“La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.
¿Entonces, para qué sirve la utopía? Para eso: sirve para caminar”.
(Eduardo Galeano)
El 5 de junio de 2012, bajo un sol canicular que calentaba el municipio cordillerano de Pijao (Quindío), niños, mujeres jóvenes, adultos, indígenas, campesinos, autoridades departamentales, hicimos un canto a la vida, a la esperanza, como símbolo de resistencia contra la política depredadora de la minería a cielo abierto.
Desde nuestras danzarinas cascadas de las verdes montañas y el embrujo de nuestro esmeraldino paisaje cultural cafetero, en homenaje, y haciendo honor a los guerreros pijaos y al cacique Calarcá, desde la Plaza de Bolívar de este bello poblado nos concitamos alrededor de defender la “pacha mama”, poniendo como principio fundamental la defensa de nuestros recursos naturales, sustento de vida.
En un país de muchos sueños frustrados y de muchas esperanzas vigentes, acunado por dos océanos; bañado por tres ríos arteriales en cuyas fuentes nadie padecería de sed; con abundantes riquezas naturales que contrastan con la miseria de la gente; con una prolija diversidad cultural en la cual se hablan 86 lenguas indígenas, despliega sus alas un joven departamento (Quindío) que bordea los casi 50 años de vida administrativa, amenazado ahora por una gran cantidad de multinacionales que pretenden expoliar sin compasión sus entrañas.
En la vertiente occidental de la Cordillera Central, rodeado por los páramos de Chili, Cumbarco y Barragán, y por los dulces y mansos ríos Santo Domingo, Barbas y Verde, con palmas que le hacen cosquillas al cielo, miradores que otean las estrellas; con campos aromatizados por el café y cuchicheados por suspiros de guadual; con una rica historia cultural que habla de indios que hacían cantar al oro y lo convertían en chispeantes ánforas y poporos; con un pasado de resistencia indígena liderado por el ventrudo cacique Calarcá, con una población aproximada de 600.000 personas, el Quindío se encuentra enajenado en un 70 por ciento de su territorio a las grandes multinacionales mineras.
Antes fue el terremoto que dejó en la miseria a miles. Luego la crisis económica de finales de los 90s, producto de la cual gran cantidad de familias fueron desmembradas, con sus miembros viajando a otros mundos en busca de mejor presente e irrenunciable futuro. Ahora la minería a cielo abierto cubre con su manto siniestro al departamento y encuentra profusas desigualdades socio-económicas como caldo de cultivo para hechos peores: la pobreza, legada por el pasado y aupada por el neoliberalismo; la exclusión de vastos sectores sociales, la concentración del poder político en pequeños reductos familiares que mantienen su dominio gracias al clientelismo y la corrupción, todo lo cual ha desvencijado los magros presupuestos municipales, declarados en su mayoría “paisaje verde cafetero”.
Los problemas que se generarán con la minería de gran escala serán de índole política, económica, social, cultural, ecológica. Harán que esta región se convierta en todo un infierno social, como es característica en otras tantas del país donde se explotan recursos naturales.
Con estos antecedentes, los manifestantes del 5 de junio exigimos al gobierno nacional que se respete la dignidad del pueblo quindiano, no permitiendo que continúe este modelo de desarrollo depredador. Con la pujanza de esta tierra cafetera, como hace 500 años, debemos empuñar la lanza pijao, defender el territorio Kakataina, preservar nuestra identidad cultural; defender el agua, el oxígeno. No se requieren leyes ‘leguleyas’ para saber que estos son derechos básicos fundamentales.
¡Sin maíz no hay país! ¡Queremos chicha, queremos maíz! ¡Fuera multinacionales del país! Fueron éstas las consignas constantes que se gritaron al unísono en las calles de Pijao.
Está comprobado que la minería de gran escala atenta contra la seguridad y la soberanía alimentaria de nuestra región. El cianuro, el mercurio, la dinamita, no pueden ser la política de desarrollo sustentable que nos prometen.
Proponemos desde este manifiesto proteger y volvernos custodios de nuestras montañas, porque ellas hacen que la madre naturaleza nos brinde la mejor obra pictórica que es nuestro verde andino. La segunda y definitiva independencia es, y tendrá que ser, contra las multinacionales, los nuevos invasores de este continente.
Para completar este aterrador panorama, la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos hará que toda su normatividad esté por encima de la legislación nacional, garantizando y blindando a las multinacionales para que sigan explotando en forma indiscriminada nuestros recursos naturales. Además, la agricultura para agrocombustibles y el reemplazo de las semillas autóctonas por transgénicas harán que las futuras generaciones padezcan hambre y sed. ¡La paz empezará cuando terminen el hambre y la miseria en nuestros pueblos!
Como dice el gran pensador y titán de las letras latinoamericanas Eduardo Galeano, la violencia engendra violencia, como se sabe; pero también engendra ganancias para la industria de la violencia, que la vende como espectáculo y la convierte en objeto de consumo.
