¡Cuidado con Gaitán!

En la sociedad donde la justicia reina,
hay paz y alegría.
Donde ella pierde su vigencia,
hay oscuridad y dolor.
J.E.G.

Setenta años han trascurrido desde el día en el que, en el marco de la recién inaugurada Guerra Fría, asesinaron a Jorge Eliecer Gaitán. Fue la primera operación encubierta de gran envergadura realizada en América Latina por parte del gobierno de los Estados Unidos. En ese momento nadie dudaba que Gaitán asumiría la presidencia de Colombia el 7 de agosto de 1950. La imbricación absoluta del líder y su pueblo condujo a que el asesinato provocara un estallido de dolor e ira popular que fue contenido a balazos. La guerra que se desató aún no se apaga. Y la pretensión de borrar la memoria de Gaitán y ocultar el entramado del crimen también se ha extendido hasta la hora presente.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial la dirigencia militar de los Estados Unidos manifestó al presidente Truman la necesidad de organizar un sistema de inteligencia de alcance mundial, capaz de proveer información con valor político y militar sobre lo que sucedía en cada país de la tierra, y capaz también de realizar acciones encubiertas dirigidas a cambiar determinadas realidades no convenientes a la proyección del poder global sin que apareciera nunca la participación del gobierno estadounidense. En esta inquietante acepción de “la inteligencia” se entendía por ella no sólo el espionaje, el conocimiento de lo que sucedía o se fraguaba en otros lugares del mundo, sino el conjunto de acciones clandestinas –sobornos, sabotajes, asesinatos selectivos, propaganda camuflada de información, organización y apoyo subrepticio de movimientos políticos– dirigidas a producir situaciones favorables a los intereses y el control geopolítico de quien lo patrocinaba.

El general Magruder, alto oficial del Ejército norteamericano en esos años, lo sintetizó así: “Las operaciones de inteligencia clandestinas implican romper constantemente todas las reglas. Dicho lisa y llanamente, tales operaciones son necesariamente extralegales, y a veces ilegales”. Entonces ni el Departamento de Estado, ni el Pentágono debían dirigirlas. Se trataba de un paso decisivo en una pendiente de consecuencias imprevisibles: la creación de un organismo ilegal con accionar criminal en el corazón del poder estatal1.

En marzo de 1944, Gaitán renunció al Ministerio del Trabajo y se lanzó a la lucha por la Presidencia con el apoyo de una multitud nacional que veía en él un intérprete de sus angustias, sufrimientos y anhelos, liderando una campaña por la “restauración moral y democrática” del país. Gaitán había reflexionado sobre la cultura política imperante en Colombia y comprendió que un sistema como el existente conducía a la degradación de su pueblo.
En 1945, el Departamento de Estado rendía informes mensuales muy detallados sobre la situación de la economía colombiana, colocando especial atención al petróleo, del cual ya habían comprendido que quien dominase sus fuentes mundiales dominaría la posguerra. El 30 de agosto de ese año, el Agregado Militar de la Embajada estadounidense en Colombia, el coronel John H. Weeks, redactó un informe secreto sobre “la penetración del comunismo soviético en Colombia”. Nuestro país era estratégico también por su vecindad y laso histórico con Panamá, y por ser puerta de ingreso a Latinoamérica.

La maniobra para impedir el ascenso de Gaitán

En 1945, López Pumarejo renunció a la Presidencia, justo el día que le permitía no convocar a elecciones anticipadas sino colocar en su reemplazo a su discípulo dilecto: Alberto Lleras Camargo, quien gobernó desde el 7 de agosto de 1945 al 7 de agosto de 1946. Antes de finalizar su tarea, Lleras Camargo le aseguró el poder al partido conservador gracias a un pacto secretó entre él, López y Laureano Gómez. Con ese acuerdo secreto acordaron dividir el partido liberal para permitir que el conservatismo, que era minoría, llegase de nuevo al poder después de 16 años fuera de la presidencia.

