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Colombia. Un mes buscando a Sandra

Llevamos un mes buscando a nuestra amiga SANDRA VIVIANA CUÉLLAR GALLEGO, Ambientalista, Trabajadora Cultural, Amante de la vida quien desapareció desde el 17 de febrero y de quien hasta ahora sólo tenemos el recuerdo de su sonrisa, el orgullo de sus enseñanzas, su baile, su fuerza y su lucha. Ah, además aparecieron sus documentos, algunas de sus pertenencias y su teléfono móvil.
Raro, ¿no?; si sus documentos y su celular fueron encontrados el mismo día de su desaparición y en inmediaciones del lugar de los hechos, me atrevo a pensar desde mi rica ignorancia que la delincuencia común poco ha tenido que ver con el caso. Por supuesto, no soy yo el ente investigador, ni agente del orden, soy un ciudadano que ve cómo en mi país la delincuencia común es cada vez menos común y más organizada, sobre todo desde que se reencaucharon los (dizque) desmovilizados paramilitares, en águilas de diferentes colores, urabeños, paisas, rastrojos y demás; parece que hubieran puesto franquicias en venta, mientras el Estado se rasga las vestiduras hablando de Bacrim, como de un fenómeno que “salió de la nada” y que nadie sabe cómo controlar.
Pero volvamos a nuestro dolor, Sandra Viviana sigue desaparecida y aún no vemos los informes de la búsqueda por parte de las autoridades, no se han publicado en medios masivos los mensajes de la recompensa -¿todavía se ofrece?-, no se han dado explicaciones por parte de las autoridades civiles ni militares, no hay pronunciamientos del Ministerio de Defensa, ni del Interior y Justicia, ni siquiera del Vicepresidente “detodito” Garzón. Mientras sus amigos y familiares hemos marchado, hemos sostenido la carpa de vigilia, hemos instalado la mesa por la vida, hemos conmocionado a la ciudad y sus habitantes, otros amigos desde diferentes rincones del planeta han levantado su voz por la vida y la libertad de Sandra, nos hemos juntado con otras familias de desaparecidos y nos hemos encontrado en el abrazo solidario de quienes viven este drama y de quienes acompañan desde eso que Guevara llamó la ternura de los pueblos.
En un mes hemos tenido tiempo para reflexionar también, para sacudirnos un poco de la ingenuidad, para hilar un poco más fino y para mirar más allá de los discursos e imágenes; hemos fortalecido nuestra capacidad de dudar, de curiosear, de escrutar y de sospechar. Sabemos que el enemigo nos ronda, que tal vez los que se llevaron a Sandra siguen cerca, tal vez estrechan nuestras manos en ocasiones, tal vez saludan desde un e-mail o un micrófono, tal vez siguen pendientes de las actividades que realizamos, tal vez están al acecho para llevarse a otro u otra de nosotras; sin embargo seguimos firmes, seguimos Buscando a Sandra, seguimos cantando y bailando, seguimos dándoles la cara,  seguimos acompañados de las comunidades con las que trabajamos, de los amigos y amigas que nos cuidan y oran por nosotros, de los mayores, mamos, taitas, consejeros y espíritus que nos siguen mostrando el camino y nos protegen.
 
Convencidos de que la obra de Sandra es y sigue siendo de dignidad, de amor y de justicia.

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