En lo que parece ser una nueva y peligrosa fase de la crisis, las tensiones generadas por la crisis del euro están comenzando a desestabilizar las democracias europeas. Casi dos años de dudas y divisiones, de falta de coraje y de visión política para adoptar una solución europea están cebando la desafección ciudadana, tanto hacia las democracias nacionales como hacia el propio proyecto europeo. Como hemos visto en Grecia y en Italia, la agudización de la crisis coloca a los líderes políticos entre la espada y la pared. Por un lado, temen que si adoptan nuevas y más severas medidas de austeridad sin una contrapartida en forma de planes de estímulo que garanticen un horizonte de crecimiento económico, los ciudadanos se acabarán volviendo contra ellos y, desde las urnas, las calles o los Parlamentos, llevándoselos por delante. Pero, al mismo tiempo, saben perfectamente que si se resisten a adoptar esas mismas medidas de austeridad, los mercados les penalizarán elevando su prima de riesgo y forzando una intervención exterior, lo que desencadenará su caída, o llevará a que sus socios europeos retiren el apoyo financiero que les venían prestando, lo que también provocará su caída.
En estas circunstancias, el agotamiento de la política tradicional de partidos y la sustitución de los líderes políticos por tecnócratas añaden un elemento sumamente preocupante desde el punto de vista democrático. Tanto el nuevo primer ministro griego, Lukas Papademos, como los nombres que se barajan para futuro primer ministro de Italia, Giuliano Amato o Mario Monti, economistas con destacadas carreras en bancos centrales o instituciones europeas, representan la quintaesencia del tecnócrata. El rechazo de los políticos a someter el control de sus decisiones, pasadas o futuras, a la ciudadanía, vía elecciones anticipadas o referendos, apunta a que estos están bajando los brazos frente a los mercados, que no confían en su capacidad de resolver la crisis y, sobre todo, que sospechan que su legitimidad está agotada. Así, en lugar de asumir su responsabilidad, se apartan a un lado y llaman a técnicos que (supuestamente) carecen de ideología y que (también supuestamente) conocen las soluciones que sacarán a los países de la crisis.
El paso encierra un peligro evidente, pues supone confiar la responsabilidad de gobernar un país que se enfrenta a una grave crisis económica, con graves e inevitables repercusiones sociales, a alguien que no deriva su legitimidad de las urnas, sino de la confianza que en él depositan los mercados y las instituciones internacionales. El problema es que, tanto en el ámbito europeo como en el ámbito nacional, los tecnócratas solo se legitiman si son capaces de obtener resultados positivos de forma relativamente rápida. Dicho de otra manera: la ciudadanía puede estar dispuesta a aceptar temporalmente y como mal menor una forma benigna de despotismo ilustrado (“todo para el pueblo, pero sin el pueblo”), pero si los tecnócratas suman su fracaso al de los políticos de partido, las sociedades tendrán la tentación de recurrir al populismo (de izquierdas o de derechas), expresado en hombres-fuertes que no se paren en procedimientos ni detalles democráticos.
El deterioro de la democracia y la amenaza del populismo no solo penden sobre algunas democracias deudoras del sur de Europa. Mientras que en los países deudores una gran parte de la ciudadanía se rebela contra la imposición desde el exterior de medidas de austeridad, simétricamente, en los países acreedores (Alemania, Austria, Eslovaquia, Finlandia y Países Bajos), otra gran parte de la ciudadanía se rebela contra el empeño de sus líderes en seguir financiando los planes de salvamento de los países que sufren de iliquidez o insolvencia o, muy especialmente, contra cualquier solución que implique una nueva transferencia de poder y recursos hacia la Unión Europea.
En muchos de estos países ya hay partidos muy influyentes cuya agenda antieuropea tiene cada vez más apoyo popular, así que no hay que extrañarse de que muchos políticos de esos países se debatan entre ignorar esas demandas ciudadanas, lo que les puede costar el cargo, o seguir alimentado los planes de rescate a los países del Sur, lo que también les puede costar el cargo. Las lágrimas de la primera ministra eslovaca, Iveca Radicova, en el último Consejo Europeo, abroncada por Sarkozy por resistirse a firmar el plan de rescate para Grecia, consciente de que su aprobación suponía el fin de su carrera política y la salida de su partido del Gobierno, son muy reveladores de hasta qué punto la crisis europea se ha convertido en un factor desestabilizador de la política nacional. E incluso en Reino Unido, que no es miembro del euro, se teme que las presiones hacia una mayor unión política y económica que está desencadenando la crisis del euro se resuelvan en sentido contrario, es decir, haciendo imposible evitar un referéndum sobre la salida de Reino Unido de la Unión Europea, un referéndum que, con toda legitimidad democrática, muchos ciudadanos reclaman en nombre de su derecho a decidir sobre sí mismos y el futuro de su país, y que consideran que se les está hurtando en nombre de unas élites que saben lo que les conviene mejor que ellos.
Por tanto, la crisis está cebando el populismo y la desafección en dos direcciones: los ciudadanos de los países acreedores temen verse arrastrados a una “unión de transferencias” con los ciudadanos de los países deudores, mientras que los ciudadanos de los países deudores recelan cada vez más de unos acreedores a los que simplemente ven como policías de la austeridad sin un proyecto político alternativo que compense la erosión de su democracia. Se trata de un círculo vicioso que se retroalimenta y que tiene importantes y evidentes consecuencias sobre el futuro de la democracia y, en paralelo, del proyecto europeo.
El sentido último de la democracia es que el pueblo se gobierne a sí mismo. Por eso, aunque un gran número de ciudadanos no entiendan al detalle las causas, consecuencias y posibles soluciones de las crisis del euro, sí que tienen clara una cosa: si democracia significa capacidad de decidir, la capacidad de decisión de nuestras democracias es hoy sumamente limitada. El debate habido en España el lunes pasado entre los dos candidatos a la Presidencia del Gobierno ofrece una prueba muy evidente del dilema en el que viven atrapados los políticos nacionales en toda Europa: en la práctica, saben perfectamente que las soluciones a la crisis están fuera de nuestras fronteras. Si se crea empleo en España o se restaura el crédito a las empresas depende, entre otras cosas, del tipo de medidas que adopte el Banco Central Europeo, de los acuerdos a los que lleguemos con Alemania y otros para estimular la demanda, de si orientamos el presupuesto europeo hacia las grandes inversiones, o de si creamos impuestos sobre las transacciones financieras y las emisiones de carbono. Pero, lógicamente, para ganar el voto de sus ciudadanos, tienen que hacer creer que la solución de la crisis está en sus manos y que incluso tienen margen de maniobra para elegir qué cantidad de austeridad aplican y en qué plazos: de ahí que emplearan tan poco tiempo hablando de cómo construir una Europa que dé soluciones efectivas y duraderas a la crisis.
