El proceso de paz en Ucrania, en la cuerda floja: EEUU traza una línea roja y Rusia gana tiempo con una dudosa reunión en Turquía, mientras avanza en el frente.
31/05/2025. El proceso de negociación para poner fin a la guerra de Ucrania se ha convertido en una maraña de tretas, propuestas incumplidas, amenazas e intentos de ganar tiempo, donde nadie tiene voluntad real de alcanzar un compromiso. El presidente estadounidense, Donald Trump, ya no esconde su frustración y ha dado al mandatario ruso, Vladímir Putin, un ultimátum de dos semanas para lograr algún avance. Rusia, para aplacar a Trump, ha convocado una nueva reunión en Estambul para este lunes, muy incierta y en la que no está claro que los ucranianos vayan a participar.
“Vamos a descubrir si nos está dando largas o no. Y si fuera así, responderemos de forma un poco diferente”, aseguró esta semana Trump. El jefe de la Casa Blanca no quiere enfrentarse a Putin, pero está considerando nuevas sanciones para Moscú o incluso la salida de EEUU del proceso de negociación.
Así lo dijo esta semana el embajador estadounidense ante el Consejo de Seguridad de la ONU, John Kelley. “Si Rusia toma la decisión equivocada de continuar esta guerra catastrófica, EEUU tendrá que considerar su retirada del esfuerzo negociador para acabar este conflicto”, dijo Kelley, quien agregó que “hay sobre la mesa sanciones suplementarias contra Rusia”.
Precisamente, este sábado en Kiev, una representación bipartidista del Senado estadounidense amenazó con un proyecto de ley para castigar con sanciones muy duras a Moscú y a los países que adquieran bienes e hidrocarburos rusos. El senador republicano Lindsey Graham llegó a calificar como una “farsa rusa” la segunda ronda de negociaciones propuesta para este lunes en Estambul.
Hace unos días, Trump ya mostró toda su indignación por la falta de resultados y el maquiavélico juego ruso. Dijo de Putin que “está jugando con fuego” al no acceder a una tregua. “Lo que Vladímir Putin no entiende es que, si no fuera por mí, a Rusia ya le habrían ocurrido muchísimas cosas malas, insisto, muy malas”, expresó Trump en su red mediática Truth Social.
El riesgo de acorralar a Putin
Pero tanto Trump como Kelley o los congresistas estadounidenses son muy conscientes de que Putin es un interlocutor muy correoso, sobre quien no valen amenazas y que tiene su propia agenda de negociación en Ucrania muy condicionada por lo que ocurre en el frente bélico.
Rusia está ampliando su ventaja en el ámbito militar y quizá no le conviene ahora pactar nada, cuando en pocos meses más de guerra podría dictar las condiciones de un armisticio. Lo ha dicho el propio presidente ucraniano, Volodímir Zelenski: Rusia está preparando una ofensiva a gran escala para este verano que podría dejar en agua de borrajas los actuales intentos de diálogo.
Así apuntan los avances de las fuerzas rusas en la región ucraniana de Sumi, en el norte, donde Moscú ha indicado que quiere crear una zona de contención dentro de territorio de Ucrania, aunque e n realidad su objetivo puede ser avanzar hacia la ciudad de Járkov, la segunda urbe ucraniana más importante, y conquistar también parte de la región del mismo nombre.
Los ataques redoblados sobre Odesa, en el sur, son si cabe más inquietantes. En una entrevista con la agencia rusa de noticias Tass, el economista estadounidense, profesor y director del Centro para el Desarrollo Sostenible de la Universidad de Columbia, Jeffrey Sachs, afirmó que existe un riesgo muy alto de que Ucrania pueda perder toda la costa del mar Negro, incluida Odesa, si no se negocia la paz ya.
Zelenski pide una cumbre tripartita de paz
El Gobierno de Kiev no se queda atrás a la hora de contribuir al enredo sin visos de solución en el que se ha convertido la crisis ucraniana. Su último órdago lo lanzó también esta semana Zelenski. Propuso una cumbre trilateral con Putin y Trump, similar a la que hace unos días convocó sin éxito en Estambul. Putin no cayó en la trampa de un encuentro que, sin contactos previos entre ucranianos y rusos, solo habría servido para la mayor gloria de Zelenski, muy ducho en este tipo de espectáculos mediáticos.
“Estamos listos para el formato Trump-Putin-yo”, afirmó Zelenski en una conferencia de prensa embargada hasta este miércoles. “Si Putin no se siente cómodo con una reunión bilateral, o si todos desean una reunión trilateral, no me importa. Estoy listo para cualquier formato”, explicó, solícito, el mandatario ucraniano.
Pero busca las mejores armas para la guerra en Alemania
Mientras hacía esta propuesta de aparente diálogo, Zelenski viajaba este miércoles a Alemania para pedir a Berlín misiles de largo alcance Taurus, capaces de destruir objetivos en el corazón de Rusia.
En vísperas de su visita a Alemania, el canciller germano, Friedrich Merz, defendió el derecho de Ucrania a atacar con armas alemanas, estadounidenses, británicas y francesas objetivos rusos situados en la retaguardia. “Solo puede defenderse quien tiene la capacidad de atacar bases militares que también se encuentran en el territorio del agresor”, aseveró Merz.
El anterior canciller alemán, Olaf Scholz, siempre se opuso a la entrega a Ucrania de los misiles Taurus, una línea roja que Moscú advirtió insistentemente a Berlín que no cruzara. La llegada de Merz al poder, sin embargo, ha dado fuerza a quienes en Alemania optan por un mayor apoyo armamentístico y logístico a Ucrania.
