Manuel Hernández en una crónica juguetona y severa al mismo tiempo, recuerda algunos hechos que condujeron a la creación de la llamada Misión de Sabios por el expresidente César Gaviria. En su relato recuerda la confesión de Gaviría respecto a la esterilidad de su gobierno en el tema de la educación: "... se hicieron algunas cosas pero en educación en cambio no se avanzó nada."
Ese juicio autocrítico no lo expresaba solamente el expresidente. El ministro de Hacienda de la época Rudolf Hommes declaró en el Tiempo (febrero 16 de 1994) lo siguiente: "Verdaderamente le hubiera metido más plata a la educación, si nos hubiéramos dado cuenta a tiempo de su importancia y prioridad."
Bueno es recordar que el gobierno si tuvo una política educativa: se llamó apertura educativa. Esa política tuvo un rechazo rotundo de los maestros y de su organización sindical Fecode. El número 23 de la revista Educación y Cultura recoge las razones que llevaron a enfrentar la propuesta del gobierno y a proponer que en correspondencia con los nuevos postulados de la constitución de 1991 se elaborará una ley estatutaria de la educación.
El proceso político cultural que se inició culminó con la promulgación por el presidente Gaviria de la Ley General de Educación, el 8 de febrero de 1994. En el informe de la misión: "Al Filo de la Oportunidad" se caracteriza esta ley en los siguientes términos:"Esta ley abre caminos prometedores para una verdadera reforma de la educación formal y está actualmente en proceso de reglamentación. La autonomía de las instituciones, el proyecto educativo institucional, el gobierno escolar con participación de la comunidad y la constitución de juntas de educación, desde las municipales y departamentales hasta la nacional prometen una mejor relación entre la educación y la sociedad civil, y permiten anticipar una dinámica de renovación educativa."
Si como nos lo recuerda Manuel Hernández los trabajos de la comisión terminaron en los anaqueles de la oficina del vicepresidente de entonces, estas expectativas de renovación se fueron paulatinamente debilitando en la maraña de los acontecimientos que convirtieron los asuntos del narcotráfico y la guerra en lo fundamental. Este nuevo acuerdo implícito sobre lo fundamental, ha devenido el demiurgo que calibra el conjunto de la experiencia social.
En ese andamiaje la educación, a pesar de todo, no ha sucumbido. Experiencias como la de la secretaria de educación en el distrito capital durante la gestión del profesor Abel Rodríguez son significativas. Así mismo, el actual movimiento universitario por una nueva ley para la universidad.
Los trabajos de la Misión siguen vigentes así como las reflexiones del profesor Carlos Eduardo Vasco, coordinador de la misión, dirigidas al presidente Gaviria el día de su instalación formal: "Porque era altamente improbable y parecía a todas luces imposible, que en el año final de su gobierno se empañara usted en un proyecto visionario de trazar caminos de utopía, caminos que usted mismo no podría ya alcanzar a transitar. Sin embargo, tal vez desafortunadamente para la racionalidad, pero ojala afortunadamente para la creatividad, Colombia es una país maravillosamente sorprendente en el que la lógica no tiene ninguna prioridad."
Estamos pues de nuevo al filo de la oportunidad y tal vez pueda ser posible lo que propuso García Márquez en la proclama que escribió: "Creemos que las condiciones están dadas como nunca para el cambio social, y que la educación será su órgano maestro.
Recuerdos de un protagonista discreto que decidió contar una de sus mejores aventuras: acompañar a diez sabios en una peligrosa misión. Se trataba de encontrar una visión desde la educación para un país que siempre la ha despreciado.
A finales de 1993 se dieron los primeros pasos para crear la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo. No era seguro cómo se iba a desarrollar. Había sido una iniciativa algo repentina del presidente Gaviria.
En un avión, a pocos meses de terminar su gobierno, le había dicho a su asesor de ese momento, el lamentado Jaime Garzón: "se hicieron algunas cosas, pero en educación en cambio no se avanzó nada. Hagamos una misión y convoquemos unos expertos del más alto nivel". Esto lo repitió a los comisionados en una reunión palaciega meses después.
Todo indica que la idea comenzó a perfeccionarse en un momento coyuntural, cuando una fundación financiera privada otorgó un premio sustancioso a Rodolfo Llinás, por lo cual el científico estaría visitando el país y su compromiso con Colombia brillaría en primer plano.
El segundo paso fue encargar a Carlos Eduardo Vasco para que coordinara una convocatoria de alto nivel, teniendo ya asegurada la participación de Llinás. Se trataba de invitar a García Márquez y a siete sabios más. A esas alturas, la palabra sabio se impuso por su valor de marca.
Y así lo que iba a ser una Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, fue bautizada por los medios como "la misión de los sabios". Su primera reunión se celebró el 2 de diciembre de 1993: el día siguiente de la muerte a bala, sobre un tejado, de Pablo Escobar.
Era una fría y desangelada mañana cuando se juntaron para desayunar los sabios en el restaurante del Museo de Artes y Tradiciones Populares, en la sede del llamado Convento de San Agustín, a pocos pasos de la Casa de Nariño.
Vasco mostró sus dotes de organizador y de anfitrión. Mi presencia se debió a que el secretario general de la Presidencia, Miguel Silva, buscó a un profesor cultivador de la memoria para que asistiera y tomara nota como parte del apoyo logístico a la Misión. Se hubiera podido escribir un buen relato de ese primer día y de cada una de las reuniones posteriores, pero ya se verá por qué no fue posible.
A los pocos días se dieron los pasos más importantes en Medellín. Colombia vivía una fuerte zozobra por la muerte de Escobar y era factible que se presentara un coletazo contra el gobierno. Por tal razón no nos acompañaron a esa ciudad ni Gabo ni Llinás. Se temía por la exposición y renombre de ellos dos. La sensibilidad de la comisionada Ángela Restrepo se exacerbó por la ausencia de los más visibles de los sabios. Hubo que explicarle la situación, que aceptó a regañadientes.
Fuimos alojados en un hotel recién incautado a la mafia, sin huéspedes y donde se podía trabajar en paz. Estaba ubicado a uno de los costados de la meseta de Llanogrande, en las inmediaciones de Rionegro, donde estaban construyendo sus casas los paisas ilustres de todos los pelambres y procedencias. Como se supo después.
La razón de la reunión era presentar y aprobar por parte de la comisión los contratos que se harían, otorgando desde ese momento un orden lógico a la edición de los resultados. La Misión produciría un volumen síntesis, con el resumen del material de trabajo de cada uno de los comisionados y otros seis volúmenes, con el material de los expertos contratados.
Se discutieron los nombres e idoneidad de estos últimos, pero no había mucho que discutir. Vasco ya había hecho la parte sustanciosa del trabajo y esa primera noche quedaron definidos el papel, los nombres y las identidades de quienes habrían de elaborar los sesenta y tantos informes.
Pues estos estudios darían cuerpo a lo que Vasco ya tenía claro: el producto final de la Misión se compondría de una proclama escrita por Gabo y los aportes de los sabios. Quienes cargarían el peso de producir el contenido central de la misión serían los expertos contratados. No sería óbice para que cada uno de los sabios preparara un volumen sobre el área de su especialidad y de sus intereses científicos.
El paso por Medellín fue inolvidable. Ángela Restrepo tenía una ceremonia preparada para la noche del 8 de diciembre: un coro de niños con gorritos rojos cantaron Noche de paz y todos los asistentes se tomaron de las manos.
Recuerdo la mano del heredero del Colegio Fontán de Envigado, gruesa y musculada, que me asió con interés y emoción estimulados por la paradoja de pedir que descendiera la paz de la mano de los sabios a una ciudad que acababa de escribir el primer punto aparte en la estúpida guerra de las drogas.
Al regresar a Bogotá, a eso del diez de diciembre — hoy cuando escribo estos recuerdos se cumplen exactamente diecinueve años de ese día — se convino que el trabajo se haría tal como he descrito aquí y que habría reuniones periódicas, conforme a la disponibilidad de los sabios, para estudiar los problemas en el avance de los proyectos y para hacer un proyecto colectivo de los informes de cada uno.
Cada sabio expondría el área de su interés y, entre todos, se daría la aprobación al material de cada uno. Un consenso científico, divulgativo y formador. Una experiencia inolvidable, entusiasta, llena de diplomacia, de prudencia y de buenas maneras y, al fondo de todo lo anterior, un telón de preocupación por esa Colombia a la que resultaba difícil recetarle un remedio.
Y más difícil aún en áreas como la educación y la ciencia, donde se ponía en cuestión el desarrollo como categoría. Por lo menos, los sabios lo sabían, pero no querían ser inferiores a la apuesta. Todo era en efecto, muy estimulante.
Veamos qué temas fueron tratados por los sabios. Hago esta evocación de memoria, pero no tengo el menor inconveniente que los interesados confirmen la información precisa vía internet:
Y ya está: parecía un imposible, pero se estaba llevando a cabo. Cualquier lector puede distinguir entre aquellos que eran administradores del negocio y aquellos que en verdad soñaban con una utopía para la educación.
Las reuniones fueron todas interesantes y tremendas, muchos sábados y domingos; un temblor de tierra que puso a los sabios debajo de una mesa en el centro de negocios de la calle cien; un almuerzo ofrecido por la familia Robayo, como precursores de la iniciativa al concederle un premio a Llinás; discusiones internas para proponer proyectos de educación artística — completamente alternativa al sistema conocido — propuesta por Gabo, con la complicidad de Vasco; "la noche que nos volvimos locos" y otra cantidad de cosas sobre las que se apretó la tecla de borrar.
El informe final de García Márquez, llamado La Proclama , pero titulado por el escritor Colombia, Al Filo de La Oportunidad, estuvo listo a tiempo y fue leído por Gabo, una noche de julio de 1994 a escasas dos semanas del fin del periodo presidencial de Gaviria.
La misión había mostrado su visión y había cumplido. Vasco, mi persona y Susanita Ortiz, una comunicadora de la Universidad Javeriana, tardamos un poco menos de tres meses en enviar a imprenta los siete volúmenes que hoy se pueden consultar en PDF.
Había que dar a conocer los volúmenes al nuevo gobierno de Samper y De la Calle. Con Vasco, pedimos una cita y con mucho humor comentábamos que parecíamos unos soñadores escapados de un cataclismo anterior y que seguramente la senda que transitaría el nuevo gobierno tendría sus momentos y circunstancias; pero la importancia del material nos hacía sentir optimismo en la recepción del resultado de la Misión por parte del gobierno entrante.
Es oportuno hacer saber a los lectores de éste relato que los comisionados hicieron un pacto de caballeros en el sentido de que lo que había pasado en la Misión, salvo aquello que había sido aprobado por todos para su publicación, debería quedar en estado de confidencialidad y que ellos preferirían no volver a reunirse para los fines misionales, nunca jamás.
Era como una ordalía sobre el esfuerzo realizado y sobre la calidad de la tarea y del resultado: era una Visión concretada en una Misión. Hasta ahí todo bien. Y mal, pues este acto de memoria hecho a solicitud de muchos amigos, rompe en cierto sentido la confidencialidad, pero se hace con el afán de provocar una mínima memorabilia sobre la importancia de esas reuniones y sobre el contenido de los siete volúmenes.
Despertar una curiosidad sobre algo sucedido hace casi dos décadas, con cierto tinte visionario y cuando los avatares de la educación y su crisis en el mundo entero son hoy de suma trascendencia.
Así llegamos Vasco y yo a la oficina de la Vicepresidencia. ¿Sería noviembre del 94? Tal vez. Relatar la entrevista con el vicepresidente es sumario: llegamos, no nos recibió más que como mensajeros, tomó los libros y los colocó en un estante, nos dio las gracias y esbozó vagamente un compromiso con una nueva oficina o departamento dedicado a los estudios de competitividad. Fin. Hasta el día de hoy, como se dice en esos casos.
La Misión no se había tardado un año y sus resultados eran hermosos y comprometedores. Todo el material está para consulta, como ya dije y La Proclama, el texto de García Márquez ha sido repetidamente publicado. Entre otros por la Editorial Magisterio.
Esperemos que Humberto de la Calle no salga otra vez con un Consejo de Competitividad.
* Escritor y profesor universitario.
¡Shamuy(1) Mama Antisana!
¡Shamuy Mama Cotopaxi!
¡Shamuy Taita Capac Urcu!
¡Yacu Napo... Shamuy!
¡Yacu Pastaza Shamuy!
¡Vengan..., y protejan a Sarayacu de nuestros enemigos...!
Así canta el anciano shamán Sabino Gualinga cada viernes en su rito de ayaguasca(2), pidiendo a los espíritus de las montañas y de los ríos que protejan a Sarayacu, así han cantado los yachags de la comunidad desde hace siglos, desde la época en la que según cuenta su historia oral, los poderosos shamanes antiguos hicieron bajar por el cauce del Bobonaza ríos de maíz. En kechua Sarayacu quiere decir Río de Maíz y éste mito fundacional, seguramente recuerda su llegada a la selva amazónica desde la altiplanicie andina(3), escapando de la esclavitud a la que sometieron a los pueblos de todo el continente los conquistadores españoles y recuerda también su indeclinable vocación por ser libres.
Desgraciadamente, pese a haber escapado al fondo de la selva, ni ellos, ni casi ninguno de los pueblos originarios han logrado librarse de la persecución de los antiguos y de los nuevos conquistadores, que deseaban y desean apoderarse de los ricos recursos naturales que guardan sus territorios, y han persistido en su intensión de convertir a su población en esclavos, en mano de obra barata de sus empresas extractivas o en cualquier caso en consumidores compulsivos de sus rentables negocios comerciales.
Pero increíblemente también, pese a que han transcurrido más de quinientos años desde la conquista Ibérica; los pueblos originarios resisten como lo comprueba la reciente victoria de la comunidad indígena amazónica de Sarayacu frente al Estado Ecuatoriano, que quería imponerle la explotación petrolera en su territorio. Un triunfo de enorme significación para los pueblos originarios de todo el continente, que ha provocado una intensa alarma entre las transnacionales y sus gobiernos serviles.
¿Porqué lo hicieron...?¿Por qué son gente enemiga del progreso que quiere seguir anclada en la absurda tradición antigua, como los acusan sus detractores...?¿Por qué racistamente solo piensan en ellos y no en el país...? Busquemos las razones de su postura desde su propia óptica.
Los hijos de la Kawsak Sacha, de la Selva Viviente
Sarayacu hasta hace poco casi desconocida fuera del Ecuador, es una comunidad de 1.200 personas que se encuentra en la ceja baja de los andes orientales, al borde de la gran meseta amazónica, en donde conserva con un cuidado ejemplar alrededor de 130.000 ha de bosque apenas alterado por las chacras rotativas, que con la recolección, la caza y la pesca, sustentan la economía tradicional de su población.
La filosofía que rige su vida y cimenta la defensa de la selva es simple y profunda, y nació, como muchas del continente hace mas de cinco mil años, a orillas del océano Pacífico, en la costa central y sur del actual Ecuador, con las sabias astrónomas de la cultura Valdivia(4). Para los comuneros de Sarayacu, en un pensamiento que comparten con muchos pueblos originarios con sus obvias variantes particulares, la esencia de todo es la energía vital del cosmos, la energía de la kausak sacha, de la selva viviente, la energía de la vida de la que todos somos parte y que se expresa en cada tiempo de manera diferente. Si hoy somos seres humanos, cuando termine éste ciclo, éste pachacutik pasaremos a ser pájaros, jaguares, plantas o estrellas. Es por eso que en sus tabúes las enseñanzas son que hay que respetar a las diferentes formas de vida, pues todas son iguales. El Yachag Sabino Gualinga por ejemplo tiene la certeza de que cuando termine su pachacutik humano, el como todo shamán poderoso se convertirá en jaguar e ira al Supay Urcu, a la montaña de los espíritus, no lejos de la comunidad a cuidar a otros animales.
Gracias a ésta cosmovisión los pueblos del bosque vivieron miles de años de lo que da la selva sin dañarla, pero todo cambió con la llegada de los europeos y del capitalismo quinientos años atrás.
Los Reyes de la creación
La Conquista Ibérica, uno de los genocidios más grandes de todos los tiempos, que en los primeros cincuenta años ocasionó la muerte de más de sesenta millones de personas, trajo también una brutal cosmovisión que acarrearía consecuencias en los siglos siguientes aún más nefastas. De acuerdo a ella el hombre, y cuando se habla de ¨el hombre¨, debe leerse el hombre blanco europeo y cristiano-evangélico, era el Rey de la Creación, y todos los demás seres vivos supuestamente habían sido creados por Dios para su servicio. Esto significaba que la mujer blanca, los hombres de otras razas inferiores (aún se dudaba si incluir o no a los indígenas americanos, pues no se llegaba a la conclusión de si eran humanos o animales) (5), los negros y las negras, los animales y las plantas; estaban en el planeta para que el Rey de la Creación se sirviera de ellas.
Por eso cuando el Papa Alejandro VI repartió el Nuevo Mundo entre los reinos cristianos de España y Portugal, en las Bulas de 1493 y el Tratado de Tordecillas, para dar validez jurídica y moral al saqueo y al genocidio que de inmediato iban a cometer, los Conquistadores tan solo debían leer el ¨Requerimiento¨(6) en la lengua de Castilla o en la de Dios el Latín, a los habitantes de las Indias Occidentales que hablaban cientos de lenguas distintas, en donde se les instaba a someterse, e informaba que por disposición del representante de Dios en la Tierra, ellos, sus hijos, sus bienes y territorios pasaban a ser propiedad de los reyes de la península Ibérica y de sus secuaces.
