Era de esperarse. Apenas la luz del día se imponía sobre las sombras del amanecer del sábado 29 de julio, la Fiscalía colombiana informó sobre la captura de Nicolás Petro y de Daysuris Vásquez, su exexposa.
La decisión no debe sorprender toda vez que en marzo pasado Daysuris denunció al hijo del Presidente de haber recibido y apropiarse 600 millones de pesos, dinero donado para la campaña presidencial del Pacto Histórico por personas condenadas y que pagaron sus penas por delitos asociados a narcotráfico.
Estando tal denuncia en el aire, era obvio que la Fiscalía investigara de oficio buscando aclarar lo que está al frente y detrás de lo dicho por la señora Vásquez. Y los cargos por los cuales captura a las dos personas inicialmente involucradas en este suceso marca la línea hasta hoy seguida y que continuará dirigiendo si acción: lavado de activos y enriquecimiento ilícito, son los cargos contra Nicolás, y lavado de activos y violación de datos personales es la sindicación que pesa sobre la señora Vásquez. Pero puede resultar más.
En círculos de Barranquilla hay quienes dicen que el hijo del Presidente manejaba a sus anchas dineros para la campaña. ¿Qué más sabe y puede decir la exesposa, ahora detenida, sobre acciones ilegales de su otrora marido? Si conoce algo, y puede demostrarlo, ahora que está presa buscará salir de prisión y/o menguar al máximo la pena que le pueda infringir la justicia, contándolo con lujo de detalles. Si así fuera podemos deducir que esta desavenencia entre examantes apenas empieza y el país podrá ver a todo color las más crudas escenas, todas y cada una de las cuales tendrá coletazos sobre el hoy Presidente, sobre el Pacto Histórico y sobre el conjunto de la izquierda.
¿Cómo actuará quien ahora está pagando el precio de buscar vivir a todo lujo, como estrella de una sociedad que hace pleitesías a los hijos y familiares de quienes tienen en sus manos los hilos de la llamada cosa pública? Los días venideros lo indicarán, pero también el ventilador que pueda prender su ex. Lo que sí es claro, por ahora, es el inmenso costo que caerá sobre Gustavo Petro, la fuerza política que dirige y encima de todo el campo alternativo . Costo que será aprovechado y potenciado por sus opositores que, a cuentagotas o en chorro, le sacarán jugo a este papayazo, jugo exprimido hasta no dar más, desde ahora y hasta el mismo día de las elecciones de octubre próximo, que será el termómetro para medir el costo de este tipo de sucesos sobre el Pacto Histórico y sus candidatos a gobernaciones y alcaldías, así como sobre la popularidad que logre conservar el Presidente.
Retrovisor
El pasado 7 de agosto, en su discurso de posesión, Gustavo Petro llamó la atención sobre este tipo de sucesos, al enfatizar: “Ni familia, ni amigos, ni compañeros, ni colaboradores… nadie queda excluido del peso de la Ley, del compromiso contra la corrupción y de mi determinación para luchar contra ella” ( …) estaré atento a mi entorno familiar” “.
La parte dicha en su discurso quedó al margen. Solo algunas personas, más en privado que en público, alcanzaron a preguntar: ¿Qué sabe? ¿Acaso teme Petro que personas de su entorno ya estén abusando de sus relaciones o cercanía con el jefe de Estado?
Las denuncias que acusaban a su hermano Juan Fernando de estar negociando con narcos la inclusión como “gestores de paz”, tendían grises sombras sobre este particular, y sobre la misma político de Paz total, bandera central del Gobierno. Hoy es de suponer que tal investigación también ocupa a funcionarios de la Fiscalía, y tampoco sería de extrañar que de un momento a otro el país fuera conmocionado de nuevo. ¿Justicia o lucha de poderes?
