La principal evaluación científica sobre el fenómeno global del exterminio apícola concluye que no hay pruebas suficientes sobre los efectos nocivos de los plaguicidas en abejas al aire libre. Dos de sus investigadores trabajan para Bayer y Syngenta.
MADRID. -Las desapariciones masivas de abejas y otras especies polinizadoras en todo el mundo traen de cabeza a la comunidad científica. Desde hace prácticamente dos décadas, cuando aparecieron los primeros casos, agricultores y apicultores han visto cómo año a año millones de estos insectos -imprescindibles para la supervivencia del 75% de los cultivos alimentarios del mundo- se desorientan y mueren sin aparente explicación. El misterio ha inspirado un buen número de investigaciones científicas tratando de desvelar las causas detrás de este fenómeno, que afecta sobre todo al sur de Europa y a Norteamérica, pero los resultados han sido diversos, cuando no polémicos.
Ahora el IPBES, una plataforma formada por más de mil expertos en diversidad biológica y ecosistemas de 124 países impulsada por la ONU, ha elaborado por primera vez un informe que aglutina las principales conclusiones de los trabajos científicos realizados hasta la fecha sobre este exterminio y propone soluciones para evitarlo.
El documento, Evaluación temática sobre polinizadores, polinización y producción de alimentos, que será publicado en los próximos días, considera que el descenso de las poblaciones obedece a una “diversidad de factores”, en su mayoría derivados de la actividad humana, como los cambios de uso de la tierra, las prácticas agrícolas intensivas, el uso de plaguicidas, las especies exóticas invasoras, los patógenos o el cambio climático.
“La vinculación explícita del declive de los polinizadores con un factor o una combinación de factores directos es limitada por la disponibilidad o complejidad de los datos, aunque una gran cantidad de casos individuales de estudios en todo el mundo sugiere que estos factores directos a menudo afectan negativamente a los polinizadores”, dice el informe, al que ha tenido acceso este diario.
Gran parte de la controversia en torno a la muerte de las abejas apunta directamente sobre los pesticidas. En concreto sobre los neonicotinoides, uno de los tipos de insecticidas más usados del mundo, que los grupos ecologistas, asociaciones de agricultores, investigaciones científicas e instituciones como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria consideran una amenaza para estos insectos. En 2013, la Unión Europea restringió el uso de tres de ellos (clotianidina, tiametoxam e imidacloprid) por el daño a las colmenas.
El informe del IPBES no es igual de concluyente en este sentido. Aunque reconoce que los insecticidas tienen “una gama de efectos letales y subletales” en las abejas, los investigadores argumentan que sólo se ha demostrado en los experimentos controlados y no en situaciones reales al aire libre y asegura que estos últimos, en cualquier caso, tienen “evidencias conflictivas”. Creen además que la principal causa de las muertes en las abejas de miel que son criadas por apicultores son las plagas y enfermedades.
Las conclusiones son muy parecidas a los argumentos de la industria. El informe, de hecho, ha despertado las críticas de un grupo de científicos que expresaron su preocupación al secretario del IPBES por un posible “conflicto de intereses”, según desveló el diario francés Le Monde. Dos de los capítulos claves del texto, el que habla la diversidad de los polinizadores y el de las causas de su declive, han estado a cargo de dos científicos que son a su vez empleados de Bayer y Syngenta, los dos principales productores de insecticidas neonicotinoides. Público preguntó a IPBES dos veces sobre el asunto, pero no obtuvo respuesta.
“Los plaguicidas no son la única causa, pero dada la urgencia que tiene actuar para salvar a las abejas hubiéramos esperado más contundencia en el informe contra estos químicos”, dice Luís Ferreirim, responsable de Agricultura de Greenpeace.
La ONG ecologista lleva tiempo denunciando las muertes de abejas a consecuencia de los pesticidas en España, uno de los países más afectados por el fenómeno. Sólo hace 15 días, la organización alertaba de la muerte de centenares de miles de ejemplares en Valencia, Murcia y Andalucía coincidiendo con la fumigación de árboles de floración temprana como melocotoneros y nectarinos.
Las conclusiones del IPBES son importantes porque el informe pretende servir de guía para orientar las políticas públicas que pongan fin al problema. Aunque los investigadores no recomiendan la prohibición de los pesticidas de ningún tipo, sí aconsejan moderar su uso y optar por soluciones alternativas como la agricultura ecológica. Otras recomendaciones son mejorar la cría de las abejas melíferas gestionadas para evitar las enfermedades y plantar franjas de flores silvestres.
Una grave amenaza para la alimentación mundial
Las abejas son de largo las más afectadas, pero el informe advierte también de la alarmante desaparición de otras especies responsables asimismo de la reproducción vegetal, como el 16,5% de los polinizadores vertebrados (aves y murciélagos) que se encuentran en peligro de extinción; o el 40% de los invertebrados amenazados, sobre todo abejas y mariposas, pero también moscas, polillas, avispas y abejorros.
“Las evaluaciones regionales y nacionales realizadas indican la existencia de una grave amenaza. Muchas abejas y mariposas silvestres han disminuido en abundancia, frecuencia y diversidad a escala local y regional en el Noroeste de Europa y Norteamérica. Los datos para otras regiones y otros grupos polinizadores son por ahora insuficientes para sacar conclusiones generales, aunque se han reportado casos de disminuciones locales”, dice el grupo de investigadores, copresidido por la Dra. Vera Lucia Fonseca, de la Universidad de São Paulo, y el Dr. Simon Potts, de la Universidad de Reading, en Reino Unido.
La función que desempeña este grupo de animales es esencial. El 90% de las plantas con flores depende de ellos para sobrevivir y son responsables, al menos en parte, del desarrollo de más de las tres cuartas partes de los cultivos mundiales. Su incidencia es vital para la existencia de alimentos tan básicos como frutas, verduras, semillas, frutos secos y aceites; e influyen directamente sobre una agricultura que mueve al año entre 235.000 y 577.000 millones de dólares.
Y su importancia va en aumento. En el último medio siglo los cultivos que dependen de los zoopolinizadores se han incrementado un 300%, aunque el informe advierte de que su crecimiento y rendimiento es menor que el de los cultivos no dependientes.
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