Tras la lectura del ¨Requerimiento¨ los pueblos y ciudades eran saqueadas, las tierras agrícolas ocupadas y sus habitantes, después del fracasado intento hecho por el mismo Cristoforo Colombo, de enviar a España al segundo lote de esclavos indígenas; reducidos a diferentes formas encubiertas de esclavitud, como La Doctrina, Los Repartimientos, La Mita, El Obraje, La Encomienda, el Concertaje, el Huasipungaje; formas que se prolongarían hasta la época republicana. Por eso no es extraño encontrar hasta los años 1950, anuncios en la prensa ecuatoriana que decían, ¨se vende hacienda de 200 hectáreas con un lote de 50 indios y 70 piezas de ganado¨, pues la Independencia de España y Portugal, y la Revolución Liberal de fines del siglo IXX y comienzos del XX, apenas cambió la situación de opresión de los pueblos originarios.
La economía de la mayoría de los estados nacionales de América Latina, particularmente la de aquellos con una numerosa población indígenaen gran medida se construyó gracias al trabajo gratuito o casi gratuito de sus poblaciones originarias. Y contradictoriamente, el mestizaje, su identidad cultural, se la tejió basada en el desprecio a lo indígena. El papel del Chapetón(7), del peninsular español había sido sustituido por el del mestizo terrateniente latinoamericano, que con pujos de aristócrata, de descendiente del primer conquistador, se había transformado también en el Rey de la Creación y trataba a los pueblos originarios como sus antecesores, como criaturas, apenas superiores a los animales, creadas por Dios para su servicio.
El Viejo y el Nuevo Imperio
Con la Independencia, la relación Imperio # Colonia tampoco se alteró demasiado. Nominalmente éramos ya países independientes, pero en la realidad España había sido sustituida por otros imperios tan o más crueles y ambiciosos que ella. Sarayacu cuenta con internet desde hace muchos años y recuerdo vivamente como los jóvenes comuneros que asistían a un taller, se asombraron al enterarse de que los Estados Unidos usaban el mismo argumento que el antiguo Imperio Español y decían que ¨Dios les había asignado el destino manifiesto de dirigir el mundo¨ (8). Fue mayor su asombro al descubrir lo que afirmaba el dirigente norteamericano Stokely Carmichael: ¨este es el único país en el mundo que ha adoptado una política nacional de exterminación de la población indígena. Peor aún hemos hecho pasar esta trágica experiencia por una noble cruzada¨ y de que en lugar de ladefensa de los valores democráticos, lo que ha existido ha sido una larga lista de invasiones de mariners, de instauración y apoyo a sanguinarias dictaduras, de guerras petroleras, de planes como el Cóndor con decenas de miles de torturados y desaparecidos y genocidios como el del caucho.
Y la verdad es que mucho antes de que el Presidente Wilson lo hiciera, el argumento del ¨Destino Manifiesto¨ había servido para justificar el genocidio de los pueblos indios norteamericanos, el despojo a Méjico de enormes territorios, la ilegal anexión de Puerto Rico y Haway y el argumento sirve para justificar hasta hoy, las intervenciones militares en todo el orbe, incluyendo la última guerra en Irak, cuando Jorge W Bush en un falsamente arrebatado tono místico confesó que fue Dios quien le inspiró en la orden de atacar Irak y de secuestrar, torturar y hacer desaparecer personas en cárceles secretas de la CIA.
El genocidio del caucho
Pero volvamos a los que por aquellos inescrutables misterios de la injusticia divina, tenemos supuestamente la triste tarea de servir a los Reyes de la Creación, a aquellos que poseen ese ¨manifiesto destino¨ divino de que les sirvamos. Para los pueblos de la selva la experiencia del coloniaje español había sido un poco diferente, ya que gracias a su aislamiento y a su idiosincrasia cultural, después de los años desenfrenados de búsqueda de oro y de canela, pudieron vivir más libres e independientes; pero cuando la industria del automóvil y la bicicleta de Europa y los Estados Unidos requirió de caucho, esa misma perversa cosmovisión traída en el siglo XV ocasionó otra hecatombe de enormes dimensiones que asoló a los pueblos de los bosques tropicales, de manera más mortífera que las pestes.
El pueblo vecino a los kechuas de Sarayacu, los Sáparas fue una de las naciones indias que sufrió el llamado boom del caucho. Hasta el año 1.900 era uno de los grupos más numerosos de la parte norte de la amazonia, se calcula que eran como 30.000 personas, y eran muy conocidos por sus famosos médicos yerbateros expertos en el uso del wantug (9) sagrado y por sus constructores de canoas. Cuando los patrones caucheros ingleses, norteamericanos, colombianos, peruanos y ecuatorianos necesitaban trabajadores para extraer latex, rodeaban sus aldeas, secuestraban a los hombres y mujeres más jóvenes y fuertes, y los llevaban a vender a los mercados de esclavos que existían en Putumayo, Iquitos y muchos otros lugares. Sus aldeas debilitadas, llenas de ancianos y niños, pronto sucumbieron al hambre y a las enfermedades de los blancos.
El año pasado algunos ancianas y ancianos sáparas de Ecuador y Perú, viajaron hasta Brasil, para un emotivo encuentro con parientes que hace setenta años habían sido secuestrados en el Ecuador y llevados como esclavos por los caucheros. Una hecatombe humana de enormes proporciones conmocionó a la amazonia en esos años, no se ha podido cuantificar las decenas de miles de muertos, pero si que desaparecieron pueblos enteros. Hoy día sobreviven apenas dos mil sáparas divididos por la nueva frontera que el Perú impuso al Ecuador tras la invasión del año 1941.
La era petrolera, las guerras de las companías y los pueblos originarios
Pero los intereses y entuertos de las compañías de los ¨Reyes de la Creación¨ y su ¨destino manifiesto¨, no solo han afectado a sus pueblos, si no a países enteros como Ecuador, Paraguay o Bolivia. Si bien el Ecuador extraía pequeñas cantidades de petróleo de buena calidad desde floraciones costaneras en lugares en donde los pueblos precolombinos calafateaban sus embarcaciones, la moderna fase de exploración data de los años 30 del siglo pasado, cuando empresas norteamericanas como la Western y sobre todo cuando la compañía anglo holandesa Shell iniciaron la búsqueda de petróleo en la Amazonía ecuatoriana, mientras su rival a quien se había enfrentado ya en la Guerra del Chaco(10), la estadounidense Stándar Oil de New Yersey lo hacía en el lado peruano de la frontera. Eran los años previos a la Segunda Guerra Mundial y los futuros contendientes competían por obtener recursos estratégicos para el conflicto.
Ecuador tiene diferencias limítrofes con su vecino del sur desde la época de la Independencia de España, cuando Perú invadió a la Gran Colombia de la que Ecuador era parte, país que pocos años antes había enviado sus ejércitos para liberarlo del yugo Español. Tras la guerra, el Ecuador sufrió su primera pérdida territorial, la frontera quedo delimitada por los ríos Marañón y el Amazonas(11) que había sido descubierto por los españoles desde Quito. Sin embargo a lo largo delossiglos IXX y XX (1828,1860,1941,1981,1995) el Ecuador un país mucho mas débil y pequeño que Perú, fue perdiendo paulatinamente su territorio amazónico constantemente invadido por colonos y fuerzas militares vecinas, sobre todo en la época del caucho.
La infiltración sistemática de los caucheros, fue el prolegómeno de uno de los capítulos más traumáticos de la historia contemporánea del Ecuador, pues aprovechándose de esa invasión y alentando los eternos afanes expansionistas de la oligarquía limeña que sueña aún con reconstruir el Tahuantinsuyo, según estudiosos como Jaime Galarza Z (12) la petrolera norteamericana auspició la invasión al Ecuador. Tropas peruanas se adentraron profundamente no solo en la región amazónica, si no también en la región costanera bombardeando y ocupando una de las zonas más ricas y estratégicamente más importantes del País, mientras bloqueaba la primera ciudad ecuatoriana el Puerto de Guayaquil.
La Segunda Guerra Mundial estaba en su apogeo y en la Conferencia Interamericana de Río de Janeiro, el objetivo principal de los Estados Unidos era cerrar la unidad americana para luchar contra el eje. La argumentación ecuatoriana con buena parte de su territorio invadido, apenas si fue escuchada y el país se vio obligado a firmar el Protocolo de Río de Janeiro por la imposición de la fuerza. De esta manera la Stándar Oil de New Jersey cobró venganza de su derrota frente a la Sheell en la Guerra del Chaco y el Ecuador perdió más de la mitad de su territorio
Como siempre los principales perjudicados fueron los pueblos originarios, grupos como los Achuar, los Shuar/Aguarunas/Aguajun que eran la misma etnia o los Sáparas quedaron irremisiblemente divididos. Un reguero de dolor y sangre tiñó a los pueblos separados por la nueva frontera, en una historia ignorada por irrelevante, por ser historia de indios, por los periódicosde los mestizos de ambos países.
Antes de 1941los Achuar compartían desde siempre el mismo territorio, cuestión que cambió la guerra y en el 2.006 la coordinadora binacional de Achuaras de Ecuador y Perú COBNAEP,organizó una reunión en San Lorenzo del Marañón. En el viaje, navegando a lo largo del Pastaza fueron asomando dramáticos testimonios de aquellos años, relatados por los pocos que aún sobreviven, la mayoría se llevó esos tristes secretos a la tumba. Historias de familias, una de ellas de Sarayacu que fueron a comprar sal en el Alto Huallaga en un viaje que demoraba varios mesesy que de regreso fueron impedidas de pasar por el ejército peruano y desde entonces soñaron con volver a su tierra, pero ahora están muy viejos para hacerlo. Historias de gente despanzurrada o mutilada por las minas que se sembraron en la zona. Historias de padres e hijos, de hermanos que quedaron divididos y no pudieron volver a encontrarse, el propio presidente de la COBNAEP en aquel entonces, Alejandro Mayapruna Taish, contaba con lágrimas en los ojos como su madre se rencontró con sus hermanos, que de niños habían jugado juntos, que se habían extrañado durante más de más de medio siglo y que se volvieron a ver cuando ya eran viejos. Y todo a causa de los ¨Reyes Blancos y Mestizos de la Creación¨, de países que habían invadido sus tierras ancestrales, que los habían ignorado y que jamás representaron sus intereses. (13)
La era petrolera, los primeros encuentros con los salvajes
El segundo capítulo de la historia petrolera es igualmente patético y rocambolesco. Las petroleras norteamericanas habían encontrado crudo en territorio Waorani, una pequeña étnia inter fluvial proveniente de la vertiente étno cultural Macro Arahuak(14), que vivía dividido en pequeños nanicabos, o grupos familiares de ascendencia femenina, con una economía en esos años basada en la recolección, la caza y la pesca y no en la agricultura. Se trataba sin duda de uno de los pueblos con tecnología y cultura más ancestrales. Por su espíritu indomable los caucheros los cazaban como animales salvajes y como era imposible ¨domesticarles¨, cuando heridos caían prisioneros, les dejaban colgados de los pies, para que mueran desangrados y sirvan de escarmiento al resto del grupo(15).
La primera experiencia de los Wao del nanicabo de los Baihuairis con los petroleros que construían una pista aérea fue en los años treinta y fue brutal. Se trataba de la compañía norteamericana Western, cuyos trabajadores secuestraron una mujer de su grupo llamada Dawa, que luego escapo, pero volvió con otras mujeres atraída por el brillo de los huambos, de los collares de las mujeres mestizas. Cuando llegaron al campamento para conocer los collares, fueron ametralladas sin piedad.
En 1956 las petroleras norteamericanas volvieron a intentar acceder al petróleo del territorio Wuaorani, pero esta vez en lugar de las armas se iban a servir de las iglesias evangélicas ligadas al Instituto Lingüístico de Verano. Como los espejitos antaño, los evangélicos ahora entregaban machetes y ollas por paracaídas, y pese a las advertencias de que se fueran, que hicieron los miembros del mismo grupo Baihuairi, los misioneros aterrizaron y fueron lanceados. La noticia desde entonces ha dado la vuelta al mundo muchas veces, contando incluso con la ayuda de Hollywood en la película llamada ¨El Fin del Espíritu¨, y siempre la historia hace gala de su impúdica moral colonialista, a los defensores Waorani se los trata como feroces salvajes asesinos y a los invasores como santos mártires de la fe capitalista.
Las tierras baldías que repartió la reforma agraria ecuatoriana
En los estados nacionales latinoamericanos los indígenas hasta hace poco eran ciudadanos cuya opinión no existía y cuyo destino no importaba. Como en el resto del continente, en Ecuador la inmensa mayoría la tierra quedó en manos de unas pocas familias de terratenientes que aprovechaban la fuerza de trabajo casi gratuita de las poblaciones originarias, sujetas a los hacendados por diferentes formas de precarismo feudal. En la década de los cincuenta e inicios del sesenta del siglo pasado, la presión por la tierra, especialmente en el área interandina era muy fuerte, la organización de indígenas y campesinos promovidas por los partidos Comunista y Socialista sólida y muy combativa, y el miedo de que el ejemplo de la Revolución Cubana se propagara al país enorme; todo eso hizo que las clases dominantes de mala gana se vieran obligadas a iniciar una tímida reforma agraria, durante el gobierno de la Junta Militar del año 1964.
La famosa Reforma Agraria apenas afectó la propiedad de los terratenientes interandinos, aunque si prohibió ciertas formas de precarismo, menos aún la de los poderosos agroexportadores de la región costanera. La Iglesia Católica sensibilizada con el espíritu del Concilio Vaticano II fue la única que repartió tierras entre sus precaristas. Entonces para escapar de la presión indígena y campesina, la Dictadura optó por afectar los territorios ancestrales de los pueblos originarios de la selva.
Como en la época colonial el ¨Rey mestizo de la Creación¨ iba a repartir tierras que no le pertenecían. La colonización de supuestas tierras baldías fue la solución para no afectar a los terratenientes. Por supuesto no se trataba de tierras sin dueño, ni tierras sin valor como sugiere el calificativo de baldías. Eran tierra, sobre todo aquellas que son una prolongación del bosque del Chocó, extraordinariamente valiosas por su endemismo y biodiversidad biológica y además lógicamente tenían dueño. Sus propietarios eran pueblos del bosque tropical costanero y amazónico.
Como en el caso del famoso ¨Requerimiento¨ de la época de la Conquista Ibérica, sin consultar a sus ancestrales propietarios, sin preguntarles siquiera, la publicación de una Ley en el Registro Oficial bastó para legalizar el robo y el envío de colonos pobres. Para colmo de la ignorancia de los autores, pues su rapacidad es conocida, la Ley obligaba que para otorgar el título de propiedad(16), los colonos talaran la mitad de la parcela asignada para dedicarla a la agricultura, en un área no apta para la misma.
La era petrolera, la apocalipsis
En el tercer capitulo de la historia petrolera el trato dado a los pueblos originarios linda por lo increíble con la ciencia ficción y se dio en los años 70 del siglo pasado, cuando lascompañías estadounidenses Texaco Gulf obtuvieron la concesión y el Ecuador se convirtió en exportador de crudo. Hay un testigo privilegiado que vivió la experiencia con los Cofanes, uno de los pueblos aborígenes del nor oriente ecuatoriano, se llama Randy Borman.
Randy en esa época era un muchacho y era el hijo de los pastores evangélicos norteamericanos que trabajaban en la zona. El recuerda que un día mientras jugaba con los niños cofánes escucharon ruidos de helicópteros que se acercaban, corrieron a la plaza de la aldea y ante su incredulidad, los aparatos descendieron en el centro mismo del poblado y sin más trámite iniciaron la descarga de una infinidad de equipos y materiales para establecer un campamento. Lo propio estaba sucediendo en otras aldeas cofanes y en el territorio de los pueblos indígenas vecinos Sionas y Secoyas, en donde también enormes tractores empezaron a arrasar chacras y terrenos comunitarios para hacer caminos.
Los indígenas suponían que venían temporalmente, pero no..., venían para quedarse. La vida cambió de improviso para todos, sin consultar, sin pedir permiso a nadie, los trabajadores norteamericanos de la Texaco y los ecuatorianos de CEPE (Corporación Petrolera Ecuatoriana) levantaron campamentos e iniciaron la perforación de pozos sobre las casas y las chacras, por los nuevos caminos entre tanto avanzaban oleadas de campesinos pobres, que sin más iban ocupando las tierras de los pueblos originarios en calidad de colono agrícolas.
Aurelia Kenamá era una muchacha indígena en aquella época, hoy es la esposa de Randy Borman, quien sigue viviendo entre los Cofánes. Ella recuerda que la principal preocupación de su madre y de todas las madres cofanes, sionas y secoyas, era esconder a sus hijas para protegerlas de la lujuria de los petroleros. Era la costumbre de las chicas, que cuando se acercaban carros o se oían los rotores de los helicópteros de las compañías, debían correr al monte para esconderse. Ella recuerda de numerosos casos de muchachas y hasta niñas que fueron perseguidas con helicóptero y luego sujetas a violaciones muchas veces colectivas.
Ser hombre tampoco era una garantía de librarse del escarnio. El traje tradicional de los pueblos indígenas allí, es una especie de túnica que llega hasta las rodillas y la broma usual del ¨macho¨ petrolero era levantarles la túnica y compararles con las mujeres.
Todo cambió en aquellos años recuerdan Randy Borman y Aurelia Kenamá, tras las petroleras y los colonos vinieron los comerciantes, las cantinas, los prostíbulos, la delincuencia que antes no existía. Las aldeas invadidas de los pueblos originarios se fueron transformando en poblados y ciudades; y los cofánes, los Sionas y los Secoyas optaron mas bien por huir a las zonas más recónditas de sus territorios para tratar de vivir en paz y en su forma tradicional (17).
