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Bogotá, Universidad Central. ‘Un nuevo plan de negocio’ deforma las Ciencias Sociales, Humanidades y el Arte

Bogotá, Universidad Central. ‘Un nuevo plan de negocio’ deforma las Ciencias Sociales, Humanidades y el Arte

Pese a la gran cantidad de anuncios realizados por las universidades privadas a favor del conocimiento y su promoción, resulta desalentador constatar cómo, con cada decisión o transformación nos recuerdan que la idea del negocio y la mercantilización es su propósito central con la educación superior.

Transcurría el mes de septiembre del año 2017 y el ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas y el presidente de la Financiera de Desarrollo Territorial S. A. (Findeter) Rodolfo Zea, informaban a la opinión pública la aprobación de más de $140.000 millones de pesos en créditos subsidiados para universidades en Bogotá, ente ellas la Central y la Javeriana. Para ese entonces a la Universidad Central ya le habían desembolsado $39.000 millones de pesos, aparte de los recién aprobados. Entretanto, el gobierno nacional, ‘muy amablemente’, se comprometió a subsidiar la tasa de interés de dichos créditos, por supuesto, sin ningún ‘interés’ de por medio.

Bofetada al arte y al sujeto artístico

A finales de 2019 varios estudiantes de la carrera de Arte Dramático de la Universidad Central (en convenio con el Teatro Libre) manifestaban una preocupación colectiva: van a acabar con el programa. En efecto, para diciembre del año mencionado la administración de ese centro de estudios ya había tomado la decisión del cierre de la carrera, no obstante no lo comunicó de manera oficial, ¿por qué?, aún se espera respuesta a esa pregunta y a muchas otras. ¿Por qué si los estudiantes son uno de los principales motivos de la misionalidad de una institución, como una universidad, no los tienen en cuenta al momento de tomar decisiones tan relevantes como el cierre de un programa académico?

Con tardanza, en febrero de 2020, solo dos meses después de tomada la decisión, fue oficial el cierre de dicho programa. La razón principal era de tipo financiero según lo expresado por el vicerrector académico Óscar Herrera: “desde 2015 se vienen presentando problemas”; las directivas de la Universidad mencionaron un déficit aproximado a los $8.000 millones de pesos. La ola de incertidumbre crecía: ¿qué pasará con los estudiantes que recién ingresan a la carrera de Arte Dramático? La garantía para que culminen sus estudios fue la respuesta de la Universidad. ¿Luego de semejante decisión uno sigue estudiando (hasta culminar) con el mismo empeño?, ¿qué tanto fue el esfuerzo de la Central para enfrentar tal déficit?

Zancadilla a las ciencias sociales, a las humanidades y al arte

El Departamento de Investigaciones de la Universidad Central (Diuc), hoy Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos (Iesco), creó en 1998 el Centro de Documentación Especializado en Ciencias Sociales (CDE) con el propósito de tener un soporte documental y brindar una herramienta para la gestión del conocimiento; todo en pro de contribuir al desarrollo de carreras de pregrado, así como carreras de posgrado.

El Iesco se convertió en un núcleo para las Ciencias Sociales, las Humanidades y el Arte tanto a nivel nacional como internacional; la reunión de destacados investigadores en sus instalaciones, para llevar a cabo numerosas tertulias de tipo académico, dan fe de ello. Y ni hablar de la numerosa colección que reposa en este instituto: cerca de 200 materiales de tipo audiovisual; 3.300 libros y documentos especializados en la colección general; alrededor de 4.500 textos presentes en la colección Virginia Gutiérrez de Pineda y Roberto Pineda Giraldo, incluyendo trabajos inéditos; aproximadamente 150 materiales enriquecen la hemeroteca, incluyendo algunos de tipo internacional; informes finales de investigación, antes de que estos pasen a las editoriales.

A su vez, por parte de la Revista Nómadas (revista del Iesco), se llevaron a cabo seminarios de tipo nacional e internacional con invitados de lugares como Popayán, Medellín, Alemania, México y Argentina, lo que posibilitó el reconocimiento del instituto y el intercambio de diversos saberes y experiencias. No está de más decir que esta revista se encuentra registrada en bases de datos internacionales como Redalyc, Scopus, Dialnet, entre muchas otras, y cada uno de los procesos de investigación contribuyen a mejorar la comprensión frente a diversos temas, por eso es tan necesaria la consolidación y preservación de este tipo de instituciones.

Ahora bien, el Iesco se ha sobrepuesto a varias ‘zancadillas’ interpuestas desde su creación: entre ellas la reducción de grupos de investigación, pasando de siete grupos a cuatro, tras el argumento que si se tienen cuatro grupos es más factible posicionarlos en entidades como Colciencias. No ha sido tarea fácil para el Iesco demostrar, a lo largo de muchos años, que merece continuar firme y con apoyo de su propia casa: la Universidad Central. Buscar alternativas de financiación e incluso estrategias de mecenazgo tampoco será tarea fácil, sin embargo, propone un panorama más humano (y abierto al conocimiento) y menos utilitario, pese a las condiciones del capitalismo cínico que se vive actualmente.

