Después de trascender el coletazo infeccioso decembrino, con el inducido comercio y turismo a granel, así como las irrenunciables festividades, las medidas de control a que dieron lugar, bajo la presión de empresarios y comerciantes, entran en relajamiento. No obstante, para el caso de Bogotá, la administración no le quita el ojo a las fiestas clandestinas que, según su entender, siguen representando un riesgo para la gestión de la crisis. Una realidad manifiesta por todo el país.
“Me hacen grupos de cinco y así vamos llegando al lugar”, exclamó quien al parecer era el organizador del evento. “Nos citaron a cuatro cuadras de donde iba a ser la cosa y desde ahí nos fueron llevando de a poquitos, todo para que la policía no molestara”, narra Felipe quién ha participado recientemente de eventos clandestinos. Una vez armados los grupos, llegaron a un edificio abandonado, todo muy discreto, de entrada, nada de bioseguridad. Luego de subir varias escaleras el sonido del “beat” del reggaetón acariciaba las paredes, tras una pequeña puerta negra la tierra prometida: alcohol, música y un ambiente inmejorable, un lugar ideal para olvidar la pandemia y recordar tiempos lejanos donde quedarse en la casa para muchos no era opción.
No se trata de un solo encuentro amparado en el sigilo. Para mediados de enero en Bogotá se reportaron 55 fiestas clandestinas intervenidas por la fuerza policial, para inicios de febrero los ‘establecimientos’ sellados por la policía solo en Chapinero sumaban 12 que, junto con Suba, Kennedy y Engativá son las localidades donde más se han reportado casos de esta índole, fenómeno creciente desde diciembre del 2020, y que ahora es el enemigo público número uno de la alcaldía distrital, catalogado en algunos medios como “el lunar” de la cuarentena por sectores.
Lo cierto es que, si bien no parece muy responsable asistir a este tipo de eventos, muchas personas parecen haberle perdido completamente el miedo al virus, entregadas a la nostalgia de tiempos sin cuarentena. Una realidad ante la cual muchos funcionarios públicos preguntan si es justo arriesgar la salud personal y de los suyos a cambio de unas cuantas horas de esparcimiento.
Pero, más allá de la lectura que pueda hacerse de los comportamientos individuales y la presunta “inconsciencia” que supone aventurarse en reuniones de este tipo, podría decirse que en efecto existe un deseo latente por enfiestarse a cualquier precio. Paralelo a lo cual está uno de los sectores más golpeados por la pandemia, los clubes nocturnos y, por tanto, el afán de muchos comerciante de reunir unos pesos a como de lugar y así menguar en algo el trago amargo que están pasando
–“Las pérdidas en pandemia fueron grandes, estos meses venimos trabajando el doble y vendiendo incluso fuera de la zona que habíamos manejado siempre”, explica Michael, quien tiene en la localidad de Teusaquillo una distribuidora de bebidas alcohólicas, no embriagantes y algunos otros artículos –como chicles y paquetes de comida rápida.
Pero no solo en Bogotá. A nivel nacional, contando hasta finales de marzo, reportan el sellamiento de 6.917 establecimientos por no cumplir con normas de legalidad y medidas de seguridad acordes con la crisis sanitaria. Eso sin contar otros tantos locales que quebraron durante el pasado año, y que se suman por miles, siendo los arriendos que se tornaron impagables, ante un carente flujo de caja, la principal causa de ello.
–“John, el del ‘chuzito’ aquí a la vuelta no aguantó, ahora funciona ahí un mercadito de frutas”, suelta al aire Jason, empleado de Michael, pues este era un pequeño bar al cual la distribuidora abastecía desde años atrás. Este caso en particular resulta muy dramático pues, según narran Michael y Jason, John Rojas, el dueño del establecimiento, estaba recibiendo simultáneamente tratamiento de diálisis por un fallo renal, lo último que supieron de él fue que lo vieron pasando casa por casa pidiendo auxilio económico.
Este caso pasa a ser uno más en la estadística de las 850.000 personas que en Colombia estaban empleadas gracias a negocios como bares o restaurantes, y en medio de esta crisis quedaron a la deriva.
–“Una vez en la terraza, donde era la fiesta, ningún cliente andaba con tapabocas, cada quien, en su cuento, eso sí, los meseros y los de la barra con sus guantes y caretas”, describe Felipe quien entre diciembre y febrero ha asistido a tres fiestas de ese estilo.
La convocatoria a estos eventos sucede principalmente en redes: vía Instagram se anuncian las fechas y boletas en pre-venta, como cualquier otro producto, una vez se ha consignado el valor total los clientes son añadidos a grupos de Whatsapp por medio de los cuales llegan las instrucciones más específicas para que todo funcione discretamente. Este modus operandi ya está plenamente identificado por las autoridades, según el coronel Édgar Ávila de la Policía Distrital, pues han logrado intervenir en varios lugares donde los asistentes son multados con 32 salarios mínimos legales diarios, es decir 969.000 pesos.