Al tiempo que la democracia (como capacidad de autogobernarse) se evapora del nivel nacional, no aparece por ningún lado y, especialmente, no reaparece donde debiera hacerlo: en el ámbito europeo. Más bien al contrario, en lugar de reforzar la democracia en el ámbito europeo, la crisis está sirviendo para reforzar la tecnocracia en ambos niveles: en el nacional, poniendo al mando a tecnócratas con amplia experiencia europea, y en el europeo, reforzando la capacidad de los tecnócratas, desde el Banco Central o la Comisión Europea, para supervisar a los Gobiernos de la Unión.
Como ponen de manifiesto las recientes propuestas del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, de reconfigurar las competencias del comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, el finlandés Olli Rehn, para blindarlo frente a las presiones de otros comisarios (al parecer excesivamente sensibles a los Gobiernos de sus países de origen) y darle nuevos poderes de intervenir en la gestión económica y presupuestaria de los Estados miembros, la crisis del euro está suponiendo la expropiación implícita y por la puerta de atrás de esa capacidad de decisión en la que consiste la democracia, todo ello sin debate ni análisis sobre las consecuencias. Que el siempre excesivamente prudente Barroso y su comisario Rehn se permitieran pedir en público un Gobierno de concentración nacional en Grecia sin reparar en que hasta los muy desprestigiados ciudadanos griegos tienen todavía derecho a un mínimo de dignidad democrática, refleja muy bien hasta dónde han llegado las cosas: a los ojos de muchos, esta Europa de la austeridad donde un portugués y un finlandés no respaldados por las urnas pueden sugerir quién debe gobernar un país se parece sospechosamente al Fondo Monetario Internacional que campeaba por América Latina en los años ochenta imponiendo planes de ajuste sin rendir cuentas ante nadie.
Resulta pues evidente que la crisis del euro y la crisis de las democracias están íntimamente relacionadas, y no podrán ser resueltas la una sin la otra. Aunque la crisis actual se desencadena por el choque financiero que supuso la caída de Lehman Brothers en 2008, la crisis del euro se origina en un doble error de diseño. Fueron muchos los que dijeron entonces que, además de los desequilibrios en el sector público, había que supervisar los desequilibrios en el sector financiero, y controlar la pérdida de competitividad y el deterioro de las balanzas comerciales de los Estados. Pero en tiempos de bonanza, esos errores de diseño, económico y político, fueron ignorados, porque no hay nada más legítimo que lo que funciona bien. El caso es que, desde el punto de vista económico, el euro se lanzó sin estar respaldado por un Tesoro europeo y una política fiscal común. Y en paralelo, la unión económica y monetaria nació sin un sistema político que gozara de la suficiente legitimidad para respaldarla
La preocupación por la democracia en el ámbito europeo, que emergió tras la rebelión ciudadana contra el proyecto europeo puesta de manifiesto en el rechazo a la Constitución Europea en Francia y los Países Bajos en 2005, y por el auge del euroescepticismo, puesto de manifiesto en las elecciones europeas de 2009, fue dejada en un segundo plano y apartada como algo incómodo. El problema es que, al igual que la bonanza en la que han vivido muchos países europeos, incluido España, durante la última década, tiene que ver con esos errores de diseño del euro, que inundó de dinero barato muchas economías y alimentó los desequilibrios; la recesión en la que nos adentramos ahora también tiene que ver con el diseño de la unión monetaria, con un Banco Central Europeo centrado en la inflación, y no en el crecimiento y el empleo, y sin más capacidad que la de parchear la crisis, pero no de solucionarla definitivamente.
En una Unión Europea boyante, la preocupación democrática era más bien de carácter estético. Pero cuando los errores de diseño en la unión económica y monetaria comienzan a afectar decisivamente la vida diaria y horizontes de futuro de decenas de millones de personas, socavar su capacidad de autogobierno y deteriorar la calidad de la democracia, esa preocupación por cómo se gobierna Europa tiene que volver al centro del debate político.
Nos encontramos ante una situación inédita en la historia de la democracia. Históricamente, la democracia solo ha existido en dos niveles: la polis griega y el Estado-nación. Como sabemos, no hubo transición de una a otra ni coexistencia entre ambas formas: una desapareció y la otra emergió siglos después. A lo que estamos asistiendo ahora es a la difícil coexistencia de la democracia en el ámbito nacional con la emergencia, en el ámbito europeo, de un nuevo centro de poder, una nueva pauta de toma de decisiones que afecta al núcleo central de la democracia. El problema es que al igual que los mecanismos que hicieron funcionar la democracia en la ciudad-Estado no sirvieron para gobernar los Estados-nación, las actuales democracias representativas se están mostrando incapaces de gestionar eficaz y democráticamente ese sistema que está emergiendo en el ámbito europeo.
El gran logro de Europa, su verdadero patrimonio, es haber logrado construir sociedades abiertas regidas por Gobiernos al servicio de los ciudadanos y sometidos a reglas democráticas. Por definición, toda regla es imperfecta, ya que está diseñada por humanos falibles que actúan con un conocimiento limitado e imperfecto de una realidad cambiante, así que esas reglas se han construido trabajosamente, mediante ensayo y error. Ahora, el mantenimiento del carácter esencialmente democrático de nuestras sociedades depende de qué reglas del juego nos dotemos en el nivel europeo para resolver esta crisis.
Esas reglas pueden profundizar la democracia europea o profundizar el deterioro de la democracia en el ámbito nacional. Por eso, en último extremo, esta crisis es política, y sus soluciones son políticas no técnicas, y no deben ser gestionadas por tecnócratas, ni en los Estados, ni en Europa, sino por los ciudadanos y sus representantes legítimos.
desde abajo. Hace 25 años se constituyó la CUT. ¿Por qué era necesario que surgiera?
