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El volcán Machín existe… ¿y ahora qué?

El volcán Machín existe… ¿y ahora qué?

El volcán Machín existe. Sabemos que es explosivo (de los más peligrosos), dónde se encuentra, y sabemos que hará erupción algún día; pero no sabemos cuándo ni cuál será la magnitud. Hace apenas 10 años, mucha gente dudaba de su existencia.

Ingeominas publicó en 2003 el Mapa de Amenaza Volcánica del volcán Machín a partir de considerar las posibles características de la próxima erupción. “Este documento presenta la evaluación de la amenaza por erupción volcánica del Cerro Machín, cuyos resultados pueden ser utilizados como insumo orientador para tomar decisiones en Planes de Ordenamiento Territorial (POT), de desarrollo, de contingencia, de emergencia y educativos […] El mapa consigna los resultados más importantes de la evaluación de la amenaza volcánica del cerro Machín, representando las zonas de amenaza para cada uno de los fenómenos volcánicos que ha caracterizado su actividad eruptiva, que pueden ocurrir en un futuro y que tienen potencialidad de daño. Dicho mapa está orientado a tomadores de decisión con el fin de que las conclusiones y recomendaciones sean tenidas en cuenta en los planes de desarrollo territoriales y de gestión del riesgo en la zona de influencia del volcán. Estamos seguros de que este documento contribuye a que el conocimiento generado por los técnicos se traduzca en acciones efectivas para la reducción de riesgo de la zona de influencia del volcán” (Ingeominas, 2003). Y es pertinente conocer las recomendaciones de Ingeominas que aparecen al final del documento mencionado:

“Las erupciones conocidas del cerro Machín han sido muy violentas y han afectado gravemente su zona de influencia, hasta el grado de que algunos de sus efectos son muy difícilmente mitigables. Teniendo en cuenta las implicaciones para Colombia en general y para la zona de amenaza del Volcán Cerro Machín, el conocimiento que se tiene sobre el volcán y los resultados de la evaluación de su amenaza deben ser base para la toma de decisiones en los siguientes temas estratégicos de los órdenes nacional, regional y local:

  • En el ordenamiento territorial, especialmente en lo referente a la limitación de uso del suelo para vivienda en la zona de influencia directa de la amenaza volcánica.
  • En la gestión del riesgo por erupciones futuras: planes a corto, mediano y largo plazo. Evaluación de vulnerabilidad y riesgo, y planes de contingencia.
  • En los planes educativos formales de todos los municipios de influencia directa y en los nacionales también. Para conocer oportunidades y limitaciones que ofrece la actividad de este volcán.
  • En los planes viales de mediano y largo plazo, especialmente los terrestres; en lo nacional, en lo regional y en lo local.
  • En la toma de decisiones gubernamentales y privadas (inversión), con la asesoría de los expertos de Ingeominas en el tema.
  • En la formulación de planes de investigación sobre el cerro Machín para mejorar el conocimiento y [buscar] que éste repercuta en la disminución de la vulnerabilidad. El mapa de amenaza actual no es una versión única y definitiva: la vigilancia volcánica debe ser garantizada y mejorada”.

¿Qué puede suceder?

Con base en la interpretación del Mapa de Amenazas y la lectura de sus memorias, podemos describir lo que sucedería, de manera muy general, así:

1. Cerca de un millón de personas afectadas directamente. “El Volcán Cerro Machín tiene un gran potencial explosivo y por su composición química, magnitud de sus erupciones y la gran extensión de sus depósitos se cataloga como uno de los volcanes con mayor potencialidad de daño en Colombia, cuya actividad futura podría afectar intensamente, durante mucho tiempo (meses y hasta años), una región muy estratégica para la economía. Cubre áreas pertenecientes a los departamentos de Tolima, Quindío, Valle del Cauca y Cundinamarca, en las cuales habitan cerca de un millón de personas” (Memoria explicativa del mapa de amenaza volcánica del cerro Machín. Ingeominas, julio de 2003).

