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Repensar el mundo desde el Buen Vivir

Repensar el mundo desde el Buen Vivir

En las siguientes líneas trataremos de comprender los alcances y las limitaciones del Buen Vivir. Desde el inicio lo asumimos como un concepto plural: buenos convivires, para no abrir la puerta a un Buen Vivir único, homogéneo, imposible de construir, por lo demás. Se trata de buenos convivires de los seres humanos consigo mismo, buenos convivires de los seres humanos en la comunidad, buenos convivires de las comunidades con otras comunidades, buenos convivires de individuos y comunidades con la Naturaleza.

 

El Buen Vivir, por lo demás, debe ser asumido como una categoría en permanente construcción y reproducción. No es un concepto estático y menos aún retrógrado. El Buen Vivir, en definitiva, constituye una categoría central de lo que se podría entender como la filosofía de vida de muchas sociedades indígenas que no se insertan (plenamente) dentro de la Modernidad. Y desde esa perspectiva se proyecta como una propuesta con potencial incluso global, aunque históricamente haya sido marginada.

 

¿Qué entendemos por Buen Vivir?

 

Para empezar, bajo algunos saberes indígenas no existe una idea análoga a la de desarrollo. No hay la concepción de un proceso lineal de la vida que establezca un estado anterior y posterior, a saber, de subdesarrollo y desarrollo; dicotomía por la que deberían transitar las personas y los países para la consecución del bienestar, como ocurre en el mundo occidental. Tampoco existen conceptos de riqueza y pobreza determinados por la acumulación y la carencia de bienes materiales.

Entonces, el Buen Vivir plantea una cosmovisión diferente a la occidental –mejor sería decir de la Modernidad– al surgir de raíces comunitarias no capitalistas. Rompe por igual con las lógicas antropocéntricas del capitalismo en tanto civilización dominante y también de los diversos socialismos realmente existentes hasta ahora, que deberán repensarse desde posturas socio biocéntricas y que no se actualizarán simplemente cambiando de apellidos.

 

El Buen Vivir, por tanto, plantea una tarea descolonizadora y, además, debería ser despatriarcalizadora (3). Para lograrlo se precisa en particular un profundo proceso de descolonización intelectual en lo político, en lo social, en lo económico, por cierto en lo cultural.

 

En conclusión, el Buen Vivir es una vivencia eminentemente subversiva, que no sintetiza una simple invitación para retroceder en el tiempo y reencontrarse con un mundo idílico, inexistente por lo demás. Y tampoco puede transformarse en una suerte de religión con su catequismo, sus manuales, sus ministerios e inclusive sus comisarios políticos.

 

De todas maneras, los conceptos de Buen Vivir deben ser comprendidos desde diferentes enfoques y visiones. Hay que obviar la homogenización de conceptos en tanto restringen las visiones y comprensiones de los otros. Pese a aquello, el núcleo de los debates encierra lo holístico de ver a la vida en comunidad y a la Pacha Mama (Madre Tierra) en relación y complementariedad entre los unos y los otros.

El Buen Vivir, como alternativa al desarrollo y cuestionadora del concepto tradicional del progreso, propone una propuesta civilizatoria que reconfigura un horizonte de salida al capitalismo.

 

Portadores de las ideas originales del Buen Vivir

 

Vale considerar que estas ideas del Buen Vivir, que en realidad tienen mucha historia, aparecieron recientemente en el escenario público. Su emergencia se explica por la lucha de los movimientos indígenas, que ha cobrado redoblada fuerza sobre todo desde las postrimerías del siglo XX. Sus valores, sus experiencias, sus prácticas, en definitiva su Weltanschaung, se puede decir que estaban presentes desde antes de la llegada de los conquistadores europeos y pervivieron durante el período republicano; pero, eran invisibilizadas, marginadas o abiertamente combatidas. Y es importante tener presente que ese Buen Vivir, en tanto cultura de vida, con diversos nombres y variedades, ha sido y es conocido, y sobre todo practicado, en distintos períodos en las diferentes regiones de la Madre Tierra, no solo en América Latina.

