Que excepcional. Más aún cuando en el razonamiento de Caballero no están mencionados Angelino Garzón, elegido gobernador del Valle; Raúl Delgado alcalde de Pasto, Edgar Cote, ahora, primera autoridad de Barrancabermeja a pesar del sitio paramilitar; Jorge Eduardo Ulloa, alcalde de Floridablanca (Valle); Jorge Diego Ospina, ganador en Uribe (Meta); ni están citados todos los demás elegidos que –con todo y su heterogeneidad política— marcan un rumbo político nuevo y de rechazo al proyecto en marcha de una derecha beligerante, devota y condescendiente con Bush, Sharom y Blair.
Increíble. Así es el nuevo mapa político de Colombia, abstención, voto independiente e inconforme y resistencias múltiples, acumuladas por fin, con resultados visibles: el aumento de gobiernos locales de ‘convivencia’ derecha-centro-izquierda o de iniciativa centro-izquierda, que hacen relucir el horizonte de real y verdadera mayoría del país. Sí, mayoría. Con paradoja.
Mayoría y paradoja porque esa noche se hizo evidente que mientras el 24,9 por ciento de los votantes –un número cercano a los 6 millones de colombianos, tienen un jefe y líder: un presidente a quien le aplauden cualquier despropósito anticonstitucional y autoritario–, también una mayoría de 22 millones de ciudadanos produjo el fracaso de la ‘imagen’ presidencial, hundió el referendo, y en muchos municipios rechazó a los candidatos del poder tradicional y la derecha excluyente: ferviente y renovadora de la AAA argentina, de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) de Pinochet, de los teatros de operaciones (TO) de Carlos Andrés Pérez en Venezuela y de los escuadrones del salvadoreño coronel D’Abuisson, entre otros.
Paradoja, contradicción, con pregunta urgente: ¿ante la crisis, quién o quiénes en colectivo pueden ya o muy pronto congregar a esa mayoría de color diverso, pero mayoría al fin? Y, no es una mayoría cualquiera. Es la mayoría que le produjo un trago amargo al poder sumiso de Uribe: inclinado ante los dictados del FMI, dentro del proyecto bandera del régimen en el que empresarios y fuerzas armadas deben cerrar filas para ganar la guerra que favorezca el privilegio económico sin tener que acudir a una negociación que rompa o afecte el statu quo.
Y la pregunta flota para que miles de colombianos –de las diversas tendencias antioligárquicas y del descontento– nos la hagamos y tratemos de responderla. A toda luz, esa mayoría definió el marco político y hasta ideológico de un país distinto, pero exige para no quedar desperdiciada, la configuración de “un actor político, social, unitario, y urbano legítimo”. Tremendo vacío a llenar.
Antes de 2006: paz y soberanía
¡Cuán distinta sería la vida si a más tardar a la medianoche de ese histórico 26 de octubre –mientras el abatido Uribe sufría mutismo y amagó renuncia– hubiera existido la voz decidida de un colectivo mínimo por una Junta Patriótica, Junta Nacional o Junta de Salvación, por la Paz y la Soberanía! Una Junta sobre la cual ya debiera haber una conciencia creciente acerca de su necesidad y de su configuración como liderazgo visible. Una Junta que debería estar en marcha: gestándose y caminando, tanto en la perspectiva de las organizaciones sociales como en las convicciones, consignas y tácticas de todos los movimientos y agrupaciones políticas, dentro del propósito alternativo y conjunto de “ser gobierno y ser poder”.
A pesar de nuestra prédica escrita en busca de enfocar toda memoria, toda acción, toda resistencia del pueblo y todo carisma en ese preciso objetivo: de Gobierno y Poder –como respuesta y asimismo a partir del instante trágico de aprobación mañosa y abusiva del Plan Colombia por un organismo legislativo extranjero–, tenemos que decir que el despertar y la nueva realidad política del 25-26 de octubre nos sorprendió a todos. Un suceso que les extrañó a las diferentes y contrapuestas elaboraciones del pensamiento que, ya sea en la base, en las organizaciones sociales, en la academia, en la intelectualidad, se reclaman o nos reclamamos como humanistas, independientes, opositores, rebeldes o de izquierda.
Ese desenlace del Referendo negado y de candidatos derrotados dejó y todavía tiene lelos a los defensores del establecimiento: En su Informe Especial, la revista Semana (ídem, p. 31) expresó: “Por alguna razón difícil de determinar, este modelo fue derrotado”. No pueden explicarlo. Hacen esa especie de conclusión, luego de afirmar: “La derrota del Referendo y el triunfo de Lucho Garzón en Bogotá marcan hitos en la historia política contemporánea. Son golpes directos a la mandíbula de Álvaro Uribe y Enrique Peñalosa, los dos símbolos más visibles […] El primero representa el restablecimiento de la autoridad en el país, y el segundo la aplicación de la gerencia en la política. La combinación de estos elementos constituiría el modelo con el que supuestamente se iba a gobernar a Colombia durante los próximos años”. Uribe que incumplió su promesa de Revocatoria del Congreso, un año y medio después de ‘éxitos’, ‘apenas’ sostiene el volumen electoral de su elección y, como dijimos en el editorial de nuestra edición número 77, de marzo 15 de 2003, “el plástico se derrite si le da de lleno el Sol”.
