La Primera Guerra Mundial dejó para el mundo secuelas de las cuales aún no sale, por eso es común decir que dicha confrontación armada cambió al mundo para siempre, sobre todo a Europa. Por ella, como coletazo, surgieron el comunismo ruso, el nazismo alemán, el fascismo italiano, los Estados nacionales europeos, y la hegemonía de los Estados Unidos.
A esta confrontación armada también le llamaron la Gran Guerra, pero después de la II Guerra Mundial, por cuestiones de secuencias cronológicas e históricas, fue necesario el cambio de nombres; pese a lo cual en Inglaterra y Francia le siguieron llamando “La Gran Guerra” (The Great War o La Grande Guerre). Por estos días el inicio de la misma –28 de junio de 1914– cumple cien años.
Cómo llamar a esa guerra
En años resientes algunos historiadores propusieron que al periodo de las dos guerra mundiales (1914–1945) le llamen “la segunda guerra de los treinta años”, en alusión a la guerra de los treinta años en Europa (1618–1648), que enfrentó a protestantes contra católicos y que terminó con la paz de Westfalia, dando equilibrio de poderes en ese continente, en donde ninguna potencia podía tener más fuerza que todas juntas. La religión del pueblo sería la de su soberano. Fue una guerra que desde el punto de vista político-militar cambió las formas de operar de los ejércitos. Esta es una interesante manera de concebir la Primera Guerra Mundial.
Desde el punto de vista de Immanuel Wallerstein el sistema mundo capitalista que aún rige es un “largo siglo XX” que arranca en 1871, prolongándose hasta hoy, centrado en la hegemonía de los EEUU. En este enfoque Rusia nunca tuvo socialismo. En cambio, Eric Hobsbawm sí considera la existencia del socialismo en la Unión Soviética, a partir de su concepción del “corto siglo XX”.
En todo caso un punto de la discusión es la revaloración de las guerras mundiales como puntos nodales en la historia, y si de verdad fueron “mundiales”.
¿Por qué la guerra?
Cuando surgió el imperialismo –a finales del siglo XIX–, al pasar el capital mercantil a capital monopolista, los países desarrollados buscaban fuentes de materias primas para su mayor ganancia, el capitalismo imperialista estaba en su furor, reflejado en lo social y cultural en lo que se llamó la Belle Epoque para designar el desarrollo cultural y las relaciones sociales que facilitaron una vida cómoda, alejada de cualquier posibilidad de guerra, sin imaginarse quienes la gozaban que la confrontación armada que se avecinaba iba a destruir lo que una historiadora llamó la “torre orgullosa”.
El origen de la esta guerra tuvo como causas reales, profundos problemas económicos, políticos y militares acumulados desde 1871 para estallar en junio de 1914, resumidos en la competencia interimperialista, en la competencia entre las potencias hegemónicas del momento. Gran Bretaña comenzó a ser desplazada por Alemania –en rápido proceso de industrialización– de su preponderancia como potencia capitalista; presión en la que también intervenían Japón y los Estados Unidos.
Las otras potencias como Francia, Austria-Hungría, Italia, y los países bajos estaban desarrollando el capitalismo, pero también compitiendo y en espera de la repartición imperialista. La sobreproducción y el proteccionismo presionaron la necesidad de nuevos mercados y de la exportación de capitales.
Esta puja despertó el temor por parte de los gobiernos y las monarquías por defender sus colonias, que sentían amenazadas. Surgía así la necesidad de buscar un sistema de alianzas que impidiera el surgimiento de una nueva guerra, a la vez que desataba una carrera armamentista, una industria de guerra con base en los avances tecnológicos y científicos de entonces.
En la época imperialista la conformación de bloques de poder sucede en momentos claves, previos a los estallidos –o como neutralización– de guerra. En Europa, a finales del siglo XIX, toman cuerpo dos bloques de potencias: La Triple Alianza (compuesta por Alemania, Austria-Hungría, Italia, Bulgaria, y el imperio Otomano); y La Triple Entente (compuesta por Gran Bretaña, Francia, y Rusia), alianza a la que se suma en 1917 Estados Unidos, Canadá e Italia, que en el camino cambió de bando.
