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EEUU y la OTAN planean desmantelar la Federación Rusa

EEUU y la OTAN planean desmantelar la Federación Rusa

La Revolución Gris de hoy en Ucrania tiene el objetivo de culminar el objetivo de la fallida movida Naranja de 2008: convertir el país en la plataforma donde poder completar el cerco alrededor de Rusia y provocar la desintegración de la Federación. No es por casualidad lanzar la consigna “Ayer Kiev, mañana Moscú” en las protestas del Maidan (plaza, en árabe).

Aprovechando las justas exigencias de la población en cuanto a empleo, sanidad, transparencia y una vida digna, los grupos ultraderechistas, respaldados por EEUU y la Unión Europea, intentan llevar adelante su propia agenda (ver Ucrania y la gran ofensiva de EEUU contra Rusia). Según la propuesta de Zbigniew Brzezinski, para “liberar” los ingentes recursos naturales del país más grande del mundo hay que dividirlo en tres estados: una república Rusia europea, otra siberiana, y una tercera del Lejano Oriente.

Para ello, deben reducir su zona de influencia en el espacio ex soviético, rodearlo con bases militares, intimidarlo y humillarlo. Dicho y hecho:
EEUU sigue desplegando sistemas de defensa antimisil en Europa, desde Rumania a Polonia pasando por Turquía, Israel y ahora España, bajo el pretexto de disuadir a Irán, pero apuntando a Moscú. ¿Está forzando a Rusia a abandonar el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START)?

En noviembre pasado la OTAN organizó la maniobra Jazz Steadfast en Letonia y Polonia, frontera rusa, el mayor ejercicio militar de la década, con efectivos de 28 naciones, incluidas Ucrania y Georgia.

En medio de los disturbios en Ucrania, Barak Obama recibió al primer ministro de Georgia en la Casa Blanca para ultimar el ingreso del país en la Alianza. Es increíble: los soldados georgianos que antes morían por la URSS en Afganistán, ahora mueren allí por EEUU.
Desde la caída de la URSS, la alianza militar más grande y peligrosa del planeta, ha absorbido a casi todos los miembros del bloque socialista: Polonia, Chequia, Hungría, Estonia, Letonia, Lituania, Bulgaria, Rumania, Eslovaquia, Eslovenia, Croacia y Albania, sin contar la destrucción de la República Federal de Yugoslavia (ver Yugoslavia: ensayo de la “guerra humanitaria”), miembro fundador de Los Países No Alineados.

 

El próximo destino es…

Los dos países de suma importancia que faltaban, eran Ucrania y Georgia. Viktor Yanukovich mantuvo vigente el Plan de Acción OTAN-Ucrania, participó en las maniobras y seguía enviando a los oficiales del ejército a las escuelas de la Alianza dentro y fuera del país. Si todo va bien, el Pentágono la integrará en su estructura militar con un “decreto exprés”. Para presionar a Rusia, Washington necesita tener a Ucrania, del mismo modo que el camino de contener a Irán pasa por dominar Siria (o eso cree).

A Washington le da igual que Ucrania se incorpore o no a la UE, mucho menos si sus gentes van a vivir en una democracia occidental o real. Lo que busca es despojar a Rusia de un aliado estratégico y poder instalar allí sus misiles.

En diciembre de este año EEUU debe recoger sus bártulos y salir de Afganistán de cara a la opinión pública; otra cosa es que va a mantener un mínimo de 10.000 militares y 11 bases, aunque para la “guerra perpetua” necesita otros escenarios, para mantener caliente el motor y también el negocio de guerra. Y Ucrania puede ser una oportunidad. Le ataca a Rusia en su “profundidad estratégica”, clave para la seguridad nacional del país, con el objetivo de convertirlo en el tacón de Aquiles del equipo de Putin. Además, tras los fracasos en las últimas intervenciones militares, los americanos se morían de ganas por asestar un golpe a los rusos.

Demonizar a Rusia (más allá de la naturaleza de su régimen) forma parte de la propaganda de la peligrosa guerra que están cocinando. Dedicar horas en los medios de comunicación a las chicas de Pussy-Riot y ni un minuto a los continuos bombardeos de la aviación de EEUU de Afganistán, Pakistán, Yemen, Mali, o a la desastrosa y trágica situación que han dejado en Irak o Libia, forma parte de la Propaganda de Guerra.

El al-Qaeda eslavo

En Ucrania, al igual que en otros países donde EEUU aplica su plan de desestabilización, grupos “descontrolados” aparecen de repente y empiezan a asaltar la sede de los partidos democráticos y sindicatos y derriban estatuas. Las fuerzas de izquierda siempre son sus primeras víctimas. En Kiev, tras incendiar la sede del Partido Comunista, los neo-nazis fueron a destruir la vivienda del líder del partido, Piotr Simonenko.

¿De dónde han surgido varios miles de cabeza-rapados y fascios? Stay-behind (los que se quedaron atrás, en inglés) es el nombre dado a los agentes nazis que, después de la Segunda Guerra Mundial, fueron recogidos por la CIA (¡la santa unión anticomunista!) para realizar operaciones de sabotaje, infiltraciones, asesinatos, etc. , haciendo de Quinta Columna con el objetivo final de aumentar la influencia de EEUU allá donde operaban. Muchos de estos chavales son hijos de aquellos miles de nazis que cambiaron de chaqueta para seguir sembrando odio hacia “el otro”.