Tarcisio Mora. El movimiento sindical de hace 25 años tenía un problema de división muy grande. Para aquel entonces existía el sindicalismo independiente, la Confederación Sindical de Trabajadores de Colombia (CSTC) y otras centrales que habían perdido vigencia. Además, se acercaban sectores como el agrario a la organización colectiva, lo que permitió ver en ese momento la importancia de hacer realidad el proceso de unidad.
El paso que dio la Unión de Trabajadores de Colombia (UTC) en cabeza de Jorge Carrillo, el que dieron los compañeros de la CSTC, el de sectores tan importantes como el Magisterio y los estatales permitieron concretar la CUT, y por eso en sus primeros años creció hasta convertirse en la central más importante y más grande del país.
da. ¿Cuáles eran las características del sindicalismo en los años 70-80?
TM. Teníamos dos centrales muy proclives al gobierno y que habían generado muchos problemas con el tema de las negociaciones colectivas; y había un sindicalismo abierto, independiente, más la CSTC –de línea marxista–, pero que no tenía ni la trayectoria ni la cobertura para acercar otros sectores, pues algunos de éstos no compartían su línea política. Esta realidad daba mucho espacio para que surgieran sectores independientes. Esta dispersión de los trabajadores llevó a considerar la importancia, la necesidad de la unidad sindical para poder enfrentar políticas que se avecinaban contra los trabajadores, y la unidad para avanzar en otras temáticas de carácter social.
En esa atomización, el paso que se da para construir la CUT con la pretensión de acercar a sectores como la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC) y la Confederación General del Trabajo (CGT), desafortunadamente al día de hoy no se ha podido concretar.
da. ¿Cuáles eran algunos de los principales objetivos propuestos con la CUT en el momento de su fundación?
TM. La CUT se fundó sobre principios como la democracia real con justicia social; la defensa de los derechos de los trabajadores, como el de asociación, el respecto de los convenios colectivos, la garantía de mejores condiciones de vida para los trabajadores, la paz, el acatamiento real de los convenios firmados ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y la garantía de que el Ministerio del Trabajo cumpliera con su papel y la función del Estado Social, que hasta ahora no se han dado.
da. Mirando estos propósitos, ¿cuáles se lograron, y cuáles quedan pendientes de concreción?
TM. Logramos desarrollar muchos.
da. ¿Cuál se pudiera señalar como el objetivo más importante que está pendiente de realización?
TM. La unidad, eso es claro. Hoy tenemos cuatro centrales: la CUT, la CGT, la CTC y la CNT, una central que apareció hace poco, y no es correcto que hayan cuatro centrales. Luego, hay que buscar que haya una sola, no porque la unidad por la unidad resuelva los problemas, pero sí porque la unidad nos ubica en mejores condiciones para la concreción de los derechos de los trabajadores.
Pero, además de este faltante, podemos relacionar otros, como:
da. Haciendo un poco de memoria, al constituir la CUT, ¿cuál fue el número de trabajadores afiliados que recogió?
TM. Más o menos un millón 200 mil.
da. ¿Cuál es el número de los afiliados hoy?
TM. Hoy tenemos entre 600 y 700 mil.
da. ¿Qué nos indica esta comparación?
TM. Varias cosas:
da. Y en el mundo del trabajo, ¿qué pasó en estos 25 años?
TM. En el mundo del trabajo avanzaron, de igual manera, reformas muy perjudiciales, como la del horario del trabajo –se hizo extensivo hasta las 10 de la noche. Además, las reformas pensionales les quitaron su capacidad a los trabajadores de negociar las prestaciones sociales –que fue el Acto Legislativo 01 de 2005.
De igual manera, la venta de muchas de las empresas del Estado a las multinacionales, así como la legitimación que se hizo con los medios de comunicación, un corrosivo y constante trabajo que de manera perversa logró sembrar en la sociedad la idea de que el movimiento sindical era el enemigo destructor de empresas. ¡Y la gente creyó la propaganda!: ante la necesidad de trabajo, muchos decidieron no sindicalizarse.
Esa campaña logró calar mucho en la sociedad, que nos vio más como un sector privilegiado, anárquico, que como una opción ante los problemas laborales, ante las reformas, ante la arremetida del modelo. Hasta ahora, luego de 20 años y como fruto de la agresión misma del Estado y el recorte de derechos, la gente empieza a entender que, si no se sindicaliza, si no se asocia, individualmente no puede reclamar sus derechos.
da. Se ha dado todo esto, pero la gente también siente que no hay una estructura que responda a las circunstancias de trabajo informal que tiene que sobrellevar. ¿Ante esto, qué ha hecho la CUT en estos 25 años?
TM. Nosotros no damos empleo; el empleo lo dan el Estado y los empleadores. Ante esta realidad, hemos presentado propuestas pero los espacios de negociación y concertación son muy críticos.
La crisis que afronta hoy el movimiento sindical no se puede ubicar solamente en el contexto de las últimas 24 horas. Una arremetida de asesinatos por todo el país da paso a la desbandada; una agresión de las multinacionales para destruir y lograr que la gente no se afilie…, pues ante esto no es fácil garantizar que seamos posibilidad alternativa, es decir, no hemos tenido condiciones para la organización, y mucho menos para decirle a la informalidad que nosotros vamos a resolver el problema.
Entonces, ¿qué hemos dicho, qué estructuras hemos planteado?
Pero como no tenemos poder político, y no somos mayoría en el Gobierno o no tenemos representación en el mismo para tramitarlos, pues simplemente éste los recibe pero no les da trámite. ¿Cuándo podemos lograr algo? Con las protestas, cuando hacemos las grandes marchas, y en medio de éstas arrebatamos algunas reivindicaciones que tienen que ver con esas necesidades. Por ejemplo, los casos de la tercerización, la salud, los trabajadores del petróleo... Pero es con la protesta porque nada se consigue con la supuesta buena voluntad del Gobierno. Toca es con la pelea, en las calles, con el paro.
da. Comparando el anterior gobierno con el actual, en términos de derechos humanos, de respeto a los derechos en general, ¿ha habido algún cambio?