Por el lado de su contraparte, en septiembre de 1945 las fuerzas populares organizaron la convención nacional gaitanista en la Plaza de Toros, para presentar al país la candidatura de Gaitán como resultado de la expresión del pueblo y no como la determinación de una camarilla. El editorialista Calibán –Enrique Santos– desde el diario El Tiempo señalo que “Gaitán era más peligroso que Laureano Gómez”. La elite política liberal y conservadora temía a sus seguidores: “negros, indios, mulatos y mestizos, rencorosos, vengativos, hombres de palos y cuchillos, defraudados, frustrados y ambiciosos”.

Tanto López Pumarejo como Lleras Camargo, personajes experimentados y bien informados, no ignoraban que la entrega del poder al Partido Conservador dirigido en la tras escena por el franquista Laureano Gómez, en una nación de mayoría liberal, podría significar ríos de sangre en el país, pero así contenían a Gaitán, a quien consideraban más peligroso. El 5 de mayo de 1946 fue elegido como Presidente Mariano Ospina Pérez, nieto y sobrino de presidentes.

El 7 de agosto de 1946 Gaitán regresó a la tribuna pública para anunciar que ya estaba en la batalla por la reconquista del poder para el partido del pueblo; llamaba a la mejora en las condiciones de vida con base en el estudio, la labor, la restauración moral y la conquista del poder del Estado con base en la movilización consciente de los humildes. Gaitán decía que en Colombia no había dos partidos sino un pueblo partido en dos. Su voz se ocupó de revelar la forma como se engañaba al pueblo liberal y al pueblo conservador por parte de élites políticas, que en realidad representaban los intereses de los poderes económicos nacionales y foráneos. El país nacional y el país político, los llamó Gaitán.

La Guerra Fría convierte a Gaitán en objetivo militar

El 12 de marzo de 1947, el presidente de los Estados Unidos Harry Truman pronunció un discurso en una sesión plenaria del Congreso bicameral republicano advirtiendo que el mundo se enfrentaba al desastre a menos de que Estados Unidos combatiera el comunismo en el extranjero. Era la Doctrina Truman: “La doctrina construía “el marco de una política universal” a partir de un problema único. “Todo lo que tenían que hacer los demás países para poder optar a la ayuda estadounidense era demostrar la existencia de una amenaza comunista. Dado que no había casi ningún país que careciera de una minoría comunista, éste presupuesto llevaba muy lejos”2.

El 22 de abril de 1947, John Wiley, embajador de los Estados Unidos en Colombia redactó un informe secreto dirigido al Departamento de Estado que tituló con una expresión latina: Cave Gaitanum, “Cuidado con Gaitán”.

El Informe señalaba que Gaitán era “un demagogo que incitará las emociones de estas clases populares no iluminadas […] Mi percepción del doctor Gaitán y de sus éxitos políticos es en extremo temerosa. Lamento también el hecho de que los lideres liberales ortodoxos se encuentren casi todos fuera del país o estén saliendo con mucha prisa. En la lista se incluyen López, Santos, Lleras, Arango Vélez”.

En otra de sus comunicaciones oficiales reservadas, Wiley había afirmado: “Gaitán representa un peligroso fenómeno político. Los nativos de pigmentación oscura, que comienzan a surgir con lentitud, ven en Gaitán a su prototipo y protector”.

Varios colombianos notables también tenían la confianza o el apoyo de la Embajada para fungir como fuentes de información sobre la situación del país. En mayo de 1947 el presidente Ospina se reunió con Thomas Lockett, encargado de asuntos ad interim de la Embajada, para poner en conocimiento de ésta su convicción de que la “Legación Soviética era en gran parte responsable de las cada vez más insatisfactorias condiciones sociales en Colombia, así como del paro nacional organizado por la Confederación de Trabajadores de Colombia”.