Según el periodista Israel Sahmir, en la sociedad eslava hay jóvenes parecidos a los integrantes de los grupos salafistas y terroristas suicidas; jóvenes cuyos deseo de acción y sacrificio no puede ser satisfecho en una sociedad convencional. Cebos perfectos para los grupos fascistas en todo el mundo.

Moscú reacciona

Después de una semana de silencio, los líderes rusos, aturdidos al ver cómo MacCain hacía fotos en Kiev con unos encapuchados armados, se han desperezado: Rusia no puede perder a Ucrania, mantendrá, al menos, el control sobre Crimea, que es la única salida al Mar Negro que tiene. Y no piensa anexionarla a su territorio: ¿Quedarse con 300.000 musulmanes tártaros? ¡No, gracias! Le preocupan los actos de la Unión de Jóvenes Tártaros y el Movimiento Azatlyk (libertad, en persa), ambos conectados con los Hermanos Musulmanes de Turquía. Decenas de sus militantes han regresado de hacer la Yihad en Siria, acompañados por los veteranos chechenos.

El Kremlin, además ha enviado consejeros militares a Siria para entrenar al ejército ante los rumores de que EEUU ultima un plan para acabar con Bashar Al Asad.

Por otra parte, a Occidente no le interesa la división del país, pues la parte occidental que es menos desarrollada se integraría en la UE, mientras el sector industrial y las costas del Mar Negro se mantendrían bajo la influencia rusa.

¿Dónde se ubica China?

En diciembre pasado, Pekín firmó un acuerdo con Kiev, su socio estratégico, para invertir 8.000 millones de dólares en el país y entregarle un préstamo de 10.000 millones a cambio del alquiler de tres millones de hectáreas de las fértiles tierras ucranianas para los próximos 50 años. De paso, estudiaba la solicitud de Yuschenko de ingresar a la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS). Por si estos acuerdos no fueran suficientes para preocupar a la UE y EEUU, los BRICS estrechaban lazos con esta tierra de grandes reservas de gas y campos de cereales.

El reciente encuentro de Obama con el tibetano Dalai Lama y el atentado terrorista que ha dejado unas 150 víctimas entre muertos y heridos en China, posiblemente por un grupo separatista musulmán Uigur, son señales del uso de las cuestiones étnico-religiosas para presionar a Pekín.
Contener el avance de la superpotencia asiática es como la obsesión de los escaladores a subir a Everest: tarea suicida, nacida del complejo de querer estar por encima de todos.

Los problemas étnico-religiosos y económico-sociales (el desempleo, el impago de los salarios y pensiones y el colapso de los centros de salud, la inflación y el aumento de la pobreza), se han quedado sepultados bajo los escombros de la lucha entre las élites capitalistas nacionales y mundiales por los recursos del país.

Y parece que lo peor para el pueblo ucraniano aún está por llegar


MOSCU AVANZO EN LA OCUPACION MILITAR SOLAPADA DE LA PENINSULA DE CRIMEA EN MEDIO DE LAS AMENAZAS DE OCCIDENTE

Europa y EE.UU. buscan frenar al león ruso

Los tambores de guerra hicieron temblar las Bolsas europeas. La crisis en Ucrania llevó de forma incontrolable al mayor enfrentamiento entre los bloques desde el fin de la Guerra Fría. La UE tiene una gran responsabilidad en la escalada.

Por Eduardo Febbro
Desde París

Los iluminados de Occidente, dependientes del gas ruso como del peso estratégico de Moscú, siguieron con los regateos diplomáticos y las amenazas para torcer el brazo del presidente ruso Vladimir Putin luego de la ocupación militar solapada de la península de Crimea por parte de soldados rusos sin identificación clara. La crisis en esta República Autónoma de Ucrania, que en realidad pertenece históricamente a Rusia, ha derivado de forma incontrolable en el mayor enfrentamiento entre los bloques desde el fin de la Guerra Fría. Como era de esperarse, los europeos se reunieron de urgencia en Bruselas sin adoptar ninguna medida concreta. Las amenazas verbales que precedieron la reunión de los ministros de Relaciones Exteriores de la Unión Europea se quedaron en eso. La UE no concretó las advertencias anteriores, o sea, la suspensión del dialogo entre la UE y Rusia con vistas a levantar la visa para ingresar en Rusia o en la UE, las sanciones económicas, o el cierre de las fronteras del espacio de la Unión a los ciudadanos rusos. De hecho, si hubiesen adoptado ese dispositivo de retorción, las grandes capitales del Viejo Continente como Londres, París, Roma, Berlín o Bruselas habrían perdido el considerable fruto de los millones y millones de euros que dejan en esas ciudades los nuevos ricos de la Rusia liberal de Vladimir Putin. Todo quedó condicionado a un supuesto “si no hay avances para apaciguar la tensión”. Lo único que se plasmó fue la suspensión de las reuniones previas a la cumbre del G-8 que debían realizarse de aquí a junio (la cumbre está prevista en la ciudad rusa de Sochi).

