Oteando la Isla desde la calle Obrapia

Luego de más de una década de haber visitado la Isla Mayor del Caribe, pude volver a ella, esta vez en calidad de turista, coincidiendo con la celebración del 66avo aniversario de la revolución. Acá una lectura de lo que hoy se vive en Cuba, desde lo observado y conversado con la gente lugareña, sin la pretensión de un análisis de economía política, sin duda necesario para una comprensión más elaborada del momento que vive este país. Llego a la misma conclusión que sus pobladores sacan de su realidad, desde su humor fino y ácido: el milagro cubano hoy consiste en que los cubanos viven de milagro.

En ocasiones anteriores había visitado La Habana, hace más de 10 años la última vez. Las varias visitas que hice fueron siempre en el marco de alguna actividad académica, y no pude estar en una ciudad distinta a La Habana.

La imagen que tenía de ella, era la de una interesante y bella ciudad, pero con los grandes problemas de no tener mantenimiento, lo que generaba la sensación de estar en una ciudad descuidada y empobrecida. Sumado a esta visión, estaba la de la limitada situación de vida de su gente, pero con un elemento propio y que valoré mucho: su enorme capacidad de enfrentar la vida cotidiana con un gran ingenio, con una enorme recursividad, para “resolver” como dicen los propios cubanos. Y un asombro por los altos niveles de formación académica de su gente, que les había permitido tener desarrollos muy importantes en muchas áreas del conocimiento.

Una visita reciente, ahora en calidad de turista junto a mi familia, me permitió conocer otros lugares de La Habana y otras ciudades, dialogar con su gente y volver a configurar una visión de lo que se está viviendo en la Isla.

Lo que agobia a la gente

Al igual que las veces anteriores, la gente habló de sus dificultades para el acceso a cosas necesarias para resolver la vida cotidiana, de los bajos salarios y en esta ocasión de manera insistente, del alto precio de las cosas. Adicionalmente, el problema de cortes de energía que se han intensificado en varias regiones del país, vinculados de un lado con eventos naturales como el reciente huracán que atravesó una parte de su territorio, pero, por otro lado, las dificultades del mantenimiento de las centrales eléctricas, entre otros asuntos por el bloqueo económico.

Poco refirieron el asunto de irse o quedarse, en tanto el tema ha variado un poco por la misma apertura dada por el gobierno para este tema y también seguramente porque ya es muy claro que irse a Estados Unidos no necesariamente es una opción que mejore la vida; sin querer decir que el fenómeno de migración no siga estando presente y, desde luego, que sigue yéndose gente hacia otros países.

Por su parte, el propio gobierno reconoce parte de estos problemas, expresado en el balance que hace del año 2024 en el que admite como parte de los problemas la escasez de alimentos y la crisis energética, entre otros1.

Esta situación ha llevado en general a dos asuntos que percibí todos los días de mi periplo, pero de manera especial en La Habana: la gente buscando entrar en contacto con uno, para poder conseguir cualquier tipo de ayuda, bien en dinero o bien en alimento, medicamento u otro insumo que le ayude a la subsistencia. Y el otro aspecto, que la gente a pesar de estar formada como profesional, prefiere dedicarse a actividades de turismo, dado que por esta vía son superiores los ingresos, como el caso de Fifo que es ingeniero informático, pero se dedica a ser conductor de una camioneta de turismo, o el de Lía, que es psicóloga, pero se dedica a atender una casa de hospedaje turístico.

Calle Obrapia, observatorio de la dinámica social cubana 

El ejercicio hecho por varios días, de pararme en la puerta de la casa donde nos hospedamos en La Habana, sobre la calle Obrapia, de la zona de La Habana Vieja, me permitió ver parte de la dinámica social que hoy se vive en la capital de Cuba.

Cuatro elementos destaco de esta observación: uno, la estratificación social que se ve, dada por las diferentes formas de vestir que resalta entre su gente, de lo cual es posible inferir los diferenciados accesos a recursos económicos, diferencia también perceptible en la diversidad de automotores para el trasporte, desde algunos muy básicos y precarios hasta carros de alta gama; dos, el fuerte deterioro de las edificaciones, algunas sostenidas de milagro y con el ingenio de sus dueños; tres, la presencia en esa calle de un número muy amplio de actividades de economía informal, con ventas directamente en la calle o en pequeños establecimientos; y cuatro, un elemento nuevo y muy preocupante, la alta insalubridad: basuras acumuladas a lo largo de toda la calle, así como el correr de aguas residuales y fétidas por la misma.

