Las negociaciones por un alto al fuego en la Franja de Gaza podrían reanudarse esta semana en El Cairo, Egipto. Los contactos entre Hámas y Estados Unidos complican el plan del gobierno israelí para expulsar a los palestinos.
Lunes 12 de mayo. Las negociaciones por un alto al fuego en la Franja de Gaza podrían reanudarse esta semana en El Cairo, Egipto. Según informó el diario israelí Haaretz una delegación israelí viaja a Egipto para reanudar las negociaciones con la organización Hamás sobre un alto el fuego y un posible acuerdo de liberación de rehenes.
La posible reapertura de las negociaciones se conoció luego de que Hamás liberó al último ciudadano estadounidense vivo que estaba en Gaza, el soldado Edan Alexander, en una acción unilateral de la organización palestina que el presidente estadounidense, Donald Trump, describió como un “paso de buena fe” hacia el fin de la guerra y el regreso a casa de todos los rehenes restantes.
Según informa el diario británico The Guardian la liberación de Alexander, de 20 años y con doble nacionalidad estadounidense israelí, que sirve en las Fuerzas de Defensa de Israel, se acordó con poca participación israelí más allá de la coordinación práctica sobre el terreno luego de la liberación.
Una muestra de esto fue lo dicho por el enviado de Trump para Oriente Medio, Steve Witkoff, que en una reunión a última hora del domingo con exrehenes y familiares de quienes aún permanecen retenidos en Gaza, les dijo que Israel está prolongando una guerra que Estados Unidos quiere terminar.
“Queremos traer a los rehenes a casa, pero Israel no está dispuesto a poner fin a la guerra. Israel la está prolongando, a pesar de que no vemos adónde más podemos ir y de que es necesario llegar a un acuerdo”, declaró Witkoff en la reunión marcando distancia con el gobierno de Benjamín Netanyahu, según el Canal 12 de Televisión, citando a fuentes presentes.
Las declaraciones del enviado de Trump se dan en el contexto de negociaciones entre Estados Unidos y Hamás. El diario Haaretz indica que fuentes palestinas involucradas en las negociaciones señalaron que la organización palestina ya no considera el desarme como un obstáculo importante para el avance de las conversaciones, siempre que haya un acuerdo sobre el fin de la guerra y una retirada total de Israel de Gaza.
Las fuentes citadas por Haaretz aseguraron que “El fin de la guerra y la retirada israelí harían innecesario el uso de la fuerza por parte de Hamás y de su brazo militar”. Aunque agregaron que cualquier acuerdo de desarme requeriría garantías estadounidenses e internacionales, así como el compromiso de los mediadores de asegurar la retirada total de Israel y el fin de la guerra. De acordarse el desarme, este se implementaría bajo estricta supervisión de Egipto o Turquía, con un virtual control de estos países sobre la Franja de Gaza.
La incógnita es si el primer ministro israelí, Netanyahu, aceptaría un acuerdo de este tipo. El mismo iría directamente contra los planes que proponían varios de los ministros de los partidos de extrema derecha religiosa socios de Netanyahu que declaraban públicamente sobre la ejecución de una suerte de “solución final”, un plan macabro que combina diversas herramientas de exterminio y métodos de “transferencia forzada” de la población palestina, para la ocupación y recolonización de Gaza. En pocas palabras, ampliar la escala de los crímenes de guerra.
En estos 18 meses el ejército israelí asesinó a más de 52.000 gazatíes –entre ellos unos 18.000 niños– aunque la revista The Lancet que sigue la situación en Gaza estima que esa cifra podría ser al menos el doble. Este genocidio transmitido en vivo contó con el financiamiento y el auspicio del expresidente Joe Biden (uno de los factores que explican la derrota demócrata) la limpieza étnica palestina modelo siglo XXI.
La nueva fase del plan de exterminio que finalizaría con la expulsión de los palestinos de su territorio contó con el apoyo de la Casa Blanca, cuando el presidente norteamericano Donald Trump, flanqueado por Netanyahu, anunció su “propuesta” de transformar a Gaza en un resort de lujo, una vez que el ejército israelí termine la tarea sucia de desplazar a los 2 millones de gazatíes a Egipto o Jordania.
Pero en las últimas semanas el presidente estadunidense comenzó a mostrar signos de un cambio en relación a la situación en Gaza. En estos días Trump iniciará una gira por Medio Oriente. Irá a Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Árabes Unidos (pero no a Israel), con objetivos geopolíticos de ampliar la colaboración de los aliados de Estados Unidos en la estabilidad regional, y expectativas certeras de retornar con un millonada de inversiones prometidas por la monarquía saudita y Abu Dabi, además de acuerdos petroleros y de defensa.
El presidente estadounidense no ha ocultado que el atractivo de los petrodólares provenientes de los países del Golfo, ricos en petróleo, es la principal motivación de su visita a esos países. Se espera que muchos de los ejecutivos más poderosos de Estados Unidos, como Elon Musk, Sam Altman, Mark Zuckerberg y Larry Fink, también viajen a Riad.
El príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, ya ha prometido que Riad invertirá 600.000 millones de dólares en Estados Unidos en cuatro años; los Emiratos Árabes Unidos siguieron con una promesa de 1,4 billones de dólares en 10 años; y se espera que Qatar haga su propia promesa de inversión por valor de cientos de miles de millones de dólares durante la etapa de Doha del viaje de Trump.
La continuidad del genocidio en Gaza con sus imágenes de matanzas, destrucción y hambruna, obstaculiza los planes de Trump de incorporar a Arabia Saudita a los Acuerdos de Abraham, dado que la monarquía saudita sabe que no puede reconciliarse con Israel mientras el Estado sionista perpetúe el genocidio, y mantiene la exigencia de una mención formal a un “Estado palestino” para mantener legitimidad.
La posible reapertura de las negociaciones para un alto al fuego no cambian la brutalidad desplegada por el Estado de Israel, con la colaboración de los gobiernos “democráticos” occidentales con los crímenes de guerra de Netanyahu.
Esa situación es lo que hace resurgir el movimiento de apoyo a los palestinos. La movilización en la universidad de Columbia y la protesta de docentes y estudiantes en el Brooklyn College a principios de mayo. Las movilizaciones masivas que comienzan a realizarse como parte de la conmemoración internacional de la Nakba, como la del Estado español.
Las organizaciones surgidas de las rupturas por izquierda de jóvenes de origen judío antisionistas. La enorme campaña de solidaridad internacional con Anasse Kazib. En otro nivel la rutpura de la organización “mainstream” de la comunidad judía de Gran Bretaña. Son síntomas de que hay condiciones y razones más que suficientes para poner en pie un movimiento internacional contra el genocidio del Estado de Israel y sus colaboradores, contra la opresión colonial del estado sionista y en defensa del derecho a la autodeterminación nacional del pueblo palestino.
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