubano. Muchos de nuestros hombres de estado y referentes históricos, Vicente Rocafuerte, Juan Montalvo, vivieron en La Habana o pasaron por ella. Después, en 1959, la Revolución cubana hizo que miráramos a esta tierra con orgullo. Luego las presiones de Estados Unidos condujeron a que rompiéramos relaciones diplomáticas en 1961; pero las relaciones entre pueblos hermanos continuaron.
Desde 1979 cuando se reanudaron, hemos tenido un gran vínculo a todos los niveles, pero con nuestro gobierno se ha profundizado muchísimo más por las coincidencias ideológicas, por las cosas en comunes que tenemos.
Obviamente esta visita ayuda a fortalecer aún más esas relaciones. Y nuestro deber es sacar cosas concretas, ha habido viajes anteriores, visitas de estado, de presidentes de la República, se firmaron bonitos convenios, pero quedaron en nada, esta vez vamos a cumplir las cosas. Hay áreas donde podemos tener fructíferos intercambios de cooperación, por ejemplo, en el impresionante desarrollo que tiene Cuba en educación, salud y biotecnología.
Hemos sentido un gran aprecio por El Ecuador y por nuestro gobierno, aprecio que es recíproco.
Vivimos momentos muy emocionantes, como el 8 de enero, cuando en el acto donde celebramos el 50 Aniversario de la llegada de Fidel a La Habana, conversé con los familiares de los Cinco Héroes cubanos, presos en Estados Unidos. Yo no sabía que estaban allí, conozco bien ese caso, lo inhumano e injusto de las drásticas condenas. Tuve la inmensa oportunidad frente a sus esposas, madres e hijas, de testimoniarles mi solidaridad y el compromiso de que Ecuador hará todo lo que esté a su alcance para seguir denunciando este caso, presionando para que se corrija esa injusticia.
Imborrable la emoción de compartir con los que asaltaron el Moncada, los que vinieron en el Granma, con los héroes de la caravana de la Libertad, con los familiares del Che, todos allí con el Comandante Raúl Castro... Más que hablarles de algo, fue tan solo transmitirles el orgullo y la admiración que sentimos por ellos, el honor que era conocerlos.
Insisto en la idea de que América Latina no está viviendo una época de cambios, sino un cambio de época. Si usted compara la América Latina de hoy, sus gobernantes, sus líderes con la América Latina de hace 10 años, la diferencia es enorme. Acuérdese de la América Latina de los Menem, de los Color de Mello, de Fujimori, de los Jorgito Endara en Panamá... hoy tenemos gobiernos más autónomos, más soberanos, más progresistas; los gobiernos neoliberales se derrumbaron como castillos de naipes, por ahí sobreviven unos que otros, pero en general ha habido muchas victorias sucesivas de gobiernos de izquierda.
Eso hace que coincidamos en muchas cosas y como nunca antes se viva una voluntad y un espíritu integrador, pero integración que debemos materializar en hechos concretos, tangibles, en beneficios de nuestros pueblos. En este sentido hay una Latinoamérica más unida, con más coincidencia, con más espíritu integrador y una muestra palpable de eso fue la reunión de Salvador de Bahía, donde Cuba ingresó al Grupo de Río, eso era impensable hace 10 años, había que pedir permiso a cierto poder del Norte.
En lo social creo que falta mucho y no se va a lograr ese mucho mientras sigan los mismos modelos de antes, no es con más capitalismo, con más neoliberalismo, con más mercados que se van a solucionar esas cosas. América Latina necesita un modelo alternativo y en algunos países Ecuador, Paraguay, Bolivia, Venezuela, está tratándose de hacer.
En lo social, lamentablemente, creo que América Latina no ha avanzado mucho, tenemos que avanzar mucho más rápido. Y en lo económico tampoco, todavía tenemos sistemas muy vulnerables, muy dependientes y nos cuesta caro por ejemplo, una crisis que no hemos producido nosotros en la cual no hemos sido autores, ni cómplices, ni nada, somos tal vez de las principales víctimas de esta crisis. Entonces el gran desafío es crear modelos más autónomos, menos vulnerables, un desarrollo verdaderamente endógeno y como parte esencial de esa estrategia ir a una integración regional que nos hace menos vulnerables a factores externos.
Creo que en lo político está cambiando, pero en lo social y económico todavía nos falta muchísimo por andar.
Hay cosas muy buenas que están sucediendo, yo siempre pongo el ejemplo de UNASUR, porque de los intentos de integración es el de mayor universo, es decir, no son solo los países andinos o los países del cono Sur, es toda América del Sur y porque —y tal vez sea lo más importante—, a diferencia de procesos como la Comunidad Andina de Naciones (CAN) o MERCOSUR, que han estado imbuidos solo en el plano comercial de forma prácticamente excluyente, o sea básicamente haciendo grandes mercados, UNASUR plantea una integración completa en lo social, económico, político, incluso en lo institucional.
