Es final de enero 2025, es viernes de quincena y en una esquina, con varias botellas sobre la mesa, varias personas toman cerveza en una cantina como si no hubiese mañana. Al frente, desde una cafetería, los aromas del pan y las galletas, convocaron a varias personas a saciar el imparable antojo, tras una y otra galleta, un pan y otro pan.
La cuadra donde se suscitan estos excesos sus habitantes la encuentran cerrada por un camión parqueado, con una tarima metálica, que atraviesa toda la calle. Desde unos bafles suena cumbia villera, no es una villa argentina, la nomenclatura marca la Calle 16i # 90h-28, es el barrio El Guadual, localidad de Fontibón en Bogotá, donde la Casa Cultural Lxs Abandonadxs espera a la comunidad y varios artistas del rap que se presentarán para dar inicio al primer evento del año.

La fachada frontal de la casa está pintada con un graffiti de una gallina y un cerdo que, con sus brazos entrecruzados bailan ska. Al entrar al primer piso hay varios muebles con libros de la biblioteca comunitaria y un afiche que dice «Palestina Libre». A su izquierda está el taller de cerámica Zensus Terra con muestras de sus pulidos trabajos artesanales y diagonal; a la derecha hay una escalera de madera que cruje cada vez que alguien avanza sobre ella para subir al segundo piso, en sus paredes están pegados carteles del colectivo Muisca Serigrafía y un pequeño mural que dice: «En los libros hallarás el tesoro del saber». A su lado, sentado en una banca, delante de una ventana y con la vespertina luz que cae sobre su rostro está Andrés Borrero, director de la Casa Cultural Lxs Abandonadxs, que concedió una entrevista para desdeabajo, para iniciar la cual le preguntamos ¿cómo nació este espacio?
- La casa es el resultado de las juntanzas en diferentes colectivos, grupos, eventos, bares y cuadras. También de pasar por la universidad pública y privada. Fontibón, que otrora fue un municipio vecino de Bogotá, desde hace años es una localidad más de la capital del país, con una particularidad, es localidad industrial; en sus alrededores está ubicada la calle 13 que comunica con municipios vecinos –Mosquera, Madrid y otros– y el aeropuerto; por la cantidad de talleres que alberga, cada día entran y salen de ella miles de personas. Por esta y otras circunstancias, la especulación urbanística es intensa, con alta demanda de nuevas edificaciones para habitar.
Es una realidad que también crea la necesidad de espacios culturales, de lugares de encuentro creativo. En esta casa se puede llegar, hablar y conspirar. No es un espacio que solo ofrece arte y lectura sino también pensamiento y parche en paz. No hay tanta regla ni limitantes para estar en ella, por eso mismo la casa la cuidamos entre todas y todos.
En sus orígenes, en el año 2016, con el colectivo como Zensus Terra dieron talleres itinerantes por la localidad. En el 2021, ganaron una convocatoria de la Secretaría de Cultura Distrital, no como Lxs Abandonadxs, sino el combo que lo rodea, en una conjunción que les permitió concluir que necesitaban un espacio físico para funcionar, Andrés habló con su familia y se destinó una parte de su casa familiar para tal fin. Luego, en el 2022, ganaron con el Instituto Distrital de la Participación y Acción Comunal (Idpac) una convocatoria de dotación. Lo explicado por Andrés nos permite preguntarle: ¿cómo ven ustedes el trabajo con la institucionalidad?
- Somos una casa potente que hace cosas con o sin recursos. El primer año de funcionamiento se acercaron varias instituciones. Novatos, le decíamos sí a todo, pero empezamos a descubrir instituciones que llegaban con ofertas irregulares. Por ejemplo, vienen con un taller de salud mental alrededor del suicidio y el taller es fatal. Hacen talleres, bien o mal, y no les importa, al final, manosear estos procesos comunitarios, por ejemplo, con el afán de recoger firmas de asistencia. Es claro que debe existir mayor confianza de su parte respecto de los procesos comunitarios, respeto y tratamiento de iguales desde la institucionalidad con los gestores territoriales y comunitarios que habitan y realizan a diario el trabajo social, cultural, ambiental, político, o de cualquier otro énfasis.