2. Centenares de miles de personas evacuadas. Diferente de lo que sucede cuando ocurre un terremoto (que la inmensa mayoría de las personas puede permanecer en el territorio afectado), en caso de la erupción de un volcán buena parte de las personas afectadas deben evacuar el territorio. Por meses, años, lustros, décadas o definitivamente, dependiendo del lugar donde estaban ubicadas. Esto plantea otro tipo de problemas: ¿Cómo evacuarlas? ¿Dónde reubicarlas? ¿Cómo atender las necesidades básicas de quienes deben permanecer fuera del territorio transitoriamente? ¿Cómo resolver la situación de quienes deban evacuar definitivamente? También plantea un problema para las ciudades y los pueblos cercanos al área afectada, pues con seguridad recibirán repentinamente, en algunos casos, hasta decenas de miles de damnificados. ¿Cómo se hará para atenderlos? Deberán estar preparadas porque, en cierto sentido, el desastre se trasladará a sus calles.

3. El país quedaría partido en dos. El paso de la Cordillera Central por el sitio de La Línea es vital para el país. Prácticamente es la única vía que comunica al centro con el Valle del Cauca, y por allí hacia el sur. Comunica a Bogotá con el puerto de Buenaventura, y por allí circula aproximadamente el 42 por ciento de la economía internacional de Colombia. Hay otras vías, como el paso por el Páramo de Letras o la que va de Popayán a La Plata, que son impracticables para la intensidad del tránsito y las características de los vehículos de carga que pasan por La Línea. Desde las primeras fases de una erupción, el paso por La Línea quedaría interrumpido. Y eso puede ser por años, lustros e incluso décadas. Se perderían las costosas obras que se adelantan en el Proyecto Modernización del Corredor Vial Ibagué-Calarcá y Túnel de La Línea.

4. Perderíamos tres importantes despensas agrícolas. Las áreas cercanas a los volcanes son por lo general de muy buenos suelos para la agricultura, debido a su composición química y sus cualidades físicas. Por ello, no es extraño que la región cercana a Cajamarca (hortalizas), el departamento del Quindío (café, plátano y cítricos) y los planes del Tolima, donde se encuentra el Distrito de Riego de Coello y Cucuana (arroz, sorgo, millo, maíz, etcétera), sean importantes despensas agrícolas para Colombia, precisamente las que serían más afectadas por una erupción. La pérdida temporal de estas áreas agrícolas complicaría la situación en la región y el país, tanto por la pérdida de fuentes de trabajo como por la caída en la producción y la reducción de posibilidades para atender la alimentación de los centenares de miles de damnificados y reubicados.

5. La economía nacional se vería muy afectada. Al desastre social de cerca de un millón de damnificados, centenares de miles de ellos evacuados de sus territorios, se sumarían los efectos que sobre la economía nacional tendría la pérdida de una de sus más importantes vías para el comercio internacional, con la pérdida temporal de importantes zonas agrícolas. El escenario sería el de una muy difícil situación económica que afectaría al conjunto del país.

¿Estamos preparándonos?

Respecto a esta pregunta, no podemos engañarnos. No estamos preparándonos para lo que pudiera suceder. No hacemos ni lo mínimo necesario, y buena parte de lo que se hace es equivocado. Para empezar a discutir sobre el tema, es necesario afirmar que, dada la magnitud y la complejidad de las tareas por desarrollar, la responsabilidad principal les corresponde al Estado y consecuentemente a los gobiernos regionales.

Empecemos por el Sistema Nacional de Prevención y Atención de Desastres. En el terremoto de 1999, en la zona cafetera no funcionó como debía, lo cual obligó al gobierno central a desplazarse a la zona para atender directamente la situación. En la pasada emergencia invernal, a principios de 2011, se puso de nuevo en evidencia que no funciona como es debido. Ahora llega una nueva temporada en la que “lloverá sobre mojado”, y encontramos que la mayoría de las obras sugeridas o emprendidas para mitigar y prevenir nuevas emergencias invernales no se han iniciado o no están a punto.