Por ejemplo incluye tener ciudadanía regional, tener sistemas de seguridad social comunes, políticas sociales comunes, políticas económicas comunes, estrategias comunes en organismos multilaterales. Ojalá pronto podamos construir esa nueva estructura o arquitectura financiera regional, con un banco de desarrollo, con un fondo de reserva, con una moneda común incluso. Es un intento integracionista que va mucho más allá del plano comercial y eso para América Latina es muy positivo.
Nosotros estamos viendo al enemigo, es lo que siempre digo, se lo he dicho al Comandante Raúl Castro. La burguesía cubana se fue del país, los enemigos están fuera básicamente y muy claramente identificados. En Ecuador, la burguesía se quedó adentro y trata de torpedear todos los procesos de cambio desde adentro, a través de una llamada prensa libre que en verdad es prensa en función de ciertos privilegios e intereses; a través de supuestas cámaras de producción; a través de ciertos sectores de la iglesia; a través de supuestas organizaciones sociales. Nuestro proceso lleva menos de dos años y no se imagina todos los obstáculos y ataques que hemos tenido que enfrentar.
La propia crisis económica de la que hablamos es usada ahora contra el pueblo para inventar todas las falacias y mentiras por parte de esa prensa (que un 80% está contra nosotros), de esas cámaras, de esos grupos pseudosociales. Agarran a alguien que pierde su empleo y le dice que es culpa del gobierno, que lo van a sacar de la pobreza, etc. El panorama es complejo, será difícil, van a hacer lo imposible por desestabilizarnos, lo imposible por hacernos perder las elecciones. Ese es el desafío, pero nuestra respuesta será más democracia. Pondremos nuestros cargos siempre a consideración del pueblo ecuatoriano cuantas veces sea necesario.
Lo que me dice de nuestro alto índice de popularidad es cierto, somos un gobierno con un gran capital político que ha despertado un gran apoyo popular, lo sabemos. Pero no podemos engañarnos, todo eso puede cambiar, no será un proceso fácil. La oligarquía sabe que está siendo derrotada, los grupos de poder saben que están siendo derrotados por sucesivos procesos electorales en Ecuador, y van a poner toda la carne al asador para tratar de desestabilizar al gobierno y hacernos perder las elecciones.
Realmente para mí el Che es algo muy especial. Es un referente, es uno de los grandes hombres que ha dado la humanidad. para nosotros será muy representativo, muy significativo, muy emocionante poder visitar ese mausoleo, momentos antes de partir de Cuba.
¿Qué significa eso? Significa ajustar cuentas con la historia, rendir homenaje a un gigante latinoamericano, pero también significa un símbolo de lo que quiere ser la Revolución Ciudadana en Ecuador, esa clase de sacrificio al extremo, darlo todo por los ideales que nos sostienen, darlo todo por el servicio a los demás, darlo todo por la solidaridad. Así que es también un símbolo y un mensaje de que nuestra Revolución Ciudadana es Alfarista, Bolivariana, pero también Guevarista.
Por, Oscar Sánchez Serra
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Desde el 6 de diciembre Grecia vive una situación con muchas características de una revuelta social. Como en casi todos los casos en los que se produce una explosión espontánea de rabia o de creatividad, resulta difícil encontrar las causas directas por las que en un momento dado muchas personas, en muchos lugares al mismo tiempo, abandonan su condición de consumidores, espectadores, víctimas de abusos o explotaciones y salen a la calle para denunciar no tanto un hecho aislado, sino esta misma condición en la que se encuentran.
Hay que hablar en primer lugar de la Policía, el nefasto protagonista de estos días. En los últimos años –y, sobre todo, después de los Juegos Olímpicos–, la presencia de la Policía se ha hecho mucho más visible. Como un Ejército de ocupación, una Policía militarizada vigila día y noche el centro de Atenas y, sobre todo, el histórico y combativo barrio de Exarjia. No sería exagerado decir que en ella perdura una mentalidad fascista y de odio hacia el ‘enemigo interno’, que data de la dictadura (1967-1973) e incluso de la guerra civil (1946-1949). Se ha demostrado que muchos policías son miembros de organizaciones de extrema derecha. Otros, más moderados, mantienen una relación de compañerismo con neonazis, concretada en operaciones conjuntas que a menudo realizan contra activistas e inmigrantes, algo que se ha dado también estos días en Atenas y otras ciudades del país. Ha sido precisamente esta sensación de impunidad y de odio hacia lo diferente lo que llevó a un policía a asesinar a un alumno de 15 años que osó insultarle o tirarle alguna botella de plástico. Lo que llevó a otros compañeros suyos a fingir disparar a los manifestantes, justo unas horas después. A echar gases lacrimógenos en su funeral y cargar contra la gente allí reunida.