Si así sucediera tampoco sería de extrañar que en el debate público algunos sectores atinen a expresar que la acción de la Fiscalía corresponde a su instrumentalización por la derecha, como otros a expresar que es justicia. ¿Cuál de las dos argumentaciones tiene mayor relación con la realidad? La respuesta la dará, en buena medida, el curso de sus investigaciones sobre el caso Odebretch, la financiación de la campaña de Oscar Iván Zuluaga con dineros de la multinacional brasileña, la campaña Santos y los dineros non sanctos que recepcionó, el robo de los 360 mil millones a Ecopetrol, y otras investigaciones en curso.
Cada quien tendrá su opinión, pero lo cierto es que en el caso que llevó a la Fiscalía a capturar a la pareja que originó este suceso hay una denuncia que parece alimentarse en celos y odio por parte de la mujer al sentirse traicionada, y no como reflejo ni resultado de una conspiración política.
Un curso similar podrán tomar las declaraciones de Armando Benedetti sobre los 15 mil millones de pesos que supuestamente recaudó para la campaña presidencial que llevó a la Casa de Nariño al hoy Presidente. ¿Se sostendrá en lo dicho? ¿Se retractará? En cualquier caso, ¿de que argumentos se valdrá para uno u otro comportamiento? En caso de la Fiscalía mostrarle pruebas de lo dicho por él, ¿prenderá su ventilador? Sus ambiciones de poder dejan en claro que no es una persona de fidelidades y que, como primera, como segunda y como tercera opción, está la de salvarse al precio que sea.
No quedará en el congelador, asimismo, la pregunta por la cantidad de dinero que tenía en un maletín la ex jefe de gabinete Laura Sarabia, su procedencia, ni el abuso de poder en que pudo incurrir al usar un detector de mentiras con la mujer que atendía oficios varios en su hogar. Otros asuntos que puedan desprenderse de lo dicho por Bendetti en su larga y amarga perorata filtrada a la opinión pública, también podrían complicar la situación judicial de Laura, así como enlodar a su jefe inmediato.
El escenario que abre la detención del hijo del hoy Presidente, pero también la posible prolongación y desenlace que tengan las investigaciones sobre su hermano, así como el exsenador Benedetti y Laura Sarabia, son vientos huracanados fatales para el Gobierno del cambio, para el Pacto Histórico y para todas las fuerzas alternativas. Un escenario que enturbia la política de Paz total, que coloca a la izquierda y fuerzas alternativas en igual parangón que los partidos tradicionales, complica al máximo la campaña electoral desde semanas atrás en curso, así como mancha la bandera anticorrupción que siempre izó, y continúa ondeando el hoy Presidente, así él no sea actor directo em ninguna de las investigaciones en curso.
Los movimientos sociales
Son sucesos que dan toda la razón a quienes desde el 7 de agosto han llamado la atención sobre la necesaria autonomía de los movimientos sociales, que pueden y deben salir a defender las reformas sociales impulsadas por este gobierno en pro de mejor vida para la totalidad de quienes habitan este país, pero sin dejar de evidenciar las diferencias y contradicciones que mantienen con el proyecto político al frente de la Casa de Nariño, enmarcado y restringido a una mejoría del capitalismo. Como es apenas lógico, las diferencias parten de resaltar que el actual sistema socioeconómico no es opción, ni espacio para el buen vivir, como tampoco lo es para pensar y actuar en colectivo –Soy porque somos– como lo defiende Francia Márquez.
Otro modelo social y económico es indispensable para superar el actual estado de cosas en el país y en el mundo, y ese es el reto a liderar por los movimientos sociales, actuando en todo momento con sentido del presente pero también del futuro, con vocación de reformas y cambio parcial pero también de acción pedagógica para que el conjunto de quienes son y somos, prioritariamente los negados y excluidos, luchen sin cesar por otro mundo, que como decía el Foro Social Mundial, ¡Sí es posible!
Un propósito y un por hacer que debe estar presente en su apoyo al paquete reformista defendido por el actual gobierno, sin dejarse disminuir por la lucha judicial abierta por el apresamiento de Nicolás ni por el fallo final que tenga este proceso judicial ni ninguno otro que pudiera desencadenarse en el futuro próximo.
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