Los hilos están en manos de la insustancial jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton. Esta dirigente británica sin ninguna experiencia en la diplomacia, incapaz de hablar otro idioma que el suyo y duramente criticada por su bajo perfil en el seno de la UE, se reúne hoy en Madrid con el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov. Difícil pensar que con la enorme dependencia energética que tiene la UE con respecto a Rusia, las históricas metidas de pata de la jefa de la diplomacia europea y su controvertida legitimidad, la señora Ashton pueda hacer vacilar al gigante ruso. Los tambores de guerra solapada hicieron temblar las Bolsas de Europa y de Rusia. La de Moscú perdió 11 por ciento y las plazas europeas registraron una caída global del 2 por ciento.

Todo el mundo está en la cuerda floja, tanto Moscú como Occidente. Los bancos rusos, por ejemplo, tienen invertidos en Ucrania 35 mil millones de euros. Realista y sin metáforas, el ministro alemán de Relaciones Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, juzgó que la fase actual equivalía a la “crisis más aguda que vive el mundo desde la caída del Muro de Berlín”. En el mismo tono, el jefe de la diplomacia española, José Manuel García Margallo, reconoció que si hubiese un enfrentamiento entre Moscú y los 28 miembros de la UE “las consecuencias serían muy graves desde el punto de vista del abastecimiento energético”.

En Washington, el presidente norteamericano, Barack Obama, poco habituado a estas fórmulas, se despachó con una frase literaria digna de la mejor poética de la diplomacia europea: “Rusia está del lado malo de la historia”. Obama aseguró también que “el mundo coincide en su gran mayoría en que los pasos dados por Rusia suponen una violación de la ley internacional” (ver aparte). La lección de Obama es desplazada: Occidente intervino en Kosovo y en Irak en 2003 sin ningún respaldo de legalidad internacional (fuera de todo mandato de las Naciones Unidas).
La brutalidad y la incompetencia parecen presidir esta crisis, en cuyo desenlace los europeos tienen una enorme responsabilidad. Fueron ellos quienes empujaron a la calle a los pro europeos ucranianos que provocaron la caída del régimen del tiranosaurio del Este Viktor Yanukovich; fueron ellos quienes, desde hace más de 8 años, vienen intentando sin una consolidación previa arrimar a Ucrania a la ladera más europea, con ofertas de asociaciones estratégicas con el Oeste que no hicieron sino avivar las susceptibilidades históricas de Putin con respeto a Ucrania y Crimea, territorio autónomo bajo bandera ucrania desde 1954 y punto estratégico hacia el Mar del Norte.

Colmo de la improvisación y de la provocación, apenas cayó Yanukovich las nuevas autoridades se apuraron y dejaron sin efecto una ley que amparaba los derechos regionales del idioma ruso. Peor aún, uno de los partidos de peso en el seno de la revolución de Kiev, Svoboda (libertad), es un movimiento neonazi, de ultraderecha, profascista, antisemita y antirruso hasta la médula.

El león ruso no tardó en jugar sus cartas en una región tan sensible como Crimea. Putin busca recuperar en el plano militar lo que perdió en el político cuando su protegido Yanukovich fue sacado del poder. Más de dos terceras partes de los pobladores de Crimea son rusos, cerca del 15 por ciento son tártaros (musulmanes de lengua turca), el resto es una combinación de ucranianos, griegos y judíos. La negociación entre Moscú y el Oeste es inevitable. Cada parte ha puesto mucho en juego como para provocar el hundimiento completo de Ucrania. Queda, con todo, una evidencia: los europeos, en su afán de conquista, fueron incapaces de evaluar la complejidad de la situación. En un chat muy enriquecedor con los lectores del vespertino Le Monde, Arnaud Dubien, director del observatorio franco-ruso e investigador en el Instituto de Relaciones Internacionales Estratégicas, puso de relieve el error de Europa: “Ucrania es un concentrado de intereses político-militares, económicos e identitarios muy fuertes para Rusia. La subestimación de esta realidad por parte de los europeos es uno de los factores que explican la crisis ucraniana desde noviembre. Putin no tiene ninguna confianza en los occidentales”.

En resumen, esa pedantería típica de los dirigentes del Viejo Continente ha desencadenado una crisis política y militar de proporciones insospechadas hasta hace sólo unas semanas. En una entrevista difundida por la BBC, el ministro británico de Relaciones Exteriores, William Hague, admitió que se trataba “seguramente de la peor crisis en la Europa del siglo XXI”. Y la provocaron los mismos europeos, sin medir ni anticipar las fuerzas y susceptibilidades de Moscú. Contrariamente a Mali o República Centro Africana, esta vez el presidente socialista François Hollande no mandó sus tropas y sus avioncitos para “salvaguardar” la integridad territorial de Ucrania. Desde luego, enfrente, sus antagonistas no son del mismo calibre.

 

Fuente: Página12

Información adicional

Punto y seguido
Autor/a: Nazanín Armanian
País: Rusia
Región: Euroasia
Fuente: Público.es

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