El sistema, en lugar de fortalecerse, se debilita. Vasta ver la precaria situación en la que se encuentran los entes de socorro (Cruz Roja, Cuerpos de Bomberos, Defensa Civil) que conforman su base operativa. Escasas de recursos económicos e infraestructurales, sin el debido apoyo y reconocimiento por parte del Estado y la sociedad en general, con equipo obsoleto, escasa capacitación, sobreviviendo muchas veces a punta de rifas, mientras la población y los factores de riesgo crecen. También contribuye a su debilidad que el nombramiento de sus funcionarios siga sometido a los designios e intereses de la politiquería. No hemos logrado conformar organismos eminentemente técnicos, con suficiente autonomía. Siempre que hay cambios en los puestos de gobierno local, regional o nacional, se cambia a los funcionarios del sistema y es necesario empezar de nuevo, desde los protocolos de funcionamiento del sistema. Tampoco contamos con una política para la formación técnica y profesional del personal que lo integra.

Ejemplo claro de las equivocaciones que ponen en evidencia que la prevención de desastres es algo que aún no se integra al conjunto de la gestión pública es lo sucedido con el proyecto de modernización aludido.

Ingeominas, en el documento El Volcán Cerro Machín, la Prevención de Desastres y el Ordenamiento Territorial” (1999), en sus consideraciones acerca de la prevención de desastres y el ordenamiento territorial afirma que “las políticas de ordenamiento territorial deberán tener en cuenta la actividad del volcán Machín en temas con densidad de población y localización de obras de infraestructura estratégica para el país, tales como la comunicación entre el centro (Región Andina) y el occidente (el Pacífico)”; y reitera similares recomendaciones en el referido documento Memoria Explicativa del Mapa de Amenaza Volcánica del Cerro Machín (2003).

Pero tales recomendaciones no fueron tenidas en cuenta cuando se decidió insistir en el paso de la Cordillera Central por el sitio de La Línea. Es más: en el Estudio de Impacto Ambiental no se menciona al volcán Machín como factor de amenaza para la obra. Con la modernización de esta vía se incrementarán las actividades económicas a lo largo de la vía, lo que significará aumento de la población en Armenia, Calarcá, Cajamarca, Coello e Ibagué. Con esta obra, estamos invitando a decenas de miles de personas más, en el mediano plazo, a vivir en una zona de reconocida amenaza volcánica, y esto es exactamente lo contrario de la idea de prevenir un desastre.

Otro factor que dificulta el avance en la prevención de un desastre es la lógica de los tomadores de decisiones, políticos, gobernantes, administradores públicos y autoridades. Generalmente eluden el tema con el ánimo de ser políticamente correctos. Quienes están en campaña para acceder a cargos de representación evitan hablar de “problemas” y “catástrofes”, de eventos indeseables por venir. Sólo hablan de esperanzas y promesas de mejoría; no quieren “dilapidar su capital político” tratando temas ‘desagradables’. Y cuando ocupan los cargos arguyen que no van a “dilapidar el exiguo erario” en eventos que no se sabe si van a suceder o cuándo, o aluden a que “hay urgencias apremiantes para atender”. Así, las decisiones y las acciones necesarias se postergan para que las asuma quien continúe en el cargo.

Las acciones son mínimas, a veces equivocadas. Veamos el caso, como ejemplo, de dos cartillas que se han editado en Armenia (Quindío) e Ibagué (Tolima) para “informar a la comunidad” como medida preventiva ante un posible desastre volcánico: “Conozcamos el Volcán Cerro Machín” (Gobernación del Quindío, Secretaría Departamental de Educación, Comité Regional de Prevención y Atención de Desastres –Crepad–, Quindío) y “El Machín, una amenaza inminente”, guía de atención y prevención (Información oficial tomada de la internet por la minera AngloGold Ashanti, el periódico Nuevo Día y la empresa de servicios fúnebres Los Olivos).

