La bilateralidad o multilateralidad de cese de fuegos es posible
Federico Ríos Escobar, Los días póstumos de una guerra sin final , fotografía (Cortesía del autor)

El declarado cese de hostilidades y de fuegos por parte del actual Gobierno con cinco actores armados de diferente carácter y proyecciones, y la posterior aclaración y denuncia del Eln que el mismo no fue concertado y por lo tanto no procede, demanda una reflexión sobre el sentido, características y posibilidades de avanzar por esa ruta como condición ideal para aclimatar una negociación con reales posibilidades de llegar a buen puerto.

En los imaginarios colectivos de las sociedades, principalmente las de los países envueltos en conflictos armados ya sean estos internacionales o internos, e incluso en círculos académicos y de opinión, se ha asumido y se da por entendido que cuando se habla de tregua, se está hablando de paz, o se está haciendo alusión a la paz; pero es una noción equivocada porque las treguas, ya sean unilaterales o bilaterales, o concertadas entre varias partes, son instrumentos de la guerra, a los que acostumbran echar mano los ejércitos o las fuerzas contendientes, la mayoría de las veces sin anunciarlas, y sin publicidad.

Las pausas en la guerra son útiles, es más son indispensables, porque les permiten a las fuerzas contendientes dosificar el esfuerzo y gasto humano y logístico, inclusive el económico. Pero con frecuencia se las hace públicas y se las asocia como un acto unilateral que genera algún tipo de alivio en las sociedades impactadas por el conflicto.

Cuando se usan las treguas de esa manera, entonces adquieren otro significado y las publicitan como gesto o acto de paz, o como un mensaje a las sociedades nacionales y a la comunidad internacional.

Con alguna frecuencia escuchamos que se alzan voces descalificatorias y devaluatorias de las treguas unilaterales, provenientes de las partes contrarias y de sus aliados, que buscan que el acto unilateral pierda valor y sentido como acto de paz.

Las treguas tienen múltiples causas y motivaciones, la mayoría de ellas no pueden o no deben ser divulgadas porque podría poner en situación de desventaja a quienes entran en ella; pero si la publicitan como un acto de buena voluntad cumple un rol multifacético:

1- Crear la pausa que se necesita
2- Enviar un mensaje auspicioso de paz al enemigo
3- Enviar un mensaje a la comunidad internacional, que puede mostrarse crítica o abiertamente en oposición a la guerra
4- Enviar un mensaje positivo a sus propias fuerzas, en el sentido de mostrar un norte de solución negociada
5- Tomar la iniciativa y ganar en reconocimiento por su acto generoso de paz y el alivio que genera.

Ahora bien, en un contexto de diálogos de paz, de negociaciones y de un alto ejercicio de diplomacias para terminar el conflicto por vías incruentas, entonces las treguas adquieren otro sentido y valor, el de ser instrumentos que sirven para allanar las vías a la paz.

Cuando se trata de treguas o ceses pactados, ya sean bilaterales o multilaterales, el sentido pacífico de esta herramienta es mucho más claro, pues la tregua ya no es para sacar ventaja el uno sobre el otro, sino que es un intercambio de actos, es decir hay reciprocidad, algo así como un “no te ataco, no me atacas”, con lo cual las partes envían mensajes positivos a sus aliados y sus adversarios, como también de consuno generan alivios que son bien recibidos por las comunidades de los territorios donde acaecen las confrontaciones.


En la comarca

En Colombia el Eln ha insistido de manera histórica y sistemática en que los diálogos de paz transcurran en un clima distensionado y sin la presión de la violencia generada por la confrontación, para lo cual ha procurado que las partes asuman por igual esa responsabilidad mediante un acuerdo que las obliguen a adoptar una serie de medidas y disposiciones, orientadas a parar temporalmente la confrontación bélica y generar alivio en la sociedad, la que a su vez devolverá ese gesto de partes, con reconocimiento y apoyo a los diálogos de paz.


Pero la discusión de un cese del fuego y de las hostilidades puede ser extenso y complejo, toda vez que son múltiples las situaciones a resolver, sobre todo aquello de las hostilidades, las que habrá que caracterizar y definir con precisión, pues a manera de ejemplo las guerrillas no admiten que lo que ellas llaman “política de impuestación” entre en un eventual acuerdo de tregua, porque el Estado la tipifique como una conducta criminal denominada extorsión, igual pasa con la “privación de la libertad con propósitos económicos” y el secuestro.