Lo que dio la guerra
La guerra no solo debe verse como destructiva sino también como constructiva. El desarrollo de la industria creó nuevo armamento: dos avances tecnológicos de primera importancia: telecomunicaciones, sobre todo el telégrafo y el teléfono –de campo–, y la aviación que le agregó la dimensión espacial al campo de batalla, para que desde entonces –con la aviación comercial– el mundo quedara a los pies de los viajeros. La aviación de combate tuvo una aliada de importancia, después convertida en un instrumento de ciencia, arte y de la vida cotidiana: la fotografía.
Durante la guerra los avances son notorios en los medios para obtener información del adversario por medio de las emisiones de radio y de la fotografía aérea. También en el ferrocarril, clave para el transporte de tropas y suministros, Dicen las memorias que para abastecer los frentes fueron utilizados 120 trenes que recorrieron Europa a toda hora.
Desde el punto de vista de la potencia de fuego, surgió la ametralladora Browning, y la MG 08 alemana, el fusil no solo para blancos directos sino indirectos, lanzallamas y armas químicas. En esa guerra fueron utilizados por primera vez el gas mostaza y los químicos, de los cuales fueron irrigados 120.000 toneladas.
También hubo avances con los buques y los submarinos de guerra; en tierra con los tanques de guerra, y algo nuevo también: la guerra de trincheras, que mostró el lado más oscuro e inhumano de la guerra. Tomó forma masiva la artillería y el transporte mecanizado.
El arte y la guerra
El arte también tuvo sus manifestaciones en y de la guerra a través del expresionismo, el impresionismo, el dadaísmo y otras formas de modernismo, resumidas en obras de pintores como John Singer, “Gaseados”, Otto Dix con “Flandes”, Franz Marc, con “caballos azules”, escritores como Ernst Hemingway con “Adiós a las armas”, Virginia Wolf con “La señora Dolloway”, Eric María Remarque y John Dos Pasos. Fue un arte triste, desolado, desconfiado, angustiado y melancólico, con predominio del sujeto y el mundo a través del mismo. Pero también estuvo presente el vanguardismo, que propuso un arte y una cultura más fresca y de más calor humano.
En lo social
Aunque existían sindicatos, la guerra llevó a su incremento y a las protestas por mejores condiciones de vida y en defensa de derechos democráticos. El sector más importante surgido en este periodo fue el de las mujeres, incorporadas al mundo laboral para suplir la ausencia de los hombres por su reclutamiento para el combate. Este movimiento feminista y femenino demandaba: leyes de protección de la mujer en lo laboral, en la maternidad, y derechos de familia, divorcio e interrupción del embarazo. Una muestra de cómo se transformó la vida después de 1918.
Para no olvidar
La Primera Guerra Mundial fue considerada la más brutal, y sangrienta hasta ese entonces: significó la movilización de 70 millones de personas, de las cuales murieron 17 millones en los combates, 7 millones eran civiles; además de dos millones de heridos. Participaron 40 Estados en la conflagración. Alemania perdió un millón 800.000 personas; Francia un millón 400.000; Gran Bretaña 750.000; Rusia dos millones 300.000 –el país que más muertos puso en esta guerra. Los Estados Unidos, que entraron tarde en la conflagración con tres millones de soldados perdieron 114.000.
Se estima que en la guerra murieron 5.509 soldados por día, durante 1.567 días de combates.
Murieron en Verdun, Francia, 300.000 soldados, en Somme 600.000, todo para que los alemanes pudieran avanzar diez kilómetros; en el frente oriental fueron registrados dos millones de víctimas, entre muertos heridos y capturados.
La guerra pasó por varios periodos, no fue una sola batalla sino muchas. En el frente oriental cinco, en el occidental 22 por lo menos, en el frente italiano once batallas de Isonzo y en total 15 batallas, frentes del Oriente Medio y los Balcanes: mínimo diez; campaña alemana en el este de África, y la guerra en el mar.
Una paz revanchista
Alemania y sus aliados perdieron la guerra porque siendo el mejor ejército que le infringió muchas bajas al adversario, tuvo que enfrentarse a tres de las seis principales potencias de entonces: Francia, Rusia y Gran Bretaña. Y a partir de 1917 a los Estados Unidos. Y porque sus aliados eran o muy pequeños o muy débiles para llevar la guerra a la victoria. Alemania, según su plan, debía enfrentar al adversario en dos frentes: el occidental –contra Francia– y el oriental –contra Rusia–, lo que a la postre no le funcionó.