ENP, Carlos Gaviria, Luis Eduardo, Angelino, Édgar Cote…
La ausencia de un referente y liderazgo político nacionales que inhiba el terror puede echar a perder la ocasión calva que la mayoría de octubre despuntó. Y mostró con lujo. Sin alcanzar la presencia de un referente visible de conducción de todas las inconformidades y protestas, queda un camino abierto para la plena recuperación de Uribe. Y con ese remonte quedaremos sumidos en el abismo del ALCA, que impone Bush con su espiral de intervención militar extranjera, que lleva al drama del agravamiento y la extensión del conflicto social.
Parejo a sus buenas ejecuciones, la expectativa que despiertan los ‘nuevos’ gobiernos municipales en sectores de la opinión y del pueblo raso, temprano o tarde tendrán una reacción de los grandes medios y de persecución acompañados de la “polarización de la opinión” por parte del poder económico y político tradicionales. Es una circunstancia que no debe preocupar, y que abrirá paso a la justa polarización política por los pobres y los desempleados, parecida al trasfondo de los hechos en Venezuela y la Revolución Bolivariana. Polarización en desarrollo que dará cimiento y dinámica, por primera vez en años, al surgimiento y consolidación de un liderazgo alternativo de centro-popular-revolucionario. En cada punto y ahora con el boleto ganador de “tener gobierno”, el desafío es arañar poder. Arañarlo, constituyendo a cada comunidad en sujeto propio de su participación y autogestión para el logro de la igualdad y la vida digna.
• Desde abajo, en el nivel de las luchas, las reivindicaciones, la participación social y las comunidades, los caminos del ENP, Encuentro Nacional Popular, que como evento similar nunca se ha realizado en Colombia, han comenzado su tránsito.
• En el nivel de la oposición, la resistencia y la reconstrucción social, y de un liderazgo necesario, la idea-semilla de una Junta, como movimiento de movimientos y como suma de todo liderazgo y representación política de: personalidades, partidos, sindicatos nacionales, ong’s, comunidades y franja de los desempleados, tiene el surco abierto.
• En el marco de Gobierno y de Poder nacionales, alcanzables ante una crisis del régimen o en el escenario de múltiple-resistencia-elecciones en el 2006, constatamos desde ya que la figura de Carlos Gaviria y sus acumulados, tanto de imagen y opinión favorable como de instrumento organizativo en la presidencia del Frente Social y Político –por ahora, todavía marginal–, abre una perspectiva de liderazgo unitario y triunfador.
• Para un presente de: Disputa mediática-Oposición vertical-“nueva gobernabilidad local”, Carlos Gaviria, Luis Eduardo Garzón y Angelino Garzón, elegidos, tienen la misión de convocar y encabezar un proceso múltiple que interrelacione y congregue en “Reunión” a los alcaldes y gobernadores “contra la pobreza por la paz y la soberanía”. Un proceso y movilización que cuestiona de hecho al Poder Legislativo: Senado y Cámara vendidos, dando paso a una escalera de Cabildos y de Parlamento Autónomo del Pueblo a su debido momento.
Con todo lo anterior, Colombia y su pueblo estamos ante un reacomodo del régimen o la esperanza y reflote de un nuevo poder:
• Lo primero, si es una hegemonía liberal socialdemócrata con las candidaturas de Horacio Serpa o César Gaviria la que se impone, o
• Lo segundo, si es la iniciativa popular-revolucionaria la que obtiene el triunfo.
Tenemos la tarea.
Muchas veces las personas me sugerían que estudiara la Ley de Prensa. Y yo decía: “No. Si yo sólo hiciera lo que dice la ley, no haría nada, quedaría con las manos atadas. Ante eso, prefiero no conocerla. Si metemos la pata, contratamos un abogado para que lo resuelva”. Ellos me pedían que conociera la Ley de Prensa no sólo a causa del periódico sino por lo que hacíamos en el sindicato, por los discursos y las entrevistas que dábamos. Ellos decían que era necesario conocer la Ley de Huelga. Yo prefería no conocerla. Porque si uno comenzaba a conocer y a hacer sólo lo que estaba permitido, terminaba haciendo un sindicato común. Uno no hacía nada (Lula, el hijo de Brasil, de Denise Paraná, p. 127).
Un movimiento, para que sea revolucionario, debe enfrentar toda la realidad sin fragmentar; tiene que transformar todo en profundidad. Entrevista: Habla el Comandante Hugo Chávez Frías (De Agustín Blanco Muñoz).
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