He entrado en Palenque con la reverencia que impone la majestad de estos templos milenarios en medio de la selva que parece pronta a abatirse sobre ellos y envolverlos en su abrazo devastador al menor parpadeo. Niños y ancianos disfrazados de chamanes con collares y túnicas blancas ofrecen baratijas y botellas de agua. El agua...