Capítulo 6
Está oscureciendo cuando Marlowe sale de la oficina del decano. La luz que comienza a extinguirse forma extrañas figuras contra la pared de las fotografías del corredor. Marlowe siente a ambos lados la mirada inquisitiva y un tanto diabólica de los filósofos, lo que le produce una sensación poco confortable. La sensación de extrañeza aumenta cuando ve hacia la derecha un bulto apenas perceptible, escondido atrás de una puerta de madera. El bulto mueve una de sus manos y se pierde en las sombras. Marlowe lo sigue sin pensar demasiado. Detrás de la puerta de madera hay una sala de estudio en penumbra con varias mesas ubicadas lado a lado, cada una con una pequeña lámpara simétricamente localizada en la esquina superior derecha. Todas las mesas están vacías. Hacia el fondo, al lado de una estante con libros gruesos de tapa oscura el bulto le hace señas para que se aproxime. Marlowe observa rápidamente hacia los lados y con una mano en el bolsillo le quita el seguro a su arma. Al acercarse se da cuenta que envuelto en un sobretodo gris, tapándose casi toda la cara, está el mismo joven que había salido un poco antes de la sala del decano. “¿Por qué tanto misterio?”, pregunta Marlowe. “Hable bajo, por favor”, dice el joven con una expresión de pavor en el rostro. “¿A qué le tiene tanto miedo?”. “Esto no es un juego, detective. Mi vida puede estar en riesgo por hablar con usted”. “Veamos si es verdad”. “Es sobre el asesinato del profesor Zubiria”. “¿Sí?”, dice Marlowe escéptico. “Yo sé quién está detrás de su muerte”. “¿Y por qué está tan seguro?”. “Porque él mismo me lo dijo, días antes de su muerte en…”. Se escucha un ruido a lo lejos, como de un vaso que se rompe contra el piso, lo que hace temblar un poco más al joven. “Tranquilo”, le dice Marlowe, “continúe”. “El profesor Zubiria estaba a punto de denunciar al Club del Fuego del Infierno y me confesó que su vida corría peligro.” “¿El Club del Fuego del Infierno, está bromeando?”. “No, no es ninguna broma. Así se hacía llamar el grupo de DeQuincey”. Otra vez De Quincey, pensó Marlowe, algo no andaba bien. “¿Y qué clase de grupo es ese?”. “No lo sé exactamente, Zubiria no me lo dijo. Pero dijo que lo que hacían era antiético y peligroso.” “¿Qué más sabe usted del grupo?”. “Sé que hay gente muy importante involucrada, intelectuales, políticos, militares. Se reúnen una vez por semana. Aparentemente es un grupo de estudios pero no sé cuál es su objeto”. “¿Y por qué un grupo de estudios de filosofía iba a ser tan peligroso. Me parece que está jugando conmigo joven y créame, no me gusta para nada que jueguen conmigo”. “No estoy jugando detective. No sé por qué sería peligroso, sólo le digo lo que el profesor Zubiria me dice”. Marlowe pensó que el joven decía la verdad, era demasiado nervioso e ingenuo para estar inventando todo. “¿Sabe usted dónde se reúne el grupo?”. “No, no lo sé y Zubiria no me lo dijo”. “Está bien”, dice Marlowe, “agradezco su colaboración”. “Un momento”, dice el joven, tomando a Marlowe por el brazo. “No me puede dejar aquí, necesito protección policial, un arma, algo…”. A Marlowe la actitud de aquel joven comenzaba a irritarlo. Con un movimiento brusco soltó su brazo, le dio un golpe en el rostro con la mano abierta y lo sacudió
Conferencia Williams Primera parte
“Damas y Caballeros, he tenido la honra de pronunciar en esta fría noche bogotana la conferencia anual Williams sobre el asesinato considerado como una de las bellas artes. En primer lugar quiero agradecer al comité por haberme elegido este año para tan importante tarea. Espero sinceramente estar a la altura de sus expectativas. Especialmente me siento muy honrada de hablar hoy en presencia de uno de nuestros principales maestros y conocedores, el señor Thurtel.” [Los miembros del comité aplauden e inclinan un poco la cabeza en señal de respeto hacia Thurtel. Thurtel devuelve el saludo con otra leve inclinación de cabeza]. “Déjenme comenzar estas palabras esta noche refutando algunas acusaciones que nuestra sociedad ha recibido recientemente”. [Algunos miembros del comité observan de reojo hacia la esquina de la sala donde el profesor está sentado junto a su esposa]. “Se ha dicho que las actividades de nuestra sociedad poseen un carácter inmoral. ¡Inmoral! Damas y caballeros. ¿Puede haber una acusación más absurda? Aunque parezca innecesario decirlo tendré que recordar algunos de nuestros principios básicos. Afirmo en voz alta, como creo que es el sentimiento general de nuestra sociedad, que el asesinato es una línea de comportamiento inconveniente y no dudo en afirmar que cualquier persona que comete un asesinato debe seguir formas de pensar incorrectas y principios equivocados”. [Se escuchan algunos murmullos en la sala y gestos de aprobación]. “El asesinato, queridos amigos y amigas, como todo en este mundo posee dos maneras de aproximación y de entendimiento. El asesinato puede ser comprendido desde un punto de vista moral, lo que sucede con demasiada frecuencia y constituye, en mi opinión, su lado más débil. O el asesinato puede ser tratado estéticamente, es decir, en relación al buen gusto. Cuando un asesinato está en el tiempo futuro que está a punto de llegar –no ejecutado, ni siquiera siendo ejecutado sino apenas próximo de ser ejecutado– y un rumor sobre él llega a nuestros oídos, tratémoslo moralmente. Pero supongamos que terminó, que ya fue ejecutado, es un hecho consumado. Supongamos que el hombre o la mujer asesinados ya no sufren más y que el villano que realizó el acto desapareció, veloz como una flecha. Supongamos también que hicimos hasta lo imposible por tratar de detener al villano pero no lo conseguimos. ¿Cuál sería, queridos colegas, después de este momento, la utilidad de cualquier uso de la virtud? Ya bastante fue dado a la moralidad. ¡Llegó la vez del Gusto y las Bellas Artes! [Al terminar la frase hay una explosión de júbilo entre los presentes. Con excepción del profesor que continúa con el rostro tenso en el fondo de la sala].
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