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Humedal para la vida y la convivencia. Tibanica

El humedal Tibanica, es un ecosistema acuático que, aparte de ser una reserva ambiental, es una zona de espacio público al cual todos los ciudadanos tienen derecho a acceder, pero fue declarado por el DAMA en alerta amarilla a partir del año 2003 y hasta junio del 2006, porque desde hace años “ha venido siendo afectado por el proceso de urbanización: por un lado, porque se ha rellenado con escombros de construcción y por otro, porque también el proceso de urbanización genera aguas residuales y éstas llegaban al humedal a través del sistema de alcantarillado. Esto ocasiona contaminación del agua, con unos efectos severos sobre la calidad ecológica del ecosistema, su fauna y su flora.


 


Además, también era un sitio donde algunos grupos de personas hacían carbón natural y por supuesto deterioraban el ecosistema. Se perdió todo su entorno y el bosque protector; la quebrada Tibanica que lo alimentaba de agua natural se contaminó; además, impactos también como el de los perros que es asociado a este problema de urbanización. Hay muchos perros callejeros que van al humedal a cazar, a consumir los huevos de los polluelos, las aves, la fauna, todo lo que se aparezca. Y luego, también fue afectado por problemas de vandalismo, algunos sectores se convirtieron en sitios para venta droga y para cometer delitos contra la misma gente”, comenta Germán Galindo, Gerente Ambiental de la E.A.A.B.


 


Antes del Plan de Ordenamiento Territorial, la atención de los humedales era competencia del Instituto Distrital de Recreación y Deporte. Para el año 2000, el POT reconoce a los humedales como parte de la Estructura Ecológica Principal de la ciudad, por lo cual pasan a ser competencia de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, y se les proyecta para su recuperación como Parques Naturales de reserva ecológica para la ciudad, dando lugar al Parque Natural La Tibanica. Según Eduardo Torres, quien es el representante legal de la Fundación La Tibanika, “el solo cambio de nombre al lugar implica un trabajo de acuerdo a lo que se persigue en el largo plazo: que el humedal sea un espacio de conservación donde las aves tengan un entorno ideal, un hábitat apropiado para que se reproduzcan y aumente su población; es decir, disminuir el impacto que hasta ahora ha tenido la presión urbana en el humedal”.


 


Frente a ese interés, la Empresa de Acueducto de Bogotá define unos criterios para seleccionar las organizaciones que irían a estar en la administración de los humedales y fija como criterios que se trate de organizaciones con experiencia, con visión de participación ciudadana y de manejo sostenible de los humedales, que conozcan la legislación ambiental y con capacidad para generar contrapartidas de mínimo el 30% del costo total del proyecto.


 


La Fundación La Tibanika, a través de un trabajo ecológico comunitario, organizado, perseverante y reconocido no sólo a nivel local sino Distrital, gana la licitación para la administración del humedal.


 


Este convenio es un paso muy importante para la recuperación del humedal, pero no es suficiente si la comunidad no se apropia del proceso de conservación y participa, pues su “buen estado depende de ellos mismos; la participación de ellos es directamente proporcional al estado en que se encuentra ; si está en buen estado es porque ellos han hecho un buen trabajo, si está en mal estado es porque han tenido un gran desinterés”, afirma Eduardo Torres.


 


Finalmente, es la comunidad la beneficiada directamente del espacio “porque ellos son los que lo van a disfrutar; por ejemplo, de los atardeceres con garzas, del cantar de las aves y de la belleza y atractivo del verde”, comenta Tina. Por eso la protección, cuidado y conservación del humedal como espacio público de reserva ambiental es un deber tanto de las entidades distritales como de la comunidad.

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