¡Una vez más el Quindío se alza y se pronuncia contra la megaminería!
A los lectores caídos en cumplimiento del deber.
Quino
Supimos que la guerra había comenzado cuando ya nos vimos con la sangre afuera… Hasta entonces y como cada viernes en la noche nos reunimos a hablar un poco en la tienda de doña Alicia.
Esa noche a David le dio por leer unos poemas puerquísimos que había escrito mientras veía dormir a su suegra. Todos estábamos atentos a esa lectura, que nos reunía alrededor de la hoja que él sostenía. Entonces, por nuestras manos pasaban vasos llenos de aguardiente, luego llegaban los cigarrillos, entonces alguien más sacaba de su bolsillo una hoja arrugada con poemas de lo más subido de tono y los leía en voz alta. Por lo general terminábamos leyendo en el parque, porque a doña Alicia no le gustaba que le anduviéramos espantando los clientes con nuestras pendejadas, pero esa noche la propia señora Alicia se quedó ahí parada, viendo como seducíamos al aburrimiento: de seguro le gustaba lo que oía porque, al igual que nosotros, no parpadeaba.
Entoncesse oyeron balas estrellándose contra el asfalto. Un frío cadavérico nos subió por los pantalones, Lo primero que hizo Monti fue acabar lo que le quedaba de cerveza. Sonaron botas acercándose y todos nosotros quedamos quietos: el miedo seguía abusando de nuestros pantalones. Doña Alicia corrió hacia la puerta, pero ya era demasiado tarde: la guerra se nos había entrado aquella noche.
Los fusiles desafiaban nuestras miradas, que ya empezaban a temblar por el alcohol. Entonces Felipe salió de debajo de la mesa con las manos arriba, casi con las lágrimas en el piso, y rogó por su vida, como sabe hacerlo un cobarde. Doña Alicia se precipitó a explicar que nadie estaba haciendo nada malo, que no había razón para exagerar las cosas, pero los fusiles seguían ahí, irguiéndose románticamente frente a nuestras caras. David volvió a sacar un papel del bolsillo y empezó a leer el poema más pornográfico que yo le haya escuchado, y al terminar alzó la mirada y arrugó el papelito de tal manera que cupiera por el cañón del fusil. Lo metió con los dedos y luego se sentó a terminar su cerveza… una bala impaciente salió a buscar su cabeza, y todos nosotros cerramos los ojos, pensando que aquella bala se desviaría deliberadamente hacia nosotros. Lo siguiente que oímos fue el cuerpo de David rebotar contra las baldosas, seguido de gritos de pánico de doña Alicia y Felipe. Mientras, Monti sólo acudía a ver todo con un silencio que expresaba más que un grito, a tiempo que yo recogí los restos del papelito y me los eché al bolsillo del pantalón.
Todos mirábamos fijamente y con odio al final del fusil. Queríamos una explicación y queríamos otra cerveza, pero de nuevo volvió a sonar el gatillo y no pude evitar cerrar los ojos. Para cuando los abrí, decidí buscar con la mirada a ver quién faltaba, y esta vez era Felipe, que caía de cara al piso con un orificio que le desangraba la imaginación. Entonces miré de inmediato a doña Alicia y luego a Monti; después de todo, no nos íbamos a dejar matar así como así: teníamos que intentar algo, pero Monti, en su mirada, sólo dejaba al desnudo un trauma que lo consumía ahí parado, y doña Alicia estaba tan horrorizada con la sangre que tenía en su cara, que apenas entendía lo que estaba pasando. Sonó entonces una voz que hablaba desde el fusil, pidiendo que diéramos la vuelta.
Monti volteó rápidamente y gritó a todo pulmón que jamás había estado con una mujer y que no le gustaba García Márquez. Entonces terminó su grito y terminó su vida, dándole punto final con un sonoro rebote de cráneo. Doña Alicia me miró como incitándome a voltearme primero que ella; me sequé la poca de lágrimas que temblaban en mi ojo derecho, saqué de mi bolsillo un billete de los grandes y se lo entregué a doña Alicia, diciéndole que ahí estaba lo que habíamos consumido.
Del extremo de los fusiles se oyeron risas. Al parecer los desconcerté, me di vuelta, saqué mi último poema y no lo leí por respeto a mí mismo. Entonces lo que hice fue comérmelo trocito a trocito y palabra por palabra, alcé la mirada al techo, como buscando en aquel bombillo mi redención, o por lo menos un milagro, y lo siguiente que hice fue morir.
Código: 451
“Valió la pena, compañeras y compañeros”, dijo en el Gigantinho, uno de los estadios de Porto Alegre. Dilma Rousseff habló así del trayecto entre el Foro Social de 2001, el primero, y el Forum Social Temático que trabajó estos días en la capital de Rio Grande do Sul. También fue una forma de acercarse a los militantes de las organizaciones ambientalistas y plantearles qué marco quiere su gobierno para la cumbre mundial de junio próximo conocida como Río+20: “Crecer, proteger, incluir y conservar”.