 

En Bolivia y Ecuador esta propuesta cobró fuerza en sus constituciones: Constitución de la República de Ecuador 2008 y Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia 2009. Las expresiones más conocidas del Buen Vivir nos remiten a idiomas originales de Ecuador y Bolivia; en el primer caso es el Buen Vivir o sumak kawsay (en kichwa), y en el segundo, en particular el Vivir Bien o suma qamaña (en aymara), sumak kawsay (en quechua), ñande reko o tekó porã (en guaraní). Existen nociones similares en otros pueblos indígenas, como entre los mapuches de Chile, los guaraníes de Paraguay, los kunas de Panamá, los shuar y los achuar de la Amazonía ecuatoriana), pero también en la tradición maya de Guatemala y en Chiapas de México. También podríamos incluir el Ubuntu (sentido comunitario) en África o el Swaraj (democracia ecológica radical) en la India (4). Y desde esa multiplicidad emergen muchos movimientos que alientan estas tesis, aunque no puede afirmarse que existan movimientos del Buen Vivir, como tal.

 

Además, hay que estar atentos, eso sí, para no caer en “la trampa” de la propaganda del Buen Vivir oficial de los gobiernos de Ecuador o de Bolivia, que han terminado por vampirizar este concepto para ponerlo al servicio de sus apetencias de concentración de poder y de disciplinamiento de sus sociedades, mientras modernizan el capitalismo.

Esta propuesta, que requiere, para ser comprendida, de la historia y del presente de los pueblos y nacionalidades indígenas, es, en esencia, parte de un proceso sustentado en el principio de continuidad histórica. Entonces, al Buen Vivir cabe ubicarlo como parte de una larga búsqueda de alternativas de vida fraguadas en el calor de las luchas de los pueblos y nacionalidades originarios. Lo destacable y profundo de estas ideas alternativas, de todas formas, es que surgen desde grupos tradicionalmente marginados, excluidos, explotados y hasta diezmados. Son propuestas invisibilizadas por mucho tiempo, que ahora invitan a romper de raíz con varios conceptos asumidos como indiscutibles.

 

Estas propuestas originarias emergieron en un momento de crisis generalizada del Estado-nación, oligárquico y de raigambre colonial, así como del neoliberalismo en América Latina, gracias a la creciente fuerza organizativa y programática de los movimientos indígenas y también populares. Su irrupción en tanto vigorosos sujetos políticos explica la emergencia de estas ideas paradigmáticas del Buen Vivir. En este escenario también empezaron a consolidarse los cuestionamientos y las alternativas ecologistas, muchas de ellas en línea con la visión de las armonías con la Naturaleza que caracterizan el Buen Vivir.

 

La comunidad indígena en términos amplios tiene un proyecto colectivo a futuro. Las utopías andinas y amazónicas se plasman en su discurso, en sus proyectos políticos y en sus prácticas sociales y culturales, inclusive económicas. Sin embargo, esta aproximación no puede ser excluyente y conformadora de visiones dogmáticas. Necesariamente debe complementarse y ampliarse incorporando otros discursos y otras propuestas provenientes de diversas regiones del planeta, espiritualmente emparentadas en su lucha por una transformación civilizatoria. Por cierto que cada una de estas iniciativas debe fundamentarse y tomar en cuenta el contexto concreto correspondiente, con la participación de los múltiples sujetos políticos portadores del cambio.

 

El Buen Vivir amplia el horizonte del decrecimiento

 

El reto está planteado. Parar la vorágine del crecimiento económico e incluso decrecer, especialmente en el Norte global, es indispensable. En un mundo finito no hay espacio para un crecimiento económico permanente. Seguir por esta senda nos conduciría a una situación cada vez más insostenible en términos ambientales, y más explosiva en términos sociales. Superar esta suerte de religión del crecimiento económico, especialmente en el Norte global, deberá venir de la mano del post-extractivismo en el Sur global (5).