Entrado el año 1918, en menos de un mes, Alemania sufre cambios sutanciales: pasó de imperio a la república, de la victoria a la derrota inesperada, de la guerra a la paz.
Dos años antes, en 1916, el presidente de los Estados Unidos Woodrow Wilson, propuso sus catorce puntos de paz, que llamó “Paz sin victoria”, que los vencedores no aceptaron, proponiendo como alternativa una paz sin gloria y revanchista. Los vencidos traicionados, toda vez que aceptaron el armisticio con base en los 14 puntos de Woodrow Wilson pero les impusieron drásticas sanciones que a la postre constituyeron la base de los enfrentamientos futuros.
En 1919 en Versalles la Alianza triunfadora –Francia, Inglaterra y los Estados Unidos– toma las decisiones contra los vencidos, sin poder participar en la reunión de la repartija imperialista. Alemania se vio obligada a devolver las regiones de Alsacia y Lorena, hoy departamentos de Francia, salir de Bélgica, Dinamarca, Polonia, y Lituania, renunciar a todo su imperio colonial en África y partes de Asia, además debió reducir su ejército a un máximo de 100.000 hombres, sin aviación, artillería pesada o submarinos. Y el pago de reparaciones económicas, lo que terminó de hacer en 2010.
Del imperio austro-húngaro, a partir de Austria quedan nuevos países: Hungría, Checoslovaquia, Polonia, y Yugoeslavia. La entrega de unos territorios a Italia, su prohibición de integrarse a Alemania la convierte en un Estado casi inviable. Hungría también fue castigada territorialmente en favor de Checoslovaquia, Rumania y Yugoeslavia.
Del imperio Otomano surge Turquía y países como Transjordania, Siria Palestina e Irak bajo el control de Inglaterra y Francia. Los restos del imperio Otomano también dan lugar a Yemen, Arabia Saudita y Armenia.
También surgieron los países bálticos, Estonia, Letonia y Lituania, así como Finlandia. En cuanto a los disputados estrechos de Bósforo y Dardanelos pasaron a inspección internacional.
En Rusia surgió, a partir de la revolución socialista de octubre de 1917, el primer país socialista: la Unión Soviética.
Así, el mapa del mundo cambió: se inició la hegemonía de los Estados Unidos y su dominio político, militar y financiero del mundo, el declive de Gran Bretaña, Francia e Italia, el resurgimiento de Alemania en la lucha del capital por el control del mundo y de otro lado el socialismo que inicia su camino por darle a los pueblos un mejor mundo.
Recuadro 1
La anécdota del inicio de la Primera Guerra Mundial
Primer periodo o crisis de Sarajevo: desde el 28 de junio hasta el 28 de julio de 1914.
El 28 de junio de 1914 la ciudad de Sarajevo –capital de Bosnia– se preparaba a recibir al archiduque Francisco Fernando, heredero al trono Austro-húngaro y su esposa Sofía Chotek, era el sobrino del emperador Francisco José: Bosnia en ese momento hacia parte del imperio, y existían fuertes tendencias nacionalistas unas de las cuales pensaban anexionar a ese territorio al proyecto de la gran Serbia, para unificar a todos los eslavos del sur.
Activistas de la organización clandestina La Joven Bosnia, parte de la organización La Mano Negra, prepararon acciones contra los visitantes con bombas y luego asesinando a la pareja real. El que disparó y a quien le echaron el pato de todo fue a Gavrilo Princip un veinteañero y apasionado nacionalista bosnio. Desde esa fecha luctuosa para la monarquía, y hasta el 28 de julio, sucedieron una serie de hechos que llevaron a Europa a la acción armada.
El monarca austriaco culpó a Serbia y le exigió investigación pero a órdenes de la inteligencia austriaca cosa que los serbios no aceptaron, el viejo monarca se calentó y declaró la guerra a Serbia con el apoyo de Alemania por intermedio del Káiser Guillermo II.
A Rusia no le gustó que ofendieran a su aliada eslava, Serbia se puso a su lado y movilizó su tropa, cosa que le cayó muy mal a Alemania que le declaró la guerra a Rusia. Para colmo de su furor también le declaró la guerra a Francia, invadió Bélgica, rompiendo los tratados de neutralidad cosa que no le gustó a Gran Bretaña, aliada de Bélgica en la Entente, y la declaró la guerra a Alemania. Así, según las manipulaciones de la historia que nada dice ni explica, sucedieron los hechos que detonaron esta guerra.
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