TM. No hay que mirar el problema de los gobiernos por el cambio de personas. El gobierno de Uribe y el de Juan Manuel Santos están hechos por el mismo corte, por la misma metodología, por la misma ideología, por el mismo modelo. Es decir, lo único que ha cambiado es el que conduce, porque el modelo es exactamente igual. De pronto cambian algunos métodos, pero el objetivo concreto, tanto del anterior como del actual gobierno, es el de profundizar el modelo neoliberal.
En el anterior gobierno se hicieron reformas profundas al Estado, y el actual profundiza sobre lo mismo, tanto que acaba de aprobar la ley de sostenibilidad fiscal, con la cual, si no hay plata, no hay derecho efectivo. Se acaba de aprobar asimismo la ley de seguridad ciudadana para penalizar la protesta social, porque ellos saben que, en la medida en que se profundiza el modelo, se da más inconformidad…
da. Y en términos de asesinatos, ¿cómo va la cuantificación, en este año y algunos meses del nuevo gobierno?
TM. No ha cesado. Con el gobierno de Uribe fueron más o menos 547 dirigentes asesinados y con éste llevamos como 59, de los cuales 22 en lo corrido del año, y de éstos 16 son educadores. Pese a ello, pese a la arremetida del modelo, la Central ahí se mantiene, con la esperanza de que tarde o temprano seamos una solución alternativa, como se ha visto en otras experiencias en América Latina.
da. Hace poco el Gobierno citó a una reunión para alertar y ganar consenso sobre la manera de enfrentar los coletazos de la crisis financiera mundial. ¿Cómo se está preparando la Central para esta circunstancia?
TM. Durante estos 25 años, el movimiento sindical, año tras año, lleva a la Mesa de Concertación, y le ha presentado al gobierno, propuestas alternativas en distintos campos: empleo, reforma agraria, reforma urbana, seguridad social… Algunas las toman y las acomodan a sus intereses, pero la mayoría las archivan. Ellos, cuando tienen bonanza, no llaman para redistribuir con el sindicalismo ni el resto de sectores sociales. Recuerde que en el país se han registrado varias bonanzas: la cafetera, la petrolera, la ventanilla siniestra (no sabían qué hacer con los dólares), la marimbera y la coquera, y nunca llamaron a los trabajadores para discutir cómo redistribuir esos beneficios; por el contrario, siempre nos han tenido apretados.
Y cuando se dieron esas bonanzas se inventaron teorías: que si subían los salarios se podía crear crisis inflacionaria; y, dado el atraso de muchos sectores sociales, esas teorías se impusieron. Pero ahora sí llega el Gobierno, en medio de esta etapa tan crítica en el ámbito mundial, ahora sí nos convoca para compartir que habrá crisis, para decirnos que por allá han caído las bolsas y han bajado los salarios y las pensiones, que están despidiendo gente, y entonces que nosotros cómo podemos colaborar, que no pidamos aumentos exagerados, que no hagamos paros.
da. ¿La CUT presentó propuestas?
TM. En el debate, manifestamos que no permitiremos que reduzcan las plantas de personal ni dentro del Estado ni en ninguna empresa: exigimos el derecho al trabajo. Y recordamos que en los últimos años los resultados para los empresarios son de beneficio. ¿Y entonces por qué nos llaman ahora a que no exijamos nuestros derechos?
Precisamos que la única forma para que esta sociedad no entre en crisis es que los cuatro o cinco que tienen la plata permitan que se redistribuya entre el pueblo, porque eso dinamiza el desarrollo. Pero unas masas desposeídas, como el caso de los 20 millones de pobres, ¿qué dinámica pueden impregnarle a la economía cuando a duras penas consiguen para comer? Ahí muchos sectores entendieron que, si no hay redistribución, si no hay democratización de la economía, cuando llegue la crisis los cuatro o cinco que tienen la plata se van, y aquí quedamos algo varados. Esta es la realidad.
Nosotros recomendamos tomar el ejemplo de Brasil con Lula, que dinamizó el salario y así fortaleció el consumo interno, de suerte que las empresas pudieran elaborar más productos y vincular a más trabajadores, y de esa manera se logró sacar a 20 millones de brasileños de la pobreza. Ese modelo es negado por la dirigencia política y el empresariado criollo.
Y sobre el problema de la pobreza, veamos: no podemos seguir como vamos, con el sector financiero ganando billonadas, ¡billonadas! al año, con el sector industrial exento de impuestos, con bonificaciones y con subsidios, con un Estado que sostiene a quienes más tienen, mientras los pobres reciben lo mínimo posible o simplemente nada.
Entonces, aquí hay dos cosas que se deben garantizar
Y de igual manera, ahora que quieren sacar unos decretos, que deroguen la Ley 789 para que el horario diurno no sea extensivo hasta las 10 de la noche y dejen de robarnos cuatro horas extras. Hacer unos horarios de trabajo más cortos, de manera que se pueda enganchar más trabajadores, fomentando así el consumo y activando la producción y por ende la economía.
da. El gobierno se ufana de haber llevado el desempleo, en poco más de un año de gestión, a casi un digito. ¿Qué consideración tienen ustedes ante esto?
TM. Para los gobiernos, el problema del desempleo ha sido un dolor de cabeza, y ellos lo han resuelto muy fácil: por arte de magia, por fórmulas matemáticas, inventaron un pase mágico y están logrando reducir aceleradamente el desempleo.
El Dane, para medir el desempleo, hace un muestreo de 19 ciudades y aplica una fórmula mágica muy inteligente, por medio de la cual toda persona que está en actividad no es desempleada.
De acuerdo con esto, en un semáforo hay una persona lanzando cuatro pelotas, haciendo muestras de actividad circense, ¡qué tal! ya es un empleado; con un contrato que consiga una persona por 20 días, entonces esa persona ya es un trabajador, y así sucesivamente. Entonces llaman desempleado al que lleva dos años o más sin vinculación alguna, pero, ¿quién puede permanecer por meses y años sin buscar ingresos?, aquí no hay subsidio al desempleo; entonces, si no se rebusca, muere de hambre, por lo cual la gente se mueve e inventa un ingreso.
Pero si se comparan desempleo e informalidad, podemos ver que los informales vienen de los desempleados: como no consiguieron empleo, les tocó el rebusque.
da. Se acerca el final de año y, como siempre, se llamará a la ‘concertación’ salarial. ¿Cuál es la aspiración de la CUT?