 

La vinculación de estos procesos: decrecimiento y postextractivismo, en un contexto global, es fácil de prever: por ejemplo, si en el Norte las economías no van a seguir creciendo, su demanda de materias primas tendrá que disminuir. Entonces, los países del Sur mal harían si siguen sosteniendo sus economías en la exportación de dichas materias primas. Por esta simple razón y otras muchas más, es indispensable también en los países empobrecidos abordar con responsabilidad el tema del crecimiento.

 

Eso sí, debe quedar absolutamente claro que, cuando se plantea una convergencia entre las visiones y las acciones del post-extractivismo y el decrecimiento, no se trata de que las sociedades de los países empobrecidos no mejoren su condiciones de vida para que los países ricos mantengan sus insostenibles niveles de consumo y despilfarro. Eso de ninguna manera.

 

De todas maneras conviene señalar lo que tienen en común las dos perspectivas: la fuerte crítica al capitalismo que trae consigo una mercantilización cada vez más marcada de las diversas constelaciones sociales y de los elementos de la Naturaleza. Asimismo, ambas críticas concuerdan en que el problema social de fondo son las visiones y las prácticas de progreso, desarrollo y crecimiento económico que se encuentran profundamente enraizadas. Y las dos visiones resultan incluso conceptualmente complementarias: el decrecimiento configura un concepto “obús” en tanto destructor, no constructor Koldo Unceta (6), mientras que el Buen Vivir es constructor en esencia.

 

La salida implica dar paso a transiciones a partir de miles y diversas prácticas alternativas, sobre todo no capitalistas, muchas de ellas existentes ahora en todo el planeta. Lo cierto es que existen opciones orientadas por horizontes utópicos que propugnan una vida en armonía entre los seres humanos y de estos con la Naturaleza. Y en ese contexto se sintoniza estrechamente el Buen Vivir con el sentir profundo del decrecimiento (7).

 

En definitiva, de lo que se trata es de cuestionar el fallido intento de impulsar –como mandato global y como camino unilineal– el progreso en su deriva productivista y el desarrollo en tanto dirección única, sobre todo en su visión mecanicista de crecimiento económico. Esto es crucial. No se trata de reeditar los ejemplos supuestamente exitosos de los países desarrollados. Primero, eso no es posible. Segundo, no son realmente exitosos (8).

 

El Buen Vivir, una utopía realizada en el mundo indígena

 

Insistamos, el Buen Vivir, en tanto sumatoria de prácticas vivenciales de resistencia al colonialismo y sus secuelas, nutre un modo de vida en varias comunidades indígenas, sobre todo en aquellas que no han sido totalmente absorbidas por la modernidad capitalista o que han resuelto mantenerse al margen de ella. Pero aún en las comunidades que “han sucumbido” a la modernidad, hay elementos propios de lo que podríamos entender por Buen Vivir. Inclusive en otros espacios, no vinculados directamente con el mundo indígena se construyen opciones de vida comunitarias armoniosas entre sus miembros y con la Naturaleza.

 

Esta constatación, de entrada, descarta que el mundo indígena en términos amplios no haya sido víctima de la conquista y la colonia, en tanto proceso de explotación y represión de la larga noche colonial, que se proyecta hasta nuestros días republicanos. La influencia colonial y capitalista está presente a través de múltiples formas en ese mundo, lo que cierra la puerta a aproximaciones románticas a la realidad indígena.

 

Desde la lectura de los significados de la chakana, la cruz andina o cruz sagrada, se podrían extraer valiosas lecciones para comprender el significado de la unidad en la diversidad, que mantiene una permanente tensión de reciprocidad, de complementaridad, de relacionalidad, de correspondencia entre los distintos componentes de la vida. En este artículo, por falta de espacio, no se profundiza más sobre las bases conceptuales y filosóficas de las culturas indígenas; sin duda uno de los elementos fundamentales del Buen Vivir.

 

Desde el campo de la política, concretamente de la toma de decisiones, es interesante reconocer que a nivel comunitario y de los Ayllus (9) en muchas partes de la región andina y amazónica, el Buen Vivir nos muestra un estilo y forma de gobierno diferente. El Buen Vivir plantea la construcción de una sociedad fundamentada en la horinzontalidad, lo que demanda democracia directa, acción directa y autogestión, no nuevas formas de imposición vertical y menos aún liderazgos individuales e iluminados. Con discusiones amplias y participativas se avanza hacia consensos, que luego son sostenidos por la comunidad. Nuestras lógicas de democracia tienen mucho que aprender de estas experiencias.

