Estimados/as lectores/as compartimos la serie de artículos más leídos durante el 2023. Una relectura necesaria de hechos y proyecciones de diferentes temas tanto nacionales como internacionales. Esperamos que su lectura sea de utilidad.
La ofensiva militar de Israel sobre suelo palestino pone en riesgo la vida de cientos de miles de civiles. El mundo no puede callar, es urgente la denuncia y la contención de esa atrocidad. Solo la solidaridad global puede contener el militarismo y el colonialismo israelí.
En desdeabajo vemos con preocupación como voceros del Estado de Israel han arremetido contra el Jefe de Estado de Colombia, Gustavo Petro, por sus diferentes pronunciamientos sobre los hechos que están ocurriendo en Gaza e Israel. El Presidente se ha erigido, casi como voz solitaria, entre sus colegas latinoamericanos, para repudiar la asimétrica respuesta de Israel al ataque sorpresa del grupo islamista Hamás que reivindica el derecho de Palestina de contar con el reconocimiento oficial de la ONU, lo cual ha sido impedido por los Estados Unidos por su veto en el Consejo de Seguridad.
Ante los ojos del planeta entero, Israel pretende aplastar, literalmente, al pueblo palestino, específicamente a más de dos millones de personas que viven en la estrechísima franja de Gaza, un territorio paupérrimo y desértico de apenas 10 kilómetros de ancho por 40 de largo, un área de trescientos cincuenta y seis kilómetros cuadrados, y cercado desde hace 16 años por un oprobioso muro. Nadie entra o sale de allí sin el permiso de las autoridades de Israel. El pueblo palestino de Gaza (el resto vive disperso en la región de Cisjordania, también bajo la ocupación israelí) vive en condiciones por debajo del nivel de pobreza y sus alimentos provienen principalmente de la ayuda humanitaria de una agencia de las Naciones Unidas, la Unrwa.
Es una realidad inaceptable. Desde hace años organizaciones como Human Rights Watch y Amnista Internacional denuncian que Israel incurre en crímenes de lesa humanidad contra el pueblo palestino, bajo la aplicación del sistema de apartheid (una práctica condenada por el derecho internacional y las Naciones Unidas), es decir, de discrimación, segregación y humillación étnica y religiosa. Este pueblo, milenario, desde 1948 ha sido despojado y desplazado sistemáticamente de sus tierras, hogares, comercios y Palestina es hoy un territorio ocupado que día a día se ve reducida en una autonomía, apenas nominal, pero también en espacio, en recursos y sobre todo, en lo más esencial que posee el individuo, los derechos humanos.
Es imposible comprender lo que hoy sucede en el Medio Oriente si no se tiene una visión más amplia y profunda de los hechos. Basta consultar cualquier fuente confiable de historia. El conflicto no se inició el pasado sábado 7 de octubre, el conflicto nace incluso desde antes de que Israel se proclamara Estado, en 1948, desconociendo expresamente la partición sugerida por las Naciones Unidas en 1946 para crear dos Estados, uno israelí y uno palestino en el terriotrio llamado hasta entonces Palestina y que estuvo bajo el mandato de la corona británica entre 1919 y 1948. Así, la historia del conflicto en Medio Oriente tiene raíces próximas y lejanas, en lo más distante, son raíces milenarías, pues esas tierras fueron sucesivamente ocupadas por los imperios egipcio, babilónico, sumerio, asirio, griego, romano, sasánida, bizantino, y posteriormente, por el imperio otomano hasta 1922. Los israelíes salieron de esas tierras, empujados por sus enemigos para constituir la llamada diáspora judía, que llevó a los descendientes de las doce tribus de Israel a rodar por el mundo, sin patria fija por casi dos milenios. Mientras tanto, los palestinos (llamados en la Biblia, filisteos) permanecieron allí.
En 1916, en medio de la Gran Guerra, la corona británica ofreció a Lord Rothschild, prominente ciudadano judío inglés y cabeza de la banca británica y del movimiento sionista –que se formó desde finales del siglo XIX en Europa para contrarrestar el creciente antisemitismos europeo–, en la llamada Deckaración de Balfour, la promesa de que el pueblo judío tendría un “hogar patrio” en Palestina, desconociendo que en ese momento era territorio dominado por el imperio Otomano. Un año más tarde se reveló el escandalo del tratado Sykes-Picot en el cual el Reino Unido y Francia se repartían, por adelantado, los territorios del hasta entonces imperio otomano. Con un mapa y una regla en la mano, trazaron una línea oblicua y repartieron todo el Medio Oriente, al norte y al sur de la línea entre las dos potencias europeas. De allí, no es sorpresivo que, concluida la guerra, la recién creada Liga de Ncaciones, entregara en 1919 a Palestina a la corona británica para que la administrara. A partir de allí se estimuló la inmigración de judíos de toda Europa a tierra palestina. Luego vendría el Holocausto, la vergüenza más grande con la que tiene que vivir la conciencia, no solo alemana sino europea hasta la actualidad.