Las dos publicaciones se equivocan en varias cosas: 1. Imprecisiones y errores en los textos. 2. Diseño no adecuado para informar a públicos diversos. 3. Recomendaciones apropiadas para el caso de un terremoto (se puede permanecer en el territorio) y no para el caso de una erupción volcánica (en muchas áreas se debe desalojar el territorio). 4. Recomendación generalizada, como si en todos los lugares fuera a suceder lo mismo, cuando en realidad una erupción afecta de muy diversa manera los diferentes lugares del área afectada, y 5. Algunas recomendaciones pueden estar equivocadas, como en el caso de “rutas de evacuación del municipio de Cajamarca”, a cuyos habitantes se les recomienda dirigirse a la finca Pepe Cáceres, en la Vereda Potosí, donde quedarían aislados, seguramente por mucho tiempo, con escasas posibilidades de ser atendidos.

Y es oportuno mencionar la página web del Sistema Nacional para la Prevención y Atención de Desastres (www.sigpad.gov.co). No se encuentra en ella prácticamente nada relacionado con la prevención de desastres; todo queda en el plano de la atención a contingencias y emergencias, o sea, a eventos inminentes o que sobrevienen. Tampoco hay una visión global e integral del riesgo, ni acciones o sugerencias precisas sobre acciones para prevenir un desastre. No hay planes de prevención y atención de emergencias. Sólo se encuentran muy débiles, casi inoperantes, planes de atención de emergencias.


Recuadro

Sugerencias

1. Promover un amplio debate nacional sobre el volcán Machín y la amenaza que representa para el país. Que no se limite a una o dos sesiones en el Congreso, o a la reunión de grupos de “expertos” en Bogotá. Que sea la Nación quien discuta el tema en la Academia, en los espacios públicos, en los procesos de reajuste de los POT, en la elaboración de los Planes de Desarrollo, etcétera.

2. Reestructurar, fortalecer, dar mayor carácter técnico y autonomía administrativa al Sistema Nacional de Prevención y Atención de Desastres.

3. Incrementar las actividades de investigación y monitoreo sobre el volcán Machín. Mejor conocimiento del volcán y seguimiento cercano a sus procesos pueden aumentar el tiempo de aviso previo para evacuaciones y preparación ante la emergencia.

4. Incrementar y mejorar las actividades y los instrumentos de información pública sobre el volcán Machín, y revisar los Planes de Prevención y Atención de Desastres para este caso. Además, vincular efectivamente a las comunidades en estos procesos.

5. Elaborar un Mapa de Riesgo para una erupción del volcán, y con base en él hacer un verdadero Plan de Acción para Prevenir, en la medida de lo posible, el desastre que desencadenaría una erupción del mismo.

6. Georreferenciación de propiedades inmuebles en las zonas que serían más afectadas. El Estado debe garantizarles a los propietarios su reclamación posterior a la erupción, cuando puedan retornar a ellos. El Estado debe además garantizar el debido aseguramiento de las zonas más afectadas.

7. Tomar medidas efectivas para reducir, o al menos detener, la densificación poblacional en la zona de desastre, y evitar en lo posible la ubicación allí de infraestructura de importancia económica estratégica para la Nación.

Lo anterior no se debe interpretar como un llamado a abandonar la zona. Aquí debemos permanecer hasta último momento, gozando de las bondades que su riqueza natural nos proporciona. Pero sí debe quedar claro que la permanencia en el territorio debe basarse en la seguridad que podamos proporcionarles a la vida, el bienestar y los bienes de sus habitantes. Que en caso de una erupción sepamos qué hacer y contemos con los mecanismos, instrumentos y recursos apropiados para enfrentar la emergencia. Y que sepamos qué será de nuestras vidas después.

*Ciudadano ambientalista

Información adicional

Autor/a: Néstor Jaime Ocampo Giraldo
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