Pero la complejidad no es solo por la caracterización de las conductas, es también por los mecanismos, tipos y modalidades de la verificación; lo que toma tiempo importante en las negociaciones, y mucho más cuando las fuerzas comprometidas en el cese bilateral están incursas en otros conflictos armados.

En nuestro caso, y de ello es necesario dar cuenta, así ocurre con el Eln, quien además de su confrontación natural e histórica con el Estado, mantiene hostilidades y fuegos abiertos con otros actores del conflicto, como con las denominadas disidencias, y otras organizaciones caracterizadas como criminales tales como el Clan del Golfo y otras

Entonces, pactar un cese con uno para seguir la guerra con otros, termina por ser impracticable, inverificable y tampoco generará el alivio social que se pretende. En esta circunstancia cabría examinar otros mecanismos, en los que se pueda construir y crear escenarios de bilateralidad.

Me refiero a un mecanismo del siguiente tenor: Si el Eln hace un cese unilateral por un tiempo determinado, lo anuncia y el Gobierno le responde con mensaje de reciprocidad, pero si al mismo tiempo otros actores se sumaran a este mecanismo de unilateralidad en el cese con reciprocidad de la contraparte, tendríamos por resultado un cese de fuegos multilateral, sostenido sobre:

1- La buena voluntad expresada públicamente
2- Por la disposición a resolver el conflicto mediante el diálogo y la negociación
3- Por la determinación de parar la confrontación

En conclusión, la bilateralidad o multilateralidad es posible alcanzarla mediante la explicitación de voluntades, las determinaciones y órdenes que se impartan a las propias fuerzas de parar la confrontación y la decisión política de superar el conflicto armado de manera definitiva.

Ante una circunstancia como esta podrían utilizarse distintos mecanismos para verificar, entre ellos el “Método Santana” u “Operación Estatua”, mientras discurren las conversaciones de paz. Así tendríamos en el país un estado de alivio general, porque nadie estaría disparando, y todos estarían dialogando, buscando los acuerdos de solución definitiva.

Conviene advertir que el marco de la Paz Total, que implica hacer la paz con todos, cada quien en su proceso propio y diferenciado, pero en un mismo tiempo político, pone en juego el factor tiempo, es decir el cronos inexorable que dice a todos que con el pasar de los días se agotan las posibilidades y terminan los periodos y los mandatos. Como es conocido, “Los gobiernos son como los yogures tienen fecha de caducidad”1, de modo que la oportunidad de paz abierta en el país, debe ser bien aprovechada so pena de agotarse, de perder interés, vigencia y apoyos sociales. Saber utilizar el tiempo de negociación es fundamental.

Finalmente, cinco reflexiones:

1- La mejor tregua y más segura es el cese definitivo de la confrontación bélica y las hostilidades, con lo cual se logra un acuerdo determinante que acerca a las partes y al país al final de la guerra.
2- Pactar una tregua temporal al final de la guerra no es muy conveniente, porque se gasta tiempo de negociación que podría utilizarse en avanzar en soluciones definitivas, además puede ocurrir que el cese temporal produzca un amodorramiento del conflicto, con lo que disminuye la prisa por resolverlo y se termina obteniendo su prolongación innecesaria.
3- Que nadie pretenda ganar en la Mesa de negociaciones lo que no fue capaz de conquistar en el campo de batalla, y que nadie pretenda someter o doblegar a la contraparte que a lo largo del conflicto no fue capaz de derrotar.
4- Que ninguna de las partes pretenda torcer el brazo en la espalda a su contraparte en la mesa, mediante el escalamiento militar para buscar un mejor posicionamiento en la negociación, o forzar un acuerdo en condiciones ventajosas.
5- La paz real surge de la paz que es posible construir entre las partes, no a partir de la paz que se desea.

  • Velandia Carlos Arturo, La paz posible entre la ilusión y la incertidumbre. 2020, ABCPAZ. Bogotá.

Información adicional

Colombia, paz negociada
Autor/a: Carlos Arturo Velandia
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: Periódico desdeabajo Nº298

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