Capítulo 13
Comienza a oscurecer cuando Marlowe sale de las instalaciones del periódico. Sube a su auto y dirige unas pocas cuadras hasta el Café Metropol en el centro. El Metropol es uno de los lugares preferidos de Marlowe, el segundo es el Café Colombo y el tercero la morgue de Medicina Legal. El Café Metropol fue fundado en 1922 y aún conserva fragmentos de su antigua belleza. Las paredes del salón central están cubiertas de espejos con marcos en estilo barroco. En las esquinas hay viejos estantes con vajillas antiguas de porcelana. Las mesas de madera oscura y las sillas con asiento y respaldar en cojinería roja le dan una apariencia calurosa y confortable. Desde su llegada a la ciudad, Marlowe se ha vuelto unos de sus clientes más asiduos.
Al entrar pide una cerveza negra y un sándwich de cordero. Mientras come, Marlowe observa distraídamente las imágenes del televisor, colgado sobre la barra. De repente algo llama su atención. Con una señal de la mano le indica al barman que suba el volumen. Un periodista dice en tono muy serio que hay nuevos indicios que sugieren que la muerte del Coronel Fernández no fue producto del combate, como se informó inicialmente, sino que podría tratarse de un asesinato. La información aún no ha sido corroborada por el portavoz oficial del ejército pero al parecer el informe de criminalística estaría confirmando la hipótesis. El periodista recuerda a los televidentes que el Coronel Fernández fue una de las víctimas de un enfrentamiento ocurrido el pasado fin de semana entre la Brigada Número 12 del ejército y la guerrilla del Frente Nacional en zona rural del municipio de Anserma. Después de la noticia, la cámara enfoca el rostro de otro periodista que anuncia los titulares deportivos y luego comienzan a aparecer los comerciales. Marlowe le hace señal de ok al barman que vuelve a bajarle totalmente el volumen al televisor.
Unos minutos después suena su teléfono celular. “La muerte del Rey de Suecia”, dice una voz del otro lado de manera intempestiva. “¿Qué?”. “¿Estabas viendo las noticias?”. Marlowe identifica la voz de Estévez. “Sí, acabo de ver”. “La muerte del Coronel Fernández es similar a la muerte del Rey de Suecia en el siglo XVII. En ambos casos se trata de un asesinato cometido en medio de un combate. Un tipo de crimen muy inteligente y arriesgado. A plena luz del día, en frente a sus tropas… Lástima que la tecnología actual permita rastrear el origen y el recorrido de las balas… La estrategia podría estar relacionada con la de los Sicarios Judíos”. “¿Pero dónde está la relación con De Quincey?”. “No lo sé, tú eres el detective”, dice Estévez mientras ríe estruendosamente por el teléfono. “Fernández también era un académico. Escribió varios libros sobre estrategia e historia militar. Dio algunos seminarios en la Universidad Central hace años. A lo mejor eran amigos, no lo sé”. “Tal vez”, dice Marlowe, “eso explicaría algunas cosas”. “Tengo que colgar”, dice Estévez, “un cuerpo amputado me espera sobre la mesa.” Marlowe guarda el celular en el bolsillo y se queda un rato pensativo mirando su imagen reflejada en uno de los adornados espejos que cubren las paredes del Metropol.
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