Treinta y seis años más tarde, cuando la Texaco se retiraba de la zona después de haber obtenido el 89% de las inmensas ganancias de la exportación petrolera y el país apenas el 11%, el nor oriente ecuatoriano se había convertido en una de las zonas más contaminadas del planeta. La ambición y la criminal irresponsabilidad de la Compañía, unidas al servilismo de las clases dominantes ecuatorianas, políticamente representadas por el ultraderechista Partido Social Cristiano; habían permitido que para ahorrarse costos la petrolera norteamericana botara conscientemente a los ríos y a la superficie la increíble cantidad de 18 mil millones de barriles de agua fuente o aguas residuales altamente contaminantes y el derrame de 17 millones de barriles de crudo.
Ahora hay enormes superficies de tierra e incontables arroyuelos y humedales inutilizados para la agricultura, que siguen sin embargo produciendo alimentos tóxicos pues es la única fuente de subsistencia de muchos colonos pobres. Entre la población el número de abortos, el de nacimiento de niños con malformaciones, de afecciones uterinas y estomacales es enorme y aunque parezca cuento, cuando en otras zonas del mundo se habla de epidemias de gripe, sarampión o viruela, en el nor oriente ecuatoriano se puede hablar de una auténtica epidemia de cáncer. Tras la guerra química contrariaa todas las Convenciones Humanitarias Internacionales desatada en la frontera entre Ecuador y Colombia por el Ejército de los Estados Unidos y el Ejercito Nacional de Colombia durante los gobiernos de Alvaro Uribe, cuando se fumigaba a la población como si fueran insectos: el índice de cáncer causado por la contaminación petrolera y la guerra se disparó hasta llegar a afectar a una persona más cada mes, en comunidades de apenas veinte familias(18).
La arrogancia de los ¨Reyes de la creación¨
La mayor parte de los daños causados en el nor oriente ecuatoriano son irreversibles, es irremediable la perdida del territorio Cofán y el proceso de aculturación del que son víctimas las nuevas generaciones de cofanes, sionas y secoyas; es irremediable al menos por varios decenios, según los expertos la contaminación a la tierra a los arroyos y humedales; es irremediable el dolor y la muerte de cientos de personas afectadas por cáncer. Pero quedan aún miles de víctimas de la acción criminal de la Texaco Chevron que se organizaron para reclamar a la empresa norteamericana el pago de al menos una compensación y el inicio de la justa remediación de los desastres ambientales que han devastado la zona.
Durante años el inmenso poder de la empresa llevo el juicio de Ecuador a los Estados Unidos y de allí nuevamente acá, pero las pruebas son tan evidentes que ha perdido las instancias judiciales en ambos países. Hoy solo resta la última instancia que la decidirá la Corte Suprema de Justicia del Ecuador, pero desde ya la conocida arrogancia de la Texaco Chevron ha advertido que no acatará los resultados del fallo y quiere pasar la responsabilidad al Estado Ecuatoriano. Tampoco el Ejercito Norteamericano y su obsequioso servidor el arrogante Señor Alvaro Uribe han hecho nada para mitigar el dolor de sus víctimas.
Con semejantes experiencias es posible imaginar siquiera que los pueblos originarios quieran tener en sus territorios empresas extractivistas...?
Los pueblos originarios se reorganizan para luchar por sus derechos
Los pueblos originarios empezaron a articular una nueva respuesta organizativa desde los años 80, respuesta que ahora incluía a los pueblos amazónicos, hasta entonces desligados de las tradicionales organizaciones indígenas y campesinas andinas y costaneras,y allí la comunidad de Sarayacu y sus intelectuales destacaron en el liderazgo para la creación de la Organización de Pueblos Indígenas de Pastaza OPIP y luego para la realización de la primera marcha indígena amazónica sobre la Capital que tenía como principal objetivo la legalización al menos de parte de los territorios ancestrales de los pueblos originarios y lo consiguieron.
El siguiente paso fue la constitución de la Confederación Nacional de Organizaciones Indígenas del Ecuador, la CONAIE, hoy sin duda la organización más poderosa y combativa de los pueblos originarios ecuatorianos. Finalmente los antiguos dueños de éste territorio, después de muchos lustros estaba nuevamente en pie de lucha y los amazónicos después de siglos estaban visibilizados por la racista sociedad nacional, que antes simplemente los había ignorado.
Eran algunos de los años más difíciles para el Ecuador, para el movimiento popular y el movimiento indígena que día a día iba adquiriendo mayor protagonismo, pues la extrema derecha política social cristiana, comandada por su violento patriarca Febres Cordero, encabezaba una cruzada neoliberal y se había apoderado de la economía, la banca, la justicia y del País enteroy se desgastaba sin querer dejar el poder, ahora en manos del Presidente Sixto Durán, miembro de su mismo partido.
Paralelamente en Perú Alberto Fujimory, tras haberse autoproclamado dictador, buscaba una nueva y reñida relección contra el ex Secretario General de Naciones Unidas Javier Pérez, en medio de graves escándalos de corrupción, mientras comandaba junto a los norteamericanos una cruenta y en ese momento aún no definida lucha contra Sendero Luminoso y el MRTA. Como había sucedido antes en las guerras entre ambos países, el ex dictador quiso aprovechar de la asimetría de los contendientes, del enorme poder bélico y de la apabullante mayoría de recursos y población peruana, frente a la debilidad e indefección del Ecuador, para provocar un conflicto en el Cenepa que le revirtiera votos para su relección.
Pero en ésta ocasión se equivocó y aunque el tristemente célebre asesor presidencial Vladimiro Montesinos montó una enorme campaña mediática en la que transformaba en triunfos los reveses militares, el Ecuador pudo mantener todas sus posiciones con la ayuda de los pueblos originarios del bosque amazónico, como en un artículo lo confirmó el propio mediador norteamericanoComandante Glen R. Weider y en otros, algunos medios de comunicación peruanos(19). La nueva derrota ecuatoriana vino después, ya que los Estados Unidos (20)no podían permitir que el resultado adverso del conflicto afectara a su protegido el Dictador Fujimory y a la sangrienta campaña militar contra la insurgencia senderista. Así en las negociaciones de paz el Ecuador fue obligado a retirarse aún más de sus lejanísimos límites originales en el río Amazonas, negociaciones que tendrían severas consecuencias en la Historia, la política interna y la organización de los pueblos originarios.
Pero como ha sido usual, el hecho más dramático del conflicto, desde el punto de vista indígena, fue que los mestizos de ambos países se acordaron de su población originaria siempre ignorada y lautilizaron para la guerra, haciendo que se enfrentaran miembros de una misma etnia que hasta compartía el mismo territorio hasta el año 1941, para defender a estados nacionales que nunca les representaron. En ésta ocasión debieron batirse a nombre de sus amos mestizos, Shuaras ecuatorianos contra Aguarunas y Aguajun peruanos.
El Tratado de Paz fue firmado por el nuevo gobierno Demócrata Cristiano de Jamil Mahuad, quien luego concedió además una base militar a los norteamericanos(21), dolarizó la economía, aumentó el costo de los servicios y en la grave crisis bancaria generada por la inmoral especulación de los bancos, desposeyó de sus ahorros a los ecuatorianos y los puso en manos de los banqueros corruptos. Todos estos hechos unidos a una de las crisis más graves de la economía popular, hicieron que los movimientos sociales, los estudiantes y sobre todo la ya poderosa Confederación de Organizaciones Indígenas del Ecuador CONAIE, salieran a las calles a pedir la destitución de Mahuad. El enero del 2000 el Parlamento de los Pueblos llamó a la desobediencia civil y una nueva marcha indígena se tomó Quito con ayuda del hasta entonces desconocido Coronel Lucio Gutiérrez acompañado de estudiantes de la Escuela Politécnica del Ejército y ex combatientes de la última guerra con Perú; el Congreso se vio forzado a destituir a Mahuad y cambiarlo por el Vicepresidente Gustavo Nobóa.
Gutiérrez otra amarga decepción
El Coronel Lucio Gutierrez causó enorme expectativa en aquellos años. Aparecía como un militar nacionalista, crítico del neo liberalismo, preocupado por los problemas de los oprimidos, amigo de los pueblos originarios y admirador del Presidente venezolano Hugo Chávez. Parecía ser uno de los jefes militares y policiales queescapaban al sinoque desde el norte se ha trazado para los uniformados del hemisferio, elde ser eficacesguardianes de los intereses hegemónicos de la potencia dominante, de ser auténticas fuerzas de ocupación en sus propios países.
Aunque en el Ecuador militares y policías no se han visto masivamente involucrados, excepto en la época de Febres Cordero, en los crímenes aberrantes de lessa humanidad de uniformados como los de Guatemala con 200.000 víctimas, de Colombia con 500.000, Perú con 70.000 o Argentina con 30.000, primero porque las luchas sociales no llegaron a niveles de gran radicalidad y también porque las continuas desmembraciones territoriales centraban la atención militar en la defensa de las fronteras;los falsos paradigmas ideológicos de laterminada Guerra Fría seguían siendo una indiscutible verdad en los cuarteles, aunque por otro lado se habían destruido también mitos como los de la solidaridad hemisférica después del apoyo norteamericano a la colonización inglesa de las Islas Malvinas, y en el País tras sufrir la poco imparcial posición mediadora de los Estados Unidos en las guerras de invasión del Perú. Lo cierto es que luego de unos pocos meses en prisión el Coronel Gutierrez se transformó en el candidato del cambio yganó las nuevas elecciones con apoyo del Movimiento Indígena, de los Movimientos Sociales y de la Izquierda marxista.
Más para sorpresa de quienes le apoyaron muy pronto develó su auténtico rostro, en un ambiente de abierto nepotismo y corrupción,no tardó en aliarse a la extrema derecha social cristiana para hacerles participar en el festín de las privatizaciones de acuerdo a las formulas del FMI, aceptó el llamado Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, abrió los territorios de comunidades indígenas como la de Sarayacu a la ambición de las transnacionales, intentó controlar la Corte Suprema de Justicia aliándose con el defenestrado ex presidente populista Abdalá Bucaram(22)y en su primer viaje a Washington en una posición antagónicamente opuesta a la que había sostenido en campaña, se declaró el mejor amigo y aliado de George W Bush y peor aún comprometió al Ecuador en la geo estrategia norteamericana para la región en el Plan Colombia y el Patriota.
Sarayacu 2.002
Y en éste complejo contexto político social fue cuando sin ningún aviso, en éste caso sin siquiera haber dado lectura al famoso ¨Requerimiento¨ como los Ibéricos hacían en la época de la Conquista, sorpresivamente, en una mañana que ningún miembro de la comunidad de Sarayacu olvidará, se escucharon intensos ruidos de helicópteros que se aproximaban y cuando los comuneros llegaron a averiguar, se encontraron con miembros de las fuerzas especiales en traje de combate y armas de guerra, que protegían a técnicos de la empresa petrolera CGC(Compañía General de Combustibles), que venían a tomar posesión de la concesión petrolera que el gobierno del Coronel Lucio Gutiérrez les había generosamente concedido. Claro que al Coronel se le había olvidado algo elemental, al menos preguntar, consultar a sus legítimos dueños, que ademáspara colmo eran justamente parte de una organización que le había ayudado a encaramarse en el poder.
La respuesta de Sarayacu no se hizo esperar y fue unánime, tras una asamblea se decidió expulsar a la CGC. Los niños quedaron al cuidado de los ancianos y el resto de la comunidad se desplazó masivamente al lugar de la invasión, las mujeres que siempre han tenido un destacadísimo papel rodearon y desarmaron a los militares, y uniformados y petroleros debieron abandonar el territorio. A partir de entonces los hombres formaron patrullas para vigilar la extensa tierra comunal e ir desactivando los explosivos dejados por la compañía para la prospección sísmica.
Los meses siguientes fueron de enorme tensión, cundían las amenazas de una nueva invasión violenta y las falsas acusaciones de robo de pentolita, de terrorismo e intentos de organizar la resistencia armada; pero Sarayacu se mantuvo firme e inició una extensa campaña de denuncia nacional e internacional. Para entonces también la estrella del Coronel Gutierrez se había eclipsado totalmente, la gente protestaba masivamente en las calles, sus antiguos aliados indígenas le acusaban de traición (23) y hasta su ex jefe en el ejército el General Paco Moncayo, que comando las fuerzas ecuatorianas en la Guerra del Cenepa,en la que el Coronel no peleo, le tildó de ¨dictador, sinvergüenza y cínico¨.
Pronto la situación de Gutiérrez se volvió insostenible, sus compañeros de armas debieron elegir entre escuchar el justo descontento popular que había llegado hasta el hartazgo, pues el grito en las calles y comunidades era: ¨ ¡......Fuera Todos.....¡¨; o provocar una masacre para sostener al Coronel, y comprometerse en una incierta aventura militar en Colombia, a favor de una potencia imperialde dudosa actuación en los conflictos territoriales y de un gobierno, el de Uribe comprometido con el crimen organizado y los carteles(24), que además había narcoparamilitarizado ese país. Una aventura que extendería la lucha insurgente a territorio ecuatoriano y que posiblemente les llevaría también a agredir a un país hermano como Venezuela. La decisión era obvia, con el Palacio de Gobierno cercado por manifestantes, Gutiérrez debió escapar en un helicóptero facilitado por sus ex compañeros y luego asilarse en la embajada de Brazil.
El Gobierno de Rafael Correa
Fue entonces cuando apareció en la palestra política el actual Presidente Rafael Correa, que surgió también como producto de un acuerdo entre el Movimiento Indígena, los Movimientos Sociales y los Partidos de Izquierda, y su actual mandato es el resultado del hartazgo generalizado de la población ante las décadas de actuación vandálica y corrupta de la derecha y el populismo. Aunque no se puede hablar de Revolución, pues no han habido cambios estructurales, que por otro lado sería impensable que los EEUU lo permitiera, indudablemente hay logros muy importantes en torno a la economía que se blindó ante la crisis mundial alejándose de las mortíferas recetas del FMI y tiene un crecimiento sostenido, a la disminución de la pobreza, al desempleo que se ha reducido a tazas históricas, a la vialidad, al apoyo a los minusválidos y sobre todo a la política internacional en donde el Ecuador ha recuperado su norte que siempre debió haber sido mirar al sur, así como su soberanía y dignidad perdidas.
Pero el Gobierno de la Revolución Ciudadana, que ha tenido muy serios problemas en su relación con los pueblos originarios, mantiene aún una deuda no saldada con los campesinos y los movimientos indígenas que le apoyaron tras la promesa de hacer una reforma agraria, una ley de aguas democrática, de garantizar la soberanía alimentaria y establecer una moratoria petrolera.Ofrecimientos que aún no se han cumplido.
Peor aún abrió una nueva ronda de licitaciones petroleras que involucra a valiosísimas zonas vírgenes del centro y sur oriente amazónico, se intenta instaurar la minería a gran escala dejando de buscar la alternativa de ser eternos exportadores de materia prima y hasta se habla de abolir la prohibición de importación de semillas y productos transgénicos.
Sarayacu y el Fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
Después de quinientos años de atropellos, Sarayacu quería asegurarse que la amenaza de los ¨Reyes Blancos o Mestizos de la Creación¨ y su peligroso ¨Destino Manifiesto¨ no vuelva a cernirse nuevamente sobre su territorio y desde el 2.002 ha mantenido una activa campaña de denuncia y de búsqueda de solidaridad internacional, así como un contencioso en contra del Estado ecuatoriano, en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que le obligue a la consulta previa.
Y en un hecho histórico que tal vez refleja que el ¨Rey Blanco de la Creación¨ finalmente empieza a aceptar la condición humana de los pueblos originarios y también que la Pachamama, que la Madre Tierra tiene que ser respetada;la discutida Corte Interamericana de Derechos Humanos emitió un fallo a favor de Sarayacu, exigiendo al Estado ecuatoriano consultar de manera limpia, transparente, democrática, con veeduría internacional a los pueblos y comunidades, antes de firmar cualquier concesión y condenándolo además al pago de una compensación por los daños causados a ésta comunidad.
En Ecuador decir ¨¡...Indio...!¨ a alguien es todavía un insulto, las calles y plazas de las ciudades con gran desvergüenza están llenas de los nombres de los más destacados genocidas de la época de la Conquista, los asesinos de los pueblos originarios son los héroes de la sociedad blanco mestiza, hasta una Provincia lleva el nombre del brutal conquistador Orellana, y no el de los héroes de la resistencia amazónica como Jumandy o Beto y cuando los ¨pelucones¨ se disfrazan de españoles para ir a ver la sádica tortura de un animal en las ferias taurinas, rasgando la zzzzzzz, hablan aún de la Madre Patria refiriéndose a España; ¡... vaya progenitoracon semejante pasado de filicidio y latrocinio que reconocen...!.Irónicamente en cambio, la concepción que el antiguo y el nuevo Imperio tienen hoy sobre los habitantes de Latinoamérica apenas a variado, para los unos somos los sudadores apestosos del sur que vamos hacer los trabajos que los españoles no hacen: ¨los sudacas¨; mientras que para los norteamericanos que en un 52% se declararon anti latinos en las últimas encuestas de su campaña presidencial, somos ¨los perros¨, como lo dijo Steven King, Vicepresidente del Sub Comité de Inmigración de la Cámara de Representantes compañero del candidato Republicano Mitt Romney. En éste grotesco contexto de altanería imperial, es obvio suponer que un gobierno como el de Rafael Correa, que se precia de progresista, respetará el fallo.
Pero el tema va mucho más allá de Sarayacu, el Ecuador es un país muy pequeño con una enorme población indígena marginalizada y una naturaleza privilegiada con uno de los índices más altos de deforestación y degradación del entorno natural, que difícilmente podría soportar otra era estractivista, en favor de las trasnacionales. Y más allá del Ecuadorlos desafueros cometidos contra la naturaleza nos tienen a dos grados centígrados de un cambio climático que significaría un desastre universal y la crisis del sistema capitalista mundial esta cuestionando su viabilidad y sostenibilidad en todos los ordenes, en especial en términos económicos, ecológicos y humanos. Ojalá entonces los ¨Reyes de la Creación¨ y su mentiroso ¨Destino Divino¨, no sigan pensando que pueden seguir explotando a la naturaleza y a los seres humanos, como hasta ahora lo han hecho.
