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La ola Odebrecht llega a la Casa de Nariño

La ola Odebrecht llega a la Casa de Nariño

La magnitud del escándalo de Odebrecht, que estalló el pasado enero, involucra directamente al presidente Juan Manuel Santos. La Fiscalía colombiana confirma los pagos de la constructora a las campañas presidenciales de 2014 del actual mandatario y de su principal competidor, el uribista Óscar Iván Zuluaga. La historia y actualidad de la corrupción no cesa, es intrínseca al poder realmente existente; y demanda alternativas.

 

La corrupción del poder*

 

por Carlos Gutiérrez M.

Sucede en Colombia, como en el mundo entero. De tanto en tanto, los escándalos por corrupción saltan al primer plano de las noticias. Hay denuncias. Así ocurre como efecto de la lucha de poderes o por conveniencia de una de las partes, que en algunos casos puede ser extraterritorial. Los períodos pre y electorales son puerta propicia para que gane audiencia este tipo de litigios, y también cuando estalla una crisis de gobernabilidad.

 

En la historia nacional, en la pretérita pero con mayor relevancia en la reciente, como efecto de la consolidación del mercado y todas sus connotaciones de oferta y demanda, así como del espacio ganado por el neoliberalismo, encontramos ejemplos a granel de la existencia y la persistencia de la corrupción, nítida manifestación de abuso de poder, para cimentarlo o (re)concentrarlo.

 

Para traer a la memoria. Ocho décadas atrás, la historia nos cuenta del abuso de poder por parte del hijo de un presidente, reflejado en casos como la compra de la Trilladora Tolima y su posterior venta al Banco Comercial Antioqueño, o la adquisición de las acciones que la sociedad neerlandesa Handel tenía de la Cervecería Bavaria. Abuso al parecer heredable, pues el “hijo del Ejecutivo”, como fue llamado Alfonso López Michelsen (también conocido como “el mesías de Handel” por sus críticos), hijo del presidente Alfonso López Pumarejo, ya en el primer cargo del país favoreció los predios englobados en la hacienda “La libertad” con el trazado de la denominada “Vía alterna al Llano”. Aquel latifundio de 40.000 hectáreas pertenecía a la familia presidencial y vio multiplicar por ochenta su valor luego de la construcción de la carretera. Que hoy aparezca su imagen en los nuevos billetes de 20 mil pesos es muestra de ‘aceptación’ que la ‘cultura’ de la corrupción tiene entre los miembros de los grupos dominantes del país (1).

 

Ese uso de recursos públicos para beneficio privado en tiempos recientes es indilgado igualmente a los hijos del expresidente Uribe (2). Resulta asombroso: pasa el tiempo pero no la corrupción, que, por el contrario, gana más espacio por aquello de la crisis que vive el Sistema Mundo Capitalista. Los procedimientos para concretarla y ocultarla también ganan perfección.

 

Por aquellas mismas décadas en que ganó fama el “hijo del Ejecutivo”, y un poco más acá, ¿cómo olvidar la masiva y violenta usurpación sufrida por miles de familias campesinas de sus propiedades en el Viejo Caldas, Tolima, Cauca y otros departamentos, en la época de la llamada Violencia estudiada por los polítologos más destacados del país? ¿Quién, desde la cima del poder, pagó algún castigo por estos crímenes, zumo de la acumulación originaria colombiana? ¿Cómo taparon los ojos, la boca y los oídos de la Justicia? ¿Por qué los medios de comunicación ayudaron a distorsionar la realidad nacional? Es claramente deducible: poder y corrupción van de la mano, así en la historia oficial culpen de una parte de tal violencia y usurpación a aquellos que llamaron “bandoleros”, que, como es fácilmente comprobable, fueron actores ‘creados’ y protegidos por los poderosos de entonces, así como décadas después crearon y protegieron –¿protegen?– a los paramilitares.