Nada justifica las seis millones de víctimas del Holocausto, como tampoco nada justifica el genocidio que hoy día Israel perpetra contra el pueblo palestino. Israel ha pasado de ser víctima a victimario; es decir aprovecha su condición de victima del Holocausto para tener la licencia de perseguir hasta aniquilar al pueblo palestino con el fin de adueñarse del territorio habitado por los palestinos desde dos milenios atrás. Por la vergüenza del Holocausto, hoy cualquier voz que denuncie lo que Israel hace contra los palestinos, con sus crímenes de guerra y lesa humanidad, o en sus prácticas de política exterior, genera inmediatamente un señalamiento de ser antisemita, partidario del terrorismo, y desconocedor del derecho supuestamente legitimo de Israel a tener un Estado para su pueblo.
Pero Israel, más allá de lo sufrido durante mucho tiempo por el pueblo judío, no tiene ningún derecho para aplastar, literalmente, a los palestinos de la franja de Gaza, en su mayoría civiles inocentes que han sufrido permanentes desplazamientos y hoy viven en condiciones infrahumanas, desprovistos de cualquier dignidad.
Por ello, consideramos, en desdeabajo, que los pronunciamientos de los últimos días del presidente Petro son acertados y respetables y ponen el dedo en la llaga que más le duele al gobierno de Netanyahu: señalarlo de ser incongruente, arrogante, invasor y autor de crímenes de guerra. Declaraciones que el gobierno israelí no ha tardado en responder. Con su arrogancia acostumbrada pretende llamar a la embajadora colombiana en Israel “para reprenderla” y acusar a Petro de antisemita, de apoyador del terrorismo y de “poner en peligro la paz de la comunidad judía en Colombia”.
Por fortuna para la humanidad, quienes se levantan contra la barbarie israelí contra Gaza no solo son personas valientes y llenas de coraje en Occidente, como el presidente Petro, sino muchos de los líderes de opinión de Israel. Citamos aquí cinco ejemplos de voces israelíes que rompen el uutoritarismo, militarismo y hegemonismo gubernamental de sus país, voces conocidas desde el día mismo de los hechos que desataron la actual escalada millitar:
- La organización judía en Alemania llamada Voz Judía, emite un comunicado que dice, entre otras cosas, lo siguiente: “También estamos enojados, enojados con los partidarios del régimen colonial israelí de 75 años y el bloqueo de la Franja de Gaza, que condujo a estos eventos. Ahora se ha cumplido lo que muchos en nuestras filas venían advirtiendo desde hace años. 16 años de bloqueo, falta de agua limpia, electricidad, suministro médico y bombardeos regulares han hecho de Gaza un barril de pólvora. Según la ONU, Gaza ha sido inhabitable desde 2020. Lo que ahora ha sucedido fue como una erupción de la prisión después de que los reclusos fueron sentenciados a cadena perpetua solo porque son palestinos. El gobierno israelí ha hecho una declaración de guerra, pero la guerra contra la población palestina ha durado 75 años”.
- El reconocido periodista Gideón Levy, del diario israelí, Hareetz, dice lo siguiente: en su columna de la semana pasada: “Detrás de todo esto está la arrogancia israelí. Pensamos que tenemos permiso para hacer cualquier cosa y suponer que nunca pagaremos, ni seremos castigados. Y pensamos que seguiremos y nada nos interrumpirá. Arrestaremos, mataremos, abusaremos, despojaremos, protegeremos a los colonos y sus pogromos, … Dispararemos a inocentes, les arrancaremos los ojos y les destrozaremos la cara, los expulsaremos, expropiaremos, robaremos, los secuestraremos de sus camas, los someteremos a limpieza étnica y, por supuesto, continuaremos con el increíble asedio a Gaza. Y supondremos que todo seguirá como si nada..
