En las últimas semanas el tema de la mal llamada “violencia en el fútbol” predomina en los medios de comunicación. El tema tomó mayor fuerza, tras el asesinato de un ciudadano, miembro en retiro del Ejército, quien defendía a su hijo tras el ataque de un grupo de hinchas de Millonarios. Con más volumen, el boom mediático estalló cuando días después sucedió la muerte de dos hinchas del Nacional.
Entonces los medios de comunicación no sólo tomaron el papel de informadores: asumieron como jueces. En efecto, dejaron de informar para pasar a juzgar públicamente al sector de los jóvenes involucrados en estos hechos, por demás, sin derecho a la defensa, creando una agenda política de estigmatización en contra de los jóvenes integrantes de las barras de los equipos de fútbol.
Homicidios y alcohol
Si bien es preocupante que estos hechos ocurran, sin un aporte constructivo y de los medios de solución destaca que la criminalización y estigmatización de estos grupos juveniles, en especial cuando la realidad de la juventud colombiana registra realidades y cifras alarmantes. Veamos: mientras en los últimos 10 años las muertes atribuidas a conflictos entre las mal llamadas barras bravas ronda los 30 casos, para el 2012 las muertes por causas violentas atribuidas a riñas callejeras, alcanza los 13.590 casos, registrando dentro del grupo más afectado la población entre los 17 y 35 años, homicidios que ocurren, en más del 65 por ciento de los casos, los fines de semana y bajo los efectos del alcohol.
Desempleo
Esto debe llamar la atención del conjunto nacional, pero también la situación de exclusión en la que están los jóvenes, en medio de realidades que propician, como manera de rebusque, el delito. Es así como se reconoce que del total de desempleados del país, más de la mitad son jóvenes (55 por ciento) y de estos el 40 corresponde al quintil más pobre. Un dato que muestra a toda luces el estado de abandono en el que está la juventud colombiana.
Educación
Frente a las oportunidades educativas encontramos que solo 1 de cada 10 estudiantes logra acceder a la educación superior, pero si a esta cifra le sumamos las personas que no terminan su primaria o bachillerato nos encontramos frente a un gran grupo de jóvenes que ante la falta de oportunidades educativas y laborales engrosan la delincuencia común, o niveles más organizados como las Bacrim, ingresa al ejército e incluso a la insurgencia.
Participación
Esta es una realidad inocultable y un inmenso reto social, ante el cual poca alternativa levantan la forma anquilosada como funcionan los grupos políticos y culturales que responden a organizaciones políticas. En vez de una alternativa, resulta por tanto, una barrera contra su posible participación en política activa, dejándoles como forma organizativa el barrismo, en cuyas esferas encuentran no solo un grupo lúdico sino también una familia. La estigmatización de esta forma organizativa, por lo tanto, es algo negativo que en nada aporta para la solución de un problema que es más grave de la magnitud que los medios de comunicación permiten ver.
Apegados a la represión
Pero la estigmatización de las barras también procede de la mano de los equipos de fútbol y de la Dimayor. Los primeros los ven como una fuente de lucro a la que hay que quitarle cada centavo, por eso, la especulación con el costo de las entradas las cuales, según la temporada y el partido, pueden incrementar su valor hasta en un 200 por ciento (precio de taquilla). Claro, ante esto, los equipos sacan disculpa argumentando que tienen programas como el sistema de abonos en el cual el pago por anticipado una serie de partidos y recibe un descuento, pero, ¿será que ante la precaria situación económica de los jóvenes, esta es una medida viable? O, por el contrario, ¿más bien es una forma que los incentiva a conseguir el dinero por el medio que sea?
Con respecto a la Dimayor, esta entidad promueve la carnetización de las barras para su ingreso al estadio, sin embargo esta medida desconoce que los incidentes entre bandas no sucede dentro del estadio (hay contadas excepciones). Por tanto, esta medida resulta una herramienta que individualiza a los hinchas, pues solo basta con acceder a la base de datos, verificar los datos del sindicado, su lugar de residencia, y proceder con la captura.
Así las cosas, la triste realidad de la población joven en Colombia, no solo debe resolver la falta de oportunidades laborales, educativas, incluso organizativas, sino que también debe acabar con la estigmatización que señala como supuesto delincuente o consumidor de narcóticos, al joven, por el simple hecho de su edad, su vestimenta o su lugar de residencia.
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