Por todo esto el Fallo en favor de Sarayacu en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, seguro que será además un positivo antecedente jurídico, para los centenares de pueblos originarios del continente que de manera silenciosa o enérgica, muchas veces en condiciones extraordinariamente peligrosas como los de la guerra civil colombiana, o en países acostumbrados a las masacres impunes de los pueblos nativos que protestan como Guatemala, Perú, Honduras o Brazil; buscan conservar su territorio y piden el elemental derecho de mantener su savia forma tradicional de vida.
Alejandro Santillán M.*
*Profesor universitario, Cineasta, ha escrito libros y ejercido de periodista. Durante décadas trabajador independiente de canales alemanes de TV. Ha recibido premios nacionales e internacionales por su trabajo audiovisual y periodístico.
(1) Shamuy en kechua: ven.
(2) Ayaguasca, en kechua significa cuerda o soga de los muertos. Se trata de la Banisteriopsis capi, una plantaalucinógena considerada sagrada por muchos pueblos amazónicos, que es usada en ritos shamánicos y con fines medicinales.
(3)Algunos pueblos de la altiplanicie andina se refugiaron en las selvas tropicales amazónicas y costaneras en aquellos años, por su ascendiente kechua, Sarayacu parece ser uno de ellos.
(4) La cultura Valdivia de la costa central y su del Ecuador, con la de Puerto Hormiga en Colombia fue una de las primeras grandes culturas de agricultoras del continente, el arqueólogo ecuatoriano Jorge Marcos ha sido su principal estudioso. Los restos arqueológicos descubren una sociedad matriarcal con avanzadísimos conocimientos, ellas seguramente para elaborar calendarios para sus tempranos cultivos, teniendo la ventaja de encontrarse bajo la línea ecuatorial, hicieron los primeros estudios astronómicos que se conocen hasta hoy en el continente. Sus mapas estelares en terracotadescubren con asombro que sabían del sistema solar y del sistema galáctico, y aún más que probablemente de acuerdo a uno de sus estudiosos y coleccionistasmás destacados Alejandro Hertz, habían medido que cada 500 años nos desviamos en 1 grado del centro de la galaxia, fenómeno, ciclo del tiempo estelar que luego astrónomos posteriores Mayas, Chimus, Tihuanacos etc. lo llamarían Katun, Bactum o Pachacutik y pasaría también a ser un principio filosófico y un hito histórico.
(5) El fraile Dominicano Bartolomé de Las Casas jugó un papel clave en la defensa dela naturaleza humana de los habitantes del Nuevo Mundo y en la denuncia de las atrocidades cometidas por los conquistadores españoles.
(6) Los teólogos de la época pensando que la Conquista podía poner en peligro el alma de los monarcas de Castilla, redactaron el ¨Requerimiento¨, proclama que se leía a gran distancia a los habitantes del Nuevo Mundo en castellano o en latín, antes de una batalla o un saqueo, en el que se les instaba a someterse o ser culpables de todo lo que acontecería a continuación.
(7) Término con el que se conocía a los peninsulares ibéricos durante la Colonia, en contraposición a los ¨Criollos¨, o hijos americanos de los peninsulares.
(8)El origen del término y su concepto puede remontarse al pastor puritano John Cotton (1.585 1652) o antes, y no al Presidente Wilson. Igual desde entonces ha servido a los Estados Unidos para justificar genocidios y conquistas territoriales. Lebensraum dijo lo mismo para justificar la expansión y el genocidio nazi.
(9) Wantug, especie de floripondio, que en la selva amazónica es considerada una planta sagrada y se utiliza en ritos shamánicos y sesiones de curación.
(10)Fue el Presidente argentino Arturo Frondisi, quien denunció que detrás de la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay, estaban los intereses de la petrolera norteamericana Stándar Oil de New Jersey y de la anglo holandesa compañía Shell.
(11) Límite fijado en el Marañón Amazonas por el Protocolo Pedemonte Mosquera entre La Gran Colombia y Perú, 11de agosto de 1830.
(12) Intelectual, político y escritor ecuatoriano, ex Ministro del Ambiente, actual Presidente de la Casa de la Cultura. Autor de libros como: El Festín del Petróleo, los Campesinos de Loja y Zamora, Nuestra Guerra.
(13) Reunión efectuada en agosto del 2.006 en San Lorenzo del Marañón, organizada por la Coordinadora Binacional de Achuaras de Ecuador y Perú COBNAEP. Queda una memoria documental de algunos de esos testimonios en la película documental Achuartin Iruntramo (Siegmund Thies, Alejandro Santillán, Tim Kuhn)
(14) Familia de lenguas de América del Sur, habladas por pueblos originarios de más de una docena de países,que incluye a la Arahuak o Maipurena.
(15) Testimonio relatado por los propios Woarani a Jack Jaramillo, profesor mestizo de sus escuelas que habla perfectamente el Waotetero.
(16) Disposición del ex Instituto Nacional de Reforma Agraria y Colonización del Ecuador.
(17) Testimonios recogidos para el programa radial hecho para los pueblos amazónicos de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Brazil: ¨Voces de la Amazonía¨ (español-portugués), por el autor de éste artículo que era su Director. Fundación Pachamama.
(18) Investigación realizada por el médico español Adolfo Maldonado para la Ong ecuatoriana Acción Ecológica.
(19) Revista Caretas, columna controversia, autor Fernando Rospigliosi. ¨La farsa de la victoria es insostenible¨ y Artículo del Comandante estadounidense Glen R. Weider.
(20)¨Cenepa, Antecedentes, el Conflicto y la Paz¨ Paco Moncayo Gallegos, Coorporación Editora Nacional 2.011, pag. 267. El General Moncayo fue el comandante del frente ecuatoriano en la Guerra del Cenepa
(21) El Ecuador es un país pequeño, que constantemente ha sido agredido y mutilado en su territorio, y a su población no le gustó que Jamil Mahuad permitiera que los EEUU usaran su territorio, comoun portaviones para agredir a otros pueblos, tal como sucedió con Honduras, usado para asesinar sandinistas.
(22) El populista Abdalá Bucaram fue Investido comgo Presidente del Ecuador el 10 de agosto de 1996 y destituido por corrupción e incapacidad para ejercer el 17 de febrero de 1997.
(23) La acusación de los movimientos que le apoyaron de ser el ¨hombre de la Embajada¨, por las grabaciones hoy conocidas gracias a Julian Assange y Wekeleke, parecen confirman que el Coronel y su hermano Gilmar, informaban a funcionarios norteamericanos e incluso les hacían propuestas antidemocráticas.
(24) En Ecuador como en el resto del mundo es ampliamente conocida la relación de Alvaro Uribe (Don Varito) y la de su padre con los carteles, asi como la manera como paramilitarizó sangrientamente su país. Entre otros libros sobre el tema, el libro ¨Amo a Pablo y Odio a Escobar¨, de la periodista Vallejo, hasta hoy se vende en los puestos de revistas de las calles ecuatorianas.
Razón tiene Gonzalo Arcila: es importante incentivar el diálogo, tanto más cuanto que se trata del conocimiento, que es, como sabemos, la vida misma. Ello, desde luego, no va en desmedro de la posibilidad –y en ocasiones del hecho– de que puede haber –y ojalá los haya– desacuerdos y disensos. Lejos de todos nosotros las mayorías y los unanimismos, propios de las iglesias y las ideologías de todos los tonos. Concuerdo en la importancia del diálogo como forma de vida, que ha sido siempre, en todas las geografías y culturas, la señal misma del desarrollo y el carácter civilizado de la existencia. Sólo que ahora, por el contenido mismo de su texto, Gonzalo abre el diálogo (por lo pronto, decimos los optimistas) a tres...
Es hermoso el título de la propuesta del profesor Arcila: "La experiencia de la infinitud". La razón tiene que ver con el concepto mismo de infinitud. Ya tendré la ocasión de volver sobre el nombre mismo.
Quisiera destacar cuatro temas en el texto de G. Arcila para justificar este diálogo. El primero tiene que ver con lo que denomina "el diálogo conceptual como forma de vida y la tarea de transformación de la realidad planetaria". Un segundo motivo es el diálogo con Pablo Dávalos acerca de las reticencias de éste último para asumir "las teorías de la complejidad en las ciencias sociales y humanas". Específicamente, se trata de la "episteme de la physis" como estrategia política que hay que develar. Gonzalo cree que esta episteme "abre un tema para la investigación, de amplias implicaciones, en la historia del pensamiento de Marx y Engels respecto a los intercambios entre naturaleza y sociedad capitalista". Justamente, aquí aparece el tercer tema: se trata, para decirlo con sus palabras, de "la realidad del tiempo infinito y creador y de la experiencia humana que da cuenta de esa realidad. En esa emergente experiencia, el destino de la naturaleza y la humanidad no es la muerte, tampoco el abandono en un valle de lágrimas, ni la culpa por un pecado que nos privó sin esperanza del paraíso". Finalmente, el cuarto motivo es el interés de Gonzalo por la universidad y por tanto por la gestión del conocimiento. De hecho éste constituye el verdadero motivo de la nota suya, pues dirige u orienta todos sus otros comentarios, aclaraciones e interpelaciones tanto a Pablo D. como a mí hacia este tema.
***
Existe, a todas luces, un serio problema. Una vez que, por obra de la internacionalización, globalización o mundialización (en realidad, tres maneras distintas de denominar un mismo proceso), los problemas se han vuelto efectivamente planetarios, el más difícil de los problemas tiene que ver con la acción. Entender y explicar los procesos y dinámicas, los retos y los peligros, los agentes y las consecuencias de la globalización es ya hoy en día prácticamente un lugar común. La dificultad enorme surge del lado de la acción –praxis. En efecto, la vieja aserción de los años 1980 –"pensar globalmente y actuar localmente"– es hoy en día no solamente una proposición conservadora, sino, además y por ello mismo, una idea inocua, poco eficiente.
El tema, más bien es, ¿cómo actuar globalmente en contextos de mundialización? El término, bien intencionado acuñado por N. García Canclini (y otros) de lo glocal es afortunado, pero limitado frente al interrogante. La acción es siempre local, no cabe la menor duda. Pero ya hoy en día no puede ser única o exclusivamente local. Dadas las dinámicas, estructuras y procesos globalizantes, los procesos de transformación –en el orden que se quiera, en el plano que se proponga, en fin, con la intención que se sugiera– debe ser, correspondientemente global. Pero, precisamente por ello, la antropología y la etnografía, por ejemplo resultan fundamentales: existen numerosas prácticas locales que son desconocidas a escalas meso y macro.
El capitalismo se caracteriza por ser un sistema social y cultural –en el sentido más amplio y al mismo tiempo incluyente de la palabra– que se caracteriza por la improvisación, el cortoplacismo y la inmediatez. No en vano, las dos o tres ciencias que fungen como dínamos del capitalismo poco y nada saben de densidad temporal: el derecho, la economía y la administración (y dentro de la segunda, las finanzas). Razón tiene Wallerstein: se trata de ciencias del presente, ciencias (o disciplinas, da igual) que poco y nada saben del pasado o del futuro como longue durée (una expresión que se debe en realidad a Braudel).
Una acotación: En el derecho, la economía o la administración temas como: historia del derecho, historia de la economía o historia de la administración son perfectamente episódicas, pues un administrador, un economista o un abogado (o jurista, según el caso) deben ante todo saber de eficiencia y eficacia.
Contrario a estas, la termodinámica de los sistemas alejados del equilibrio o física del devenir tiene en el tiempo un organizador intrínseco. El tiempo es, al cabo, un factor creador y no destructor; factor de aprendizaje antes que de olvido; en fin, el tiempo posibilita y abre, antes que uniformiza, equilibra y aplana todo –como decía, Platón al final de la República (Politeia), en la aguas de lethe, que es el olvido.
La termodinámica del no-equilibrio es la primera ciencia en la historia de la humanidad que plantea, de manera abierta y directa que el tiempo desempeña un papel creador. Durante toda la historia de la civilización occidental, particularmente debido a las tres religiones monoteístas fundacionales de la misma, el tiempo era asumido como una maldición, un factor destructivo, un mal necesario. Las cosas importantes, valederas, suceden a pesar del tiempo y, en realidad, después del tiempo.
Para reafirmar esta argumentación: La física newtoniana, ahora calificada de clásica, fue en su momento una ciencia revolucionaria. De hecho, en la historia de la ciencia, el estudio del cielo –planetas, sol, estrellas, etcétera– fue un tema que, nutriéndose originariamente desde el Renacimiento, define el rasgo mismo de la Modernidad. Pues bien, la astronomía fue una ciencia de continuos cambios y mejoramientos: empíricos (observacionales y de medición), filosóficos y científicos. Esta historia produjo la muerte de la numerología y el nacimiento del álgebra; la separación de la astrología y la astronomía; en fin, la escisión entre la teología y la ciencia propiamente dicha. En esta historia contribuyen figuras tan fundamentales desde John de Sacrobosco a Giordano Bruno, de Nicolás de Cusa a Galileo, en fin, de Kepler y Copérnico a Newton. La astronomía representaba un campo cuya inestabilidad era altamente atractiva para las mejores mentes de la época. Al cabo del tiempo, ella daría lugar a la necesidad de que naciera el cálculo –gracias, simultáneamente, a Leibniz y a Newton. Esa historia produjo herejes como G. Bruno y juicios inquisitoriales como a Galileo Galilei. Se trata, en fin, de una historia que no tuvo lugar de manera pacífica y desapercibida, sino que, literalmente, cambió la forma de ver el universo y la realidad predominante durante diez siglos de Edad Media, por lo menos.
La dificultad –la enorme dificultad– radicó en que el movimiento que fue por primera vez descubierto y explicado tuvo lugar a la manera de explicaciones mecánicas, que para la época eran innovadoras, pero que, como sucede en el caso de Newton terminan, al cabo, por convertirse en saber oficial.
La ciencia moderna nace como ciencia "desde abajo" en contraste con la teología que era la ciencia de la Edad Media y que trabajaba "desde arriba". En consecuencia, la ciencia moderna descree de la autoridad y la tradición, se funda en la observación y la descripción, crea nuevos métodos, técnicas y herramientas, acuña nuevos conceptos y lenguajes, se organiza ella misma en prestigiosas instituciones (la Royal Academy, la Académie Française des Sciences, la Preussische Akademie der Wissenschaften – cada una con sus respectivos capítulo, estatutos, canales y formalismos). "Desde arriba" hace referencia a la escolástica, la ontología racional, la psicología racional y la cosmología racional, el peso de la teología y con ella, de ese capítulo medular que es la dogmática, el peso de la autoridad, en fin el acatamiento y el temor, todo lo cual se expresaba en fórmulas como el nihil obstat y el imprimatur. La ciencia Moderna fue, a todas luces, una revolución.
Pues bien, la Modernidad nace pensando el mundo y el espacio del ser humano. Por ello su interés por la física. Pero con ella, el cuidado, la observación, la descripción de la naturaleza. La naturaleza como fuente de verdad y como criterio del juicio, en marcado contraste con el peso de la Iglesia, y con ella del Vaticano, el Papa, y Rey de que se tratara en cada caso.
Como quiera que sea, en los nuevos tiempos la naturaleza no es un enemigo a vencer y esclavizar. Por el contrario, es nuestra amiga –muchas dirán incluso, nuestra madre (la Pachamama, acaso)–, y cualquier disputa o pelea con ella, con absoluta seguridad la perderá el ser humano. Éste, en términos abstractos; y en términos concretos cualquier sistema económico y de valores, religioso y político, social y de principios que sitúe a la naturaleza simplemente como medio para los fines, intereses, beneficios y utilidad de dicho sistema.
Desde los orígenes de la Modernidad hasta nuestros días, asistimos, literalmente, a un creciente movimiento de naturalización de la epistemología, y con ella, de naturalización de la ciencia y la filosofía. Una de las últimas expresiones de esta tendencia son las ciencias de la complejidad.
Estamos, manifiestamente, apenas en los inicios del nuevo modo de organizar el diálogo humanidad-naturaleza. Podemos aprender, como de hecho se está comenzando a hacer, de otras culturas y civilizaciones llamados eufemísticamente como no-occidentales, o bien como no-tradicionales, o incluso como alternativas. La relación entre el ser humano y la naturaleza es en realidad el aprendizaje de dos ritmos y densidades temporales radicalmente distintos. Uno, el de los tiempos humanos, bastante limitados; otro, el tiempo de la naturaleza, que, por ejemplo, como bien lo enseña la geología, comienza a contar a partir del millón de años, pues tiempos y escalas inferiores son bastantes limitados. Pues bien, el encuentro o el diálogo entre ambos tipos de temporalidad corresponde en realidad al aprendizaje, por parte de los seres humanos, de que la lógica de la naturaleza es exactamente como el de la vida: se trata de un (doble) juego que se juega a largo plazo.
La complejidad –esto es, las ciencias de la complejidad– nacen a partir de fenómenos intrínsecamente inestables e imprevisibles. De un lado, como respuesta a Oscar II, rey de Suecia, quien quería saber si el universo era estable a largo plazo. La respuesta, como es sabido, la aporta H. Poincaré con una demostración de imposibilidad. Y de otra parte, con el estudio de la meteorología por parte de E. Lorenz, nace el estudio de los sistemas caóticos: ciencia del caos. Al mismo tiempo, el estudio de fenómenos y comportamientos alejados del equilibrio (reacciones Belousov-Zhabotinski), y las células de Bénard permitirán a la postre el nacimiento de la termodinámica del no-equilibrio. El resto es historia –cuyo recuento, sin embargo, no cabe en el espacio de este blog. La complejidad está caracterizada como la pasión por fenómenos, comportamientos y sistemas esencialmente inestables, fluctuantes, impredecibles, irreversibles y súbitos. Nunca en la historia de la humanidad se había tomado tan en serio el tema del devenir. La historia (oficial! Cfr. La historia oficial, Director Luis Puenzo, 1985) de Occidente es la historia de(l) ser .