“A que te cojo ratón…”. Esta parece ser la lógica que ahora reina por las grandes ciudades, con medidas disciplinates o de control social que bordean el autoritarismo y que parecen no procesar de manera adecuada los efectos del encierro inicial, de los posteriores encierros parciales, de la prohibición de fiestas, todo lo cual ha impactado la salud mental de miles, seguramente entre ellas personas adictas al alcohol y/o sustancias sicoactivas. Pero, además, como ya fue anotado, la necesidad de ingresos de empresarios, pequeños, medianos y grandes que están en crisis económica o la bordean.
Medidas intermedias de conciliación se ven amenazadas por la reciente expedición del decreto 055 del 2021, que prohibe la operación de estos establecimientos incluso bajo la figura de gastrobar, pues según la Alcaldía bogotana muchos de estos lugares no han cumplido con las medidas expedidas y para controlar la pandemia.
A lo cual Daniel Palacios, ministro del Interior, comunicó vía Twitter que las medidas serían flexibles si y solo si la ocupación UCI es menor al 50 por ciento en las diferentes regiones y municipios. Pronunciamiento que evidencia las incongruencias estatales que colocan en disputa dos intenciones latentes: por un lado, encerrarse y no socializar parece ser la única solución para contener el virus, pero por otra parte la flexibilización de medidas aparece como inevitable pues es importante “darle una mano” a los comerciantes. Lo único cierto es que estaremos entre un ir y venir de medidas con distinta naturaleza e intenciones, al menos hasta que el plan de vacunación demuestre resultados concretos.
En esta tensión entre el sector de vida nocturna y la Alcaldía existen ciertas medidas para mediar y permitir la reactivación de estos establecimientos, sin dejar de lado las restricciones ante la nueva realidad: los decretos 207 y 216 emitidos por la alcaldesa de Bogotá reglamentan el porcentaje de ocupación de estos lugares y la cantidad de mesas por local. Además de medidas como el consumo de comida de forma simultánea al de alcohol, para así “mermar” la alcoholización de individuos y generar más ingresos a estos establecimientos pues muchos lugares que ya funcionaban como gastrobares imponen a sus clientes, como condición para poder ingresar, el consumo por lo menos de un plato de comida de los que ahora ofertan.
Una medida que ha permitido que algunos lugares reinventen sus menús y aumenten sus ganancias por cliente. No obstante, y en relación con las perdidas, estos decretos son apenas un leve contentillo para uno de los sectores formales más afectados por la pandemia.
Con el panorama de estos negocios y un tardío proceso de vacunación que avanza a pinchazo lento, este sector tendrá que replantearse pues cada vez que la cifra de contagios aumente y se avise de un nuevo pico, volverán las rígidas medidas de bioseguridad para proteger la imagen de un frágil sistema de salud que continúa sin estar a la altura de la realidad que vivimos.
Es una realidad a la vista. Muy a pesar de que las medidas sean exacerbadas esporádicamente, como lo que está ocurriendo en los fines de semana de abril, la curva de contagios seguirá teniendo un comportamiento fluctuante y que para su control efectivo dependerá de una efectiva política de subsidios, ampliada a millones de personas, mucho más allá de los que ahora los reciben, para así poder reducir la circulación de los trabajadores informales y de todos aquellos que han quebrado, muchos de ello parte de la precaria clase media. Lo otro es la ilusión del plan de vacunación, con una eficacia de los inmunológicos aún por verse.
Mientras tanto, el Gobierno, que dice abanderarse con la salud y el autocuidado, parece ser tan solo un administrador de los contagios, sencillamente para que estos no impacten dramáticamente en un precario sistema de salud que no solo no da abasto, sino que ve a sus afiliados como cifras sobre las cuales disponer, y sobre ellas y a pesar de ellas construir discursos de campaña.
Una realidad compleja que vuelve y desnuda la manipulación que hacen del virus, descargando la culpa por su reproducción en los individuos y sin reconocer que la obligación de salir a trabajar, con un transporte atestado, son factores cruciales para lo que estamos viendo. El gobierno, con rabo de paja, inculpa y se lava las manos.
Mientras tanto el tiempo sigue transcurriendo y más incertidumbre es lo que le aguarda al sector de las discotecas y bares, pues continuarán en la mira de la administración pública como las supuestas y más evidentes cadenas de contagio, y enfiestarse resultará inmoral a ojos del establecimiento. Realidad y contradicción, toda vez que el goce clandestino será de nunca acabar, pues en las condiciones en que avanza la pandemia, más y más personas pueden resultar seducidas por el disfrute pasajero pues, sin vacunas y quebrados, un trago nunca vendrá mal.
Enlaces:
https://www.elcomercio.com/actualidad/arrestados-fiestas-clandestinas-precarnavaleras-bolivia.html
https://www.eltiempo.com/bogota/bogota-fiestas-clandestinas-el-lunar-de-la-cuarentena-por-localidades-560393
https://www.elespectador.com/noticias/bogota/cinco-fiestas-clandestinas-fueron-intervenidas-en-el-occidente-de-bogota/
https://www.semana.com/semana-tv/semana-noticias/articulo/continuan-fiestas-clandestinas-en-bogota-sin-medidas-de-bioseguridad/202001/
https://www.semana.com/pais/articulo/cierres-clubes-nocturnos-pais/185775/
https://www.portafolio.co/economia/noticias-coronavirus-habra-una-quebrazon-masiva-de-bares-y-restaurantes-en-colombia-540883
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