Buenos Aires, 22 de diciembre. Emoción, lágrimas, asombro y alegría, todo a la vez fue lo que sucedió hoy en la provincia central de Córdoba, y también en esta capital, al conocerse la condena a “cadena perpetua e inhabilitación absoluta perpetua” al ex dictador argentino Jorge Rafael Videla y el general Luciano Benjamín Menéndez, quien comandó en el interior del país una vasta zona donde desaparecieron a miles de personas, junto a otros responsables de crímenes de lesa humanidad cometidos en la Unidad Penitenciaria uno (UP-1) de la capital cordobesa.
Además el Tribunal Oral Federal 1 de Córdoba, que actuó en este caso, ordenó el inmediato alojamiento de Videla en una cárcel común, y pidió revisión médica para Menéndez, que ya recibió otras cuatro condenas en los juicios realizados en diversas provincias del noroeste.
Ambos fueron juzgados junto con otros 28 coacusados por los tormentos y asesinatos de 31 personas, cometidos en la UP-1, jurisdicción del tercer cuerpo del ejército entre abril y septiembre de 1976.
Videla había sido condenado a cadena perpetua en juicio a las juntas militares en 1985 y luego indultado por el ex presidente Carlos Menem, en decretos de 1989-1990.
Integrantes de la organización Hijos de Desaparecidos y centenares de jóvenes habían instalado grandes parlantes y en el momento de conocer la sentencia la emoción contenida estalló, entre saltos, abrazos, lágrimas de felicidad y un grito único: “llegó la justicia”.
El final del juicio fue visto en grandes pantallas por familiares, ya que la sala del tribunal, integrado por los magistrados Jaime Díaz Gavier, Carlos Lascano y José Pérez Villalobos, estaba desbordada cuando a las 17:49 (hora local) se leyó la sentencia.
Otros condenados a cadena perpetua fueron Carlos Yanicelli, ex integrante de la “patota” (banda) del D2 de la policía, los militares Vicente Meli, Carlos Poncet, Raúl Fierro, Jorge González Navarro, Gustavo Adolfo Alsina, el ex carapintada Enrique Pedro Mones Ruiz y Miguel Ángel Pérez.
También cinco policías recibieron penas perpetuas y otras condenas oscilaron entre seis, 12 y 14 años.
De nada sirvió el alegato que hoy agregó Menéndez al de Videla ayer, en el que también defendió el terrorismo de Estado aplicado por la dictadura (1976-1983) y acusó al gobierno de “perseguir” y de tratar de desprestigiar a las fuerzas armadas.
Menendez criticó el proceso legal, que cumplió con todas las garantías, incluyendo estos alegatos en los que no hubo una sola palabra que mostrara arrepentimiento. El otrora poderoso general intentó justificar lo injustificable y demandar a la justicia por juzgarlo porque él se considera un “soldado victorioso”.
“Intentaron que los jueces admitieran que habían sido protagonistas de una ‘guerra justa’. Pero no explicaron que se trató de una guerra sucia típica de la contrainsurgencia que impuso la Doctrina de Seguridad estadunidense en los años 70. Como militares deberían sentir vergüenza de llamarle guerra a los secuestros de los grupos de tarea con tanquetas, cañones para llevarse mujeres y niños, familias enteras, curas, monjas. ¿Y qué decir de las torturas, los asesinatos, robos y desapariciones? ¿A los campos de exterminio le llaman ‘guerra justa’; al robo sistemático de niños a mujeres embarazadas a las que mantenían vivas hasta el parto, para luego robarles sus hijos?”, cuestionaron los familiares de las víctimas.
“La justicia llegó y estos serán dos días recordados para siempre, porque ayer también fueron condenados 16 de los más crueles represores en esta capital, que cometieron crímenes de lesa humanidad en el circuito de los centros clandestinos Atlético, Banco y Olimpo y que habían sido amparados por la impunidad”, dijeron los Hijos de Desaparecidos aquí.
Anoche alrededor de los tribunales de esta capital se vivió otro momento de emoción, dolor y festejos. El Tribunal Oral Federal II, que juzgó a los responsables de los crímenes de lesa humanidad cometidos en esos centros clandestinos, unificados porque muchos secuestrados eran trasladados entre unos y otros, condenó a cadena perpetua a 12 de los personajes más siniestros de la pasada dictadura, y otros cuatro recibieron 25 años. El juicio abarcó a 183 víctimas.
Uno de los condenados a cadena perpetua, Julio Simón, alias El turco Julián, tiene uno de los historiales más temibles en el circuito del terror.
Otro personaje emblemático condenado a perpetua es Samuel Miara, quien tiene una larga cadena de delitos, como Simón, y además se apropió de los mellizos del matrimonio Reggiardo-Tolosa (desaparecidos), nacidos en cautiverio.
Entre los condenados a 25 años de prisión, también con inhabilitación absoluta perpetua, está Raúl Guglielminetti, que espera condena en otro juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en Automotores Orletti, sede de la Operación Cóndor aquí. Este fue un oficial de inteligencia que actuó en la zaga centroamericana de los militares argentinos, especialmente en Honduras en los años 80.
Sin embargo, quedó un sabor amargo por la absolución de Juan Carlos Falcón, alias Kung fu. Algunas de sus víctimas estaban en la sala. Hubo festejos en la calle, donde miles de personas recibieron con música la histórica condena.
Si hay algo que agregar a estas horas claves para los derechos humanos es que este viernes se pondrá en vigencia la Convención Internacional para las Desapariciones Forzadas, que aprobó la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas el 29 de diciembre de 2008 en forma unánime.
Argentina fue, junto con Francia, un país líder en lograr la convención, y consiguió incluir la “prevención y sanción penal” a la apropiación de niños sometidos a desaparición forzada, confirmando el principio de restitución a la familia de origen y el del pequeño a recuperar su identidad.
Por Stella Calloni
Corresponsal
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