TM. Yo no creo que este año se logre acuerdo, porque: primero, está la crisis; segundo, nos han dicho que no pidamos; tercero, el Gobierno se está protegiendo. Por esto creo que asistiremos a la misma obra de teatro de los últimos años, con una mesa en la cual no hay diálogo ni concertación, y se impone el imperio de los empresarios, los mismos que han financiado las campañas electorales. De esta manera, impondrán el famoso incremento según la inflación.
Muamar el Gadafi ha muerto esta madrugada en Sirte poco después de haber sido herido por un ataque aéreo de la OTAN. El portavoz, dos miembros del Consejo Nacional de Transición (CNT), el órgano que gobierna Libia, y Al Ahrar, una televisión que les es afín, lo han anunciado a lo largo de la mañana del jueves.
Hasta ahora ninguna fuente independiente ni tampoco la OTAN o el Departamento de Estado de EE UU han confirmado la noticia. La cadena de televisión Al Yazira ha emitido algunas imágenes que presuntamente muestran su cadáver, y se han difundido fotografías del lugar donde fue encontrado con un hilo de vida. Si se confirma su muerte, la revolución libia será la primera que concluye con el fallecimiento del máximo líder del país.
Gadafi, de 69 años, no habría sido herido en la cabeza y en una pierna por los antiguos rebeldes libios, hoy en día en el poder, sino por aviones franceses o británicos durante un ataque aéreo de la OTAN contra un convoy con el que iba a desplazarse. Es posible que quisiera huir de la ciudad mezclándose con los civiles.
El primero en anunciar su muerte fue Mohamed Leith miembro del CNT. Antes, otros antiguos responsables delos rebeldes indicaron que estaba gravemente herido, pero respiraba. De hecho pidió con un soplo de voz que no abriesen fuego a los milicianos que le descubrieron en la cuneta.
Más tarde el portavoz del CNT, Abdel Hafez Ghoga, declaró: “Anunciamos al mundo que Gadafi ha muerto entre las manos de los revolucionarios”. “Es un momento histórico, es el fin dela tiranía y de la dictadura”, añadió.
La muerte de Gadafi ha coincidido con la caída de Sirte, su ciudad natal y el último bastión de la resistencia a las fuerzas del CNT. Durante la toma de esa ciudad de 75.000 habitantes, situada a 373 kilómetros al este de Trípoli, habrían sido además detenidos Moatasim, un hijo de Gadafi, así como el jefe de la seguridad interior, Mansour Daou, y algunos jerarcas más del antiguo régimen.
El asalto a los últimos barrios occidentales de Sirte duró, esta madrugada, apenas 90 minutos, según fuentes periodísticas. Cuando acabó Mahmud Jibril, el jefe ejecutivo del CNT, dio por prácticamente seguro que Gadafi no se encontraba en la ciudad que le vió nacer. Se preguntó públicamente si iba a intentar “seguir desestabilizando a Libia desde dentro o si proclamaría un Estado separatista en el sur” con la ayuda de sus amigos los tuaregs.
El cerco de Sirte ha durado más de un mes, ha provocado cientos de muertos y ha arrasado una ciudad en cuyo centro no queda un edificio en pie. Corrió a cargo de unos 9.000 milicianos que disponían de unos 1.500 vehículos equipados con ametralladoras y cañones sin retroceso.
Enfrente tenían a los más leales a Gadafi como los restos de la brigada de élite Khamis, algunos exresponsables del aparato de seguridad y un puñado de mercenarios. Todos estaban convencidos de que si caían en manos de sus enemigos serían degollados.De ahí su feroz resistencia.
Aunque estaban desplegadas por toda la ciudad las fuerzas fieles a Gadafi estaban más bien concentradas en los barrios del Oeste porque su población, en parte procedente de Beni Walid, les era más favorable. Las milicias del CNT empezaron su asalto en septiembre por el oeste y no pudieron avanzar un ápice hasta que optaron por otro ángulo de ataque.
Estas dos razones explican, en buena medida, la tardanza en tomar Sirte. Con su conquista los que se sublevaron en Bengasi hace ocho meses, controlan ahora toda la Libia útil aunque es probable que se les escape aún alguna pequeña porción de desierto
El filósofo esloveno Slavoj Zizek, considerado uno de los pensadores contemporáneos más prominentes sumó su apoyo y simpatía con los participantes en la ocupación de la plaza de Wall Street. Autor de innumerables libros y sujeto de varios documentales, Zizek se presentó en la plaza el domingo 9 para ofrecer esta intervención:
Somos todos perdedores, pero los verdaderos perdedores están allí en Wall Street.: ellos gozaron de una fianza con millones de millones de nuestro dinero. Nos llaman socialistas, pero aquí siempre hay socialismo para los ricos. Dicen que no respetamos la propiedad privada, pero en la crisis de 2008 se destruyeron más propiedades duramente obtenidas que si todos nosotros estuvieramos destruyéndolas durante semanas. Nos dicen que somos soñadores, pero los verdaderos soñadores son los que piensan que las cosas pueden seguir indefinidamente como están hoy. No somos soñadores; nos estamos despertando de un sueño que se ha convertido en pesadilla.
No estamos destruyendo, estamos presenciando cómo el sistema se destruye a sí mismo. Conocemos la escena clásica de los dibujos animados: el gato llega a un precipicio pero sigue caminando en el aire hasta que mira para abajo, se da cuenta y cae. Es lo mismo que ocurre ahora; le estamos diciendo a los de Wall Street. "¡oye, mira p'abajo!
A mediados de abril de este año el Gobierno chino prohibió en televisión, cine y literatura cualquier tema relacionado con realidades alternas o viajes en el tiempo. Es una buena señal sobre China: los chinos son gente que todavía sueña con alternativas, asi que deben prohibirselo. Aquí no hace falta, no necesitamos prohibiciones, porque el sistema imperante ha jodido hasta la capacidad de soñar. Miren las películas que vemos todo el tiempo: es fácil imaginar el fin del mundo, o un asteroide destruyendo la vida, pero no podemos imaginar el fin del capitalismo.