 

Corrupción y abuso del poder sin límites. Años después, la noticia del día recayó sobre el Metro de Medellín, Dragacol, Puertos de Colombia, Proceso 8.000, Guavio, privatización de distintos bienes públicos (electrificadoras regionales, hospitales, acueductos), liquidación de los Ferrocarriles Nacionales y de la Flota Naviera. Luego, las páginas impresas y los titulares de radio y televisión abrirían sus emisiones con Transmilenio y la pavimentación de la Avenida 26, y otros negocios turbios durante la alcaldía del señor Moreno Rojas, así como Saludcoop, Agro Ingreso Seguro; carteles del azúcar, de los cuadernos, del papel higiénico; pérdida de dineros destinados a la alimentación en los hogares infantiles en La Guajira;… y Reficar, y decenas de casos más. Ahora el turno es para Odebrecht.

 

Sorprende. En todos los casos, el factor fundamental para adelantar cualquiera de estas operaciones es actuar cerca o ser parte del poder. La Corrupción, con mayúscula, no prospera sin estar apoyada, protegida, resguardada, por los hilos del poder. No es solamente que el Estado es coto de caza de quienes acceden como funcionarios a su entramado sino igualmente que el poder derivado de allí sirve a los intereses de las acumulaciones ilegales de riqueza. La elevada concentración de la propiedad inmueble, por ejemplo, no ha obedecido a la existencia de relaciones de compra-venta reguladas sino a la violencia adobada por un mercado de actuaciones de funcionarios venales.

 

Actuaciones en las cuales entra en juego todo el entramado institucional. Es bueno recordar que la connivencia entre intereses privados y las autoridades estatales cubre las tres ramas del poder. El ejemplo de los López y los Uribe puede extenderse a legisladores y jueces. Lo que Alejandro López llamó la lucha del hacha contra el papel sellado en su obra Problemas colombianos no es otra cosa que el despojo de los usuarios directos de la tierra, siempre por parte de quienes en notarias y juzgados, a través de fraudulentos títulos, han apropiado secularmente la tierra de los labradores con la complicidad de jueces y otros ‘personajes’ de oficina. Esa, la causa más profunda de nuestra atávica violencia, es el hecho que no quieren enfrentar los grupos dominantes y que desde las columnas de opinión de los periódicos es distorsionada. ¿Acaso Jorge Pretelt, magistrado de la Corte Constitucional recientemente destituido al ser acusado de recibir un soborno de 500 millones de pesos para favorecer una tutela, no lo fue también de apropiarse de tierras de un islote en el mar Caribe, donde construyó una cabaña? ¿El excongresista Otto Bula, capturado hace poco por el caso de Odebrecht, no está señalado de apropiarse de baldíos y negociar propiedades con despojadores de tierra? Por donde se quiera que miremos, aparece la opacidad de la titulación de bienes inmuebles, que sin el concurso sistemático de funcionarios judiciales no sería posible.

 

Por el globo

 

¿Mal de muchos, consuelo de tontos? En su momento y en otras coordenadas, los medios de comunicación pusieron en primer orden a Portugal por la detención de su exprimer ministro José Sócrates, sindicado de fraude fiscal, blanqueo de capitales y corrupción. En este mismo país, en la lucha contra los desfalcos fiscales, ya habían sindicado a las direcciones de los bancos BES, BCP, Finibanco y BPN. Asimismo, y en el marco de otra operación de igual carácter, detuvieron a Ricardo Salgado, “[…] referencia mundial en el mundo de la banca y miembro de una de las familias más ricas y más influyentes de este país” (3), quien fuera presidente del Banco Espírito Santo durante 22 años, bajo el cargo de blanqueo de capitales.

 

Italia también estuvo en el centro del huracán. El 8 de julio de 2015 fue condenado el exprimer ministro Silvio Berlusconi por un caso de soborno a un senador que facilitó la caída del gobierno de Romano Prodi en 2008. Caso similar al acaecido en nuestro país con el procedimiento seguido por Uribe Vélez para lograr la reforma constitucional que permitió su presentación para la reelección.