El 15 de enero de 1947, Gaitán convocó una convención popular de más de mil delegados provenientes de casi todos los municipios del país, que se reunieron en el Teatro Colón de Bogotá, la que aprobó una Plataforma Ideológica que hoy amerita ser estudiada por su valoración de la dimensión ética, el privilegio de la profundización de la democracia económica y social, y su comprensión del contexto internacional: “El liberalismo proclama su solidaridad con todas las fuerzas políticas de izquierda que en el continente americano luchan para hacer efectiva la democracia, librándola del dominio de grupos plutocráticos que en lo externo actúan como fuerzas imperialistas y en lo interno como oligarquías que concentran en su excluyente interés los poderes económicos como medio de influencia política, y la influencia política como medio de ventajas económicas”.

El 26 de julio de 1947, Truman firmó la Ley de Seguridad Nacional y el 18 de septiembre se formalizaba la creación de la Agencia Central de Inteligencia con funciones y deberes relacionados con la inteligencia que afecten a la seguridad nacional. El Secretario de Defensa era James Forrestal. El 27 de septiembre George Kennan, un sobresaliente analista de asuntos internacionales y defensor del uso de todos los medios en la confrontación con la URSS, le escribió a James Forrestal pidiéndole crear un cuerpo guerrillero que: “podría resultar esencial para nuestra seguridad: combatir el fuego con el fuego”. En septiembre de 1947 el general George Marshall viajó a Brasil con su asistente Vernon Walters a la reunión constitutiva del Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca: un mecanismo dirigido a coordinar la guerra política contra el comunismo en el hemisferio. En el Hotel Quintandinha Marshall y Walters se reunieron con el enviado de Laureano Gómez: Juan Uribe Cualla.

En el mes de julio de 1947 Gaitán es nombrado, gracias al triunfo del gaitanismo en las elecciones parlamentarias sobre el santismo, como jefe único del partido liberal, nombramiento que lleva a Gaitán a elaborar un plan de acción legislativa que le permita encontrar terreno avanzado en 1950, cuando debería haber vencido en las elecciones presidenciales.

El 14 de noviembre de 1947, la Andi ordena combatir a Gaitán. El 7 de diciembre de ese año se produce en Cali un acercamiento de Gaitán con la Confederación de Trabajadores Colombianos y también un acercamiento con los trabajadores petroleros, un asunto que no pasa desapercibido por el Departamento de Estado norteamericano3.

El 14 de diciembre de 1947 el Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos dio la siguiente orden a la CIA: La agencia ha de ejecutar operaciones psicológicas encubiertas destinadas a contrarrestar las acciones de los soviéticos o inspiradas por ellos. La inteligencia norteamericana ya controlaba en varios países de Europa y de América Latina los organismos nacionales de inteligencia.
Desplazados

En 1947 el régimen conservador, con Laureano Gómez moviendo los hilos en la tras escena, ha inundado el país en sangre. Es necesario reducir la diferencia entre la mayoría liberal y los votantes conservadores para que Mariano entregue el poder a Laureano en 1950. No basta con matar, hay que espantar con métodos de una crueldad inconcebible, lo que sucede a pesar del país estar desde 1947 bajo estado de sitio. Las multitudes campesinas huyen espantadas.

La riqueza detrás del poder

El septiembre de 1947 Gilberto Álzate Avendaño, líder conservador, le obsequió a Jorge Eliécer Gaitán la obra La riqueza detrás del poder, del investigador estadounidense Robert Brady, quien había realizado una minuciosa investigación para mostrar en la obra, publicada en 1943, la forma como los monopolios económicos de finales del siglo XIX se habían coaligado en redes de monopolios, y habían desembocado en la economía y la política fascista. Brady anunciaba que seguramente los Estados Unidos vencerían en la Segunda Guerra, pero sólo para instaurar un fascismo más temible que el que derrotaría: un fascismo con disfraz democrático. El advenimiento del fascismo norteamericano, el triunfo del poder intermonopolista organizado, unía a la fuerza militar devastadora, una potencia de control tecnológico que se extendía hasta la educación, la comunicación y la cultura. “Derrotaremos a Hitler únicamente para caer en manos del mismo tipo de hombres para los cuales un Hitler es un instrumento necesario”, sentenciaba Brady.