"...Nos están dando tinta roja"
Entonces, ¿qué hacemos aquí? Déjenme contarles un maravilloso chiste de los tiempos del comunismo. Un tipo es enviado de Alemania Oriental a trabajar en Siberia. Él sabía que los censores iban a revisar sus cartas, asi que les dijo a sus amigos: "Hagamos un código. Si escribo una carta con tinta azul, todo es verdad. Si la tinta es roja, es todo falso". Un mes después los amigos recibieron la primera carta, en tinta azul. Decía: "Todo es maravilloso aquí. Las tiendas están llenas de buena comida. Los cines exhiben buenas películas occidentales. Los apartamentos son grandes y lujosos. Lo único que no se puede conseguir es tinta roja". Asi vivimos; tenemos todas las libertades que queremos, pero no tenemos tinta roja: el lenguaje para articular nuestra no-libertad. La forma en que nos enseñan a hablar acerca de la libertad -la guerra contra el terrorismo, por ejemplo- falsifica la libertad. Y esto es lo que ustedes están haciendo aquí: nos están dando tinta roja.
Pero hay un peligro. No se enamoren de ustedes mismos; lo estamnos pasando bien, pero recuerden que los carnavales salen baratos. Lo que cuenta es el día después, cuando todos tenemos que volver a nuestras rutinas ¿Habrá cambios entonces? No quisiera que en el futuro ustedes recordaran estas jornadas asi como "éramos jóvenes y todo era hermoso". Recuerden que nuestro mensaje básico es: "Estamos autorizados para pensar en alternativas". Hay un largo camino por delante, lleno de difucultades. Sabemos lo que no queremos, pero ¿qué es lo que queremos? ¿Qué organización social puede reemplazar al capitalismo? ¿Qué tipo de líderes necesitamos?
Recuerden: el problema no es la corrupción ni la codicia. El problema es el sistema, que te obliga a corromperte. Hay que estar atentos no sólo de los enemigos, sino de los falsos amigos que están trabajando ya para diluir este proceso. Del mismo modo que uno obtiene café sin cafeína, cerveza sin alcohol, helado sin grasas, ellos van a intentar hacer de esto una protesta moral, inofensiva. Un proceso descafeinado. Pero la razón por la que estamos aquí es que ya tenemos suficiente de un mundo en que al reciclar una lata de Coca-Cola, o donar un par de dólares a una institución o comprar un capuccino de Starbucks para que un 1% vaya a los nilños hambrientos del tercer mundo, basta para sentirnos tranquilos. Hemos visto que se tercerizan el trabajo y la tortura, las agencias de matrimonios tercerizan nuestra vida sentimental, y ahora vemos que desde hace mucho tiempo nuestros compromisos políticos también se tercerizan. Queremos recuperarlos.
"Se terminó el matrimonio entre democracia y capitalismo"
No somos comunistas, si comunismo significa el sistema que colapsó en 1990. Recuerden que esos comunistas son hoy los más eficientes, despiadados capitalistas. En la China de hoy vemos un capitalismo aun más dinámico que el capitalismo estadounidense, pero no necesita democracia. Lo que señala que cuando se critica al capitalismo, no debemos dejarnos chantajear con que estamos contra la democracia. Se terminó el matrimonio entre democracia y capitalismo. El cambio es posible.
¿Qué percibimos como posible? Hay que prestar atención a los medios. Por un lado, en tecnología y sexualidad, todo parece posible. Se puede viajar a la Luna, se puede ser inmortal con la biogenética, se puede tener sexo con animales, todo es posible, menos en el terreno de la sociedad y la economía: allí casi todo es considerado imposible. Si se quiere subir un poquito los impuestos a los ricos, te dicen que es imposible: perdemos competitividad. Si se piden más recursos para la salud, te dicen: "imposible, esto implicaría un estado totalitario". Algo falla en un mundo donde te prometen la inmortalidad, pero no se puede gastar un poco más en el sistema de salud. Tal vez deberíamos fijar nuestras prioridades aquí: no queremos un estándar de vida más elevado, queremos un mejor estándar de vida. El único sentido en que somos comunistas es que nos preocupamos por los bienes comunes: los de la naturaleza; los privatizados por la propiedad intelectual; los de la genética. Por esto, y solo por esto debiéramos luchar.
El comunismo falló en todo, pero los problemas de los bienes comunes están aquí. Nos dicen que no somos estadounidenses. Pero a esos fundamentalistas conservadores que se reivindican como los genuinos estadounidenses se les debe recordar algo: ¿Qué es el cristianismo? Es el espíritu santo ¿Y qué es el espíritu santo? Es una comunidad igualitaria de creyentes ligados por el amor mutuo, y que sólo tienen su propia libertad y responsabilidad para hacerlo. En este sentido, el espíritu santo está aquí hoy con nosotros. Y allá en Wall Street están los paganos que veneran ídolos blasfemos. Asi que todo lo que necesitamos es paciencia. Lo único que me asusta es que algún día vayamos a casa, nos veamos una vez al año, tomemos cerveza y recordemos con nostalgia "qué bien lo pasamos aquella vez". Prométanse que esto no ocurrirá. Sabemos que a menudo la gente desea algo, pero realmente no lo quiere. No tengan miedo de querer lo que desean.
Muchas gracias.
Traducción de Alejandro Kirk
A lo largo de todo el día, y con más énfasis al principio de la noche, emisarios del gobierno buscaban ayer llegar a un acuerdo básico en la Cámara de Diputados para poner en votación el proyecto del Ejecutivo que instaura en Brasil una “Comisión de la Verdad”, cuyo objetivo es examinar casos de abusos, violencia, tortura y asesinatos cometidos por el Estado. Trátase de una antigua reivindicación de amplios sectores de la sociedad brasileña, seguidamente postergada por los gobiernos.
Desde que asumió la presidencia, el primer día de 2011, Dilma Rousseff aseguró que llevaría adelante el proyecto, una de las pendencias dejadas por Lula da Silva, quien prefirió no enfrentar abiertamente a los adversarios de la idea. El texto ha sido amplia y exhaustivamente negociado con la oposición y con los militares, a punto de haberse tornado tan vago que casi pierde el sentido. Por ejemplo: queda vedado que se revelen los datos, informaciones y documentos obtenidos por la Comisión y no se prevé la elaboración de un informe final público. Pero, a pesar de deshidratado, es mejor que nada, mejor que el hipócrita olvido impuesto hasta ahora.
