Home » Una breve idea

Una breve idea

Una breve idea

Estamos viviendo una época que, a diferencia de toda la historia de Occidente, está comenzando a ver la realidad y la naturaleza en términos de simetrías. Una idea que, a decir verdad, aún no permea enteramente a las ciencias sociales y las ciencias humanas.

 

Desde luego que siempre es posible rastrear ideas, huellas, orígenes, semillas y trazos anteriores a prácticamente cualquier nueva idea. Los más conservadores lo saben: todo se trata de vino viejo en tonel nuevo. Los menos conservadores, sin embargo, identifican trazos anteriores, pero se lanzan al descubrimiento de nuevas islas y continentes.

Sin ambages, cabe decir que toda la historia de Occidente —con algunas notables excepciones— consistió en un modo singular de ver el mundo, la sociedad y la naturaleza. Dicho de manera general, Occidente pensó y vivió siempre en términos de asimetrías.

Precisamente por ello, el modo de pensamiento fundamental se centró siempre en dos guías: la búsqueda de la causalidad, y el análisis. La consecuencia fue la visión jerárquicamente estructurada de la realidad entera. Las asimetrías se traducen en muchos ámbitos y lenguajes. Se trata, por ejemplo, de la asimetría en toda la historia entre hombres y mujeres, y entre ser humano y naturaleza. La naturaleza misma fue vista siempre en acuerdo al propio modo de organización de la sociedad humana, y se habló entonces de la existencia de reinas y obreras, de reinados y pueblo. Como en el caso de las abejas, o de las hormigas, por ejemplo. Pero esta idea se extendió a todos los ámbitos del conocimiento.

La asimetría comportó como forma de vida la visión de la existencia como lucha y combate, como costo–oportunidad. En fin, la noción misma de asimetría implicó la noción de centro y la de periferia, siendo esta última secundaria y accesoria. En la vida siempre hay que subir, se dijo, y siempre hay que andar lejos. Las nociones mismas de distancia, tiempo y velocidad, acaso los cimientos de la mecánica clásica, asumieron por lo menos tácitamente la idea un universo esencialmente asimétrico. Un universo en donde las velocidades eran la marca diferencial. Y la sociedad se organizó, desde la Grecia antigua, alrededor de juegos competitivos.

Desde luego que hubo excepciones a esta regla. En términos culturales, la más eximia de las excepciones fue naturalmente el Renacimiento, un periodo consistente, por lo demás, en una forma de pensamiento y de trabajo no–analítico, y sí sintético. En escalas micro, hubo artistas y pensadores, escuelas y movimientos incluso que se dieron a la tarea de ver el universo y todas las cosas en términos de armonías, de correspondencias y correlaciones —tres formas diferentes de apuntar a la simetría.

Sin lugar a dudas, la gran puerta que abre al conocimiento y a la vida, al estudio y vivencia de simetrías son las matemáticas en general, y la geometría en particular. De manera puntual, ello sucede no precisamente en el marco de la geometría que prevaleció siempre, la de Euclides, sino a partir de la emergencia de geometrías no–euclidianas y todo lo que ellas comportaron. En este sentido, un antecedente claro de las simetrías fueron las series de Fibonacci, descubiertas alrededor del siglo XII–XIII, pero plenamente entendidas y aprovechadas, tan sólo en el curso del siglo XX. La cultura es determinante para apreciar el valor de una idea o descubrimiento. En este sentido exactamente, muchos artistas, matemáticos, científicos o filósofos, por ejemplo, se antecedieron a su propia época.

La noción de simetría constituye, sin la menor duda, uno de los ejes axiales de la emergencia de un nuevo tipo de ciencia y de una visión perfectamente distinta de la realidad y la naturaleza. Las simetrías implican la identificación y búsqueda de patrones, antes que de causas y efectos. Pero quien dice patrones, afirma igualmente, y ante todo, el primado de la belleza.

En verdad, un universo asimétrico es un mundo colmado de fealdad, en el que la belleza constituye una excepción. En contraste, el descubrimiento de simetrías pone de manifiesto que la belleza se erige como criterio de verdad. Ayer era la contrastación y la verificación, y con ellas, la idea misma de falseación, que son formas de discriminación, combate y análisis. La idea de simetría pone abiertamente sobre la mesa el significado de relaciones y correlaciones, de transformaciones geométricas y síntesis.

Corresponde, grosso modo, a la ciencia del siglo XX, y hasta la fecha, el trabajo y el uso creciente de simetrías. Las simetrías discretas de espacio tiempo tanto como las teorías de supersimetría en un plano. En otro, la espectrocopía y la cristalografía, conjuntamente con las síntesis químicas. En un plano adicional, aparecen las nociones de empatía y de simpatía, de diálogo y de cooperación. En otro espacio diferente, la noción de mosaicos permea buena parte de la sociedad y la vida. En matemáticas, definitivamente que desempeñan un papel cada vez mas protagónico y siempre, siempre hay que hacer referencia a la música. Incluso en literatura, la emergencia ocasional de los palíndromos no es indiferente a esta nueva ola. Por mencionar tan sólo algunos casos.

Estamos viviendo una época que, a diferencia de toda la historia de Occidente, está comenzando a ver la realidad y la naturaleza en términos de simetrías. Una idea que, a decir verdad, aún no permea enteramente a las ciencias sociales y las ciencias humanas. Y, por consiguiente, a las formas de organización que se siguen de ellas.

En general, las ciencias y disciplinas no aprenden porque quieren, como los seres humanos, por lo demás. Bien visto, de base, el aprendizaje no es una oportunidad, sino una exigencia de la existencia misma, o de la evolución. Pues son numerosas las especies, los organismos, las personas y las organizaciones que no aprenden. El aprendizaje se erige así como la condición misma para la adaptación, y ésta es el resultado de mecanismos de selección, estadísticos, de autoorganización y varios otros.

Pensar el mundo y vivir la vida en términos de simetría. Una idea novedosa que comporta el aprendizaje de lo mejor de la investigación de punta alrededor del mundo. Sin grandilocuencias, sin que apenas lo percibamos, se está produciendo una revolución en el pensamiento. Las simetrías, una experiencia en las que lo verdadero se nutre de lo bello, y se fortalece y hace posible. Y con la belleza, una forma de experiencia no jerárquica ni analítica. Una breve idea.

 

Videos relacionados:

Noticiero “Ciencias de la complejidad”

Director: Carlos Eduardo Maldonado

Información adicional

Autor/a: Carlos Eduardo Maldonado
País:
Región:
Fuente: Palmiguía

Leave a Reply

Your email address will not be published.