Desde hace unos años crece en Colombia, como crecen las cosas del Espíritu, la Mesa Ecuménica por la Paz, articulación de experiencias religiosas plurales y diversas de base de todo el país que se plantea como desafío y tarea la construcción de una paz con ética y una ética para la paz. La Mesa es una acción en la que diversos sectores sociales se van comprometiendo y articulando para ayudar a crear condiciones para que la paz con justicia y equidad sea una realidad en Colombia.
La MEP se enraiza en el profetismo bíblico
El movimiento profético del pueblo de Israel que nos presenta la Biblia se remonta a los siglos nueve y diez antes de Cristo y tiene evidentes nexos con el mismo movimiento en los pueblos vecinos. El profetismo bíblico, en su fase más madura, contó con personajes audaces y comprometidos, radicales y claros como Elías, Amós, Oseas, Isaías, Jeremías y muchos más que fueron fuente de la espiritualidad liberadora de Jesús de Nazaret. Ellos, de hecho, en nombre de Yahveh Dios, confrontaron al rey y lo deslegitimaron a menudo cuando sus políticas producían pobreza y eliminaban a los pobres, cuando pisoteaban sus derechos. Y confrontaron a la religión oficial misma cuando se apartaba de la misericordia y se centraba en los ritualismos vacíos y ajenos a la solidaridad con la lucha de los pueblos.
La MEP hecha sus raíces en ese profetismo que no ha cesado de mover pensamiento teológico, acción solidaria, compromiso social y audacia política liberadora en la práctica pastoral y misionera de la historia cristiana de América Latina.
La MEP se abona con la sabia evangélica
Asumiendo el carácter profético de su ministerio, Jesús marcó el inicio de su misión con el anuncio de la era mesiánica según el profeta Isaías. En efecto, Jesús asume que el espíritu del Señor está sobre él y que lo ha escogido para anunciar la buena noticia de la liberación a los pobres,a proclamar libertad para los oprimidos, salud a los enfermos y recuperación de la vista a los ciegos (Lucas 4, 18). La MEP quiere hacer de éste su mandato y la savia que la nutre. Quiere mantenerse en pie de fidelidad radical a este carácter vocacional básico de Jesús, la opción por los empobrecidos, la defensa de su legítima aspiración a libertad, dignidady bien vivir, el trabajo por paz con justicia y con equidad social.
La MEP es plural e incluyente
Siendo una organización que parte del pueblo creyente, la MEP opta por todos los segmentos y sectores culturales y sociales de lo que técnicamente se denomina “pueblo”, la gente “de abajo”, la gente de “la periferia”, la gente que no cuenta para los aparatos de poder, de producción y de exclusión; y cuantos, por pertenencia o por opción de clase, son sus aliados: afrodescendientes, indígenas, mestizos, mulatos, blancos, campesinos, habitantes de las selvas, citadinos, pobladores barriales, periferias de la economía, la política y la cultura, poblaciones de las diversidades sexuales y de género, hombres y mujeres, niñas, niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos, laicos, sacerdotes y religiosas, creyentes y no creyentes, obreros, empleados, maestras y maestros, mujeres y hombres con y sin formación académica, personas individuales y organizaciones sociales, políticas y culturales. Todas y todos están llamados a pertenecer y a hacer caminada común con nuestros ideales de una nueva humanidad.
La MEP es un movimiento de base
Adoptamos el concepto de “base” cuandoasumimos que nuestra sociedad capitalista de mercado, burguesa, de poder concentrado en pocas manos, antidemocrática y antievangélica, se ha construido desde hace siglos en forma de pirámide en cuya cúspide están los ejércitos, los dueños de los medios de producción, los dueños de los medios de comunicación, del capital, y en cuya base, la parte más ancha, abajo, está el pueblo empobrecido. Esa pirámide social se mantiene y perpetúa por el sometimiento del pueblo que configura su base y por la decisión de los pocos de arriba de conservar su poderío a fuego y sangre.
La MEP opta por configurarse como un movimiento de base, es decir, como un movimiento que convoca, articula, da cohesión y hace fuertes a los sectores populares creyentes de la base de la pirámide social.
La MEP es macroecuménica
Pedro Casaldáliga, obispo, poeta, profeta y teólogo de la liberación, ahonda osadamente en la radicalidad del término ecumenismo y en las implicaciones del mismo en los históricos procesos de liberación. Casaldáliga propone que el ecumenismo sea entendido y promovido como macroecumenismo, es decir, desde una perspectiva de articulación exhaustiva y radical, más allá de las confesionalidades políticas o religiosas, más allá de las barreras que se implican en los dogmas y en las disciplinas de partido, de movimiento o de religión, más allá de los cultos, ritos y liturgias, de las tradiciones y de los ordenamientos jerárquicos de las iglesias y de los partidos; en suma, ir más allá de las iglesias, los partidos o las facciones y construir movimiento (1).
La MEP quiere configurarse con un rostro, unas miradas y una apertura macroecuménicas por las siguientes razones: 1) Porque nos motiva a trabajar por la paz el compromiso de proclamar buenas nuevas de paz a la humanidad y a toda la creación; 2) Porque el trabajo por la paz está sustentado en experiencias de comunidades que sufren la violencia del conflicto y buscan construir alternativas de vida; 3) Porque la búsqueda de la paz incluye una gran diversidad de formas organizativas, estrategias y acciones que valoramos como un gran potencial para aportar al movimiento socialde paz en Colombia; 4) Porque los principales temas en los cuales está enfocado el trabajo por la paz son: la no violencia, los derechos humanos, la búsqueda de justicia, la incidencia, la reconciliación, el perdón, la recuperación de la memoria y el acompañamiento a las comunidades (2).
La MEP es ancha como la geografía colombiana, es abrazo y celebración
La MEP tiene bien claro que su vocación y su acción no se agotan ni en las ciudades capitales ni en las ciudades principales y que, al contrario, su acción debe hacerse desde las periferias hacia los centros, en especie de opción evangélica con fuerza centrípeta. Es por eso que estamos promoviendo el III Encuentro Nacional Ecuménico por la Paz. Lo celebraremos en Medellín entre el 14 y el 16 de noviembre; unas mil personas venidas desde todas las geografías de la fe y del compromiso, desde todas las geografías del suelo colombiano y desde todas las acciones a favor de la paz urgente nos daremos cita allí. En la celebración de “Memoria, martirio y testimonio” haremos más fuerte y decidida nuestra fe. En el abrazo contaremos al mundo que algo nuevo está naciendo en esta Colombia de la paz ausente. Porque, y esto es esencial en nuestra fe, ¡en medio de la muerte florece la vida!
1 Casaldáliga, Pedro y Vigil, José María. Espi-ritualidad de la liberación. Biblioteca virtual de www.servicioskoinonia.org/biblioteca
2 Mesa ecuménica por la paz. Desafíos para el movimiento ecuménico ante una salida negociada al conflicto armado en Colombia. Bogotá, junio 27 y 28 de 2012.
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