Brasil se ha quedado muy lejos de sus vecinos, en lo que se refiere a la averiguación de los crímenes del terrorismo de Estado cometidos por la dictadura militar que duró de 1964 a 1985. Una ley de amnistía de los militares, en 1979, absolvió de toda y cualquier responsabilidad a los torturadores, violadores y asesinos. En los últimos años hubo intentos de traer de nuevo a examen esa amnistía, pero ni modo. Siquiera la dura condena de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, de la OEA, surtió efecto.
En mi país, la frase del secretario argentino de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde –“para darle vuelta a la página hay que leerla antes”–, caería en el vacío. Aquí no se trata de darle vuelta a página alguna: lo que se trata es de ignorar toda y cualquier página, de dejar intocado el pasado.
La resistencia de los sectores más conservadores de la política y de los cuarteles fue y sigue siendo enorme. La palabra de orden es “lo que pasó, pasó, y no conviene volver al pasado”.
Fernando Henrique Cardoso, exiliado en la dictadura, logró un avance muy grande al instituir las indemnizaciones a ex presos políticos, a víctimas de torturas y parientes de asesinados. Lula optó por no crear problemas y prefirió hablar más y hacer menos. Dilma Rousseff, una ex presa y torturada, decidió que al fin ya era hora de pasar la historia en revista. Advirtió que su gobierno tocaría el tema a fondo, sin triunfalismos y sin revanchismos. A ver si lo logra, si la dejan cumplir con su palabra.
No ha sido ni será fácil. En un intento de alcanzar un consenso que le dé plena legitimidad a la ley, el gobierno cedió y cedió, a punto de haber sido mucho más condescendiente de lo que sería justo. Para empezar, se extendió el período a ser analizado de 1946 a 1988, con la justificación –bastante discutible, desde luego– de que se trata del espacio entre dos Constituciones democráticas. Pues para examinar esos 42 años, la propuesta del Ejecutivo prevé una comisión integrada por sólo siete miembros y otros escuálidos catorce funcionarios y sin autonomía financiera. Es decir, un trabajo claramente inviable, a menos que se pretenda una acción inocua.
Cualquier comparación –ya no digo con Argentina, país que ha llegado más a fondo en la aclaración del terrorismo de Estado y con la punición de los responsables, pero con otros vecinos sudamericanos, como Perú y Chile– deja la propuesta brasileña mal parada. Al mezclar en una misma olla etapas democráticas, como las de Juscelino Kubitschek o Joao Goulart, con la ferocidad de los períodos de los generales Emilio Garrastazú Médici o Ernesto Geisel, se corre el riesgo de no llegar a parte alguna, de la desmoralización de la idea.
A pesar de la plena seguridad de que no habrá ningún tipo de punición para responsables y culpables, la resistencia al proyecto siguió fuerte hasta el último instante. Ayer mismo, parlamentarios de derecha ponían serios obstáculos a la propuesta del gobierno, antes de que llegara al pleno de la Cámara de Diputados. A su vez, diputados de izquierda defendían que el proyecto sufriese enmiendas, disminuyendo el tiempo de análisis para el período 1961-1985, impidiendo que militares y miembros de la policía integren la Comisión y aumentando el número de sus miembros.
Por donde quiera que se mire, la conclusión es clara: parece que mi país tiene miedo a la verdad. No sabe cuánta verdad puede aguantar. Prefiere ignorar a mirarse al espejo del tiempo.
De todas formas, algo quedará de todo ese esfuerzo, aunque no sea más que el amargor del fracaso: tener una comisión de medias verdades.
En forma pacífica y sin más armas que banderas y pancartas en las manos, decenas de palestinos marchan cada viernes para reclamar por la devolución de sus tierras. Ni el gas lacrimógeno ni las balas de goma disparadas por el ejército israelí los amedrentan. Durante dos meses, B’Tselem (btselem.org) registró esos sucesos y el lunes publicó el informe “Demostración de fortaleza: las fuerzas de seguridad niegan el derecho a protestar a los pobladores de Nabi Saleh”. La organización de derechos humanos denuncia allí los excesos cometidos por el ejército y la policía de frontera durante las protestas. El pueblo de 500 habitantes, ubicado al noroeste de Ramalá y recostado sobre la margen occidental del río Jordán se convirtió en el último tiempo en epicentro del conflicto palestino-israelí. “El sistema de defensa israelí se prepara para hacer frente a las manifestaciones que tendrán lugar en Cisjordania ante el posible reconocimiento del Estado palestino”, sostiene ante Página/12 Jessica Montell, directora de la ONG. Pese al veto de Estados Unidos y la oposición de Israel, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas, anunció que elevará al finalizar la semana un pedido formal en Nueva York –ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ONU), después de pronunciar su discurso en la sesión de la Asamblea General– para que Palestina alcance rango de Estado soberano e independiente con pleno derecho y se reconozcan las fronteras previas a la ocupación israelí en 1967.
Entre sus veinticuatro páginas, el dossier difundido por B’Tselem documenta una conversación posterior al desalojo de una protesta entre un oficial del ejército israelí y un habitante de Nabi Saleh: “¿Cuál es el problema?”, apura el militar. “¿Por qué disparan a mi casa”, pregunta con voz firme el palestino. “¿Me ha visto hacer eso?”, masculla el oficial. “No he dicho que fuera usted –se ataja el aldeano que no se amilana e insiste–. Usted sabe que están disparando a las casas.” Otro oficial interrumpe para señalar que no ha visto nada. Entonces el poblador damnificado vuelve a la carga: “Yo te voy a mostrar quién disparó”. En 103 segundos un video muestra a los soldados israelíes lanzando chorros de gas pimienta sobre la cara de un manifestante; cuando cae al suelo le arrojan una bomba de sonido que estalla a centímetros del cuerpo. En otra secuencia las volutas de gas lacrimógeno brotan de la terraza de una casa. El documento sigue cuatro manifestaciones realizadas el 17 y 24 de junio, el 1 y 8 de julio y analiza tres aspectos en la conducta de los militares israelíes: violación del derecho a protestar, uso excesivo de la fuerza para dispersar a los manifestantes y daño a la población civil.