El golpazo final

En medio de la polémica por el cierre de la carrera de Arte Dramático, la Universidad Central, en cabeza del rector Jaime Arias, continúa adelantando una serie de transformaciones justificadas bajo los argumentos de hacer frente a las próximas acreditaciones y, en general, mejorar la economía de la Universidad. Con el vicerrector académico y los integrantes del Iesco se habían llevado a cabo varias reuniones en las que se informaba que el instituto tendría reformas, pero que se tuviera total calma ya que este iba a seguir en pie, justamente, por su relevancia y trayectoria. Por tal razón, desde el Iesco se empezó a trabajar en varias propuestas para mejorar en sus procesos de investigación.

Pero tras un mes de realizadas tales reuniones, en las que había quedado claro que el instituto continuaría, a través de un correo se comunicó que el Consejo Superior había decidido prescindir del Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos. ¿Por qué un mes antes se daban ‘tres golpecitos en la espalda’ a aquellos que conforman el Iesco, para luego sacar una resolución tan contundente?

La sorpresa fue tal que no se pudo reaccionar ipso facto y más teniendo en cuenta la pandemia del covid-19. Lo decidido parece aludir a aquellas leyes aprobadas mientras el pueblo anda entretenido con un partido de fútbol… Acá el lío es el momento en que se toman las decisiones y que la comunicación se vuelve unidireccional o vertical: “unos ordenan y otros obedecen”.

Algunos ‘contentillos’ expresados hasta el momento: ahora va a funcionar una “Dirección de investigaciones” pero no enfocada a las Ciencias Sociales sino para toda la Universidad y, presuntamente, solo se llevarán a cabo procesos de investigación con financiamiento externo. La decisión es clara: prima la rentabilidad. Lo que permite interrogar, ¿acaso no es muy reduccionista pensar que la educación superior o que una universidad no es más que una máquina para hacer dinero?, ¿en este punto las Ciencias Sociales continúan con un rostro definido dentro de la Universidad Central o este se va desdibujando poco a poco en función de lo económico?

Ante lo decidido, la indignación no se hizo esperar y varias instituciones, personas naturales, científicos sociales y demás agentes, tanto a nivel nacional como internacional, manifestaron su descontento por el golpazo recibido por el Iesco y por cada una de las personas que ha trabajado o participado en el. Si en algún momento de la historia el Iesco mereció la categoría de “instituto” fue –tal como lo mencionan algunos de sus trabajadores– en aras de reconocer su trayectoria y las ganancias simbólicas (y en su momento económicas) que ha dejado a la Central. Si se atenta contra las humanidades, ¿cómo se pretende seguir educando a las personas con el discurso que enaltece la cultura humana?
Incertidumbre

Si revisamos la etimología de “universidad” indica “todo”, “entero” y “universo”. En ese orden de ideas cabe preguntarse qué tan bien se ha gestado el proceso de comunicación entendida esta como la común-acción de una comunidad (en este caso académica) y no de unos pocos defendiendo intereses particulares o de élite. Mientras esto sucede, da la casualidad que la edición número 52 de la Revista Nómadas (publicada a mediados del año 2020) se enfoca en el tema de la discapacidad, lo que permite preguntar si este tipo de decisiones, sin oportunidad abierta al debate, no terminan siendo una forma de “discapacitar” al otro ya que, finalmente, se disputa en un escenario donde las decisiones son verticales. “Nos sentimos violentados, engañados e instrumentalizados”, es lo que resuena desde el Iesco, y ahora la proxémica pasa a teñirse en incertidumbre a medida que surgen más preguntas: ¿qué pasará ahora con la maestría en Investigación en Problemas sociales contemporáneos, gestado desde el Iesco?

Se señala en la última edición de la Revista Nómadas que “El cierre del Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos […] es el debilitamiento de un proyecto académico en el país y la región que ha acogido voces pensantes, y sintientes comprometidas con la transformación de nuestras realidades”. No queda más que preguntarse sobre ¿cómo rehabilitar miradas radicales que se proyectan en torno a las Ciencias Sociales, las Humanidades y el Arte?, ¿cómo llevar esa lucha en la que día a día más actores sociales se vuelven cómplices de un ‘nuevo plan de negocio’ que aplasta la pluralidad, la polifonía y pretende mantener a la investigación en “cuidados intensivos”?

 

 

 

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Información adicional

Autor/a: Tatiana García Rivera
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: Periódico desdeabajo Nº274, noviembre 20 - diciembre 20 de 2020

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