Como Lula antes, Dilma decidió participar del Forum y conectarse directamente con las organizaciones sociales, incluso cuando entre ellas corrían rumores de que habría una fuerte silbatina de los ambientalistas más radicalizados. Su apuesta fue más completa: decidió que se comprometieran con el Forum y asistieran a talleres varios de sus funcionarios y ministros, como el consejero internacional Marco Aurélio García y la ministra de Derechos Humanos, María del Rosario Nunes.
Ella misma, ayer a la tarde, recordó que participó del primer encuentro del Foro en 2001 cuando era secretaria de Energía del entonces gobernador de Rio Grande do Sul, Olivio Dutra. Dutra, dirigente sindical bancario, es del Partido de los Trabajadores fundado en 1980. Fue la primera administración del PT en territorio gaúcho. La segunda comenzó hace un año con la gobernación de Tarso Genro, ex ministro de Educación y de Justicia de Lula.
“Aquí se afirmó la idea de que otro mundo es posible”, dijo Dilma. “Aquí se generó la oposición al pensamiento único.”
Luego salteó el relato y recordó que en los últimos 11 años la crisis internacional se convirtió en crisis real en 2008 “y no paró de agravarse”. Pero al mismo tiempo, afirmó, en América latina “fueron construyéndose propuestas progresistas y democráticas con importantes transformaciones económicas, sociales y políticas”. Agregó que “nuestros países crecen y reducen la pobreza y la desigualdad social, mientras en otras regiones aumenta la desigualdad, la exclusión y avanza la estagnación”. Advirtió que “no cedemos la soberanía frente a potencias o agencias calificadoras de riesgo”.
“Como decía aquella canción de la revolución de los claveles de Portugal, el pueblo es el que debe mandar”, rememoró para los nostálgicos. El 25 de abril de 1974, un grupo de oficiales jóvenes de Portugal, el Movimiento de las Fuerzas Armadas, se alzó contra la dictadura gobernante, tomó el poder en alianza con la izquierda y no sólo garantizó de ahí en adelante la democracia sino también la descolonización de Angola, Mozambique y Guinea Bissau. Los conjurados eligieron como santo y seña del comienzo de la revolución una canción prohibida del cantante José Afonso, “Grandola vila morena”. Cuando un comando tomara una radio y la pasara, los regimientos debían salir a la calle. Una parte de la canción, que es la que citó Dilma, decía: “O povo é quem mais ordena”. Y en otra parte reclamaba: “Terra da fraternidade”.
Después del guiño portugués, la presidenta brasileña dijo que “no es fácil producir nuevas ideas y alternativas cuando estamos dominados por preconceptos políticos e ideológicos”.
“Conocemos bien esa historia”, señaló. “En los años ’80 y ’90, esos preconceptos impusieron en América latina modelos conservadores que profundizaron la pobreza, el desempleo, la exclusión social y la recesión.”
Para la presidenta de Brasil, la cumbre de junio de Río+20 “debe ser un momento importante de renovación de ideas para que la palabra desarrollo sea crecer, proteger, incluir y conservar, articulando el crecimiento y la generación de empleo, la erradicación de la pobreza y la ampliación de derechos en medio de la preservación de los recursos ambientales”.
Parándose de manera específica en la cuestión ambiental, dijo que Brasil había reducido las emisiones de carbono y gases que producen el efecto invernadero, mientras que “lamentablemente otros países no lo hicieron”.
“En mi gobierno, cuando hablamos de desarrollo sustentable, estamos hablando de crecimiento acelerado de nuestra economía para poder distribuir riquezas, creación de empleos formales, ampliación del ingreso de los trabajadores, reducir la pobreza y terminar con la miseria, mejora de la educación, la salud y la seguridad pública”, explicó la presidenta de Brasil en el acto del Forum. El caso que dio fueron los 40 millones de pobres que dejaron de serlo al incorporarse al mercado de trabajo y al consumo. También dijo que “desarrollo sustentable” significa “mecanismos de participación social y profundización de la democracia en medio de la diversidad cultural”.
En el capítulo internacional, estableció que otro significado es “la inserción soberana en el mundo”.
“En 2003, Lula comenzó a desatar el nudo de la desigualdad y ahora llegaremos a un Brasil sin miseria”, dijo Dilma. Lula asumió el 1º de enero de 2003 después de ganar las dos vueltas de las elecciones de 2002, justo un año después del primer Foro Social. Dilma asumió hace poco más de un año, el 1º de enero de 2011, encabezando una coalición de fuerzas diversas hegemonizada por el PT tras dos mandatos exitosos de Lula.
“Brasil hoy es otro país”, declaró la presidenta en el discurso ante el estadio. “Somos un país más justo, más desarrollado y más respetado. Un país que convive armónicamente y quiere construir con los países de América del Sur, de América Central y del Caribe un polo de desarrollo para el mundo.”