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Ahora bien, el tema se orienta, más pronto que tarde, a la organización del nuevo conocimiento. Dicho literalmente, se trata de la gestión de la revolución, al mismo tiempo que se trabaja en ella –una circunstancia apasionante, y que como tal nunca se había manifestado en la historia anteriormente.
En este panorama, se trata de la crisis de la universidad en su sentido tradicional. La innovación, de hecho, en el mundo de hoy, no se lleva a cabo fundamentalmente al interior de la universidad, sino, por el contrario, mayoritariamente por fuera de ella. No en vano el llamado a la alianza Universidad-empresa, de un lado, y de otra parte, a la función social de la universidad: Universidad-sociedad. Mediando, siempre, el papel del Estado. Ya sea como reglador o bien, idealmente, como garantista –lo cual conduce la mirada en otras direcciones.
Las ciencias de la complejidad son ciencia de punta. A pesar de ser aún pequeño el espacio para su desarrollo, es pujante y creciente su desarrollo y vitalidad. Basta con echar una mirada a la cantidad –¡y calidad!- de eventos revistas, colecciones editoriales, y demás en el país y en el mundo.
De manera atávica, las revoluciones han comenzado en intersticios y comisuras; en pliegues y márgenes. Sólo, paulatinamente, se van ganando valles y montañas. Pues bien, lo mismo sucede en el plano de la investigación tanto como de la educación. Se trata, si cabe, de una estrategia evolutiva.
Antes que elaborar una reflexión de tipo universal, cabe mirar la situación en nuestros países. Los administradores de las universidades no son, de manera tradicional académicos o científicos. Son políticos o economistas, administradores o abogados, ingenieros o financistas, mayoritariamente. Y sin embargo, ese no es el verdadero problema. La verdadera dificultad estriba en el hecho de una fuerte asimetría entre las instancias administrativas de la universidad y las académicas y científicas. Esta asimetría ha sido generalmente en favor de las primeras, y en desmedro de las segundas. Un ejemplo puntual de contraste: ¡en los países anglosajones y europeos los administradores (o administrativos) jamás les dicen a lo académicos y científicos lo que deben enseñar o investigar!
Deben fortalecerse, manifiestamente los puentes entre la educación básica y la media, y entre ambas y la universitaria. Pero, como con razón sostiene M. Cereijido, América Latina no produce ciencia ni tecnología, sino, en el mejor de los casos, científicos e ingenieros. Y más generalmente, nuestras universidades usualmente producen cohortes. (Los programas de pregrado y de postgrado, así como los doctorados habitualmente se presentan a sí mismos, como produciendo la cohorte número x).
El problema ciertamente es de presupuesto y apoyo a la universidad pública tanto como de crecimiento y sensibilización social de parte de la universidad privada. Pero mientras las élites políticas se comporten indolentes ante el conocimiento, la situación difícilmente puede mejorar de manera significativa.
En el caso colombiano, por ejemplo, ningún presidente ha tenido ni siquiera título de Maestría –un notable ejemplo es, en Ecuador, Rafael Correa. Varios presidentes aparecen con "cursos de postgrado", simplemente. A excepción de los últimos ministros, particularmente de Hacienda, ningún ministro ha tenido título de Doctorado (Ph.D.). La excepción se explica por el hecho de que varios provienen de una prestigiosa universidad privada que ha hecho un fortín de ese ministerio y del Departamento Nacional de Planeación; por tanto, se trata de académicos fuertemente vinculados al sector privado, y a través suyo, al sector público. No existe tampoco ningún embajador que haya tenido una formación del más alto nivel académico. La razón proviene desde el siglo XVII cuando se hablaba de la mita y la encomienda: un país inmensamente rico por naturaleza, tenía la "indiamenta" y la "negramenta" (sic) para trabajar por y para las élites nacionales. Quizás el último miembro de las élites tradicionales que tuvo un acercamiento sincero por la ciencia, la investigación y el conocimiento, fue Federico Lleras Acosta, padre de la vacuna contra la viruela en Colombia.
Gonzalo Arcila hace el llamado –o la reflexión– de una nueva universidad acorde con los desarrollos de las ciencias de la complejidad. Compartimos ese sueño: pero miramos hacia delante, en el tiempo.
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[1] Formulado originariamente por Heráclito, el devenir nunca fue un motivo serio de estudio en la civilización occidental. Ni siquiera el marxismo se tomará nunca en serio el trabajo del joven Marx sobre el Demócrito y Epicuro –los dos nombres que suceden en esta línea de pensamiento a Heráclito-.
La teoría económica convencional tiene una idea absurda sobre los orígenes del dinero. En el fondo es un disparate, pero tiene muchas implicaciones en materia de regulación bancaria, reservas y política monetaria. Lo más grave es que la gran mayoría de los economistas creen en la explicación convencional de la ortodoxia sobre los orígenes del dinero.
La narrativa de la teoría dominante corre desde Adam Smith hasta nuestros días. La historia es sencilla: en el principio los seres humanos, por su propensión natural al intercambio, estuvieron involucrados en operaciones de trueque. Poco a poco se percataron que los costos de cada transacción eran muy elevados: el trueque requiere una doble coincidencia de necesidades y, cuando esta condición no se cumple, la transacción no se puede llevar a cabo. Por lo tanto, el trueque es una operación complicada y para facilitar los intercambios se introdujo el dinero. Al pasar el tiempo, el dinero evolucionó hasta llegar a las monedas acuñadas, el dinero fiduciario, las tarjetas de crédito y los cajeros automáticos.
Para la teoría económica el dinero siempre ha sido una "tecnología de transacciones". En una magnífica pero equivocada metáfora, John Stuart Mill afirmó (en sus Principios de economía política) que "el dinero es una máquina que permite realizar, de manera más cómoda, aquello que puede realizarse sin ella". Esto significa que el instrumento monetario es accesorio y no es esencial para realizar los intercambios: éstos pueden realizarse sin ella, aunque con mayores dificultades. En consecuencia, en su programa de investigación la teoría económica decidió que para analizar la esencia del proceso de mercado había que hacer a un lado el dinero.
Desde el punto de vista de la teoría económica, lo que siguió es un verdadero desastre: la introducción del dinero en la teoría económica no ha sido una tarea fácil. La mejor demostración de que el pensamiento económico neoclásico se perdió en un callejón sin salida al escoger este enfoque es que la teoría más sofisticada sobre el mercado, la teoría de equilibrio general, no tolera la presencia de la moneda. Este problema (planteado en 1965 por Frank Hahn) se debe a que el dinero fiduciario no tiene utilidad propia y para que funcione como medio de pago es necesario postular que siempre tendrá un precio positivo, lo que simplemente esconde el problema debajo de la alfombra.
Vale la pena señalar que la teoría de equilibrio general, con todos sus muy importantes defectos, ha sido el principal instrumento para defender los postulados del neoliberalismo. A la luz de lo que acabamos de señalar, eso es un escándalo: el principal instrumento para justificar la desregulación financiera es un modelo que describe (y muy mal) una ¡economía de trueque!
En 1971 se demostró algo sorprendente: en un modelo de trueque en el que las transacciones se llevan a cabo de manera descentralizada, los intercambios no necesariamente se llevan a cabo. La razón es la misma que hemos ya anunciado arriba, a saber que la doble coincidencia de necesidades no siempre se verifica y eso lleva a un bloqueo en los intercambios.
La narrativa dominante sobre el origen del dinero quedó hecha pedazos. Si el trueque generalizado y descentralizado no es posible, entonces no se puede afirmar que primero fue el trueque y después vino la moneda. Lo más importante es que quedó demostrado que el dinero no es una tecnología para agilizar transacciones, sino que es la condición de posibilidad de los intercambios. El análisis lógico demuestra que nunca hubo un mercado sin dinero. El análisis antropológico e histórico revela una historia mucho más interesante e inquietante.
En las obras de Michael Polanyi, de John Maynard Keynes y de L. Randall Wray encontramos otro tipo de análisis en el que el trueque no conduce al dinero. Polanyi explica con gran lucidez y elegancia cómo los intercambios "sin dinero" constituían operaciones en un mercado que no dominaba a la sociedad. Para Keynes el dinero como unidad de cuenta nace y se desarrolla de manera conjunta con el endeudamiento, no con los intercambios. Para Randall Wray las deudas privadas fueron acompañadas de instrumentos de crédito elementales que fueron cristalizando una unidad de cuenta social.
De este modo, la estandarización de la unidad de cuenta es una fase crucial en el surgimiento del dinero. El origen del dinero está en el surgimiento de un sistema de deudas privadas que son reconocidas en una unidad de cuenta que gradualmente adquiere reconocimiento social como una útil referencia para el pago puntual y preciso de las deudas. En consecuencia, el mercado es un espacio en el que los participantes buscan dotarse de medios de pago medidos en la unidad de cuenta de referencia para pagar deudas. Aquí encontramos el embrión de la acumulación capitalista: el mercado no es un espacio para el trueque sino para la obtención de los medios de pago de deudas. Se abre la puerta a una teoría monetaria de la producción.
Un nuevo régimen de producción debe basarse en la norma constitucional que establece la Economía Social y Solidaria, y que postula que el centro de toda actividad económica es el ser humano. Pero no desde una visión antropocéntrica, pues el ser humano no solo debe ser solidario con los demás, sino que debe vivir en armonía con la Naturaleza, de la que forma parte. Ese es el punto de partida del Buen Vivir.
Igualmente, como dispone la Constitución de Montecristi, hay que asegurar una relación armónica entre Estado, mercado y sociedad. Al mercado hay que civilizarlo, para lo cual el país ya cuenta con una ley para el control de las operaciones oligopólicas y monopólicas; ley que, sin embargo, carece de poder para afectar las estructuras monopólicas y oligopólicas existentes, que frenan el desenvolvimiento dinámico de la economía. Por ello es importante romper con aquellas estructuras que hegemonizan el aparato productivo.
Si bien es cierto que al mercado hay que controlarle para que este no se sitúe por encima de los intereses de la ciudadanía y las personas, no creemos que sea función del Estado entrometerse en la vida cotidiana de la ciudadanía. El Estado no puede ser una suerte de inspector de las costumbres ciudadanas que prohíbe las conductas sociales (como sucede con la prohibición de vender cerveza los domingos o peor aún que un burócrata estatal pueda decidir cuál debe ser la vocación profesional de la juventud que quiere estudiar en una universidad).
Necesitamos una sociedad fuertemente organizada, que ciudadanice al Estado y civilice el mercado. De igual manera, consideramos que la acción productiva en el país no debe destruir la Naturaleza, pilar sobre el cual se sustenta nuestra economía y el futuro de las generaciones venideras. En tal sentido, también es indispensable fortalecer el control del Estado sobre los recursos naturales no renovables. Sin embargo, estamos convencidos de la inviabilidad económica, social y ambiental de la megaexplotación minera.
El grueso del cambio político, institucional y socioeconómico se generará desde las pequeñas y medianas empresas, así como desde aquellas organizaciones cooperativas y comunitarias, sobre la base del uso intensivo de fuerza laboral y tecnologías intermedias, insumos local-regionales, concentrando la producción para cubrir prioritariamente las necesidades del mercado interno y garantizar la soberanía alimentaria nacional.
Las prácticas monopólicas y oligopólicas concentran riqueza en pocas empresas grandes, que no son las mayores generadoras de empleo y, muchas veces, en lugar de fomentar la producción, promueven las importaciones. En el Ecuador las pequeñas y medianas empresas (PYMES) generan la mayor cantidad de empleo: 75%, y participan de un 56% de las ventas nacionales. Las pequeñas empresas, a pesar de ser el 95% del universo de empresas existentes en el país y las generadoras del 44% de empleo nacional, apenas venden el 16% de los productos que se comercializan en el mercado, lo cual refleja asimetrías que han de ser urgentemente corregidas en nuestra economía.
Los grandes empresarios tratan de acumular aplastando a otros; por ejemplo, buscan maximizar las utilidades por cada unidad de producto que se coloca en el mercado, cuando bien podrían aumentar sus utilidades incrementando la masa de productos que colocan en el mercado. Lo que se aplica especialmente al gran capital extranjero, que no sólo desnacionaliza la economía, sino que -al menor indicio de crisis- emigran al exterior, desestabilizando la economía doméstica.
La tarea es fabricar la mayor cantidad posible de productos localmente, para generar mayor valor agregado y evitar la monodependencia del producto estrella del momento (cacao, banano, petróleo). La opción es crear un aparato productivo vigoroso basado en las pequeñas y medianas empresas del campo y la ciudad, las cuales, además de generar puestos de trabajo, son las que -con frecuencia- menos problemas ambientales generan. El eje de este universo de emprendimientos estaría complementado por las unidades productivas comunitarias, asociativas y cooperativas, así como las unidades económicas populares, con los que se debe construir otra economía, una economía solidaria como manda la Constitución de Montecristi. Es decir una economía inclusiva, sustentable y generadora de puestos de empleo dignos. Proponemos, en suma, incentivar a los que nunca han sido incentivados. Hay que pasar de una economía oligopólica a una economía reciproca y solidaria.
Este sector económico popular y solidario está compuesto por el conjunto de formas de organización económica-social en las que sus integrantes, colectiva o individualmente, desarrollan procesos de producción, intercambio, comercialización, financiamiento y consumo de bienes y servicios. Estas formas de organización económica solidaria incluyen cooperativas de producción, de consumo, de vivienda y de servicios, así como a las asociaciones y organizaciones productivas comunitarias. A estas se suman las organizaciones del sector financiero popular y solidario, que tienen a las cooperativas de ahorro y crédito como uno de sus principales pilares, así como a las cajas solidarias y de ahorro y los bancos comunales.
Estas organizaciones realizan sus actividades basadas en relaciones de solidaridad, cooperación y reciprocidad y ubican al ser humano como sujeto y fin de toda actividad económica por sobre el lucro, la competencia y la acumulación de capital. De esta manera se romperá con toda forma de paternalismo, asistencialismo o clientelismo, por un lado, y por otro, con toda forma de concentración y acaparamiento; prácticas que han dominado la historia del país: migajas para el pueblo y la gran torta para las minorías. Aquí lo que cuenta, a demás, tal como dispone el mandato constitucional, es que el ser humano debe vivir en armonía con la Naturaleza, buscando, individual y comunitariamente, la construcción el Buen Vivir o Sumak Kawsay.
El Estado tendrá que invertir y generar las condiciones que dinamicen a los pequeños y medianos productores, porque son grupos con una enorme productividad del capital. Un pequeño productor con una pequeña inversión le saca mucho más rédito al dólar invertido que el dólar invertido que los grandes grupos de capital y las transnacionales que operan en el país. El problema de ese productor es que no tiene capacidad de acumular. Gana muy poco y vive en condiciones de inmediatez económica, subordinado al gran capital. Muchas veces tampoco tiene una adecuada preparación profesional y formación técnica, dado que el Estado no se ha preocupado en materia de preparación para la adecuada gestión de este sector productivo. Para lograr este propósito se requiere de la cooperación interempresarial de estas empresas de propiedad social, en lo que se denominan “Distritos Industriales”, como lo que existe de alguna manera ya en Atuntaqui. Hay que profundizar y ampliar esta experiencia, haciendo que las diversas empresas compartan costos fijos (maquinaria, edificios, equipo, tecnologías, etc.) y aprovechen así economías de escala, lo que les aseguraría una mayor productividad. (Supervisando, por cierto, que se produzca sin afectar al medio ambiente.)
Por ello se vuelve impostergable una repotenciación del aparato productivo del país, superando su sometimiento colonial extractivista, que en la actualidad se consolida de la mano del gobierno de Rafael Correa. Tenemos que superar la herencia colonial extractivista . Esta decisión exige el ejercicio soberano sobre la economía, la desprimarización de su estructura, el fomento y la inversión para la innovación científico-tecnológica, la inclusión social, la capacitación laboral y la generación de empleo abundante y bien remunerado. Este último punto es crucial para evitar el subempleo, la desigual distribución del ingreso, el desangre demográfico que representa la migración, entre otras patologías inherentes al actual modelo primario-exportador de acumulación.
La transformación del bono de desarrollo humano en un bono productivo y comunitario puede ser una interesante opción para superar visiones simplemente asistencialistas. Esto se completará con un sistema de abastecimiento del desayuno y almuerzo escolar proveniente de la producción de los campesinos y los pescadores locales, sobre todo de los propios cantones: basta de seguir favoreciendo a los grupos monopólicos, como lo hace el actual gobierno. Los resultados de esta decisión son evidentes: fortalecimiento del aparato productivo campesino y pesquero artesanal, así como mayor generación de empleo y la configuración de núcleos de producción de bienes de consumo de masas, en el marco de una ampliación del mercado doméstico y autodependiente que debilite las redes de distribución y comercialización que benefician a los grupos monopólicos en detrimento de los demás productores. (Sobre esta propuesta se puede consultar la nota del 14 de octubre del presente año).
En un presupuesto de más de 26 mil millones de dólares el financiamiento de estas propuestas solo requiere voluntad política: la pobreza se supera con producción y empleo, así como con redistribución de la riqueza y una nueva institucionalidad que vele por la justicia, la no-discriminación y la descentralización política y económica!!!
Un documento interno del mismo gobierno sintetiza lo que el Ecuador ha vivido en estos últimos años: “nunca antes los grandes grupos económicos estuvieron mejor y los excluidos estuvieron menos peor”. A pesar de lo cual no se entiende el problema de fondo, que radica en el hecho de que mientras se mantenga la brecha, estos grupos en extremo explotados nunca podrán estar realmente mejor. En realidad estos grupos no están marginados: están incorporados a la lógica capitalista del gran capital, viven de las migajas que les deja su dinámica sobre-concentradora y sobre-explotadora heredada del pasado neoliberal y no transformada por las políticas públicas desarrolladas durante el actual gobierno.