 

En el mismo país fue celebre la operación adelantada en 1992 y conocida como “Manos Limpias”, a través de la cual quedó al descubierto “[…] una red de corrupción que implicaba a los principales grupos políticos del momento y a diversos grupos empresariales e industriales”, trama que terminó con la caída en desgracia del exprimer ministro Bettino Craxi, dándole entrada en la arena política a Berlusconi. Condenado por distintas causas corruptas, tanto políticas como económicas, Craxi murió en Túnez en el año 2000, protegido por un dictadura, prófugo de la justicia de su país (4).

 

Un ejemplo más. En abril de 2016, por la “Trama Gürtel”, en España fueron llevados a juicio 37 empresarios y políticos vinculados al Partido Popular, en la dirección del gobierno, entre los cuales figuraba Luis Bárcenas, su tesorero. La investigación encontró una relación espuria entre unos y otros, en la cual los primeros ganaban distintos negocios oficiales pagándole la comisión correspondiente al Partido. Pese a lo significativo de la denuncia, el PP continúo ganando elecciones.

 

También en la ‘madre’ patria, dos miembros de la vetusta monarquía, la hermana del rey, la infanta Cristina y su esposo fueron llevados ante los tribunales acusados de malversación de seis millones de euros del erario.

 

Entre Portugal, Italia y España existe un vínculo en común: los tres integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), que proclama que los países que la constituyen no deben dejar espacio para la corrupción. ¡Chiste macabro y cínico! México, Irlanda y Turquía, con graves denuncias por este particular, además de Estados Unidos –donde la crisis financiera de 2008 fue resuelta socializando las pérdidas de los bancos, es decir, usurpando los recursos públicos para beneficio privado–, hacen parte de esta organización. Colombia aspira a ser aceptado en este “exclusivo club”. En países como Perú con Alan García, Argentina con Carlos Menem, Guatemala con Otto Pérez Molina, Panamá con Ricardo Martinelli, y otros tantos países y gobiernos de la geografía mundial, también la corrupción juega como pieza central del poder y de la manera de ejercerlo.

 

Empresarios y ricos, caminando sobre huesos

 

La base que alimenta y potencia la corrupción es la oferta y la demanda, es decir, el principio básico del mercado capitalista. En un período histórico donde éste es cada vez más competido, la necesidad de poner en juego ofertas no reglamentadas es cada vez más imperioso. No es extraño, por tanto, que una multinacional como Odebrecht disponga de toda una sección –es decir, múltiples funcionarios destinados para atender una labor– dedicada a la diplomacia del dinero. No debe ser muy distinto en el conjunto de las multinacionales y de otras grandes empresas, batidas como fieras por obtener ingresos en todos los continentes. De ahí que sea norma comprar conciencias. Y en su disputa, filtrar información para que unos y otros caigan en desgracia, y así poder pasar sobre ellos, claro, también comprando conciencias o resaltando condicionantes o apoyos mutuos a través de los voceros de los Estados, pues son ellos, los presidentes, las cancillerías y los ministerios, las instancias que van abriendo campo para sus capitalistas.

 

Mar de intrigas, componendas, ‘favores’, que ya son norma. En Washington, el cuerpo legislativo está conformado por 543 parlamentarios que están asediados por 12.500 lobistas, en un indicador claro de que la promulgación de leyes en esta etapa del capitalismo corporativo es un mecanismo en el que los legisladores son, en lo esencial, receptores y procesadores de los intereses de los grandes grupos.

 

Desplome de ilusiones. El mercado no es ese juego neutro –según se les dice a los estudiantes de economía en los primeros semestres–, donde unos llevan su producido y lo ofrecen a unos potenciales consumidores que eligen lo que demandan porque conocen las características de lo que compran. No. En el mundo real el mercado es una disputa en la que el engaño no es una excepción, como recientemente sucedió con los 11 millones de vehículos diesel trucados por la empresa Volkswagen al instalar un software que alteraba la medición de los gases contaminantes emitidos por los autos, delitos de la industria privada que pasan impunes a pesar de atentar contra derechos humanos esenciales, como en este caso la salud.