Aprovechó para reivindicar la soberanía palestina, pero prefirió concentrarse más en la economía y la política. Dijo por ejemplo que los Brics, la sigla de países que integran Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, quieren “un mundo más multipolar y democrático”. “Las organizaciones de la sociedad civil y los gobiernos progresistas pueden ser decisivos en la nueva era”, dijo Dilma para evitar resquemores entre los partidarios del oenegeísmo y las fuerzas en el gobierno en Sudamérica.
En otra de las definiciones, reivindicó no sólo la movilización sino la presencia de las organizaciones sociales en Río de Janeiro en junio, con lo cual tocó de lleno otro de los fantasmas que había en sectores del gobierno y de la militancia social: que la cumbre sea un escenario de escándalo con cuestionamientos duros al gobierno.
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El pacto faústico de China con la globalización –salarios por el suelo, descomunal crecimiento exportador– está tocando su límite en un año clave político. En medio de la crisis global y con la sucesión del presidente Hu Jintao a la vista, dos modelos se disputan el futuro de cara al Congreso General del Partido Comunista en noviembre. En el gigantesco municipio de Chonqing, el populista Bo Xilai encabeza un nuevo estatismo para lidiar con la creciente desigualdad de un país nominalmente comunista. En la usina exportadora china, Guagndong, el secretario general del PC, Wang Jiang, propone un modelo liberal de profundización de la apertura económica y mayor independencia de los poderes.
Bo Xilai es la cabeza visible de una “Nueva Izquierda” que reivindica la mística igualitaria del maoísmo y tiene su vidriera política en Chonqing, uno de los cuatro municipios autónomos del país (junto a Beijing, Shanghai y Tianjin). Con una población de más de 28 millones de habitantes, equivalente a la de Venezuela –casi tres veces la de Bolivia, casi 10 la de Uruguay–, Chonqing es un microcosmos de China. En clara alusión a Adam Smith y la célebre mano invisible del mercado, el modelo que impulsa Bo Xilai ha sido apodado la “tercera mano” (Di san zhi shou) por la intervención del Estado en la marcha de la economía y la distribución de sus beneficios. Un racimo de empresas estatales y un esquema de subsidios para atraer la inversión extranjera han resultado en un asombroso crecimiento anual del 16 por ciento que está financiando un ambicioso programa social en vivienda, salud y educación.
A esta “tercera mano” Bo Xilai le ha sumado dos campañas que le han ganado popularidad no sólo en Chonqing sino en el resto de China. Con más de tres mil arrestos que incluyeron a jueces y miembros del Partido Comunista, Bo Xilai desmembró la poderosa mafia local y asestó un duro golpe a la corrupción partidaria. En un intento de dejar en claro su impronta ideológica, Bo Xilai acompañó estas políticas con un llamado a la movilización social de la mano de consignas y canciones maoístas revolucionarias (“chang hong”: canciones rojas) que desempolvó el traumático fantasma de la Revolución Cultural de los ’60.
En los antípodas se encuentra el modelo de Guangdong. La provincia, que concentra una tercera parte de las exportaciones chinas, fue el trampolín inicial de la reforma procapitalista de Deng Xiaoping en los ’80. Según sus adalides, el modelo Guangdong es un intento de estimular el crecimiento de una incipiente sociedad civil impulsando elecciones locales más libres y una mayor participación social. En materia económica, privilegia la eficiencia sobre la equidad: hacer la torta antes que distribuirla. Pero en un claro eco del debate público que ha generado la rampante desigualdad en China, el secretario general de la provincia, Wan Yang, introdujo como objetivo de un plan de cinco años lanzado en enero de 2011 la consecución de la “felicidad” (“xingfu Guangdong”): este “xingfu”, vagamente definido, sería el resultado de la política social.
En un importante debate sobre los dos modelos llevado a cabo en Beijing y publicado en diciembre por el Asia Centre y el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR), la mayoría de los funcionarios y académicos coincidieron en que China se encuentra en una encrucijada y que la legitimidad misma de la Revolución y el Partido Comunista están en juego. El debate planteó la existencia de dos países. La costa este, de Shanghai a Guangdong, punta de avanzada de la apertura de los ’80, tiene esas imágenes de hiperdesarrollo capitalista que asombran a todo el mundo. El interior del país, históricamente más pobre, ha sido el foco de atención desde que el Partido Comunista lanzó en 2000 un ambicioso programa de crecimiento, bautizado “Xibu Da Kaifa” (Gran Desarrollo del Oeste). Chonqing forma parte de este segundo proyecto. Pero los dos modelos en pugna representan las dos grandes materias pendientes de la Revolución: el déficit social y el déficit institucional.