La lucha contra la pobreza no puede hacerse sin combatir la excesiva concentración del ingreso y de la riqueza. En nuestro país persisten estructuras heredadas de las épocas colonial, oligárquica y neoliberal, que generan prácticas oligopólicas y monopólicas. Esta es la realidad del país.
Las principales actividades económicas están concentradas en pocas empresas: el 81% del mercado de las bebidas no alcohólicas está en manos de una empresa, una empresa por igual contrala el 62% del mercado de la carne, cinco ingenios (con tan solo tres dueños) controlan el 91% del mercado del azúcar, dos empresas el 92% del mercado del aceite, dos empresas controla en 76% del mercado de los productos de higiene y así podríamos seguir enumerando uno por uno cada sector productivo y comercial. Las ganancias de los cien grupos más grandes se incrementaron en un 12% entre 2010 y 2011, superando la astronómica cifras de 35.000 millones de dólares. En este sentido es necesario destacar que las utilidades de los grupos económicos en el período 2006-2010 fueron (serían) 364% superiores al período 2004-2006. Las utilidades de los grupos económicos pasaron (habrían pasado) de 529 millones de dólares en 2006 (antes de Correa) a 1.830,4 millones de dólares en 2010 (con Correa).
Si bien, por mandato constitucional, la banca y los banqueros ya no pueden tener propiedades ajenas a las relativas a su actividad específica, el crecimiento acumulado de utilidades de la banca privada en el período 2007-2009 (durante el gobierno del presidente Rafael Correa) fue 70% superior al período 2004-2006 (gobiernos neoliberales). En el ejercicio del año fiscal 2011, dada la liquidez registrada por la economía ecuatoriana, el sector bancario incrementó sus utilidades en 52,1% en relación al año anterior. Entre enero y diciembre de 2011, la banca privada registró utilidades superiores a los 400 millones de dólares; en estos cinco años de gobierno de Rafael Correa el promedio anual de dichas utilidades bordea los 300 millones.
No es simple transformar esta situación, pero es indispensable apostar por un proceso productivo que supere la actitud rentista, ociosa y parasitaria de muchos de estos grupos económicos. Lo que requiere una nueva perspectiva y una creciente movilización desde las bases, partiendo de lo local -trabajando estrechamente con los gobiernos descentralizados- para ir avanzando a lo regional y los espacios mayores.
Con la vista puesta en las dinámicas globales, expandiendo los mercados internos y potenciando la integración regional, postulamos una estrategia que impulse procesos productivos y de desarrollo tecnológico propios. El imaginario colectivo, en consecuencia, estaría dirigido a Valorar lo Nuestro, conduciendo a un desenvolvimiento autocentrado, desde dentro para y por los de dentro, con los recursos y patrones de consumo propios para recuperar las autonomías local-regionales, asegurar la inclusión social y reforzar las identidades socioculturales de los espacios descentralizados.
Tengamos presente que las empresas pequeñas y medianas, así como los emprendimientos asociativos, solidarios, de propiedad social, cooperativos y autogestionarios, son las que más invierten en el país, asumen los mayores riesgos y desafíos, generan empleo y contribuyen a incrementar la riqueza nacional. Fomentando a este segmento de la economía será factible reducir la brecha socioeconómica entre ricos y pobres. No tenemos solo un problema de mucha pobreza, tenemos un problema de unas pocas pero grandes riquezas.
Si a este empeño se suman las otras empresas, tanto mejor. Ese es uno de los retos del momento, impulsar un gran acuerdo nacional productivo, sustentado especialmente en los emprendimientos solidarios, así como en las pequeñas y medianas unidades productivas del campo y la ciudad.
Sin embargo, esto no será suficiente, pues se requerirán medidas que conduzcan a una consecuente redistribución, no sólo de los ingresos, sino especialmente de la riqueza excesivamente concentrada, que abarca gran parte de los activos sobreconcentrados: inmuebles, acciones y grandes predios agropecuarios, así como las tierras yermas, las concesiones minero-petroleras y otras. Para lo que habría que completar la reforma tributaria que cargue el peso del gasto público sobre los grandes concentradores de capital (impuestos directos sobre la propiedad y las utilidades), a la vez que reduciremos los impuestos indirectos que paga la ciudadanía y aquellas excesivas cargas tributarias derivadas del Código de Ordenamiento Territorial, que han incrementado inequitativamente el costo de las transacciones. A dichas medidas, ha de sumarse una adecuada redistribución de tierras agropecuarias e inclusive urbanas, especialmente aquellas que son usadas para fines puramente especulativos o que permanecen improductivas.
Lo planteado configura nuestra propuesta de transición, no a mejorar el capitalismo que hemos tenido hasta hoy -como dice Rafael Correa- sino para colocar las bases que nos encaminen al Buen Vivir o Sumak Kawsay.
El Sumak Kawsay es una nueva concepción del sistema de vida basado en las prácticas cotidianas y tradicionales de los pueblos y las nacionalidades. No es una simple alternativa de desarrollo, es una alternativa al desarrollo. Por lo tanto es un modelo de organización económica, política y de bienestar que se asienta en los principios de reciprocidad, complementariedad, interdependencia, solidaridad, integralidad, estabilidad y armonía del ser humano con la Pacha Mama para la reproducción sostenible y orgánica de la vida. Es un sistema integral de organización que interrelaciona las esferas política, económica, jurídica, social, étnica, ambiental, cultural y generacional.
El país debe superar el actual modelo hegemónico de desarrollo, basado en la acumulación desenfrenada e ilimitada de capital, en la sobreexplotación de la fuerza de trabajo y de la Naturaleza, y en la subordinación a los requerimientos de la globalización y su agente, el gran capital transnacional y sus aliados nacionales. Sus consecuencias han sido devastadoras para el ser humano y la Naturaleza. La sociedad debe subordinar a la economía a fin de que sirva al ser humano, no al capital.
El trabajo decente y el salario justo, así como el acceso equitativo a los factores de producción, viviendo en armonía con la Naturaleza, constituyen las medidas más acertadas para reducir la pobreza y la desigualdad, bases esenciales para asegurar un desenvolvimiento sustentable y autodependiente de la economía nacional
Publicado por lalineadefuego el octubre 23, 2012 ·
Quito, 21 de octubre de 2012
En esta sección de Alter-Nativas Desde Abajo se publicarán textos que comuniquen noticias positivas, experiencias e ideas que muestren formas de vivir mejor y que permitan recuperar las tradiciones ancestrales relacionadas con el buen vivir.
Las iniciativas enraizadas en la cooperación, el hacer mucho con poco, la protección de la Tierra y el agua, y el cuidado de la comunidad, que tienen lugar en Colombia, en nuestra América y en otros lugares del mundo, serán compartidas en esta nueva sección.
El texto de Carlos Eduardo Maldonado: Termodinámica y complejidad. Una introducción para las ciencias sociales y humanas, es un importante aporte a las ciencias sociales que implica posiciones epistemológicas que es necesario analizar, porque amén de su importancia metodológica existe una intención que va más allá de la epistemología y se inscribe, de hecho, al interior de una estrategia política, en virtud de la cual la teoría científica es un momento más de las relaciones de poder.
El texto de Carlos Eduardo Maldonado se construye desde las propuestas teóricas y epistemológicas del premio Nobel de química, Ilya Prigogine y su aporte a la termodinámica del no-equilibrio. En varios capítulos del texto de Carlos Eduardo Maldonado se hace una paráfrasis y una serie de referencias a la obra de Prigogine y su aporte a las teorías de la complejidad, en especial se menciona a categorías como la no-linealidad, la autoorganización, la disipación, las inestabilidades, los cambios súbitos e irreversibles, etc., no solo como una alternativa válida para un cambio de paradigmas en las ciencias naturales sino incluso como una opción metodológica para las ciencias sociales.
Ahora bien, como introducción al pensamiento de Prigogine y de las teorías de la complejidad, creo que el texto de Carlos Eduardo Maldonado, es pertinente aunque hay momentos en los que suele ser redundante, en especial sobre los impasses teórico-metodológicos de la “ciencia moderna”, entendiendo por ésta, básicamente, a las ciencias naturales. Estos impasses se produce por la adscripción de las ciencias naturales a ciertos principios teóricos que conforman los núcleos centrales de la ciencia moderna y que T. S. Khun denomina paradigmas. Uno de los paradigmas al que Prigogine critica, y que recoge Maldonado en su texto, es aquel del segundo principio de la termodinámica que establece el principio de la entropía, es decir, el equilibrio, y que es clave para la biología, la química y las ciencias de la vida.
La visión de Prigogine es diferente al marco estándar de la ciencia. Mientras ésta ve en la entropía el camino final del universo, para Prigogine la entropía es más bien el inicio del universo. La vida, según Prigogine, marca la comprensión de una forma diferente de ver a la entropía. La vida es la apuesta de un universo antrópico por superar, precisamente, esa entropía. La diferencia fundamental de Prigogine con la ciencia natural estándar está en que éste introduce la “flecha del tiempo” como variable significativa y ello le obliga a entender que hay una historia en la física de la misma manera que en las sociedades. Maldonado, en los últimos capítulos de su libro apela, y en este sentido sigue las recomendaciones del Informe de la Comisión Gulbenkian (1), a que las ciencias sociales se abran a los nuevos aportes de las ciencias naturales, de tal manera que se produzca un diálogo entre ciencias sociales y ciencias naturales. “Las ciencias sociales, escribe Maldonado, deben poder abrirse: hacerlo al rigor y a las demostraciones que son, acaso, las principales fortalezas de las ciencias naturales. El rigor comprende el rigor semántico, sintáctico, conceptual, matemático y computacional.” (Maldonado, op. cit., pp. 181).
Ahora bien, no tengo nada que decir con respecto a la propuesta epistemológica de Prigogine, ni tampoco con respecto al prejuicio epistemológico de las ciencias naturales y sus científicos que creen siempre estar haciendo ciencia de la buena (la expresión “buena ciencia” es de Maldonado), pero creo que ameritan una comprensión desde una perspectiva diferente. En efecto, es necesario preguntarse: ¿qué hay detrás de esta apelación a que las “ciencias sociales y humanas” se abran a las “ciencias naturales” tal como propone el Informe de la Comisión Gulbenkian y retoma Maldonado? ¿Qué procesos históricos, qué dinámicas sociales subyacen a esta apelación por un nuevo positivismo? Para responder a estas cuestiones y comprender en qué consiste esta apelación a un positivismo remozado, quizá sea necesaria una breve reflexión sobre el origen de la ciencia moderna y sus aporías.
Pienso que la conformación de la modernidad en los siglos XVII y XVIII, estuvo precedida por un acontecimiento estético y epistemológico. El acontecimiento estético fue, sin duda, el renacimiento florentino y flamenco, que introdujeron la idea ontológica de Hombre en un mundo dominado por la idea de Dios. El acontecimiento epistemológico fue la conformación de la ciencia moderna y el concepto correlativo de logos como fundamento de una racionalidad no adscrita a la idea de Dios. La idea de una razón (logos) libre de hipotecas teológicas solo fue posible porque existía su correlato: la idea del Hombre, asimismo, liberada de toda constricción y referencia teológica. Pero es una idea que disputa un estatuto ontológico con la idea de Dios. El Hombre del renacimiento, en ese momento histórico, es más una apuesta al futuro que una realidad. Es un Hombre al que la historia empieza a abrirse bajo la forma de utopía, y que aún debe recuperar para sí mismo ese sentido de historia y de sociedad que en el medioevo europeo late bajo la férula religiosa.
Ahora bien, la ciencia moderna tal como la conocemos ahora nace al interior de la Edad Media europea; en ese sentido, la ciencia que nace lo hace como ciencia de la physis, no como ciencia ni del Hombre ni de lo social, porque el acontecimiento social, en el cual existiría el Hombre, aún no existe como tal. Nace también desde un locus determinado: la Europa medieval y, en consecuencia, está condicionada por los procesos que subyacen a la Europa del medioevo (2).
En la Europa medieval el mundo del Hombre, tal como más tarde lo conocerá la modernidad, no existe, porque el sentido de lo existente está dado desde la idea de Dios. Serán necesarios varios siglos para que emerja de los pliegues de esa historia particular de Europa, la noción de Hombre y, en consecuencia, el concepto de sociedad en términos profanos y desacralizados. De hecho, será la revolución francesa del siglo XVIII la que abra el espacio de posibles históricos y cree el acontecimiento de lo social, pero incluso eso tampoco significa que haya nacido la analítica del Hombre, esa analítica que corresponde a las ciencias sociales es posterior a la revolución francesa y concomitante a los procesos de formación de los Estados-nación modernos y burgueses.
La ciencia moderna tiene que luchar en contra de la escolástica medieval y la ciencia medieval, que son las prácticas históricas específicas y concretas que asume el conocimiento y que están definidas por una forma de saber que puede denominarse como hermenéutica. En efecto, en la Edad Media Europea, el mundo no estaba para ser analizado sino para ser ad-mirado. Cada fenómeno del mundo expresaba de alguna manera la insondable voluntad de la Providencia. En consecuencia, la única forma de conocimiento posible, era aquel de la interpretación de la Voluntad divina. La hermenéutica otorgaba al saber sus condiciones de posibilidad. En el cerrado mundo medieval, la razón como logos tenía que ad-mirar la Creación e interpretarla de acuerdo al canon. El texto sagrado prescribía al contexto mundano. En ese mundo había un sentido de orden que trascendía lo profano y que lo inscribía en designios que solo la Providencia conocía y que el saber intentaba interpretar de acuerdo a los códigos de lo sagrado. Había que aceptar al mundo tal como era, porque había sido creado por una Voluntad omnisciente y omnipotente. Desgarrar el velo de esa Voluntad Divina para advertir las razones por las cuales existía el mundo equivalía a desgarrar a la realidad y su sentido de orden. Implicaba, en definitiva, desafiar al Orden y propiciar el Caos. Ese mundo regido por la idea de Dios se interpretaba, no se analizaba. Y ahí, como guardián celoso y panóptico, estaba la Iglesia Católica: única institución que tenía la legitimidad social para acceder al texto y, desde ahí, interpretar lo Real.
Por ello, me parece obvio que en un mundo centrado en la idea de Dios las posibilidades de la analítica hayan sido nulas. El único espacio que existía para el conocimiento es aquel de la interpretación del mundo. La ciencia medieval es interpretación del mundo (la vita contemplativa). La transición de la interpretación (hermenéutica) hacia la razón analítica que funda al pensamiento moderno es uno de los procesos históricos más importantes en la conformación de la ciencia y el pensamiento modernos.
La ciencia moderna, cuando nace, lo hace desde la analítica (vita activa). A la ciencia moderna no le interesa el porqué del mundo sino el cómo de ese mundo. Apela a la razón analítica porque es la posibilidad de disputar un espacio de saber a la escolástica medieval más fuerte desde la nueva forma del saber. La escolástica está desarmada ante la razón analítica. Solo puede esgrimir argumentos universales cuyo estatuto ontológico es cuestionado por la razón analítica. De ahí el desprecio que tiene la razón analítica que tiene por toda referencia a una hipoteca conceptual previa a sus hipótesis. Empero, la Iglesia Católica había cerrado todas las opciones posibles para la razón analítica y la comprensión del mundo por fuera de las coordenadas teológicas.
Las condiciones históricas desde las cuales puede la razón analítica extraer su pertinencia aún están por nacer. Sin embargo, cuando ese espacio histórico y social empieza a emerger el poder de la iglesia estará ahí para controlarlo y someterlo. La creación de la Santa Inquisición lo demuestra. Lo que persigue el Santo Oficio son los herejes, es decir, aquellos que piensan por fuera del canon. La razón analítica está fuera del canon, porque en el espacio de posibles del medioevo, ese canon está estructurado bajo la idea de Dios y esta idea desaloja cualquier posibilidad metodológica a la analítica de lo Real.
En la Edad Media europea lo Real en cuanto Real es una determinación de la Voluntad Divina. Las Leyes de Dios están hechas para obedecerse no para ser analizadas. Hay un orden en el mundo que releva de la infinita sabiduría divina y es necesario interpretar la inconmensurable obra del Creador (3), pero no hay espacio posible para analizarla, porque implicaría situarse al mismo nivel que la Creación, y ello podría desestructurar el orden existente.
En el mundo de la interpretación (hermenéutica) lo social en cuanto estructura del mundo tampoco existe como tal porque los seres humanos han sido creados, puestos y dispuestos en un orden establecido bajo los inescrutables designios de la Providencia. No existe la historia como futuro sino como proyección del pasado. Los conceptos de progreso y desarrollo son, por definición, modernos, e indican la apertura del tiempo social a la historia. Por ello, la razón analítica no puede ejercerse sobre lo social porque, en el medioevo, lo social tampoco existe, lo social ha sido, si se acepta la metáfora, congelado, petrificado.
La transición desde la hermenéutica hacia la analítica es un camino sembrado de hogueras y mártires. Fueron personajes, como Giordano Bruno, los que demostraron en su propia carne y con su propio dolor, que la emancipación del saber es también emancipación social. No se trataba solamente de cuestionar un modelo geocéntrico o una interpretación teórica de la escolástica, se trataba, en realidad, de disputar al poder y el sentido del mundo. Así, el conflicto de la razón analítica con el saber medieval era inminente y demostró ser desgarrador: las hogueras en los que crepitaban los herejes purificaban al saber medieval pero también alumbraban su crepúsculo. El control de la Iglesia al saber y su intuición de que la razón analítica era una amenaza que ponía en peligro las condiciones de su poder, se revelaron coherentes y consistentes con su comprensión de que no hay poder sin un orden estructurado de verdad y saber.