 

Estafas. Las historias de los ‘emprendedores’ capitalistas es una buena fuente de información sobre como las grandes fortunas han estado atadas en sus comienzos a muchos latrocinios. Hoy, en las escuelas de negocios son ensalzados hechos como que William Avery Rockefeller, fundador de unos de los clanes más poderosos del mundo, quien empezó sus negocios vendiendo petróleo crudo con el nombre de nujol (nuevo aceite), como un elixir que curaba enfermedades como el cáncer. Y no sólo es él. La industria farmacéutica ha sido señalada, junto con el sector financiero, según el Departamento de Justicia de Estados Unidos, de ser grandes defraudadores, si es medido su comportamiento por la cantidad de acuerdos civiles y criminales alcanzados con el gobierno bajo la Ley de Reclamaciones Fraudulentas (False Claims Act, FCA) de tal suerte que, incluso bajo los parámetros del propio establecimiento, el comportamiento de la oferta de productos y servicios no es ciertamente un reino de Jauja.

 

No es extraño que así suceda, ya que Estado y empresas privadas van de la mano, y los funcionarios ejercen como proa de los intereses de banqueros, empresarios y negociantes. Y con la conciencia clara de que así es, redactan y reglamentan las leyes de sus países, o en muchas ocasiones cierras los ojos ante los despropósitos de sus patrocinadores y protegidos. El Estado está privatizado. De ahí que sea imposible divorciar poder y corrupción.

 

A lo largo del siglo XX hay evidencias de ello. Sin reparar en sus consecuencias, que se prolongan por décadas y sin parar, descargadas sobre millones de personas. La corrupción permite acá ver su sentido estructural, por ser conducto para multiplicar fortunas e imponer intereses de todo tipo.

 

La ilegalización del cáñamo nos permite comprobarlo. Un vegetal que por siglos sirvió de fuente principal para fabricar sogas y velas para barcos, ropa, papel, insumos para calmantes, y no menos de otros 25 mil productos, fue criminalizado en 1937 en los Estados Unidos bajo la “Ley de marihuana tax”, por acción pública y por presión de dos grupos empresariales: la industria periodística que manejaba William Randolph Hearst, uno de los hombres más ricos de su época, y la multinacional Dupond.

 

El interés de estos grupos en ilegalizar el cáñamo (5) residía en sus intereses económicos y en su imposibilidad de vencer las propiedades de una planta que no requería químicos de ninguna especie para su utilización. Hearst era propietario, además, de miles de hectáreas en las cuales había sembrado árboles para desde allí obtener la pulpa de papel con la cual imprimir sus periódicos, y Dupond tenía la licencia sobre el ácido sulfúrico, indispensable para procesar la pulpa de papel, además del rayón y el náilon (o polímeros) que encontraba en el cáñamo a un ecológico e incómodo competidor.

 

Con amplias campañas a través de sus periódicos, achacándole al cáñamo el “origen de todos los males”, buscaron cambiar el concepto que sobre el mismo tenía la sociedad, y con su poder sobre el Congreso estadounidense, obtener su criminalización. Para así lograrlo, accionaron a través del comisionado de narcóticos de la época. El logro de sus propósitos aún extiende sus nefastos efectos por doquier (6).

 

Intrigas empresariales, compra de conciencias, control de parlamentos y gobiernos, que también está reflejada en la manera ingeniada por las multinacionales del tabaco para inducir a las mujeres a fumar, consumo que hasta los primeros años del siglo XX era mal visto. Recurriendo a la psicología de masas –el deseo del inconsciente– identificada por Freud, su sobrino Edward Bernays desplegó estrategias de dominación sobre amplios grupos sociales, convirtiéndolos “[…] a la nueva religión del consumo”.

 

Con esta técnica, Edward realizó su más asombrosa demostración en el desfile de Pascua de 1929, en el que utilizó un acto de ‘reivindicación feminista’ que denominó “Antorchas de la libertad”. Aquel día, un grupo de las jóvenes mujeres, a una orden pactada, encenderían un cigarrillo con un gesto que Bernays había presentado previamente a la prensa como de liberación de la mujer. En aquella época estaba mal visto que la mujer fumara, pero el objetivo de la campaña no era una conquista feminista porque la gran beneficiada de aquella supuesta liberación era la industria tabaquera, que incorporaba como cliente a la mujer. Bernays también consiguió que la Asociación de Médicos recomendara durante 50 años fumar como un hábito saludable, circunstancia que los medios de información más prestigiosos se encargaron de amplificar. El grupo empresarial Hearst y la banca Rockefeller también fueron dos de los principales aliados y mejores clientes de este psicólogo de masas (7).