Junto al crecimiento económico espectacular de las últimas décadas, la desigualdad dio un salto tal que el coeficiente Gini es muy superior hoy al de Estados Unidos. Hay un abismo entre el festival luminoso que encienden las grandes ciudades y sus rascacielos por la noche y las aldeas rurales sin luz eléctrica. El mismo abismo se percibe entre la vida de los 200 millones de trabajadores migrantes, en su mayoría campesinos, verdadera columna vertebral del milagro chino, y los residentes permanentes urbanos. Mientras que los primeros son una nueva subclase que a cambio de trabajo en las grandes urbes pierde el acceso a la salud, la educación y la vivienda, solo garantizado para las personas que tienen “Hukou” (permiso de residencia permanente), los segundos son los grandes beneficiarios de la apertura y conforman una nueva clase media consumista. En el campo del estado de derecho y la democracia la deuda es todavía más pronunciada. Si atacar la pobreza forma parte de la razón de ser del partido Comunista, el campo de los derechos humanos nunca estuvo entre sus prioridades y es un tema de eterna tensión con Occidente. Nadie plantea una democracia multipartidista, pero el proyecto Guangdong es un intento de promover las ONG y una mayor independencia del sistema judicial para formar una una sociedad civil y lograr un equilibrio de poderes entre una terna conformada por el Partido Comunista, el mercado y la sociedad civil. En la China post Mao Zedong –post Deng Xiaoping– las definiciones se alcanzan por consenso entre los nueve miembros del Comité Central del Partido Comunista y un grupo selecto de veteranos que abarca a ex primer ministros y figuras políticas relevantes. “En total serán unas 20 personas que deciden la conformación del nuevo secretariado general y las líneas maestras de la política a seguir”, explicó a Página/12 François Goudemont del ECBR, compilador de la conferencia de Beijing el año pasado. La sucesión de la dupla del presidente Hu Jintao y el primer ministro Wen Jiabao ya ha sido resuelta de forma salomónica. El actual vicepresidente Xi Jinping ocupará la presidencia mientras que el actual viceprimer ministro Li Keqiang será el primer ministro: el primero más pro Chonqing, el segundo más pro Guangdong.
La clave está en la conformación del nuevo secretariado general. En el esquema de mayor institucionalidad política de la revolución, una regla no escrita establece que los miembros del comité central se retiran a los 70 años. Esto implica que, además de Hu Jintao y Wen Jiabao, cinco de los actuales nueve miembros serán sustituidos. Uno de los enigmas es si el ambicioso Bo Xilai accederá al secretariado general. “Si no lo hace, estará descartado por su edad como secretario general en el futuro. Si lo logra todavía está en carrera y todo depende de lo que pase después”, señala Goudemont. A favor de Bo Xilai está que el tema social es una prioridad del Partido Comunista. En contra, su estilo populista e impredecible y su reivindicación de Mao Zedong, un padre de la patria que nadie quiere resucitar.
El principal reto que afronta la humanidad en los tiempos actuales ante la crisis multidimensional del capitalismo es la construcción de una nueva civilización a partir de la activa participación de las grandes masas populares, sostiene la filósofa argentina y educadora popular, Isabel Rauber.
No se trata de un cambio de sistema, explica, sino de un reto mucho más ambicioso que apunta a un cambio sustancial de modo de vida, lo que "requiere de la constante transformación de los sujetos de cambio" que se construyen "en las luchas y resistencias concretas no solo en el plano territorial local, sino también global".
Si bien este proceso requiere de una larga transición, Rauber considera que "construir una civilización superadora de lo construido hasta ahora no es tarea de pocos ni de elegidos, requiere de la participación de la humanidad toda, al menos de la mayoría absoluta, y esto reclama de la sucesión concatenada de procesos histórico-concretos que vayan abriendo canales para la participación en dimensiones diversas, creando y acuñando, a la vez, nuevas prácticas de inter-relacionamiento humano en lo social, político, económico y cultural. En tal sentido, los actuales procesos de luchas sociales, y las experiencias de los gobiernos raizalmente transformadores, constituyen laboratorios del nuevo mundo que pueden ayudarnos a crecer colectivamente en saberes, si somos capaces de dar seguimiento y apropiarnos críticamente de las experiencias. Ellas constituyen, a la vez, por ello, fuentes de inspiración para la vida. Y la brújula está en el accionar-pensar constante de los movimientos".
En diálogo con el Observatorio Sociopolítico Latinoamericano WWW.CRONICON.NET en la ciudad de Buenos Aires, esta científica social hace hincapié en el ímpetu del accionar que vienen protagonizando los movimientos sociales al despuntar el siglo XXI cuyo eje articulador es el de la lucha por la vida. "Tienen en claro que, -afirma- en su estadio actual, la continuidad de la lógica de producción y acumulación del capital amenaza a toda la humanidad. Y esta amenaza se resume y expresa en la contradicción antagónica vida-muerte, al tiempo que caracteriza el problema fundamental del tiempo actual, y resume y articula, además, nuevas contradicciones sociales".