Pero también hay que decir, que la calle Obrapia me mostró la simpatía, la cordialidad, la alegría, el humor, el tono caribeño expresado en el hablar gritando y en el escuchar música a todo volumen en cada casa, aspectos que son los que le dan un matiz especial al país y lo enamoran a uno.

Una economía con muchas dificultades

Sin duda Cuba podría estar en otro nivel de progreso como país, pero el aspecto estructural del bloqueo al que lo somete Estados Unidos es una condición que le impone unas enormes limitaciones. 

Este es un factor que desde el análisis gubernamental está presente en la lectura de su realidad: “La política de cerco económico, comercial y financiero que EE. UU. impone a la Isla, desde hace más de seis décadas, es la principal causa de los problemas que enfrenta la nación”2

Esto ha generado problemas en el impulso al desarrollo de la economía, que por ejemplo hoy se reflejan en no tener una producción azucarera, que fue un renglón fundamental de su economía, asunto que repercute de manera directa en la vida cotidiana de la gente. Para enfrentar esta situación, en el último periodo el gobierno tomó varias decisiones, dos que pude observar ahora y que antes no las vi: una, el uso directo del dólar en las transacciones diarias, en tanto el CUC3 fue eliminado y se permite la circulación sin restricciones del dólar, pero con un efecto sobre la economía con el encarecimiento de los bienes y servicios, más cuando se maneja un cambio oficial y otro no oficial, que puede llegar a ser tres veces más alto.

Y la segunda, la aparición de múltiples negocios de emprendimiento personal, denominados Mipymes, entendidas como “unidades económicas con personalidad jurídica, que poseen dimensiones y características propias, y que tienen como objeto desarrollar la producción de bienes y la prestación de servicios que satisfagan necesidades de la sociedad”4. Entonces ahora se encuentran negocios tan básicos como la venta de tinto y cigarrillos en la ventana de una casa, o la venta de pan o frutas en una carretilla en una esquina o más estructurados como pequeños supermercados o restaurantes. 

Entonces, vi en Cuba reflejada claramente la dinámica económica que se vive intensamente en América Latina, producto de un mercado laboral limitado y de bajos salarios, que ha llevado a expandir la llamada economía informal, o como se dice popularmente la economía del rebusque y en ese camino, entonces, Cuba se suma a esta trayectoria de sobrevivencia económica que han desarrollado los pueblos de nuestra región al vivir contextos económicos limitados. 

Del liderazgo y la gestión

Un asunto que me llamó mucho la atención, fue la ausencia de la movilización y concentración (que cuentan ha sido histórica) el día 2 de enero para la celebración de un año más del triunfo de la revolución. Fue algo que pensé iba a poder vivir y resulta que dada la situación económica ya no se convoca a esta celebración desde hace varios años, especialmente después de la pandemia.

Pero al conversar con la gente sobre este aspecto, que me llamó mucho la atención, atribuyeron que esto tiene que ver con el cambio de liderazgo en Cuba, mencionando que el actual presidente, Miguel Diáz-Canel, no tiene el carisma, ni el reconocimiento de la población que tuvieron los hermanos Castro y que, de otro lado, su gestión también es limitada.

Más allá de que esto sea así o no, asunto que requeriría mas indagaciones, en las calles y en la gente si se siente un desanimo, una desesperanza, una pérdida de interés por los asuntos políticos, muy seguramente porque se han concentrado en la sobrevivencia cotidiana, buscando resolverla más de manera particular que colectiva. 

Ahora, en las noticias que pude ver, evidencié que hay temas que el gobierno, tanto nacional como regional, gestionan adecuadamente, como es el caso del tema energético con el montaje y puesta en operación de centrales de energía con paneles solares, lo que me pareció una alternativa pertinente.

Y entonces, ¿en qué nos referenciamos para mantener la esperanza de cambio?

Más allá de pretender con este pequeño relato hacer un análisis sesudo y estructurado de lo que hoy es la realidad cubana, lo cierto es que para alguien que se reconoce como de izquierda y que piensa en la necesidad de gestar sociedades con bienestar y justicia social, conocer de primera mano la dinámica de la sociedad cubana, genera un conjunto de reflexiones preocupantes.