 

Un punto clave. La solución no está en el Estado (menos aún en el mercado). Es se requiere otro tipo de Estado –un Estado plurinacional, como proponen los movimientos indígenas de Bolivia y Ecuador (10)–, que puede contribuir a la construcción de una sociedad no jerarquizada ni autoritaria siempre que esté controlado desde abajo, desde lo comunitario. Cómo recuperar la política en tanto espacio vivo de la sociedad, es una gran pregunta.

En lo económico existen muchas prácticas de reciprocidad, de solidaridad, de correspondencia en el saber andino y amazónico, que se encuentran vivas de diversas formas en el desenvolvimiento social. Sin pretender agotar el tema y sin tratar de insinuar que estas formas productivas deben ser aplicables en todo tipo de situación económica, menos aún de la noche a la mañana, podríamos mencionar algunas formas de relacionamiento económico propias de las comunidades indígenas:

 

– Minka (minga): Es una institución de ayuda reciproca en el ámbito comunitario. Asegura el trabajo destinado para el bien común de la población. Se realiza para satisfacer las necesidades e intereses colectivos de la comunidad. Por ejemplo en la ejecución de obras como la construcción y mantenimiento de un canal de riego o de un camino. Por tanto, es un mecanismo de trabajo colectivo que ha permitido superar y enfrentar el olvido y la exclusión del sistema colonial y republicano.
– Ranti-ranti: A diferencia del trueque puntual y único que se da en algunas economías mestizas, el intercambio forma parte de una cadena que desata una serie interminable de transferencias de valores, productos y jornadas de trabajo. Se sustenta en el principio de dar y recibir sin determinar un rango de tiempo, acción y espacio, relacionado con ciertos valores de la comunidad en referencia a la ética, la cultural y el contenido histórico
– Uyanza: Es un momento para llamar a la convivencia y unidad de las comunidades. Es también una ocasión para agradecer a la Pacha Mama por su capacidad de regeneración es decir por los productos que brinda a los seres humanos. Y representa también una institución de ayuda social y también de reconocimiento a las familias que dieron su fuerza laboral en préstamo.
– Uniguilla: Es una actividad destinada al intercambio para complementar lo alimentario, utilitario, permite mejorar la dieta alimenticia con productos de otras zonas, sobre todo a partir de diferentes pisos o nichos ecológicos.
– Waki: Otorgación de tierras cultivables al partir, a otra comunidad o familia que trabaja en el terreno. Involucra la repartición de los productos cultivados entre ambas comunidades o familias. Esta actividad también se da en el cuidado y crianza de animales.
– Makikuna: Es un apoyo que involucra a toda la comunidad, familia ampliada, amigos, vecinos. Es una especie de apoyo moral en el momento que más requiere una familia. Esta ayuda puede solicitarse en esas circunstancias, sobre todo obedece a situaciones imprevistas y a las emergencias.

 

Otro punto fundamental radica en el reconocimiento que el Buen Vivir no puede circunscribirse al mundo rural. Es cierto que las propuestas básicas provienen especialmente de esos ámbitos. Los actuales espacios urbanos aparecen relativamente lejanos a prácticas de vida solidaria y respetuosa del ambiente.

 

Este es uno de los grandes y más complejos desafíos, pensar el Buen Vivir para y desde las ciudades, aprovechando, en algunos casos en América Latina, por ejemplo, que gran parte de los inmigrantes a las urbes aún mantienen lazos estrechos con sus comunidades de origen. Y en ese sentido, a modo de botón de muestra, se han formado grupos para construir/reconstruir formas de Vivir Buen en la ciudad de El Alto en Bolivia (11).