Rauber es doctora en Filosofía de la Universidad de La Habana, directora de la revista Pasado y Presente siglo XXI y coordinadora de la red de investigación del mismo nombre. Además, es Investigadora adjunta del Centro de Estudios sobre América, coordinadora del Laboratorio de Pensamiento Argentino del Centro Cultural Caras y Caretas de Buenos Aires, docente de la Universidad Nacional de Lanús, profesora adjunta de la Universidad de La Habana, miembro del Consejo Científico Asesor de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) e integrante del Foro del Tercer Mundo y del Foro Mundial de las Alternativas. También es investigadora de la UNESCO en temas de género, pobreza urbana y procesos de transformación social, así como asesora de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA). Se ha especializado en estudios de sociología política, análisis de coyuntura, memoria histórica, ensayos filosóficos y estudios antropológicos de movimientos sociales, barriales, sindicales, indígenas y de género. Ha publicado artículos, reseñas y más de dieciocho libros en Latinoamérica.
Es investigadora invitada del Centro de Estudios Tricontinental (Cetri) de Lovaina la Nueva, colabora con el Instituto de Estudios para el Desarrollo de Ginebra, y dirige el Programa de Formación Sociopolítica a Distancia (Profosd). Entre sus obras más recientes están: Dos pasos adelante, uno atrás. Lógicas de superación de la civilización regida por el capital (2010); Cayo Hueso, estampas del barrio (2010); Miradas desde abajo (2008); sujetos políticos (2006); Movimiento social y repercusiones políticas, articulaciones (2004).
Su vida académica y de investigación ha estado dedicada a sistematizar y conceptualizar las experiencias de los movimientos sociales e indígenas latinoamericanos en búsqueda y construcción de una civilización desde abajo.
- En su libro "dos pasos adelante, uno atrás" usted sostiene que en esta crisis civilizatoria del capitalismo están dadas las condiciones para una transición que permita cambiar el sistema. ¿Esta crisis capitalista será la oportunidad para comenzar este proceso de transformación?
- Yo he dejado de hablar de cambio de sistema para plantear cambio civilizatorio. Podría pensarse que es lo mismo pero no lo es porque un cambio civilizatorio implica una transformación de las lógicas profundas que vienen dominando la civilización actual, y lo que aprendimos del socialismo del siglo XX fue el planteamiento de una alternativa superadora del capitalismo y ciertamente podemos decir que mal o bien lo logró en el sentido de que hubo varias revoluciones pero quedaron entrampadas en la lógica de la competencia económica del capitalismo. Se pensó que hacer la revolución pasaba por apropiarse de los medios de producción por parte del Estado, reduciendo el poder a las personificaciones institucionales, sin ver otras aristas, sin contemplar la hegemonía, simplemente teniendo una visión institucionalista y economicista del poder y eso automáticamente produciría la liberación humana. La historia no es así y lo que hubo fue un cambio de dueños que no modificó la lógica, por eso yo creo que el problema no es superar el capitalismo sino superar toda la civilización del capital, el desafío es mayor. Nosotros vivimos una civilización deshumanizada en el sentido de que promueve una alienación muy grande de los seres humanos porque somos cada vez más objetos de consumo. Cada vez vivimos menos para nosotros y mucho más para el mercado.
- Pero esto tocó fondo…
- No, nunca toca fondo, se profundiza cada vez más, esto no se termina espontáneamente. El ser humano está tan enajenado que se sigue autoflagelando para responder a la cuestiones que se consideran normales y no se piensa en los cómo y en los para qué. La humanidad no se va a dar cuenta de todo lo que está pasando: guerras, destrucción de la naturaleza, etc., porque para darse cuenta tendría que tener las herramientas culturales y no las tiene. Y aquellos que quieren cambiar el mundo en vez de estar simplemente en la calle deberían dedicarse a concientizar. Y no quiero decir que estar en la calle sea una pavada porque a veces hay que estar en ella, pero hay que avanzar en la concreción del pensamiento estratégico, en el sentido de Paulo Freire, no ir a meter conceptos sino tratar de razonar y discutir las realidades. El problema del mundo es la inexistencia de una humanidad consciente para lo cual tenemos que encontrar un nuevo modo de vida entre todos y todas, y eso no se logra por decreto sino que hay que construirlo, por eso la construcción del poder es desde abajo. Es decir, tenemos que cambiar el modo de producción y de reproducción y eso hay que pensarlo, hay que inventarlo, y es todo un caminar de muchos años. Pero además, la humanidad tiene que saber porqué lo hace para querer hacerlo.
- ¿Si bien el capitalismo no se va a caer sólo, una manera de reproducirse no son las propias crisis y las guerras que él mismo genera?
- Por supuesto que sí pero sobre todo porque la humanidad sigue los dictámenes del mercado. Lo que necesitamos es una superación real, histórica, civilizatoria, no necesitamos actos, requerimos construir un nuevo tipo de producción y reproducción que no es solamente económica sino que es también cultural, con la naturaleza y con los seres humanos. Implantar la solidaridad no se puede hacer con el mercado por lo que es preciso comenzar por despreciar el consumismo de manera autónoma y conscientemente, y ese es un proceso de muchos años.
- ¿Pero para ello no se requiere la irrupción de un nuevo sujeto político?