¿Qué otras alternativas han puesto en marcha cuando no encuentran o buscan vínculos con la institucionalidad?
— La juntanza con parches y colectivos hacen fuerte a la casa que, fraternalmente, con sus saberes, se acercan al espacio a dictar talleres, algo que aprovechamos para hacer o fortalecer trueques. Las redes sociales, con la visibilización de todo ello, nos permiten potenciar esta labor. Vendemos libros, licor artesanal y calcomanías.Una de las misiones es mantener y fortalecer a la comunidad alrededor de la casa, a la gente que llega a nivel local e interlocal al barrio y, a lxs niñxs del colegio Salamanca, situado alrededor de la misma. Los procesos culturales, comunitarios y alternativos deben tener la claridad que es la comunidad quien los respalda.
El ambiente cultural, de un viernes que además es el final del primer mes del año 2025, va extendiéndose más allá de la casa así facilitado por el sonar de música y el ambiente festivo que ello va creando. A esta jornada van llegando artistas invitados para animar charlas pedagógicas, como la que dará Edgar Rodríguez del portal cultural Quira Medios sobre «comunicación y buen vivir»; también hay graffiti en vivo y muestras de diversos emprendimientos.

De izquierda a derecha, Edgar Rodríguez y Jimmy Quintero
El camión parqueado que atraviesa la calle es un BiblioMóvil, una de las estrategias itinerantes de lectura de la Red de Bibliotecas Públicas de Bogotá, al que pueden acceder las escuelas rurales, populares y bibliotecas comunitarias que no cuenten con una biblioteca. Iniciativa loable pero mínima ya que es el único con que cuenta la ciudad para las 20 localidades que la conforman, o los 8 o más millones de personas que la habitan.
En entrevista con desdeabajo, Jimmy Quintero, mediador de formación y programación del BiblioMóvil, contó que con esto llevan servicios bibliotecarios alrededor del libro, la lectura, la escritura y la oralidad a territorios apartados. Le preguntamos: ¿cómo ven ustedes en el corto y mediano plazo para que, desde la institucionalidad, puedan llegar a más territorios?, a lo que contestó.
—Lo ideal sería tener un BiblioMóvil por localidad para impactar en los territorios donde no hay bibliotecas, porque este es un recurso público y se paga con los impuestos que pagamos quienes vivimos en Bogotá. Apoyamos artistas locales, emergentes y a la comunidad que se quiera sumar a esta plataforma y muestren sus puestas en escena. Podemos agendar una visita a su territorio si me escriben al correo: [email protected]
Al frente del camión hay unas carpas y mesas, donde hay varias personas sentadas disfrutando de las presentaciones artísticas. Unas muchachas están trabajando en un computador portátil. A su lado está el emprendimiento del rapero Jhon Freddy Chaparro, mejor conocido en el mundo artístico como Cacharro MC, tiene tatuado en el cuello la palabra «balance», que también es el nombre de un disco de su autoría: «Balance es esa habilidad que la persona debe tener para poder lograr sus objetivos. Le canto a la fiesta, a la droga, a salir adelante, ayudar a la familia, al querer superarse y quererse a uno mismo», contó el rapero recostado en una pared roja.

Jhon Freddy – Cacharro Mc junto con su novia y el emprendimiento
Tiene una expansión en su oreja izquierda y aparte del cuello tiene parte de la cara tatuada en forma de protesta, porque según él: «las empresas son un monopolio donde le dicen a uno qué hacer, cómo hacer, a qué horas entrar, salir y hasta qué comer. Me cansé de esa rutina por un salario miserable. Después de renunciar, hubo un colapso económico y familiar. No sabía qué hacer, miré una cosa y la otra, y emprendí, con mi novia, con las happy-donas».