- El famoso autor Yuval Noah Harari, autor de los bestsellers Homo Sapiens y Homo Deus, profesor de la Universidad Henrera de Jerusalén, también se pronuncia así: “Los israelíes están pagando el precio de años de arrogancia, durante los cuales nuestros gobiernos y muchos israelíes de a pie sintieron que éramos mucho más fuertes que los palestinos, que podíamos simplemente ignorarlos. Hay mucho que criticar sobre la forma en que Israel ha abandonado el intento de hacer la paz con los palestinos y ha mantenido durante décadas a millones de palestinos bajo ocupación […] Además, independientemente de cuánta culpa se atribuya a Israel, esto no explica la disfunción del Estado. La historia no es un cuento moral. La verdadera explicación de la disfuncionalidad de Israel es el populismo más que cualquier supuesta inmoralidad. Durante muchos años, Israel ha sido gobernado por un hombre fuerte populista, Benjamín Netanyahu, que es un genio de las relaciones públicas pero un primer ministro incompetente. En repetidas ocasiones ha preferido sus intereses personales por encima del interés nacional y ha construido su carrera dividiendo a la nación contra sí misma
- El almirante retirado de la armada Israelí, Ami Ayualon, y excomandante del servicio secreto de Israel, dice los siguiente en una entrevista publicada por el diario catalán La Vanguardia: “[…] una vez lo entiendes a él (el enemigo palestino), a ellos como pueblo, entiendes que la ecuación entre ellos y nosotros es muy simple: nosotros tendremos seguridad cuando ellos tengan esperanza. Los militares saben que no se puede disuadir a una persona o a un grupo de personas si creen que no tienen nada que perder”.
- El famoso y respetadísimo director de orquesta Daniel Barenboim, argentino-israelí, pero que también posee, orgullosamente la nacionalidad palestina, fundó hace 20 años en compañía del prestigioso intelectual palestino, Edward Said, autor del texto seminal Orientalismo, la orquesta “Occidente Oriente Diwan”, que reúne bajo la misma batuta a jóvenes intérpretes israelíes y palestinos, en una maravillosa muestra de hermandad, armonmía y convivencia pacífica en las artes. Esta semana Barenboim también se ha pronunciado de la siguiente manera: “Nuestros músicos del West-Eastern Divan, nuestros alumnos de la Academia Barenboim-Said, casi todos están directamente afectados. Muchos de los músicos viven en la región, y los demás también tienen muchos vínculos con su tierra natal. Esto refuerza mi convicción de que solo puede haber una solución a este conflicto: sobre la base del humanismo, la justicia y la igualdad, y sin fuerza armada ni ocupación. Nuestro mensaje de paz debe ser más fuerte que nunca. El mayor peligro es que todas las personas que tan ardientemente desean la paz se vean ahogadas por los extremistas y la violencia. Pero cualquier análisis, cualquier ecuación moral que podamos elaborar, debe tener como base este entendimiento básico: hay personas en ambos bandos. La humanidad es universal y el reconocimiento de esta verdad por ambas partes es el único camino. El sufrimiento de personas inocentes en ambos bandos es absolutamente insoportable”.
Así, por toda parte surgen voces autónomas, independientes, valientes, que se atreven a mirar a los ojos a los jefes furiosos y coléricos que prometen acabar con Gaza, con los palestinos, y con todo vestigio de ese pueblo milenario. El Presidente Petro es uno más, quien no teme ser señalado ni injuriado por Israel y dice las cosas con la crudeza que lo caracteriza. En uno de sus trinos le recuerda a Israel que desde ese país llegó el mercenario Yahir Klein, que estuvo en Colombia durante años formando a paramilitares y asesorando a la Policia y al ejército colombiano en la lucha contrainsurgente; también trabajó para los narcos con Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha. A pesar de estar requerido por Colombia, Israel se ha negado sistemáticamente a entregarlo a las autoridades judiciales colombianas.
Estamos con Petro cuando dice que al Presidente colombiano no se le insulta y si es necesario romper relaciones con Israel, se hará. La arrogancia, los desmanes, excesos y crímenes de Israel no acallarán las voces que cada día se oyen más fuertes por todo el mundo, con las cuales resurge y se revela lo que Israel ha pretendido hacer en los últimos 75 años y más ahora, que quiere finiquitarlo de la manera más atroz y en contravía de todas las disposiciones del derecho internacional y de los derechos humanos. ¿Acaso Israel, por su pueblo haber sido víctima del Holocausto, está por encima de la ley internacional , el derecho natural, y los derechos humanos?
Hay que recordar que más allá de los intereses económicos de cada país, uno de los pilares en sus relaciones internacionales, están los derechos de los pueblos, entre ellos a su soberanía y existencia en condiciones de total vida digna. A la par de recordar que la “solidaridad es la ternura de los pueblos”, algo que plasma el Presidente Petro al pronunciarse como lo hecho sobre los sucesos que dan pie a este editorial extraordinaria.
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