- El sujeto político se va construyendo. La primera persona que asume una actitud crítica ya está en el cambio civilizatorio, como es un proceso de varios años, quién puede decir en qué grado estamos. Toda la toma de conciencia que se está produciendo en cuanto al respeto por la naturaleza es parte de ese cambio, es una acumulación que de repente hace un estallido y la humanidad evoluciona. En todo este proceso ocurren los gobiernos populares, las revoluciones democráticas, todo es parte del mismo.
- ¿Hablando de la lucha político-ideológica en América Latina, el caso de la revolución cubana, constituye un elemento de cambio a la lógica capitalista?
- Yo creo que Cuba es la última revolución de la tipología del siglo XX. La revolución cubana desde el punto de vista de modelo paradigmático en América Latina es la primera y la última del siglo precedente, en el sentido de que pasa por la toma del poder, la estatización, que además después tiene que rever para poder enfrentar las condiciones actuales porque ya no se adapta al sistema-mundo. La revolución cubana se ve obligada a discutir sobre la realidad del mercado, el diálogo internacional y frente a la vorágine de contradicciones de la cual estuvo afuera durante el tiempo en que perteneció al bloque socialista. Ese periodo que fue maravilloso con todos los defectos que tuvo, yo lo experimenté y puedo dar fe de lo que es vivir sin las leyes del mercado y del dinero, es extraordinario, porque el diálogo entre las personas no está mediado por el interés. Tuve el privilegio histórico de haber vivido ese suspiro de la historia, lo voy a tener como anhelo siempre, porque así como vi las deficiencias, vi también la inyección de espiritualidad. Además, Cuba tiene muy metido adentro el tema de la liberación desde un punto de vista del ideario martiano (de José Martí), en el sentido de ser cultos para ser libres.
- ¿Coincide en que América Latina a excepción de algunos países centroamericanos, México y Colombia, está históricamente en su mejor momento político?
- Yo creo que sí porque como nunca antes consignas del pasado como la integración están plenamente vigentes. Creo que estamos en el sentido de lo que tenemos que hacer, cuestionando las lógicas del sistema, se están abriendo pistas, independientemente de si triunfaremos. Hay un tránsito hacia una racionalidad diferente y triunfaremos cuando el mundo sea diferente. No me inquieta en este proceso del caminar que estos gobiernos populares de América Latina se reelijan o no, lo que me interesa es si apuntalan y fortalecen el sujeto colectivo y puedo decir que todos lo están haciendo. En ese sentido la revolución cubana ha tenido siempre claro la participación del sujeto, una participación sui generis porque está organizada de forma vertical pero que de todas maneras se ha dado el tiempo para escuchar las opiniones del pueblo y por eso ahí está Cuba.
- ¿Los movimientos sociales en América Latina han sido papel predominante en el ascenso de gobiernos populares?
- Yo creo que los movimientos sociales han tenido un papel fundamental en las luchas contra el neoliberalismo, que son las luchas contra el sistema que hay, son las resistencias por la vida. Estos últimos treinta años tienen que ver con la constitución de la nueva mentalidad de los movimientos sociales, poniendo énfasis en la defensa de la vida no por el cese de la explotación como ocurría en los años 70. Por supuesto que en la lucha por la defensa de la vida está el cese de la explotación, eso les da una nueva tónica muy fuerte a los movimientos y un entronque político muy serio que los partidos políticos no logran cambiar ni entender porque sigue aferrados a que el problema es el pulso electoral, qué representan, o hacer la revolución como una tarea partidaria, cuando eso ya fue. En cambio los movimientos sociales crecieron y maduraron con otra lógica y aprendieron que la vida se defiende en todos los ámbitos y esa defensa es el primer y último acto político de la historia, mientras que los partidos no comprenden eso, y con su mentalidad muy estrecha consideran que el objetivo es la militancia en sus filas. Por ello se puede afirmar que los movimientos abonaron el camino de la llegada de los gobiernos populares porque fueron protagonistas de resistencias y luchas de los pueblos. Después hay diferencias en los procesos con ritmos, historias y disputas distintas, como ocurre por ejemplo con los casos de Ecuador y Bolivia. Mientras haya tensiones en estos procesos políticos implica que hay diálogo, que hay debate.
- Efectivamente, en los casos de Bolivia y Ecuador hay una permanente tensión y hasta rupturas entre los gobiernos de Morales y Correa con los movimientos indígenas y sociales…
- Sí, es que la constitución del sujeto es permanente, es parte del caminar, por ello es importante tener presente que el haber constituido gobierno reclama como nunca antes seguir en la disputa de la construcción social, cultural, económica y política de lo nuevo, incluyendo a los actores en el proceso de cambio y transformación que es y será siempre, a la vez y en primer lugar, un proceso de transformación. La instalación de un gobierno popular supone la conformación de nuevas interrelaciones sociales y el surgimiento de nuevas contradicciones, conflictividades, afinidades e interacciones de fuerzas e intereses sociales, económicos, culturales y políticos acorde con la nueva realidad política e institucional, de conjunto, estas configuran un nuevo mapa sociopolítico que define nuevas tareas y desafíos a los actores sociales, ahora claramente confrontados en su matriz política o sociopolítica.