Pero el encuentro entre Merz y Zelenski, si bien sirvió para lanzar un mensaje de cohesión ante Rusia, no logró el compromiso que quería el líder ucraniano. Los supermisiles Taurus de momento no irán a Ucrania, para alivio de Moscú. Lo máximo que consiguió el presidente ucraniano fue el compromiso de Merz para impulsar la fabricación conjunta de “armas de largo alcance”, pero en la propia Ucrania.
Según el acuerdo, esos primeros sistemas de misiles de largo alcance germano-ucranianos entrarán en servicio en cuestión de semanas, lo que apunta que esas fábricas en realidad servirán para el ensamblaje de proyectiles producidos en Alemania, que, además, corre con la financiación.
Ucrania podrá hacer uso de estas armas “sin restricciones”, según Merz. No aclaró, sin embargo, si también podrán golpear esos misiles, no solo las bases y aeródromos militares rusos en las regiones adyacentes a Ucrania, sino el propio corazón de la Federación Rusa. Pese a las palabras grandilocuentes de Merz, no parece que ese vaya a ser el caso, pues supondría, en palabras de la propia Rusia, una auténtica declaración de guerra alemana.
El Ministerio de Defensa ruso consideró los acuerdos entre Ucrania y Alemania como parte de las “medidas provocadoras” llevadas a cabo por algunos países europeos para sabotear las incipientes conversaciones de paz. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, aseguró que la decisión de Berlín de permitir el ataque a territorio ruso con misiles de largo alcance germanos fue tomada en realidad hace tiempo, pero se había mantenido en secreto.
Rusia quiere la paz con EEUU y la derrota militar de Ucrania
Lavrov también acusó a los europeos de boicotear los esfuerzos estadounidenses de mediación. Igualmente, pero más amenazador, lo hizo este jueves y el viernes el embajador ruso ante la ONU, Vasili Nebenzia. El diplomático tuvo palabras de halago hacia Trump, por dar “pasos decisivos hacia la paz a cualquier precio”, pero acusó a Ucrania y sus aliados europeos de “socavar el esfuerzo de Rusia, EEUU y otros mediadores regionales”, en referencia a Turquía, para poner fin a la guerra.
Nebenzia puso sobre la mesa la realidad del campo de batalla y de los objetivos rusos: “Ni nuevas sanciones antirrusas ni entregas de armas a Ucrania ni cualquier otro paso hostil hacia Rusia conseguirán impedir la inevitable derrota militar del régimen de Zelenski”.
El viernes fue si cabe más ominoso en su vaticinio de lo que puede pasar: “Es insensato tratar de aislar a Rusia” y, “si es necesario, vamos a continuar luchando tanto como haga falta”.
Palabras muy poco diplomáticas para reanudar los contactos directos entre rusos y ucranianos, abiertos en la reunión de Estambul del pasado 16 de mayo. Este fue el primer encuentro entre enviados de Kiev y Moscú desde que en marzo de 2022, pocas semanas después de comenzar la invasión rusa de Ucrania, se reunieran en Turquía representantes de ambos países. Entonces no hubo ningún acuerdo debido a la presión de EEUU y Reino Unido, que confiaban en esa época en desgastar al Kremlin en el campo de batalla.
Sin muchas expectativas para el nuevo encuentro en Turquía
Para calmar un poco a Trump y sus acólitos, que empiezan a darse cuenta de que la estrategia de Putin es jugar con el tiempo, el Kremlin convocó para este 2 de junio en Estambul ese nuevo encuentro sobre Ucrania. Acudirán los anfitriones turcos, los rusos -de quienes parte la iniciativa-, los estadounidenses también quieren participar y se espera que lo hagan también los ucranianos.
El Kremlin ha lanzado el cebo de que en la reunión multipartita podría presentar el memorándum que prometió el 16 de mayo con sus condiciones para firmar un armisticio. Las palabras de los políticos rusos en los últimos días, sin embargo, no dan lugar a muchas esperanzas sobre el alcance del documento y el encuentro podría obedecer simplemente a la táctica rusa de ablandar al adversario con infinidad de reuniones técnicas preparatorias.
Podría ser peor, sin embargo, si Rusia repite en el memorándum sus exigencias para firmar una paz, esto es, conservar todo el territorio conquistado y las zonas adyacentes aún controladas por Kiev en esas mismas regiones anexionadas y crear zonas de contención cercanas a las fronteras comunes a costa de más territorio ucraniano. Si es así, la negociación volverá al punto de partida, aunque si cabe con mayor desconfianza entre las partes.
En tal caso, Rusia habrá ganado tiempo para consolidar sus últimas conquistas militares y emplazar nuevas ofensivas. Ucrania tiene pocas alternativas, salvo continuar con su resistencia apoyada por los países europeos. Mal que pese, será EEUU quien esté en disposición de presionar: a Rusia, lo que alargaría la guerra y encendería de nuevo la confrontación entre superpotencias; o sobre Ucrania, sentenciando así su derrota.
Al margen de la reunión del lunes, Turquía ha propuesto una cumbre tripartita, entre Trump, Putin y Zelenski. El presidente ucraniano sin duda aceptará, aunque solo sea por su efecto mediático. En cambio, Putin solo acudirá cuando Trump se deje de amenazas, decida con firmeza de qué lado está y si podría negociar la derrota ucraniana y el enfrentamiento con Europa por haberla permitido.
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