 

En años más recientes, la acción empresarial de las multinacionales productoras de toallas higiénicas y similares terminó por imponer este recurso en la vida cotidiana de las mujeres, ocultando la existencia de la copa menstrual, un recurso más económico para los millones de usuarias, y con menor impacto ambiental para la Tierra.

 

Corrupción empresarial que también salta a la vista en el caso de las prótesis mamarias, acerca de las cuales sus productores franceses reconocieron saber que eran defectuosas. ¿Cuántas mujeres muertas, enfermas, operadas, por el afán de lucro de alguien o algunos? (8).

 

¿No es acaso corrupción el principio de la obsolescencia programada? (9). El engaño ha puesto a la humanidad en la encrucijada de generar una cantidad de desechos mayor que los asimilables por el planeta. Es icónico el caso de las bombillas, pues es en ese sector donde funciona el primer cartel de empresarios -conocido como Phoebus-, buscando aumentar sus ganancias, en cuyo objetivo acuerda ajustar el tiempo de duración de los focos eléctricos para garantizar una demanda periódica creciente. Es bien sabido que en Livermore (California), la bombilla de luz en uso más antigua del mundo ha funcionado en forma continua en el cuartel de bomberos de la localidad de Shelby (Ohio) desde 1901, como un ejemplo de la duración de largo plazo que pueden tener estos elementos (10).

 

Corrupción de peso mayor que evidencia hasta la saciedad que empresarios y políticos (que en muchas ocasiones son las mismas clases dominantes y/o los propietarios de grandes empresas en cada uno de los países) van de la mano, y que las consecuencias de sus ambiciones recaen funestamente sobre toda la humanidad, además de la naturaleza misma.

 

Que ahora aparezcan en Colombia los políticos, en cabeza del Gobierno, alardeando de pulcritud, pudiera producir hasta risa si no fuera porque se trata de un alarde de cinismo. Eliminar realmente la corrupción requiere una ética imposible de fundar en el sistema que nos rige. Sin duda, ya estamos en período preelectoral.

 

* Le Monde diplomatique edición Colombia, Nº163, febrero de 2017.

 

1. https://es.wikipedia.org/wiki/Alfonso_L%C3%B3pez_Pumarejo.

2. https://www.youtube.com/watch?v=gKHnm4mTXmk.
3. http://www.abc.es/internacional/20141126/abci-casos-corrupcion-portugal-201411252305.html .
4. http://elpais.com/diario/2000/01/20/internacional/948322804_850215.html .
5. Acción que a lo largo del siglo XX y el XXI se ha traducido en la muerte y encarcelamiento de cientos de miles de personas, sometiendo a millones de personas a dolores intensos que no pueden ser tratados por estar ilegalizada la planta, además de multiplicar la contaminación ambiental por doquier.
6. http://www.arteslibres.net/literatura/favidal/articulos/marihuana.htm .
7. Chaparro Escudero, Manuel. Claves para repensar los medios y el mundo que habitamos, La distopía del desarrollo, Ediciones Desde Abajo, Colombia p. 69, 2015.
8. https://noticias.terra.com.co/mundo/implantes-mamarios-pip-eran-defectuosos-abogado-empresa,15ebd41027c64310VgnVCM4000009bf154d0RCRD.html .
9. Es así como se diseñan los productos para una vida útil menor de la que los materiales y la tecnología permiten, con el fin de obligar al consumidor a comprar nuevamente es una forma estructurada y sistemática.
10. http://www.abc.es/20110623/ciencia/abci-misterio-bombilla-encendida-desde-201106231033.html .

 

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Información adicional

Autor/a: Carlos Gutiérrez M.
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: Le Monde diplomatique, edición Colombia

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