- Usted ha señalado que la izquierda requiere de una autotransformación igual a la ocurrida en la Iglesia Católica con el Concilio Vaticano II. ¿Hacia dónde debe apuntar esa transformación de la izquierda?
- Esto implica una mentalidad muy abierta, un construir en medio de la coyuntura, porque el sujeto no solo se construye en el acontecimiento, hay que meterse dentro del sujeto, y el político o el intelectual se ubica afuera, hay que estar atentos a sus contradicciones y a sus cambios. Y por eso es que la izquierda necesita un Concilio Vaticano II para darse cuenta de que es el pueblo el que hace los cambios y no los mil o diez mil militantes que están en los partidos, que es fundamental trabajar con la gente, desde la gente y para la gente. Hay que abrir las puertas, hay que salir de la cripta partidaria y habrá que ver cuáles son las formas nuevas, y si uno se dispone a escuchar entre todos se puede construir una conducción colectiva. Es indispensable quitarse las anteojeras instaladas sistemáticamente por el capital, romper con las fragmentaciones de las realidades y conciencias. Para que el humanismo tenga posibilidades de triunfar sobre la barbarie hay que dar la batalla de construir una nueva conciencia colectiva diferente a la acuñada por el capitalismo y en eso la izquierda puede aportar si cambia la concepción y la acción política, poniendo fin a su distanciamiento jerarquizado sustituyéndolo por el diálogo permanente, el aprendizaje mutuo, la horizontalidad en las decisiones y el control popular.
Enero de 2012.
Un científico nuclear iraní ha muerto esta mañana en un atentado en el norte de Teherán, según los medios locales. Al parecer el pasajero de una moto ha adosado una bomba lapa contra el vehículo en el que viajaba Mostafa Ahmadi Roshan, al que la agencia Fars atribuye haber supervisado un departamento en la planta de enriquecimiento de uranio de Natanz. Se trata del cuarto especialista vinculado al controvertido programa atómico de Irán que es víctima de un ataque similar, en medio de las crecientes tensiones entre Irán y EE UU por el avance de ese empeño. Las autoridades iraníes vuelven a acusar a Israel, como en los casos anteriores.
“Esta mañana un motorista ha adherido una bomba a un Peugeot 405, que de inmediato ha hecho explosión”, ha declarado el vicegobernador de Teherán Safar Ali Baratlu, citado por Fars. “Se ha tratado de una bomba magnética del mismo tipo de las que se han usado con anterioridad para asesinar a científicos, y [ha sido] obra de los sionistas”, ha añadido en referencia a los israelíes. Los portavoces oficiales iraníes rara vez mencionan la palabra Israel, al que se refieren como “entidad sionista”.
“El ingeniero Mostafa Ahmadi Roshan, que se licenció en químicas en la Universidad Sharif hace nueve años, era el vicedirector de asuntos comerciales en la planta de Natanz”, según la agencia Mehr. Aunque Fars aseguraba que había sido “responsable de un departamento de esa instalación", el principal centro de enriquecimiento de uranio de Irán, donde hay instaladas unas 8.000 centrifugadoras.
El coche circulaba por las inmediaciones de la calle Gol Nabi, en el norte de Teherán cuando dos personas en una moto se han aproximado y el pasajero ha pegado la bomba en un lateral. De acuerdo con testimonios recogidos por la agencia Reuters, además de Roshan, al menos un peatón ha resultado también muerto y uno de los acompañantes del científico herido.
Otros científicos
El ataque parece calcado del que el 29 de noviembre de 2010 hirió a Fereydun Abbasi-Davani, que ahora dirige la Organización de la Energía Atómica de Irán. Abbasi-Davani tuvo suficientes reflejos para saltar del coche cuando notó que desde una moto adherían algo al lateral a la puerta. Ese mismo día, una bomba colocada bajo el vehículo de Majid Shariari, acabó con su vida. Unos meses antes, una moto bomba mató a Masud Ali Mohammadi, iniciando la saga de atentados contra científicos vinculados al empeño nuclear. El asesinato de Dariush Rezainejad el pasado julio no está tan claro ya que no se ha podido establecer su relación con el programa atómico.
El régimen iraní ha acusado de esos atentados, así como del ataque informático con el virus Stuxnet, a Israel y a Estados Unidos. Su objetivo sería entorpecer el desarrollo del programa nuclear iraní, que están convencidos de que tiene objetivos militares a pesar de la negativa de Teherán. Tanto Israel como Estados Unidos guardan silencio, mientras la comunidad internacional sigue presionando sin éxito a la República Islámica para que renuncie a enriquecer uranio, una actividad que tanto sirve para fabricar el combustible que dice necesitar para sus centrales nucleares (la primera de ellas aún sin terminar) como para fabricar una bomba atómica (una posibilidad que también alarma a sus vecinos árabes).
Por Ángeles Espinosa Dubái 11 ENE 2012 - 09:40 CET
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