La noche anterior a nuestra partida de Pyongyang hacia Javarosk, en el más lejano oriente de la desaparecida Unión Soviética, nos despidieron con una cena ofrecida en un discreto restaurante, invisible para el resto de la ciudadanía, cena a la que formalmente nos invitaba una alta representante del partido, cuyo nombre he olvidado. Ella era,...