Sin duda, hay una distancia muy grande entre los sueños de la revolución cubana, sus pretensiones sociales y lo que hoy, luego de más de seis décadas, se ha construido. Esto tiene múltiples explicaciones, propias de un análisis de fondo, pero es evidente una muy fuerte y es que de manera aislada un país no puede construir una sociedad socialista, que este es un proceso de carácter internacional y Cuba luego de la caída del bloque socialista ha estado muy sola y aislada en esta apuesta y eso en la cotidianidad de sus vidas las y los cubanos lo han tenido que padecer, inicial y permanentemente con el bloqueo estadounidense, luego con la caída de la Unión Soviética (que llevó a una época de muchas limitaciones que llamaron “periodo especial”) que jugó un papel de apoyo muy importante en las primeras décadas de la revolución, luego con la caída de Venezuela que le dio soporte importante en la última década del siglo pasado y en la primera de este y, por último y como estocada grave, la pandemia, que afectó de manera importante su economía. 

Lo que vi en la gente, especialmente en La Habana, es lo que el escritor habanero Leonardo Padura ha llamado un proceso de “ajenitud”, de extrañamiento, de ruptura de tejidos afectivos, de pérdida de valores estéticos5 que explica en buena medida el gran problema de salubridad pública (que lo veo como un gran retroceso para un país que se ha destacado internacionalmente en el tema del nivel de salud de su población), en tanto la gente no hace mayor cosa para evitar vivir en medio de la basura, el chiquero, la podredumbre, al unísono de la ausencia de actuación del gobierno. A su vez, refleja una perdida de los niveles organizativos de la gente para dar respuesta colectiva a estos problemas (pregunté por los comités de defensa de la revolución –CDR–, y me dijeron que poco funcionan), y se siente un avance del individualismo en La Isla, en el que cada quien intenta ver cómo sobrevive. 

Entonces, lo que uno observa en Cuba es lo que pasa en la mayoría de los países de la región: limitaciones de sus economías, alta inflación, bajos salarios, segmentación social, alta informalidad, migración, ciudades capitales hacinadas e insalubres. Tal vez esto permite entender que la experiencia cubana, dada su actuación aislada para construir una sociedad más igualitaria y con justicia social, no ha logrado concretarse y aunque hoy sigue intentando mantener un direccionamiento socialista, en el marco de la presión de una economía global capitalista y frente a la realidad de limitaciones para la vida cotidiana, viene trasformando paulatinamente a la sociedad bajo las lógicas del mercado y generando un fenómeno social de individualización, muy contrario a lo que deben ser los valores socialistas.

Y entonces, se pregunta uno, si esto es la realidad en Cuba, que es similar a la situación de países que hicieron revolución en la región como Nicaragua o Venezuela (guardando las justas proporciones) o de países con gobiernos progresistas como México, Bolivia, Brasil o Uruguay, incluso Colombia, entonces ¿cuál es la alternativa para realizar cambios reales en pos de sociedades justas, democráticas y de bienestar?

Con estas experiencias no queda resuelta la tensión histórica entre reformas o revolución, lo cierto es que tal como lo han vivido las y los cubanos, lo que menos hay que perder es la alegría, el humor y el insistir cotidiano por conseguir una mejor vida. Tal vez ahí está la clave, en no desistir en la esperanza que es la base para seguir resistiendo y re-existiendo para desarrollar experiencias que nos acerquen a esos sueños, aceptando que no hay uno solo, verdadero, ideal.   

1. Granma (diciembre 30, 2024). “Las dificultades no rebasarán las fuerzas para superarlas”. Edición Nº 331, p. 2. https://www.granma.cu/impreso/2024-12-30

2. Ídem.

3. Peso cubano convertible. Aunque es de aclarar que Cuba mantiene su moneda nacional, el peso cubano.

4. https://conabi.cu/blog/las-mipymes-en-cuba-y-su-marco-juridico-que-deben-conocer-los-empresarios

5. Padura, Leonardo (2024). Ir a La Habana. Bogotá: Tusquets Editores.

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Información adicional

Cuba: entre la esperanza revolucionaria y la realidad
Autor/a: M. Conde
País: Cuba
Región: El Caribe
Fuente: Periódico desdeabajo N°320, 20 de enero - 20 de febrero de 2025

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