La sindicación de comunista para justificar el crimen y la marcha del silencio

Desde las páginas de El Siglo se inició una campaña de sindicación de Gaitán como líder comunista, vinculado a la Unión Soviética (URSS), y como agente promotor de las huelgas. Gaitán había realizado un llamado para que ningún jurista colombiano aceptara poderes de empresas extranjeras que atentaran contra los derechos de los trabajadores.

En el despacho 2358, de mayo 16 de 1947, el embajador Wiley señaló: “Gaitán parece estar a punto de secuestrar al partido liberal y es posible que logre hacer lo mismo con la CTC (Confederación de Trabajadores de Colombia). El periódico de Gaitán, Jornada, vende 15.000 ejemplares pero sostiene que podría vender 100.000 si pudiera conseguir el papel. La Embajada no cree que Gaitán apele a la violencia para lograr sus metas, pero no puede ocultar su temor ante los éxitos políticos que pueda tener, pues quienes lo conocen señalan que no admira a Estados Unidos. Se ha declarado partidario de nacionalizar la banca, las cervecerías y las empresas de servicios públicos, y ha propuesto otras formas de socialismo de Estado que, con el tiempo, podrían abarcar la industria petrolera”.

Una vez creada la CIA, la Agencia expidió un documento informativo interno titulado: “Objetivos soviéticos en América Latina”. Pese a la debilidad de los partidos comunistas en la región, el Informe insistía en que la amenaza comunista debía ser tomada con toda la seriedad. El informe también predecía una guerra con la URSS en la cual América Latina jugaría un papel decisivo por el suministro de materiales estratégicos –petróleo– hacia los Estados Unidos.

El 7 de febrero, ante el genocidio del movimiento gaitanista Jorge Eliecer convoca una movilización sin precedentes, y afirma: “Cuando vamos a rendirle un homenaje a nuestros muertos, no podemos lanzar gritos de entusiasmo. El silencio es el único homenaje que les podemos rendir dignamente”.

La marcha se convierte en el más impresionante acontecimiento de las multitudes reunidas con un silencio que conmueve las fibras íntimas de la nación y llena de miedo a las elites que en ese momento dirigen el genocidio. Más de cien mil personas aprietan su dolor y su ira en el pecho y en los labios mudos. Sólo se escucha en la Plaza de Bolívar el sonido de las banderas de luto azotadas por el viento frio de los Andes. Un pueblo que es capaz de esa contención es capaz de derribar un régimen genocida.

La IX Conferencia Panamericana: el escenario escogido para la operación encubierta

La Novena Conferencia Panamericana, de abril de 1948, fue promovida por el gobierno estadounidense para organizar un frente anticomunista en el hemisferio: se trataba de ampliar y profundizar los alcances del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (Tiar), firmado en Rio de Janeiro en septiembre de 1947.

Debido a la presencia de gobiernos nacionalistas en la Novena Conferencia, Estados Unidos no tenía asegurada la aprobación de la declaratoria anticomunista. Los gobiernos de Argentina, Venezuela y Brasil promovían la idea de que la Conferencia debía ocuparse, en primer lugar, de la cooperación económica de Estados Unidos con la región, de manera similar al Plan Marshall alentado en Europa. Laureano Gómez fue nombrado por el gobierno de Ospina Pérez para presidir la Conferencia en calidad de Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia. George Marshall era el representante de los Estados Unidos a tal cita.

El General George Marshall y su ayudante Vernon Walters llegaron a Bogotá el 30 de marzo. Muchos años después Walters publicó una obra titulada: Misiones peligrosas, uno de cuyos capítulos está dedicado al Bogotazo.

El 9 de abril del año bisiesto de 1948, hacia la 1 y 10 de la tarde, tres disparos cortaron la vida de Jorge Eliécer Gaitán, y un pueblo enceguecido por el dolor estalló en ira y se lanzó a las calles intentado, en medio de su desesperación, aplicar la justicia que una vez más se le negaba con la traición y el crimen.