 

En otras partas del mundo hay muchas prácticas y propuestas interesantes en este ámbito. A modo de una simple muestra de un universo cada vez más grande, destacamos las conocidas como “comunidades de transición” (transitions towns), que pretenden dotar de control a las mismas comunidades para soportar el desafío del cambio climático y de la construcción de una economía postpetrolera. Este movimiento está activo en varios países de todo el mundo (12).

 

El Buen Vivir y la difícil construcción de utopías globales

 

Para propiciar esta gran transformación se cuenta con prácticas concretas, no con simples teorías. Inclusive existen diversas opciones planteadas a nivel global. La propuesta de dejar el crudo en el subsuelo en la Amazonía ecuatoriana: la Iniciativa Yasuní-ITT, fue y sigue siendo un gran ejemplo de acción global, surgida desde la sociedad civil de un pequeño país.

 

Hay que tener en cuenta que la Amazonía ecuatoriana ha sido afectada por décadas por las actividades petroleras. Como consecuencia de esto los pueblos indígenas en aislamiento voluntario se han alejado de las zonas de explotación, y en la actualidad se encuentran en las últimas zonas de bosques. En una zona cada vez más reducida, que ha perdido aceleradamente su verdadera riqueza: la biodiversidad, ha aumentado y se ha concentrado la población indígena. Esto determina que cada vez hay más oposición de parte de estos grupos humanos a estas actividades, lo que ha motivado un creciente respaldo de grupos y movimientos en el Ecuador y en el mundo.

 

A partir de esta compleja realidad, la Iniciativa Yasuní ITT se basó en cuatro pilares: 1) proteger el territorio y con ello la vida de pueblos indígenas en aislamiento voluntario, 2) conservar una biodiversidad inigualable en todo el planeta –la mayor registrada por científicos hasta el momento–, 3) cuidar el clima global manteniendo represada en el subsuelo una significativa cantidad de petróleo, evitando la emisión de 410 millones de toneladas de CO2, 4) dar un primer paso en Ecuador para una transición post-petrolera, lo que tendría un efecto demostración en otras latitudes.

Pero hay más. Como un quinto pilar podríamos asumir la posibilidad de encontrar colectivamente –como Humanidad– respuestas concretas a los graves problemas mundiales derivados de los cambios climáticos provocados por el propio ser humano, exacerbados especialmente en esta última fase de expansión global del capital.

 

Como contrapartida el Ecuador esperaba la contribución financiera de la comunidad internacional, que debía asumir su responsabilidad compartida y diferenciada en función de los muchos niveles de destrucción ambiental provocada por las diversas sociedades en el planeta, particularmente por las más opulentas. No se trataba de una vulgar compensación para seguir forzando el desarrollismo (como entendió el gobierno ecuatoriano). Esta iniciativa se enmarca en la construcción del Buen Vivir o sumak kawsay, en tanto alternativa al desarrollo. Para, desde allí, ir construyendo un escenario que prevea detener y también revertir los graves desequilibrios provocados por el extractivismo, en términos amplios, y en concreto por el crecimiento económico.

 

Por lo pronto, esta Iniciativa aparece como fracasada, porque los países ricos no asumieron su responsabilidad y sobre todo porque el gobierno ecuatoriano no estuvo a la altura del reto revolucionario propuesto desde la sociedad civil (13). Entre las muchas herencias potentes de esta Iniciativa destacamos el surgimiento de un vigoroso movimiento social de jóvenes que han asumido la defensa del Yasuní, sintonizándose con lo mejor de las luchas para propiciar un cambio civilizatorio. Este es el punto. Hay muchas propuestas alternativas concretas (14). No se las expone por falta de espacio. Lo que cuenta es que estas ideas se han expandido con fuerza en estos años, incluso más allá de sus fronteras (15) y que se construcción forma parte del largo y complejo proceso de emancipación de la Humanidad.

 

El Buen Vivir como propuesta movilizadora

 

El Buen Vivir integra (o al menos debería hacerlo) también diferentes visiones humanistas y anti-utilitaristas provenientes de otras latitudes. Justamente desde inicios del siglo XXI se refuerzan muchas y diferentes respuestas contestatarias al desarrollo y al progreso, provenientes de otras lecturas y de otras luchas. Se destacan las alertas sobre el deterioro ambiental ocasionado por los patrones de consumo occidentales, y los crecientes signos de agotamiento ecológico del planeta; alertas y propuestas que emergen de un cada vez más vigoroso movimiento ecologista (16).