Happy-donas quiere decir que en las donas, este pan dulce en forma de rosca, tiene cannabis aunque lo venden también sin este. Varios asistentes ya han comido algunas y tienen los ojos rojos bien estallados. A Cacharro MC le gusta cantarle a las problemáticas sociales y lo que le sucede a los jóvenes en el día a día. Por ejemplo, «Reacción» es una canción suya que trata de sus vivencias cuando aguantó hambre y sufrió con su mamá, o las veces que se humilló por un trabajo y agachó la cabeza a sus patrones. «Reacciono y digo que el mundo debería cambiar», contó Jhon Fredy quien nos compartió el enlace de la canción para que la podamos escuchar.
Canción Reacción: https://www.youtube.com/watch?si=0Uicj8wLlz2vTGG5&v=m-AqDVeUOTk&feature=youtu.be
En ese momento acabó su presentación Óscar, conocido como Bóveda Craneal, y se bajó del BiblioMóvil donde representó a Bosa, la séptima localidad de Bogotá. Él conoció el rap desde el colegio y compartió su música en diferentes escenarios. Le gusta el rap gringo y el colombiano. «Hay que subirse a la tarima y plantarse con base y fundamento. No expresar falsedades ni fantasías. Yo hago un rap underground, hardcore, explícito, contundente, de letras claras», comentó el cantante, con clara alegría en su rostro, después de su presentación, y añadió lo siguiente para conocer más de su música.

Óscar – Bóveda Craneal a la derecha
—Tengo un tema que se llama «Partículas», lo escribí después de tener una pequeña crisis con la mamá de mi hijo, ahí aprendí que el amor a veces es dependiente, como también puede ser independiente. ¿Si me entiende? A veces el amor falla. Me inspiré en el papel de las madres que no aguantan a los hijos porque consiguen malas amistades y se desvían por los caminos indebidos.
Canción partículas: https://www.youtube.com/watch?v=WewN61WDN80
Llegan más y más raperos con sus pequeños bafles, con los que amplían sus voces y cantos en el transporte público y después, con estos mismos, se reúnen en parques para poner los beats y cantar hasta el amanecer. El ambiente va ganando en ritmo, y entra en acción un grupo de tres cantantes, pero ya no subieron a la tarima, sino que están sobre el asfalto más, cerca del público, uno de ellos dice «¿Cómo fue, cómo fue?», a lo que la gente responde «la buena, la buena». —Esto es rap chatarra—, contesta el rapero, suena el beat y con su boca pegada al micrófono dice: «Va, va, va. Quizás estoy perdido como un ave, creído por mi sentido. Estoy dolido, acorralado, afligido, por lo que perdí…», el público se enternece y los cantantes conectan con su empatía.
Colectivos de Usme y Bosa y otras localidades estuvieron presentes en este espacio, en el que encuentran la posibilidad de conocerse e intercambiar experiencias y acercarse a conocer el cómo trabajan en sus barrios. La Casa Cultural Lxs Abandonadxs quiere consolidarse como un lugar de y para la comunidad. En donde a todas estas, Andrés Borrero, antes de finalizar su entrevista, nos compartió el por qué del nombre de la casa cultural;
— En ese avanzar de los procesos nos preguntamos, ¿qué nombre le ponemos? Una cosa en común eran los abandonos de distinta índole: estatales, de convocatorias, familiares y hasta amorosos. El abandono es algo que está en distintas áreas, pero podemos juntarnos y abrazarnos en esos abandonos, para darnos fuerza, ánimo y apoyo en esas situaciones. Justamente pensamos, la casa es un lugar que debe ser para los abandonados, abandonadas y abandonades. Una casa que abrace y sea fraterna. La X, en su nombre, es una variable matemática que se puede usar como se quiera. El lenguaje cambia y se modifica, como decir: Casa Cultural Lxs Abandonadxs.
Texto y fotos: Juan Sebastián Navarrete Aldana
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