El asesinato de Alexis fue para los jóvenes el colofón del desprecio con que el Estado y su sistema educativo les trata. Si ellos y ellas, la juventud, son el actor principal de la revuelta, es porque se ven identificadas con Alexis. Sienten que podrían estar en su lugar. Y se sienten asfixiados en una escuela pública cada vez más desprestigiada, con un currículo intensivo y vacío de significado que selecciona a los ‘aptos’ para la educación superior y expulsa a los demás. Sin tiempo y espacios libres, saben que aunque consigan entrar en la universidad, agotados y habiendo perdido toda su creatividad, les está esperando un mercado voraz y un futuro precario.
Junto a ellos, los estudiantes universitarios ocuparon las universidades como continuación de la larga lucha iniciada en 2006, cuando durante casi un año se movilizaron para impedir que se permitiera la creación de universidades privadas. Tras sufrir muchos golpes, detenciones y difamaciones por parte de los medios, consiguieron que no se modificase la Constitución para permitir universidades privadas en Grecia. Posteriormente la Corte Europea obligó al Estado a reconocer los diplomas otorgados por universidades privadas extranjeras con sucursales en Grecia. Esta vez los estudiantes se están coordinando para denunciar la política represiva y frenar el proceso de Bolonia y el abandono de la educación pública.
Más de una persona podría pensar que la crisis económica es el impulso principal que nutre las protestas. Sin embargo, esta crisis todavía no se ha hecho sentir tanto, al menos en forma de recesión o despidos masivos, como en otros países. Y la razón es que en Grecia las capas medias y bajas llevan sufriendo la estrechez económica más de una década. Primero fue el ajuste estructural para entrar en la zona del euro, con las privatizaciones y el congelamiento de los salarios, y luego fue el aumento de los precios, la especulación y el masivo endeudamiento bancario. No es la desesperación que trae consigo la crisis económica la que hizo que las protestas crecieran, sino más bien la falta de legitimidad de un sistema que se está desmoronando. Esta falta de legitimidad se ha hecho aún más evidente por los casos de corrupción –un fenómeno endémico de la vida política griega– que han sido revelados. El más reciente implica la escandalosa cesión de valiosas extensiones de tierra a la Iglesia, que luego han sido vendidas para aumentar su ya enorme fortuna. Otro escándalo tiene que ver con el botín que se ha hecho con los fondos de la Seguridad Social, justo cuando trataban de convencer a la población de la inviabilidad del sistema actual y de la necesidad de reformarlo.
Algo que consiguieron hacer el año pasado. La lista de los escándalos es larga e implica tanto al partido Nueva Democracia, de derechas, que gobierna desde hace cinco años, como al PASOK, socialdemócrata, que estuvo casi 20 años en el poder. A primera vista, estos son algunos de los factores que han incidido en la explosión social que se vive estos días en todo el país. Lo particular de esta revuelta, aparte de englobar a diferentes sectores y de ser legítima para gran parte de la población, es que supera los límites de la protesta y prefigura un tipo de organización distinto y nuevo. Lo más importante es que no hay nadie que la hegemonice. Todos, o casi todos, los grupos anarquistas y de izquierdas están involucrados en las acciones que se están llevando a cabo, pero éstas son tan espontáneas, horizontales y variopintas que rebasan su capacidad de organización.
Quizás el hecho más relevante es que se han creado nuevas formas de organización. Ellas reúnen a vecinos, a padres de familia y a gente de varias procedencias que, teniendo como punto de referencia ocupaciones de universidades o de edificios municipales, parten de lo inmediato, exigiendo castigo para los asesinos y liberación de todos los presos, para abordar temas más generales. El desenlace de esta revuelta, como de todas, es imprevisible. Es cierto que ha servido para generar a amplios sectores un profundo cuestionamiento de la actual forma de organización social. Queda ver a qué nivel la creatividad de las personas aportará alternativas y nuevas formas de relacionarnos.