Pero esa episteme naciente estaba creando algo más que un discurso diferente con respecto a la comprensión de lo existente. En realidad, estaba creando condiciones de posibilidad para un mundo nuevo, con nuevas relaciones de poder, con nuevas formas de dominación ideológica y con nuevas posibilidades hegemónicas, estaba ayudando a crear lo Real desde un sentido profano y desacralizado.
Ese mundo, ahora lo sabemos, era y es la modernidad. Sin esas condiciones de posibilidad, el capitalismo habría sido imposible. La revolución coperniciana, de alguna manera, permitió la modernidad y ésta es la condición de posibilidad para el desarrollo del capitalismo. Hay un hilo conductor entre la moderna idea de Hombre y su capacidad de Logos (conocimiento) con la Mercancía y su valor de cambio. En ese proceso, las relaciones de poder que se estaban configurando sobre la matriz moderna necesitaban disputar la comprensión sobre el sentido del universo, porque sobre ese sentido se inscribía la ideología dominante que permitía, a su vez, la dominación por consenso, requisito clave para consolidar y mantener las modernas relaciones de poder.
El orden social en la Edad Media europea es tan cerrado y jerárquico que no permite ningún ejercicio de análisis y comprensión sobre esa sociedad. La idea de un mundo armonioso y jerárquico implica también la noción de una sociedad estructurada de forma armoniosa y, precisamente, las jerarquías sociales están ahí para constatarlo.
Si hay alguna posibilidad de analizar algo no es a la sociedad medieval sino aquello que está fuera de ella: lo que los antiguos griegos denominaban como physis. La physis es todo lo que rodea a lo social. Es el universo infinito como lo planteaba Nicolás de Cusa. Infinito como la Divina Voluntad. Un infinito que tiene como centro del mundo al sillón del Vaticano. La physis es el primer espacio de disputa entre el saber medieval y la analítica moderna. Si no hay posibilidades de comprender y analizar a lo social porque está petrificado en el tiempo histórico, entonces porqué no analizar y entender al universo. Es en esta primera separación de la physis con respecto a la sociedad, en donde radica el primer núcleo de conformación de la ciencia moderna y la razón analítica. En esta separación subyace también uno de los fundamentos mismos de la modernidad: el Hombre separado de su naturaleza y como dueño y poseedor de ésta.
Ahora bien, en la disputa y confrontación con el saber medieval y la transición del mundo cerrado al universo infinito, como lo define Koyré (4), se produce un desgarre ontológico del cual la ciencia moderna que está aún por nacer no es plenamente consciente. Para comprender la physis, por fuera de toda hipoteca especulativa e inaugurar tanto al método cuanto a la episteme moderna, era necesario, en primer lugar fracturar la capacidad del conocimiento de toda referencia y prescripción teológica. El Hombre podía conocer al mundo (physis) y el cómo de ese mundo, por sí mismo, pero al precio de dejar de ser parte de esa physis.
Esa posición de conocimiento implicaba a un Hombre dotado de una capacidad de comprensión (logos) que tiene que salir de ese mundo físico o natural, para convertirse en observador privilegiado de esa naturaleza. Es decir, el mundo que ese Hombre pretende conocer desde su propia racionalidad le es externo a sí mismo. Ese mundo se transforma en physis porque no contiene al Hombre y a su mundo humano-social. Es una realidad eminentemente física y en la cual no puede (ni debe) caber nada de lo humano. Mientras en el saber medieval el sujeto que conoce forma parte del objeto conocido, porque ambos, sujeto y objeto, forman parte de una realidad que los trasciende (la Divinidad), en esta emergencia de la razón analítica, el sujeto que conoce (el Hombre y su capacidad de razonamiento: el logos), se separa radical y ontológicamente del objeto conocido: el mundo convertido ahora en physis.
Esta separación es coherente con la estructura social que está emergiendo en los pliegues del mundo medieval. En esa nueva estructura social, el acto de conocimiento no es inocente: se conoce al mundo para apropiarse de él, y la mejor formulación es el proyecto cartesiano del conocimiento (5). Mientras en el orden medieval, el conocimiento sostiene ideológicamente a un mundo cerrado, jerárquico y axiológico (porque el conocimiento se estructura al interior de un sistema de valores: perfección, armonía, sentido y trascendencia); la nueva forma de conocimiento desgarra de manera profunda y radical a ese orden medieval. El sujeto que conoce se aliena de forma definitiva del objeto que es conocido. La naturaleza (physis) deja de ser humana y el hombre deja de ser natural. Esa fractura no solo que los separa radical y ontológicamente sino que los confronta. El hombre debe vencer a la naturaleza. Debe convertirse, como escribe Descartes, en “maîtres et possesseurs” (amos y señores) de la naturaleza. Esa alienación fundamental y primigenia subyace a la forma del conocimiento moderno. Esta alienación es tan fuerte que se la considera como la forma “normal” de todo conocimiento humano, pero en realidad es la forma “normal” del conocimiento en la modernidad. Los saberes alternativos han logrado salir de esa alienación radical.
Ahora bien, el discurso que se empieza a fraguar desde las posibilidades de la razón analítica no tiene conciencia de esa separación radical entre sujeto y objeto, y aún no comprende que esa separación se convertirá en una ruptura tan radical que a la larga le impedirá comprender incluso a la physis; pero es esta ruptura ontológica la que lo conforma, lo define y estructura como saber moderno. Se conoce para dominar. Nietzsche lo va advertir de forma temprana: para el ser moderno toda voluntad de saber es también voluntad de poder.
En la conformación de la razón analítica que define a la naciente ciencia moderna, el Hombre es desgarrado de todo aquello que lo rodea y que ahora se convierte en physis, y en este desgarramiento la naturaleza se alienará en forma definitiva del Hombre. Por ello, en el nacimiento de la ciencia moderna consta esa fractura radical entre las ciencias del espíritu (que más tarde se denominarán ciencias sociales) y las ciencias de la naturaleza. Pero este desgarramiento y alienación fundamental de la naturaleza es también un proyecto de dominación. La ciencia que nace de las cenizas del orden medieval tiene voluntad de saber pero, al mismo tiempo, expresa en cada acto de conocimiento un momento del poder. A este proceso de desgarre ontológico entre la naturaleza y el Hombre, así como la voluntad de dominación presente en todo acto de conocimiento moderno, y que se expresa en la separación radical entre sujeto que conoce con el objeto que es conocido, lo denomino emancipación de la physis.
Lo denomino de esta manera porque forma parte de otros procesos sociales e históricos que conducen a la emancipación política de la burguesía. A la ruptura radical entre sujeto que conoce con respecto al objeto conocido la denomino como cesura radical. Retomo el término de “cesura” de la teoría de la retórica porque plantea un cambio fundamental en el ritmo poético que implica un cambio de registro sin que éste se note como tal. Esa alteración radical de sentido que provoca desgarres sociales tan fuertes como la separación ontológica entre el sujeto que conoce del objeto conocido, es suturada permanentemente por la ideología. Las cesuras radicales no se notan en su violencia y parecen fenómenos naturales y eternos. En efecto, para todo científico moderno, la separación del sujeto que conoce con respecto al objeto que es conocido le parece un acto absolutamente normal en el proceso del conocimiento. Es más, mientras más separado está el sujeto que conoce del objeto que es conocido, supuestamente más objetivo es su conocimiento y, en consecuencia, tendría más validez “científica”.
Esta separación del sujeto que conoce del objeto conocido se instrumentaliza mediante el “método científico”, que está hecho para sostener, garantizar y perpetuar esta cesura radical, esta ruptura ontológica. En el “método científico” de la razón analítica moderna, es imposible que el sujeto se cuestione a sí mismo por su estatuto de sujeto que conoce en ruptura y oposición a aquello que conoce. Las formas instrumentales del saber (observación, medición, registro, etc.), y las formas de expresión del saber (mathesis) garantizan la fractura ontológica del saber moderno. A esta instrumentalización de la separación radical entre sujeto y objeto, por medio del método científico la epistemología le ha dado el nombre de positivismo y caracteriza, de hecho, a todo el conocimiento moderno.
Empero, hay varias líneas de fuga en esa propuesta tanto epistémica cuanto metodológica del positivismo. Son líneas de fuga que aparecen de forma evidente en la mecánica cuántica y que son recogidas, entre otros, por el mismo Ilya Prigogine. En la mecánica cuántica el sujeto que conoce se “registra” en el objeto conocido. El acto de conocimiento es al mismo tiempo objeto de conocimiento. En la mecánica cuántica el conocimiento se refleja a sí mismo, , y produce paradojas. Una de ellas, quizá la más conocida, sea el principio de incertidumbre de Heisenberg. Según este principio es imposible conocer al mismo tiempo masa y posición, porque el sujeto que conoce pierde su estatuto ontológico, porque el hecho de medir altera la posición en el nivel cuántico de la materia.
La separación del sujeto con respecto a su objeto implica la comprensión de un objeto sin tiempo, sin historia y sin complejidad. La observación científica a la physis implica la comprensión de ésta por fuera de toda constricción social. El tiempo de la physis, es un tiempo independiente de la sociedad, de la historia y también de la misma physis. El filósofo alemán I. Kant adscribirá ese tiempo y ese espacio inmutables como categorías trascendentales al pensamiento crítico, es decir, son apenas marcos de referencia que no interfieren en la conformación de la razón. El espacio de la physis es también un espacio homogéneo, lineal, predecible. Mas, se trata de algo arbitrario y que al parecer, y tal como lo demuestra Prigogine, poco tiene que ver con la realidad de la physis. Al introducir la “flecha del tiempo” en el mundo de la physis, Prigogine está haciendo algo más que un cambio de paradigmas: está cuestionando el formato mismo de la ciencia moderna.
¿Hay leyes en la ciencia? Los científicos ahora son más prudentes, incluso los científicos naturales. En ciencias sociales hay reticencia a hablar de leyes (Badiou, por ejemplo, prefiere hablar de “acontecimientos”). La física cuántica ha servido mucho a que los científicos de la physis sean más precavidos a la hora de enunciar regularidades universales y necesarias como leyes científicas rigurosas y permanentes. El mismo Prigogine plantea y demuestra el hecho de que al salir de las posiciones de equilibrio en la termodinámica clásica no existen regularidades universales, y que toda la naturaleza viva y sus procesos no son dinámicas de equilibrio, es decir, en la naturaleza viva no habrían leyes científicas en el sentido positivista y decimonónico del término. El mismo Popper era propenso y partidario a reconocer a la incertidumbre en las ciencias, de ahí su propuesta de que la ciencia plantea hipótesis que, en realidad, son otra forma de fe. Hipótesis transitorias y sometidas permanentemente a falsación, pero hipótesis al fin, es decir, un conocimiento que no está establecido de antemano y cuyo estatuto epistemológico permanece efímero.
Los científicos modernos empiezan a comprender que la apelación a leyes científicas tiene más de metafísica que de razón positiva. En efecto, el hecho de creer en que las regularidades de la physis eran universales y condición suficiente y necesaria para el conocimiento, tenía un trasfondo metafísico y teológico. Si en el orden medieval la idea de Dios era causa primera y suficiente para interpretar y comprender al mundo, entonces nada ni nadie estaban por fuera de su Divina Voluntad, y todo podía ser explicado o remitido a los insondables designios de la Providencia. Así, Dios era la causa primera, universal, necesaria y suficiente. Una causa que tenía en sí misma los argumentos de existencia tal como lo demostró San Anselmo y su demostración ontológica de la existencia de Dios.
Cuando emerge la razón analítica, su propuesta de leyes científicas universales, necesarias y suficientes, de alguna manera replicaban el orden del saber medieval y su escolástica. Las leyes científicas decimonónicas tenían un tufo a metafísica que no se escapaba a sus críticos.
La deriva hacia leyes universales y necesarias fue una concesión a la metafísica que los primeros científicos modernos ni siquiera se dieron por enterados, pero que fue consustancial a la formulación de la ciencia moderna como una retórica por fuera de la sociedad y que expresaba la separación radical entre sujeto que conoce y objeto conocido. Hacían teleología quizá sin proponérselo y cerraban el mundo del conocimiento a sus propias prescripciones. Esa estructura metafísica de la episteme moderna, a pesar de las críticas hechas a su tenor por otros positivistas como el mismo Popper, resiste y todavía hoy hay muchos científicos modernos que creen en la existencia de leyes científicas universales, necesarias y suficientes.
La forma por la cual los científicos han recibido la propuesta de termodinámica no lineal de Prigogine también da cuenta de la resistencia de la ciencia moderna a salir de su corsé epistémico de un conocimiento universal, necesario y suficiente para conocer la physis. Pienso que esta resistencia de la ciencia moderna está en la base misma de su conformación analítica. Será muy difícil que los científicos modernos cierren la cesura radical entre el sujeto que conoce con el objeto conocido, a pesar de todas las pruebas en contra que reciben desde la física cuántica o la termodinámica no lineal.
Pienso, asimismo, que las cesuras radicales no solamente separan de forma radical al sujeto del objeto, es decir, a la sociedad de sus propias condiciones de conocimiento, sino que también operan al interior del mismo conocimiento. La razón analítica es el resultado de otra cesura fundamental, aquella que separa el logos (o la ratio) de la techne. Esta cesura se inscribe en el proyecto moderno de convertir al Hombre en el “amo y poseedor de la naturaleza” como lo planteaba Descartes. Se conoce para intervenir, para dominar, para someter. Todo acto de conocimiento es un acto de imposición, de fuerza, de dominación, de sojuzgamiento. No existe un solo acto de conocimiento por fuera de esta voluntad de dominación. Todo saber es poder.
El clivaje de la razón analítica entre saber y poder está dado por la cesura radical del logos que conoce y el logos que transforma (techne). Esta cesura expresa la ruptura, asimismo ontológica, entre el sujeto que conoce de la sociedad de la cual es parte. En el acto de conocimiento, no solo que se ha enajenado de la naturaleza sino también de su propia sociedad. Para el científico moderno, en la soledad de su laboratorio, o al interior de su instituto de investigación, la sociedad es algo tan lejano o extraño como el universo que estudia. Es lejana en el sentido de que ninguna de sus ecuaciones, intuiciones, o propuestas teóricas toman en consideración como variable significativa a esa sociedad. Para conocer esa sociedad y convertirla en objeto de investigación es necesario que el científico social se asuma ante lo humano-social de la misma forma que el científico natural en su laboratorio.
Ahora bien, la techne como el logos de la razón analítica que transforma lo existente es teleológico en sí mismo, y lo es porque expresa esa voluntad de poder del conocimiento moderno. Si el hombre es el “amo y poseedor de la naturaleza”, entonces tiene que conocerla para domeñarla. El acto de conocimiento se transforma en acto de dominación. En este acto de dominación actúa la razón técnica, porque la transformación de la physis es un acto de conocimiento técnico. Este conocimiento técnico ¿necesita de justificación? En absoluto. Este acto de dominación sobre la naturaleza es ya un sentido y una finalidad en sí mismo. Al legitimarse a sí mismo no necesita de ninguna restricción ética.
El logos de la techne, se convierte en aquello que el Círculo de Frankfurt denominaba la “razón instrumental”. Esta razón instrumental actúa al interior de sus propias coordenadas que se expresan por la relación medios/fines. La razón instrumental tiende a maximizar la relación medios-fines y, al hacerlo, tiende a cosificar lo humano-social. En esta cosificación de lo humano-social existe la tendencia de que los problemas humanos y sociales pueden resolverse desde la razón técnica. Es decir, se cree que la teleología del saber instrumental y de la tecnología es tan vasto que no hay problema humano que ésta no pueda resolver.
Ahora bien, la ruptura ontológica entre el sujeto que conoce del objeto que es conocido y que produce la emancipación de la physis, es correlativa a aquella otra que fractura al sujeto que conoce de su propio entorno humano-social. Estas fracturas ontológicas se expresan en el hecho de que el conocimiento moderno está por fuera de toda consideración ética. Por ello, no hay mejor expresión de la amoralidad del conocimiento moderno que la propuesta weberiana de la neutralidad valorativa. Mientras más neutral es el científico, es decir, mientras más profunda sea la cesura entre el sujeto que conoce de su objeto de estudio, más “buena” es su ciencia, mejor es su conocimiento, y menos posibilidades existen de que ese conocimiento sea ético.
La emancipación de la physis, en realidad, es la opresión de lo social. Por ello, cuando leo el texto de Maldonado y su apelación a que las ciencias sociales y humanas se abran hacia las ciencias naturales y aprendan el rigor de éstas, en especial la propuesta epistemológica y metodológica que se desprende de la termodinámica no lineal, al estilo de Prigogine, pienso de que en realidad se trata de una apelación a un nuevo positivismo en un contexto de un profundo desgaste de la ciencia moderna.
Pienso que ese desgaste es consustancial a las cesuras radicales que la conforman. La física cuántica ha permitido descubrir que el sujeto y el objeto nunca están separados tal como lo pretende el conocimiento científico moderno. Algo que por lo demás lo sabían bastante bien los pueblos indígenas andinos. Prigogine propone la integración del sujeto con el objeto a partir de la incorporación de la flecha del tiempo en la physis, empero, será muy difícil que las ciencias naturales cambien de paradigma. Sin embargo, la cuestión es que si la ciencia social incorpora la propuesta epistemológica de las ciencias de la complejidad, se harán más débiles y vulnerables con respecto a las relaciones de poder del sistema, porque todo fortalecimiento teórico de la physis implica mayor opresión para la sociedad.