 

Las propuestas del Buen Vivir indígena andino-amazónico se suman, entonces, a múltiples propuestas de vida comunitaria, como son las de los zapatistas o de los kurdos, así como a una multiplicidad de luchas feministas, campesinas, ecologistas, entre otras. Aquí hay muchos puntos de encuentro con las acciones del movimiento “decrecentista” en ciernes.

 

De lo anterior se desprende también que no hay una visión única. El Buen Vivir no sintetiza una propuesta monocultural. El Buen Vivir es un concepto que no niega los posibles aportes desde otras culturas y saberes que cuestionan distintos presupuestos de la modernidad dominante. Pero tampoco margina aquellas ventajas tecnológicas del mundo moderno que podrían sintonizarse con la construcción de relaciones comunitarias armoniosas y respetuosas de la Naturaleza.

 

Esta tarea requiere una nueva ética para organizar la vida misma desde espacios comunitarios y autonómicos, sin dominados y dominadores, construyendo una sociedad horizontal, abierta y no sectaria. Desde esta ética se dará paso a una economía que propicie la reproducción de la vida y no del capital. Y de desde esta misma ética también se asegurará la existencia de todos los seres vivos para superar el actual centramiento alrededor del ser humano como amo del universo, en todas sus variantes.

 

Si se plantea superar la explotación de la Naturaleza en función de la acumulación del capital, con mayor razón habrá dejar atrás la explotación del ser humano. Y al mismo tiempo habrá que reconocer que los seres humanos, en tanto Naturaleza, no somos individuos aislados, que formamos parte de una comunidad, que somos comunidad; y que esas comunidades, pueblos, naciones y países, debería relacionarse también de forma armónica.

 

Ese doble reencuentro, con la Naturaleza y con la comunidad, nos conmina a dar el paso civilizatorio que demandan vigencia plena de los Derechos Humanos, en estrecha comunión con los Derechos de la Naturaleza. 

 

* Economista ecuatoriano. Investigador de la FLACSO-Ecuador. Ex-ministro de Energía y Minas. Ex-presidente de la Asamblea Constituyente. Ex-candidato a la Presidencia de la República. https://www.degrowth.info/wp-content/uploads/2016/09/DIB_Buen-Vivir_es.pdf
** Carlos Taibo; ¿Tomar el poder o construir sociedad desde abajo? – Un manual para asaltar los infiernos, Catarata, 2015.

3 Hay que reconocer que en muchas comunidades indígenas los rasgos patriarcales y machistas están profundamente enraizados.
4 Kothari, Ashish, Federico Demaria and Alberto Acosta (2015); “Buen Vivir, Degrowth and Ecological Swaraj: Alternatives to sustainable development and the Green Economy”, Development 57.3/4 Inequalities. http://www.palgrave-journals.com/development/journal/v57/n3-4/full/dev201524a.html

5 Un estudio recomendable sobre las actividades extractivas nos ofrece Eduardo Gudynas en su libro Extractivismos – Ecología, economía y política de un modo de entender el desarrollo y la Naturaleza, CLAES – CEDIB, La Paz, 2015. Aquí podemos citar aquí los potentes aportes de Jürgen Schuldt sobre este tema, entre otros su libro ¿Somos pobres porque somos ricos? Recursos naturales, tecnología y globalización, Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2005. Igualmente podríamos recomendar el libro del autor de estas líneas: La maldición de la abundancia. CEP, Swissaid y Abya–Yala. Quito, 2009.
6 Koldo Unceta; Desarrollo, postcrecimiento y Buen Vivir, en Acosta, Alberto y Martínez, Esperanza (editores), serie Debate Constituyente, Abya-Yala, Quito, 2014. http://rosalux.org.ec/es/mediateca/mediateca-es-publicaciones/175-alternativas-al-desarrollo/830-postecrecimientokoldounceta.html
7 Para encontrar puntos en común basta revisar el interesante el aporte realizado por varios autores en el libro Giacomo D’Alisa, Frederico Demaria, Giorgios Kallis(Hrsg); Degrowth Handbuch für eine neue Ära, Oekom Verlag, 2016. El autor de estas líneas, conjuntamente con el profesor Ulrich Brand, está preparando una reflexión sobre decrecimiento y post-extractivismo como opciones que nos ayuden a encontrar salidas del capitalismo.
8 Ver el libro de José María Tortosa; Mal desarrollo y mal vivir – Pobreza y violencia escala mundial, en Acosta, Alberto y Martínez, Esperanza (editores), serie Debate Constituyente, Abya–Yala, Quito, 2011.