En el testimonio de María Jesús Forero concubina de Roa Sierra, ella aseveró que Juan Roa la había dicho: “Me voy para la selva con dos extranjeros. Voy en busca de oro y me puedo hacer muy rico pero hay muchos peligros y muchas fieras. No sé cuándo volveremos a vernos porque el viaje es mañana o pasado mañana viernes. Si las fieras de la selva no me comen, dentro de un mes, quizá volveremos a encontrarnos”.

A las pocas horas del magnicidio, la Cancillería colombiana expidió un comunicado, curiosamente redactado en inglés, rompiendo relaciones con la Unión Soviética. Y más adelante el diario El Siglo, de propiedad de Laureano Gómez, acusó a Fidel Castro Ruz de ser parte, junto al comunismo internacional, del complot que fraguó el crimen para desestabilizar el país.

Las agencias de prensa internacionales replicaron la información dada por los altos funcionarios del gobierno de Estados Unidos, en el sentido de responsabilizar al comunismo internacional de los sucesos en Bogotá. La visión mundial de los acontecimientos fue la promulgada por Estados Unidos logrando una legitimación de la causa anticomunista. Esta versión le permitió al general Marshall aislar a los opositores de la declaración anticomunista, en especial la Argentina, que también pedía una condena de las dictaduras apoyadas por Washington como forma de contención del comunismo. El general Marshall declaró: “Los rojos perdieron la primera partida en el hemisferio occidental. El comunismo internacional hizo su primer gran esfuerzo después de la guerra en el hemisferio occidental y lo malogró”.

Laureano Gómez había sido proclamado candidato presidencial en Cali el 9 de febrero de 1948.

El 23 de abril de 1948 se expidió un mensaje cifrado de la Cancillería española al Ministro de España en Bogotá, en el que invitaban a Laureano a radicarse en España con abono de 25.000 pesetas para todos sus gastos. El 26 de mayo de aquel año Laureano Gómez viajó a España, donde permaneció cerca de un año En agosto de 1948, afirmó: “Yo comparo este momento de Colombia con el de España luego de la revolución de 1934. Creo que, como aquí, la guerra civil será inevitable. Quiera Dios que la ganemos nosotros”. El conservatismo junto a la iglesia católica se presentó como víctima e inició una campaña contra la conspiración liberal-comunista.

Por otra parte, el gobierno de Estados Unidos, luego del magnicidio y el Bogotazo, autorizó un crédito de 50 millones al gobierno de Ospina. A su par le insistía a la dirigencia tradicional en la necesidad de cesar la confrontación de las cúpulas y unirse ante un levantamiento social que amenazaba con desbordarse.

El 14 de agosto, Gómez señaló en El Siglo a Gaitán como conspirador “pago y arrepentido de la URSS para sabotear la Conferencia Panamericana. Por eso –dijo– fue asesinado por los propios comunistas”.

70 años de impunidad

Laureano Gómez se impuso en las elecciones de 1949, en las que se presentó solo. El partido liberal no lo hizo por falta de garantías. Ya los campos de Colombia estaban anegados en sangre de humildes labriegos que sufrían la persecución de todos los aparatos militares del establecimiento. Laureano, instalado en el poder, realizó todas las concesiones que le exigieron desde la embajada gringa para su industria petrolera y otros intereses económicos y políticos.

Luego de 70 años del crimen de Gaitán, el plazo oficial que la ley estadounidense contempla para desclasificar información reservada está más vencido, y pese a las reiteradas solicitudes por parte de sus descendientes, de abogados y de organizaciones sociales para que la CIA permita el acceso a los archivos que guardan información relacionada con la forma como se produjo el magnicidio, no ha sido posible que revelen la información porque “afectaría a personas que aún están vivas en Colombia”.

1 Weiner, Tim, Legacy of Ashes, Doubleday, 2007, p. 37
2 Moniz, Bandeira, Luiz, La formación del imperio americano. Capítulo VIII, Norma, 2010.
3 Saenz Rovner, Eduardo, Colombia años 50. Industriales, políticos y diplomacia, Universidad Nacional de Colombia, 2002, p. 155.

Información adicional

Entretelones del asesinato que rompió en dos la historia de Colombia
Autor/a: Héctor José Arenas A.
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente:

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