El presidente Chávez está en campaña desde la primera semana de octubre de 2009, casi a diario, con miras a la elección de nueva Asamblea Nacional el 26 de septiembre de 2010. “A ganar por nocaut… que vienen por mí”, repite en sus arengas, ante el peligro o el contratiempo de que los factores de oposición le impidan al Gobierno ganar los dos tercios de mayoría o arañen la mayoría simple. El 2 de mayo, la consulta interna del Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV), para elegir los candidatos nominales –no los 110 por lista–, dejó varios interrogantes.
Aun cuando el compromiso mínimo, vínculo, de los militantes-electores del PSUV es ir a votar, y el partido ofrece llamadas, transporte, agua, almuerzo, en sus elecciones primarias sólo asistió el 38 por ciento de los 7’253.691 o 6’683.821 que están en su registro de miembros. Un porcentaje que pudiera indicar, tras 11 años de gobierno, el descenso o la cantidad límite del “voto duro” que acompaña al Presidente, y vitorea y llena con camisas rojas sus actos públicos.
Aún con los precios cómodos de los mercados oficiales –más de 51 módulos de Mercales–, sus operativos de venta en las calles y 19 mercalitos comunales, la inseguridad, el costo de vida, los aprietos con la vivienda; la ineficiencia del Estado, de sus funcionarios locales o estaduales, y la unipersonalización del poder con sumisión de la Asamblea y del resto de poderes públicos, aumentan cada día como temas de los venezolanos en la calle y en los barrios y urbanizaciones.
En días más fáciles, Jorge Rodríguez, actual alcalde de Caracas y coordinador de organización del PSUV, por los días de mayo del año pasado, anunció, cierto o no, que entre el 7 de mayo y el 14 de junio ¡7’253.691 militantes! se inscribieron y que 2’227.627 actualizaron sus datos. Ya sin el sesgo de propaganda –común en los partidos–, meses después, y bajo el registro del Consejo Nacional Electoral, esta cifra descendió a 6’683.821.
En una intensa campaña que tuvo como elemento dinamizador la sesión permanente durante varios meses y en continua comunicación con su base, del I Congreso Extraordinario y de fundación del PSUV y sus miles de delegados de un poco más de 11 mil 760 patrullas, con entre 10 y 15 participantes, el pasado domingo 2 de mayo su dirección nacional llamó a los seis largos millones de militantes a cumplir con su voto.
A la par, hubo idénticos llamados del presidente Chávez en todas sus alocuciones. Una convocatoria sostenida durante los últimos siete meses, junto con medidas recientes como el alza del 40 por ciento en el salario de los militares, que anunció en el desfile del 19 de abril –que celebra la acción contra el Virrey español en 1810–, y un adelanto de 10 por ciento del salario mínimo que estaba previsto para octubre, en la movilización del 1º de mayo.
Nuevo cuadro político en desarrollo
A simple vista, las manifestaciones de apoyo al gobierno ya no tienen la espontaneidad y la muchedumbre de años atrás. Se percibe una nueva situación en la base del poder.
Hay descontentos. Y hay voces desilusionadas en el pueblo que los diferentes factores de la derecha y la oposición, dentro de intereses no sociales ni nacionales sino del pasado, el individualismo y el apego a los Estados Unidos tratan de canalizar. Agentes orgánicos como, y que van desde:
- La conspiración y la desestabilización con hilos paramilitares y de la CIA, el Mosad y grupos anticubanos de Miami.
- El conservatismo anticomunista del viejo partido COPEI, que obtuvo la Gobernación del Táchira con influencia en los sectores medios-altos de la población donde gravitan el partido Primero Justicia, la Gobernación del estado Miranda y la Alcaldía de Petare, también, su fracción Voluntad Popular del ex alcalde del municipio Chacao de Caracas. A la vez, Proyecto Venezuela con la Gobernación de Carabobo.
- La inercia de la socialdemocracia internacional con su partido Acción Democrática, huérfano del poder, y sus fracciones Un Nuevo Tiempo, que tiene en sus manos la Gobernación del Zulia y la Alcaldía de Maracaibo; Alianza Bravo Pueblo en la Alcaldía Metropolitana de Caracas, con 780.000 votos, y el posterior desgaje del partido Podemos, que acompañó el proceso bolivariano en sus primeros siete años.
Todo indica que el PSUV no mueve el voto pleno de sus propios afiliados, y que la política y el discurso gubernamental no ganan influencia más allá de su propio partido y su pequeña periferia con el PC y los pequeños grupos UBV y Tupamaros, con matriz en el histórico barrio “23 de Enero”. En paralelo, hacen noticia, van en aumento, los distanciamientos, los rompimientos y las críticas públicas, que el Presidente descalifica como “traidores”.
Son los casos del actual gobernador de Lara, Henry Falcón (Ver: desde abajo edición No 55, p. 22), quien asumió militancia en el Partido Patria Para Todos (PPT), partido que, desconocido como actor y aliado del proceso desde los años de la lucha clandestina, propone listas propias en todos los circuitos. Del general de Brigada Antonio Rivero, entonces coronel, el 11 de abril de 2003, cuando el golpe de Estado, se despojó de su chaleco antibalas para brindarlo al Presidente cuando salía de Miraflores y con una mano en el hombro dio ánimo con un ¡Volveremos! Y, de Luis Fuenmayor Toro, ex rector de la Universidad Central de Venezuela, quien con varios académicos ayer y hoy, simpatizantes activos de la revolución, acaba de configurar el grupo De Frente con Venezuela.
Sobre la mesa del 26 de septiembre posa un gran interrogante.
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