9 Se entiende como Ayllu al conjunto de familias emparentadas por rasgos de consanguinidad y afinidad.
10 Tampoco se ha avanzado mucho en este campo en Bolivia y mucho menos en Ecuador.

11 Ver las memorias del Encuentro de Movimientos y organizaciones urbanas “Vivir bien/buen vivir desde contextos urbanos”, El Alto, La paz (Bolivia), del 28 de abril al 5 de mayo 2013. Http://www.rosalux.org.ec/attachments/article/738/fwt%20rd-memoria%20encuentro%20urbano%20internacional2013bolivia.pdf
12 Los orígenes de la propia Energiewende pueden ser incorporados en este esfuerzo de construcción de otro mundo desde las comunidades. Ver Tadzio Müller; “Alemania: La transición energética Combinar escalas y estrategias para el cambio”, en varios autores, ¿Cómo transformar? Instituciones y cambio social en América Latina y Europa, Grupo de Trabajo Permanente de la Fundación Rosa Luxemburg, Quito, 2015. http://www.rosalux.org.ec/attachments/article/880/C %C3%B3mo%20transformarFINAL.pdf

13 Sobre el tema se pueden consultar los textos del autor de estas líneas: “Iniciativa Yasuní-ITT – La difícil construcción de la utopía” (2014) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=180285 ; “La Iniciativa Yasuní-ITT – Una crítica desde la economía política”, revista COYUNTURA de la Universidad de Cuenca, (2014)
http://www.ucuenca.edu.ec/ojs/index.php/conyuntura/article/view/189 .
14 Ver por ejemplo las propuestas del autor elaboradas con John Cajas (2015), “Instituciones transformadoras para la economía global – Pensando caminos para dejar atrás el capitalismo”, en el libro de varios autores: La osadía de lo nuevo – Alternativas de política económica, Grupo de Trabajo Permanente de la Fundación Rosa Luxemburg, Abya-Yala, Quito. http://www.rosalux.org.ec/attachments/article/875/La%20osad%C3%ADa%20de%20lo%20nuevopdf.pdf
15 Entre los muchos ejemplos que se podrían mencionar, se destacan los siguientes. En Ecuador, por ejemplo, los diversos grupos que conformaron la Unidad Plurinacional de las Izquierdas en el 2012 y 2013 propusieron un plan de gobierno sustentado en el Buen Vivir o sumak Kasay, ver el libro del autor de estas líneas (et.al.): El país que queríamos, Montecristi Vive, Quito, 2013. http://es.scribd.com/doc/141709099/El-pai-s-que-queri-amos; o el programa de RAIZ – Movimiento Cidadanista en Brasil, 2016: Carta Cidadanista Estatuto, www.raiz.org.br
16 Sobre estos movimientos se puede consultar en Alberto Acosta y Decio Machado; “Movimientos comprometidos con la vida. Ambientalismos y conflictos actuales en América Latina”, en la revista Revista Colección OSAL, CLACSO, Buenos Aires, Septiembre de 2012 http://lalineadefuego.info/2012/10/01/ambientalismos-y-conflictos-actuales-en-america-latinamovimientos-comprometidos-con-la-vida-por-alberto-acosta-y-decio-machado/

Información adicional

Autor/a: Alberto Acosta*
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