¡Contra la pared! ¡Es una requisa! -¿Qué?- ¡Contra la pared! ¡Desde hoy controlamos la Universidad! Este fue el grito con el cual irrumpieron seis hombres armados en plena cafetería del edificio de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá.
Copamiento militar. Nadie creía posible reabrir el capítulo de la violencia armada para controlar la vida social en los claustros universitarios, sin embargo de nuevo se repite la historia. Quedan recreados en la memoria capítulos como el asesinato de Gustavo Marulanda1 y la instalación de plazas de vicio controladas por los paramilitares al interior de campus en todo el país.
A las 2:30 pm de la tarde del miércoles 12 de marzo, media docena hombres encapuchados salieron del edificio de Ciencias Humanas. El celador que ocupaba disciplinadamente la garita al interior del edificio no se inmutó –¿no vio nada?–, por su radio no se escuchó el código –árabes–, con el que anuncian la presencia de grupos de encapuchados en protesta dentro de la Universidad. No, en esta ocasión la impavidez fue inusitada, contraria al protocolo de seguridad que gobierna dentro del principal centro de estudios público del país, el mismo que obliga a que los vigilantes reaccionen con información inmediata –a través de sus radios– reportando cualquier incidente que altere la tranquilidad del campus. Contrario a todo reglamento, en esta ocasión el empleado de “Servisión de Colombia Ltda.”, optó por guardar silencio.
Entre tanto, el grupo de encapuchados proseguía en su desplazamiento interno. Ubicado directamente en frente de Humanas –como le dicen los estudiantes– está la mole que lleva por nombre “Orlando Fals Borda–, la primera facultad de Sociología en toda América Latina, mítica sede en la que dictaron clases Eduardo Umaña Luna y Camilo Torres. De forma rápida, atravesando el empantanado jardín de Freud, el particular grupo de hombres copó la cafetería. Hay que resaltar que además de sus caras tapadas con pasamontañas –y no con camisetas, como acostumbran los estudiantes–, estaban cubiertos con impermeables negros recién comprados, 2 de ellos, vestían pantalones de dril color café, 4 con bluejeans, 5 con botas o zapatos al estilo militar, y apenas uno usaba tenis.
La concurrida cafetería de Sociología es punto de encuentro para todos los estudiantes de las facultades aledañas (Ciencias Humanas, Odontología y Derecho), atraídos por el aroma del buen café, la amena charla y, para algunos, por la posibilidad de prender un porro. Desde luego, entre estos se encuentran algunos curiosos personajes adaptados a la fauna de la ‘nacho’, un reducido grupo de jíbaros, exestudiantes, y alumnos con más de 6 años de presencia en el claustro, una minoría profesionalizada en el consumo, los que durante el último año han tenido por sede las dos mesas más al norte, casi saliendo de tal cafetería, y que este miércoles 12, raramente, no hacían presencia en su sede de siempre.
Una vez entre el Freud y la cafetería de Sociología, los encapuchados abordaron un grupo de ocho estudiantes, deslizaron sus impermeables en forma de ruana hacia arriba, dejando ver intimidatoriamente dos revólveres y una subametralladora calibre 9 milímetros; atemorizados, los estudiantes accedieron a una cuidadosa requisa que incluyó cada una de sus prendas de vestir y sus maletas. Al culminar el chequeo, vociferaron por primera vez palabras de miedo: “Se acabaron los jíbaros en la universidad, a la Nacional ya no se viene a consumir droga. Le decimos a quienes lo hacen, que la única área en que se les permite realizar esa actividad es en el jardín de Humboldt2, estaremos vigilantes. Esta es la primera de muchas acciones”3. Palabras lanzadas al viento, porque ninguno de los 8 estudiantes pertenecía al mínimo ghetto de jíbaros y enrarecidas figuras. Mientras esto sucedía, el celador de Sociología apagaba su radio (walkie talkie).
Los minutos corren y la acción de copamiento proseguía sin respuesta alguna. La escena teatral se repitió en la plaza Che y en la facultad de Ingeniería, con el innovador factor de un discurso de 2 minutos del vocero de este grupo, el que, además, a través de varios blogs ha fijado comentarios tras el seudónimo de combat 99.
Reacciones
Sorprendente. Después de la presencia armada no ha ocurrido la airada respuesta de denuncia, tan habitual por parte de la administración universitaria, cuando de armados se trata. En contravía a la filtración de los videos de seguridad a los medios masivos, como cuando ocurrió la presencia del Eln el 10 de mayo 2010, esta vez los videos de seguridad están, en apariencia, perdidos.
Quedan preguntas en el aire: ¿De quiénes se trata? ¿Qué intensión tienen? ¿Por qué la empresa de seguridad privada Servisión no activó el dispositivo de seguridad que posee sobre el campus? ¿Qué oculta la administración con la tenue respuesta brindada sobre estos sucesos? Preguntas que tienen respuestas ocultas tras los pasos del sexteto de encapuchados que encontraron, como camerino para el cambio de apariencia, los alrededores de la facultad de Odontología, afirman estudiantes.
Extraña acción y discurso. Es raro, pero los encapuchados y armados, tienen mucho en común con el discurso de la vicerrectoría, la misma que ha habilitado, con el fin de controlar el campus, operaciones armadas por parte de la celaduría en contra de estudiantes que consumen droga, nunca en contra de los jíbaros.
¿Vendrán, como lo anunciaron, otras acciones de estos grupos?
1 Líder estudiantil de la Universidad de Antioquia asesinado por las AUC el 7 de agosto de 1999.
2 Este Jardín está ubicado a 100 metros de dos oficinas de la vigilancia, y a 300 metros de la salida vehicular que condice hacia la rectoría.
3 Testimonios de estudiantes entrevistados
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