Por, Kostas Papathomopoulos (colectivo Alana)
ELPIDA NIKU (ALANA)
La noticia de la muerte de Alexis corre rápido. La gente se enoja. Pero no es sólo un enojo. Es una rabia acumulada. Una rabia que ya quiso salir a las calles y arrastrar todo lo que hay en ellas. Y salió. Y lo arrastraron todo. Arrastraron la mala educación, la falta de empleo, la inseguridad del futuro, el presente que nos oprime, el pasado que se olvidó, la impunidad de tantos casos de abuso policial, las humillaciones sufridas por ser jóvenes y ser diferentes. Arrastraron los lujosos anuncios, espejos de una vida encarcelada dentro de las cuatro paredes del trabajo, de la escuela, de la universidad... El Gobierno de derecha tocó los límites de la tolerancia eliminando aún más los derechos laborales, el derecho a la salud, a la educación, a la vivienda, a la vida misma y reprimiendo a los que gritan con toda su fuerza que no debe ser así. Nos están quitando la vida a diario y el asesinato de Alexis fue la gota que quebró y explotó el vaso de la tolerancia y del silencio. Ya nada va a ser igual aquí para todas nosotras. Lo que vivimos estos días en Grecia es una revuelta juvenil, de jóvenes de 14, de 15 y de 16 años de edad. Es una revuelta de jóvenes que sintieron que su vida está en riesgo: “Ya mataron a uno de nosotros, ¿quién va a ser el siguiente?”. Después de la primera expresión de esta rabia acumulada vino la organización espontánea de la juventud. Más de 700 escuelas secundarias en todo el país fueron ocupadas, igual que muchas universidades, y ya existe una coordinadora de acciones de estudiantes y alumnos. Todos los días alumnos y alumnas de Secundaria llegan a diferentes sedes de la Policía, en más de 50 ciudades del país, las rodean, gritan a los policías, les tiran piedras, queman sus coches, se enfrentan a ellos a diario en las calles sin pensar en el riesgo ni en las consecuencias. Fuera del Congreso del país, una joven está conversando con un policía en un momento de calma, preguntándole por qué golpean a los alumnos. El policía le pregunta cuántos años tiene. Ella contesta que tiene 18. El policía se ríe y le dice que ya cambiará de ideas cuando tenga 40. Y la joven de 18 le contesta: “O sea que cuando tenga 40 años y maten a un niño de 15 a mi lado, ¿yo me voy a quedar callada?”.
EUGENIA APOSTOLOU (ALANA)
Todavía todo es una imagen. Es como una imagen que empieza a pintarse desde el sábado 6 de diciembre por la noche, cuando corrió la noticia del asesinato de Alexis Grigoropoulos. En La cámara lúcida, Roland Barthes dice que en cada imagen hay un punto donde se concentra, según la interpretación de cada uno, toda la fuerza y la tensión de la imagen, de la foto: el punctum. En la imagen que se pinta en esos días en Grecia hay cuatro momentos punctum que muestran la profundidad invisible de esta rabia que estaba latente y de repente estalló. Primer momento: domingo 7 de diciembre tarde-noche. Desde internet y móviles se teje un invisible tejido de comunicación entre miles y miles estudiantes de Secundaria en toda Grecia. Nadie se da cuenta. El hecho es que el lunes en la madrugada los institutos están cerrados. Sin asambleas, sin cualquier centro organizativo, sin la intervención de organización política alguna, miles y miles de estudiantes de Secundaria están en las calles autoorganizados. Bloquean calles y carreteras y enfocan toda la rabia que les provoca el asesinato de Alexis contra las sedes locales de Policía. No queda casi ni una comisaría que no esté bloqueada por estudiantes de Secundaria lo mismo en ciudades pequeñas, pequeñísimas y de barrios de Atenas y de Salónica que no han conocido nunca a lo largo de su existencia una manifestación o algo parecido a ello. Y amanecen con sus hijos y sus hijas fuera de las comisarías, quemando los coches patrulla o tirando naranjas, piedras, huevos y pinturas a los edificios de las fuerzas del orden. Son jóvenes de 13, 15 o 16 años que enfocan su rabia hacia ese objetivo. Segundo momento: martes por la noche. Los noticiarios de las televisiones ya no saben qué decir primero y qué segundo. Todos los centros de las ciudades de Grecia son devorados por las llamas. Una información sobresale: en un suburbio de Atenas, donde viven gitanos, 600 de ellos ocuparon el cuartel policial, le prendieron fuego e hirieron con escopetas a dos gendarmes. Tercer momento: martes por la noche. En 23 cárceles del país, todos los presos se niegan a cenar en señal de apoyo y solidaridad con la revuelta. Cuarto momento: después de las provocadoras palabras del abogado que defiende al policía asesino, diciendo que Alexis murió a causa de una bala perdida, los estudiantes de Secundaria vuelven a cerrar las escuelas. Los jóvenes en Atenas y en el resto de Grecia cercan, respectivamente, 25 y 20 sedes de Policía. Los muchachos cortan el tránsito de 20 avenidas y ocupan 190 secundarias en Grecia. La mayoría de las universidades no tienen clases. En unas 20 ciudades los bancos y las tiendas de lujo son consumidas por el fuego. Cuatro momentos punctum que muestran la profundidad de una rabia acumulada, una rabia que aguardaba su momento, que va mas allá del asesinato de Alexis, mas allá de las llamas que iluminaron Grecia y la hicieron visible los últimos días. Pura rabia, rabia justa.
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Periódico desdeabajo Nº275 Enero 20 - Febrero 20 de 2021 |
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