Mientras más avanza la episteme de la physis, mayor peligro para la sociedad, por las cesuras que implica. Sin embargo, la emancipación de la physis está en su momento más dramático, por decirlo de alguna manera. Todos los intentos por definir un marco general para la physis hasta ahora han fracasado. La teoría de la gravedad con la mecánica cuántica hasta el momento no han logrado una armonización definitiva que se exprese en una Ley General. La teoría de las supercuerdas, así como la termodinámica no estable, entre otras cosas, dan cuenta de los impasses profundos en los que se encuentra la emancipación de la physis. La ciencia moderna quiere resolver ese impasse desde su propia dinámica y su propia episteme, sin comprender que a medida que más apele a la episteme de la physis menos posibilidades tiene de superar ese impasse.
Empero, hay otro aspecto que me parece interesante analizar y que se expresa en el pedido de la Comisión Gulbenkian de cómo abrir las ciencias sociales y humanas para que respondan “adecuada y plenamente las objeciones legítimas contra el parroquialismo y así justificar su afirmación de validez universal o aplicabilidad universal” (6) y que, de alguna manera, también lo recoge el texto de Maldonado cuando exhorta a las ciencias sociales abrirse al rigor de las ciencias naturales, vinculando, además, esa apertura hacia las nuevas propuestas epistemológicas de las ciencias naturales, en especial, la termodinámica no lineal de Prigogine.
Me parece que ese pedido obedece a un proceso social que debe ser identificado y cuestionado. La propuesta de la Comisión Gulbenkian de que las ciencias sociales y humanas se abran a la rigurosidad y universalidad de las ciencias naturales, expresa el malestar que sienten las ciencias naturales o ciencias duras con respecto a las ciencias sociales y humanas. Ese malestar se debe a que la cesura radical que consta en el nacimiento de las ciencias naturales, en cambio no fue posible realizarla en el campo de lo social, es decir, las ciencias sociales.
Casi nadie se cuestiona por la supuesta cientificidad de las ciencias naturales. Sus marcos teóricos, sus hipótesis, su mathesis, sus marcos institucionales, sus laboratorios, sus científicos, etc., todos ellos gozan de buena reputación y se supone que la ciencia que ellos producen, al no estar contaminada de polis, es “ciencia de la buena”. Los cuestionamientos que se hacen a su interior son más bien metodológicos, como aquellos realizados, entre otros, por Kuhn, Popper o Lakatos.
Su férreo positivismo es a prueba de historia. Es una armazón que la blinda de todos los conflictos con la historia o con la sociedad. Un físico cuántico en sus ecuaciones jamás pensará que esas mismas ecuaciones forman parte de un entramado de relaciones de poder en la cual su perspicacia analítica sirve para reforzar la opresión de lo social. En efecto, nadie cuestiona el hecho de que las ciencias naturales sean buena ciencia y que, en consecuencia, deban excluir cualquier consideración moral o ética.
En ese sentido, los físicos, los químicos, los biólogos, en fin, los científicos que hacen “ciencia de la buena”, se parecen bastante a los escolásticos de la edad media que hacían, en cambio, metafísica de la buena. Ahora bien, si hay un consenso casi unánime de que las ciencias naturales, a pesar de todas sus aporías y antinomias, es “ciencia de la buena”, también hay un consenso de que las ciencias sociales tienen un estatuto epistemológico un tanto sospechoso.
A las ciencias sociales les falta matemáticas, les falta, como diría Maldonado, rigurosidad semántica y computacional; en realidad, les falta aquello que, en cambio, les sobra a las ciencias naturales: la separación del sujeto que estudia del objeto que es estudiado. Si en la emancipación de la physis era relativamente fácil separar al sujeto de su propio mundo, en las ciencias sociales esa separación es virtualmente imposible: el objeto de estudio es el mismo sujeto que estudia. En las ciencias sociales sujeto y objeto comparten el mismo estatuto ontológico. No se puede separarlos a riesgo de producir fracturas radicales. Una consecuencia de esa separación es la conversión del sujeto en objeto. Convertir al sujeto en objeto es reificarlo. Una ciencia social reificada no puede ser “científica”. La reificación restringe sus posibilidades epistemológicas y la convierte en ideología.
La ciencia social, cuando se viste del ropaje positivista y analiza a la sociedad como a través de un microscopio, o con los mismos criterios con los que un físico analiza la materia o un biólogo la vida, en realidad cosifica al sujeto, lo convierte en objeto. La aporía de una ciencia social verdaderamente científica como quiere el positivismo conduce de forma ineluctable a la reificación. Cuando la ciencia social se disfraza de ciencia natural la cosificación emerge de forma pura y evidente.
Hay varias formas de demostrarlo. El debate del Círculo de Frankfurt en contra del positivismo forma parte de ello, pero quizá el evento que demuestra la reificación de las ciencias sociales disfrazadas de positivismo esté en el denominado “affaire Sokal”. En una reductio ad absurdum, el affaire Sokal demostró la impostación de las cesuras radicales en las ciencias sociales. Cuando Sokal disfrazó a un discurso de análisis social de una serie de incongruencias y sinsentidos de las ciencias naturales, pero que daban la apariencia de un sólido discurso analítico-formal, desnudó la falacia de construir una ciencia social analítica bajo las mismas prescripciones metodológicas y epistémicas que las ciencias naturales (7) .
Aquellas ciencias sociales que querían disfrazarse de ciencias naturales sucumbieron a su propio simulacro, y demostraron que es imposible que las ciencias sociales conjuguen la cesura radical de las ciencias naturales (es decir, la separación ontológica sujeto/objeto y la enunciación de leyes universales y necesarias).
En otros términos, las ciencias sociales jamás serán tan “científicas” como las ciencias naturales. Cuando se vuelven “verdaderamente científicas” se convierten en procesos alienados que nada tienen que ver con la ciencia como lo demostró el affaire Sokal. Por definición, a las ciencias sociales y desde el punto de vista del positivismo de la emancipación de la physis, siempre les faltará más rigor matemático, metodológico, experimental, computacional, etc. El positivismo se estrella contra una falla fundamental del conocimiento moderno, pero no la advierte porque no está preparado para ello. El positivismo piensa que con un par de ecuaciones el problema del conocimiento de la complejidad social puede resolverse. Obsesionado por la forma del conocimiento científico olvida que el sujeto que conoce no puede nunca objetivarse a condición de perder su estatuto de sujeto. Si pierde ese estatuto en una pretendida objetividad, entonces el conocimiento que produce es una cosa que poco tiene que ver con la complejidad de lo social (8).
Un debate que los filósofos del Círculo de Frankfurt lo demostraron fehacientemente en su disputa con los positivistas. Esa carencia se debe a que la emancipación de la physis, como proceso político correlativo a la emancipación de la burguesía, llegó demasiado tarde al campo de lo social.
Cuando la burguesía se emancipó políticamente y construyó lo Real desde sus propias prescripciones, incluyendo en éstas la forma de conocer a lo Real, en su propio interior había nacido su negación fundamental. Esa negación emergió, precisamente, al calor de la conformación de lo social como espacio de posibilidad histórica para la misma burguesía. En la revolución francesa de 1789 la burguesía liquida al ancien régimen, pero crea también sus propias contradicciones que la acotan históricamente.
Lo social se presenta como un campo de tensiones y contradicciones entre una clase social, la burguesía, que quiere construir el mundo a su imagen y semejanza y ese mismo mundo que la resiste y la confronta. Esa tensión que expresa lo social es enunciado por los teóricos más radicales de la revolución francesa, y más tarde por el marxismo, como lucha de clases. La lucha de clases es la negación de que la historia en su desarrollo futuro sería armoniosa, tal como lo pretendía la burguesía.
Si la emancipación de la physis tenía que liquidar las pretensiones de la escolástica medieval para interpretar y a partir de allí legitimar lo Real, el campo de lo social emerge como un campo problemático y contradictorio e inscrito en los mismos procesos históricos que dieron origen a la burguesía: la lucha de clases. Pero esa lucha de clases, como operador analítico, estuvo bien cuando legitimó la eliminación a la monarquía y la aristocracia feudal, pero está muy mal cuando excede sus posibilidades teóricas y pretende comprender y analizar a la propia burguesía. En otros términos, la analítica está muy bien cuando se analiza la realidad natural y sus leyes universales y necesarias, pero cuando esa misma analítica se dirige a la burguesía los resultados no pueden ser de su gusto.
Cuando nacen las ciencias sociales al calor del acontecimiento social (la revolución francesa (9)), nacen por fuera de la emancipación de la physis, pero nacen contaminadas de historia y de polis. Nacen al interior de un campo tensional y contradictorio establecido por la lucha de clases. La lucha de clases no es un invento del marxismo, es la condición de posibilidad del nacimiento de lo social y está inscrita en cada uno de los actos de la revolución política en virtud de los cuales la burguesía liquidó al ancien régimen.
La burguesía quiere comprender lo social con los mismos marcos teóricos y categoriales con los cuales había derrotado a la escolástica medieval, pero el acontecimiento social que abre el espacio histórico para situar en él una analítica de lo social, rebasa a las pretensiones teóricas de la emancipación de la physis porque lo social está más allá de la physis. El mismo conocimiento moderno está construido de tal manera que hace imposible cualquier posibilidad de encuentro entre el acontecimiento social y la emancipación de la physis. Ambos acontecimientos tienen registros históricos diferentes. El problema es que la burguesía intenta comprenderlos desde una sola matriz epistémica: aquella que releva de la emancipación de la physis, vale decir, el positivismo.
En efecto, la respuesta de la burguesía no es la de ampliar el marco de comprensión del positivismo hacia lo social cambiando la estructura del conocimiento científico, sino más bien reducir el acontecimiento social a los límites del positivismo. Las ciencias naturales quieren determinar el estatuto epistemológico de las ciencias sociales sin entender que la aporía que las constituye inhabilita de forma radical una comprensión epistemológicamente coherente de un sujeto convertido en objeto de sí mismo.
Para comprender lo social al interior del acontecimiento que lo produjo era necesaria superar la cesura radical entre sujeto y objeto. Ahora bien, pienso que el acontecimiento histórico-epistémico (en el sentido que Alain Badiou da al término (10)) que fracturó de manera radical al positivismo y que marca de forma trascendente a las ciencias sociales por fuera de la cesura sujeto/objeto, es el marxismo.
En efecto, el marxismo fractura de forma radical la pretensión de construir unas ciencias sociales que sean el espejo metodológico de las ciencias naturales. De hecho, las ciencias sociales se estaban construyendo de esa manera durante el siglo XIX hasta el aparecimiento del marxismo. El debate sobre el estatuto epistémico de las ciencias sociales desde fines del siglo XIX y todo el siglo XX es el debate del marxismo y todas sus variantes, con el positivismo y todas sus escuelas. La cuestión entonces es ¿porqué el marxismo?
Pienso que en el marxismo hay un núcleo de análisis que disputa de manera frontal en contra de la cesura entre sujeto/objeto que conforma la matriz del pensamiento analítico moderno. Ese núcleo aparece en el pensamiento temprano de Marx y es su teoría de la alienación. Marx identifica una cesura radical como constituyente del capitalismo: la separación radical del productor con su producto. En los Manuscritos de 1844, Marx escribe:
“La alienación del obrero en su producto significa no sólo que el trabajo de éste se convierte en objeto, en una existencia exterior, sino además que su trabajo existe al margen de él, extraño a él, y que se convierte en un poder autónomo frente a él, que la vida que le ha prestado al objeto se opone hostil a él, hostil y extraña.” (K. Marx, Manuscritos 1844, Ed. Arca de Noé, s.f., pp.102, cursivas el original)
Me parece interesante vincular la teoría de la alienación de Marx con la reificación de la ciencia moderna. En ambas subyace una ruptura ontológica. En la propuesta de Marx es la separación radical del productor con su producto que, en realidad, es la separación radical del hombre con respecto a su propia sociedad e historia. En la ciencia moderna es la separación entre el sujeto que conoce del objeto conocido. En ambas consta el registro de una cesura radical que produce una fractura ontológica. El proyecto teórico del marxismo será comprender esa cesura radical. El proyecto de la ciencia moderna será subsumir esa cesura radical bajo los contenidos epistémicos del positivismo. Para Marx, la comprensión de esas cesuras radicales implicaba la emancipación real de los seres humanos, es decir, que los seres humanos comprendan que porque hacen la historia pueden transformarla. Para el positivismo de la ciencia moderna se trata de escamotear las condiciones de posibilidad de toda emancipación real de la sociedad inscribiéndola bajo los designios de un mundo social regido por leyes naturales.
De la identificación de esta cesura radical entre trabajo, producción, historia y sociedad, hacia su demostración por la vía de la crítica de la economía política, subyace una de las propuestas teóricas más importantes y que fracturan de manera radical la forma por la cual comprender a lo social. La teoría de la alienación de Marx, forma parte del corpus teórico del marxismo que tiene en la dialéctica de la historia y en la analítica histórica del Capital como relación social de explotación sus momentos más importantes. Después de Marx, la forma de comprender lo Real será radicalmente diferente (11).
Si el productor está separado de su producción y si ésta fundamenta lo social, entonces el acto de conocimiento de lo social no puede partir de una supuesta objetividad de un sujeto libre de alienación, sino más bien de su contrario: la crítica. Si los seres humanos crean su propia historia pero no se reconocen en esa creación, entonces la objetividad es un momento más de la alienación. A esta objetividad alienada Marx la denominaba “ideología”.
Comprender lo social significa superar esa alienación que funda y estructura la sociedad, de ahí la importancia de la crítica. El conocimiento de lo social debe ser un conocimiento crítico que comprenda que no puede existir un sujeto que se estudia a sí mismo objetivamente, es decir, por fuera de la lucha de clases que es la que conforma y define su propia objetividad (y, por supuesto, su propia subjetividad, recuérdese el célebre aforismo de Marx: las ideas dominantes de una época, son las ideas de la clase dominante).
Marx propone un método de comprensión de lo social que incluso coincide por la forma por la cual está construido su magnum opus: El Capital. Este método crítico de la historia parte desde los núcleos reales que estructuran la dialéctica de la historia hasta sus formas fenoménicas y tal como aparecen en el tejido social. Desde la relación fenómeno-esencia, Marx estudia al capitalismo como un sistema social e histórico; pero un sistema desgarrado por sus contradicciones internas. Un sistema que tuvo un origen histórico y, en consecuencia, tendrá también su fin.
Empero, más allá del método dialéctico e histórico del marxismo, hay algo que me parece fundamental y es el rescate de una visión de sociedad que se pierde en el positivismo. Si hay algo que propone el marxismo es la comprensión de lo social en cuanto social, es decir, como una configuración históricamente determinada. El marxismo crea las condiciones de posibilidad para la existencia de una analítica de lo social desde lo social, es decir, de un sujeto que se conoce a sí mismo sin objetivarse (es decir, alienarse), y que comprende que la trama histórica a la que pertenece es densa, compleja y contradictoria.
El marxismo elude las trampas del positivismo. Las leyes que descubre y describe para la crítica de lo social son leyes sociales, no son leyes naturales. Lo social no puede estar adscrito ni prescrito por leyes naturales como lo pretende el positivismo. Son leyes que nacen desde la praxis humana y que incorporan un sentido de emancipación inexistente en el positivismo: si los hombres hacen la historia, entonces pueden transformarla. El campo de lo social es el espacio de los seres humanos en sí mismos y constituidos como sociedad. Las contradicciones que involucran a lo social son contradicciones humanas, es decir sociales y, en consecuencia, históricas.
Desde su génesis, el marxismo ha tenido que bregar con el pensamiento positivo que busca acotarlo, reducirlo a la mínima expresión, evanescerlo del campo de posibles teóricos. Pero el acontecimiento se produjo. En adelante, será imposible cualquier posibilidad de comprender lo social por fuera del marxismo. Puede decirse lo que se quiera con respecto al marxismo (y realmente se ha dicho mucho), incluso se lo puede intentar desalojar de la discusión teórica, como lo pretendió el pensamiento posmoderno, pero, como decía Derrida, la modernidad no ha podido escapar del espectro (fantasma) de Marx.
Lo ideal para el positivismo habría sido ampliar las posibilidades de la emancipación de la physis hacia el campo de lo social: construir una ciencia social que sea el reflejo exacto de las ciencias naturales. Una ciencia en la que las leyes naturales universales y necesarias legitimen el poder de la burguesía, no que demuestren su crisis y su fin inminente. Pero esa idílica historia nunca sucedió. Todas las ciencias sociales están “contaminadas” de marxismo. El marxismo, de esta manera, impidió que la cesura radical que separa al sujeto que conoce del objeto que es conocido, pueda completarse.
Por ello, cuando se apela a que las ciencias sociales se abran, conforme lo propone la Comisión Gulbenkian y también Maldonado en su texto de referencia, en realidad se les pide que renuncien a ese legado crítico que constituyó el marxismo y que se conviertan en un momento más de la emancipación de la physis. Es decir, en ciencias sociales llenas de fórmulas matemáticas, con un lenguaje abstruso e inextricable, con hipótesis supuestamente rigurosas (que incluso pueden relevar de las nuevas propuestas interpretativas como la termodinámica no lineal), pero vacías de historia, vacías de sociedad, amorales e ideológicas. En otros términos, abrir las ciencias sociales es una propuesta por reinventar al positivismo en un momento en el que éste ya no se sostiene (12) .
Por eso pienso que quienes tienen que en realidad abrirse son los científicos de las ciencias naturales, no las ciencias sociales. En éstas, a partir del acontecimiento de Marx se han producido varios acontecimientos que las han transformado profundamente y las han enriquecido (13).
Son más bien las ciencias naturales las que deben abrirse a la sociedad. Abrirse a la ética. Abrirse a su propia historia. Deben superar la reificación de la que son parte. Deben comprender que sus laboratorios, sus hipótesis, sus matemáticas, sus científicos, en fin, todo aquello que los constituye como “ciencia de la buena”, por su amoralidad, por su deshumanización, por su ruptura con su propia sociedad, son en realidad una garantía del poder. Son un momento más de la violencia del sistema.
Notas
Bibliografía
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