Hoy, la Iglesia católica practicante no es capaz de responsabilizarse de sus actos. Reunidos el Papa y los cardenales con el fin de dar respuesta a una sociedad escandalizada por los abusos sexuales que han cometidos sus funcionarios durante décadas , por no decir siglos, no han estado a la altura de lo exigido. Sus fieles deben sentir vergüenza por la manera en que han encarado el problema. Ninguna excomunión, ni acto de contrición. Sólo hacen un llamado a colaborar con las autoridades civiles. La consigna es simple. El problema debe ser tratado como un hecho excepcional. Ovejas descarriadas que han perdido el rumbo y caído en la tentación de la carne. Han roto con el celibato. Que los actos sean o no repugnantes, es harina de otro costal. Por ende, los sacerdotes acusados de pederastia serán juzgados por las leyes de Dios. Las penitencias pueden ser variadas y no suponen directamente la expulsión y la denuncia a la policía. Tal vez cambiando al inculpado de parroquia y obligándole a rezar con pasión, peregrinar a Fátima, Lourdes o Santiago sea suficiente castigo para redimirse ante el supremo. En todas partes se cuecen habas y la Iglesia católica no es una excepción. No hay porqué alarmarse. Quienes arremeten contra la Iglesia y denuncian casos de abusos sexuales practicados por curas y monjas, lo hacen desde la ira. Quieren desprestigiar a sus miembros, actúan de mala fe. Son ateos, comunistas, agnósticos, homosexuales y lesbianas. Gentes de mal vivir. Desean la destrucción del catolicismo. Caso cerrado. El poder asentado en el Vaticano ha tomado una decisión y da carpetazo al tema. Para evitar los escándalos, dicen el Papa y los cardenales, tendrán más cuidado a la hora de seleccionar las futuras vocaciones. Así, a los novicios se les hará complementar una encuesta donde se incorporan preguntas tales como ¿Es usted un pederasta?; ¿ mantendrá los votos de celibato? La respuesta será todo un misterio y pasará a considerarse secreto de confesión. Mientras tanto, discutimos sobre la liberalidad de un Benedicto XVI y su postura justificando el uso del condón en casos excepcionales, pero en ningún caso como un método para practicar el sexo de forma segura, sana y libre. Ya no hay duda, ser casto y puro hasta el matrimonio y para apagar las fiebres, duchas frías y masturbación sin preservativo. Es la Iglesia de la pederastia y el condón. Démosle la bienvenida. Amén.
Por Marcos Roitman Rosenmann
Leave a Reply