El brigadier general Nitzan Alon, que reemplazó como comandante de División de Judea y Samaria a Noam Tibon –quien había reconocido que “el terror no sólo se elimina con la fuerza, sino a través de la generación de esperanza y normalidad en la vida de los palestinos para un futuro de diálogo” (israelnationalnews.com, 10072009)–, señaló que el ejército no estaba dispuesto a permitir que los manifestantes llegaran hasta la ruta cercana al asentamiento de Halamish, por miedo a que arrojaran piedras sobre los autos. Más allá de la ocupación de tierras, el conflicto entre israelíes y palestinos se aviva por el acceso a un manantial ubicado cerca de Nabi Saleh.
Antiguamente, los palestinos utilizaban la zona del manantial como lugar para la cría de ganado y esparcimiento. Pero, en junio de 2008, un grupo de colonos del asentamiento de Halamish tomaron control del manantial y en febrero de 2009 comenzaron a construir casas. La modificación del terreno –que se llevó adelante sin permiso, y causó daños en la vegetación y en otras propiedades– fue denunciada por los palestinos ante la policía. La presentación judicial fue desestimada por falta de pruebas. El acceso al agua es controlado por la empresa estatal israelí Mekorot. El caño principal que abastece a esa región pasa cerca de Halamish, donde los colonos controlan el suministro a través de una válvula ubicada en el asentamiento.
Aunque la ONG israelí reconoce el temor del brigadier general Alon, señala la necesidad de respetar el derecho a manifestarse. Asimismo, sostiene que las fuerzas de seguridad deben mantener un equilibrio entre ese derecho y el resguardo de la seguridad y el orden público. En las primeras tres manifestaciones registradas por B’Tselem la movilización fue dispersada apenas comenzaba, incluso antes de acercarse a la salida del pueblo. El ejército llegó a declarar zona militar a Nabu Salh y bloqueó los caminos de acceso a la aldea. Sin embargo, los manifestantes continuaron adelante con sus exigencias.
El 8 de julio, durante la cuarta marcha, las fuerzas de seguridad prohibieron cualquier tipo de reunión y lanzaron un toque de queda en Nabi Saleh. Una lluvia de gases lacrimógenos y bombas de sonido cayó sobre los lugareños que intentaron acercarse a la calle principal de la aldea o se asomaron a los techos de las casas.
Dos semanas más tarde, mientras registraban las casas, los soldados fueron en busca de israelíes y extranjeros que participaban en las movilizaciones como observadores. A algunos se los expulsó del pueblo. Cinco palestinos fueron detenidos. En una de esas visitas, los militares ingresaron a una casa y un soldado desenfundó su arma reglamentaria. El 29 de julio atacaron a observadores que filmaban la manifestación y golpearon al fotógrafo palestino Muhib Sa’ad Barghouti en la cabeza. Pasó cinco horas detenido. Luego de ser liberado viajó hasta el hospital de Ramalá, donde recibió ocho puntos de sutura.
Para sofocar las protestas en Nabi Saleh, las fuerzas de seguridad israelí utilizaron balas de goma, gases lacrimógenos, gas pimienta, granadas de sonido y skunk, un líquido que es lanzado desde un camión cisterna que actúa como carro hidrante y se impregna en la ropa y la piel. Aunque su uso fue aprobado por el Ministerio de Protección del Medio Ambiente y el director médico del ejército, las autoridades militares israelíes reconocieron que esa sustancia puede causar náuseas y vómitos. Los pobladores, por su parte, afirman que lleva varios días quitarse el mal olor de la ropa y que aún así no se elimina completamente. En julio de 2009, el ejército comenzó a utilizarlo durante las manifestaciones en Cisjordania.
![]() |
Periódico desdeabajo Nº275 Enero 20 - Febrero 20 de 2021 |
10-12-2020 Hits:661 Edición Le Monde diplomatique Nº206Héctor-León Moncayo S.
En 313.9 billones de pesos definieron el presupuesto de ingresos y gastos de la nación para 2021. El gobierno lo ha presentado como un esfuerzo extraordinario para atender la situación de emergencia...
Leer Más09-12-2020 Hits:1050 Edición Le Monde diplomatique Nº206Carlos Gutiérrez M.
La cafetera comienza a silbar y el vapor delata el intenso aroma, punzante, que parece invadir cada rincón de la casa; las profundas fragancias lo llevan a evocar su época...
Leer Más09-12-2020 Hits:641 Edición Le Monde diplomatique Nº206Mario Alejandro Valencia
El nuestro es un país que tiene una dotación de factores de producción abundante pero desaprovechados, lo que explica el creciente descontento de su población y la precariedad en actividades...
Leer Más09-12-2020 Hits:823 Edición Le Monde diplomatique Nº206 Daniel Alberto Libreros Caicedo y Diego Carrero Barón
El “Consenso de Washington” impuso en Latinoamérica un entramado institucional que fue implementado en Colombia, con todos sus ribetes, a partir de la Constitución de 1991 y las leyes posteriores...
Leer Más09-12-2020 Hits:624 Edición Le Monde diplomatique Nº206Juan Carlos Eslava C.*
Responder esta pregunta exige, por supuesto, aclarar a qué modelo se alude dado que en el manejo de la actual pandemia operan varios y diversos. Y esto conlleva, a su...
Leer Más09-12-2020 Hits:635 Edición Le Monde diplomatique Nº206Jorge Enrique Espitia Zamora y Diego Carrero Barón**
La histórica desigualdad imperante en Colombia alcanzó nuevos niveles tras el manejo económico y social dado por el gobierno nacional a la pandemia propiciada por el covid-19, una realidad que...
Leer Más09-12-2020 Hits:678 Edición Le Monde diplomatique Nº206Mario Hernández Álvarez
El predominio del conteo de muertos por la pandemia de covid-19 y la expectativa creciente por la vacuna no nos dejan ver el fondo. Estas son caras de una misma...
Leer Más09-12-2020 Hits:784 Edición Le Monde diplomatique Nº206Bernd Marquardt
El presente artículo revisa la ola de coronapolíticas del 2020 desde la perspectiva de las ciencias sociales –principalmente las constitucionales (1)–, orientándose de modo contra-hegemónico en preocupaciones según el siguiente...
Leer Más15-12-2019 Hits:708 Edición Le Monde diplomatique Nº206Serge Halimi
El pasado 3 de noviembre por la noche, la mayoría de los militantes demócratas estaban profundamente decepcionados, a pesar de que su candidato había salido vencedor en el escrutinio presidencial...
Leer Más