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¿Cómo se construye la identidad campesina?

¿Cómo se construye la identidad campesina?

Esta entrevista nace de la conversación con campesinos sobre la identidad y la economía agraria, junto al profesor Darío Vélez*. En talleres que tuvimos bajo su coordinación no tuvimos la oportunidad de profundizar en los tres elementos, que según Vélez son constituyentes de la identidad campesina: la libertad, la creación y la autodeterminación, así como algunas prácticas colectivas.

Como parte de una prolongada relación con comunidades campesinas, surgen ideas e inquietudes sobre su identidad, cultura y ser social. Las inquitudes, sobre todo, brindan motivos para el estudio y para el intercambio de ideas, buscando siempre encontrar luces que permitan ahondar el relacionamiento comunitario y territorial. Inquietudes abiertas al mundo académico y los retos que tiene para una mejor y/o más profunda comprensión de este importante sector de nuestra sociedad.

Wilmar Castillo (WC): ¿Quisiera que explique por qué la libertad, la creación y la autodeterminación son fundamentales en la identidad campesina?
Darío Vélez (DV): Siempre me he preguntado cuál es el asunto de las formas de producción campesina, qué hay allí de fondo. Fíjese que siempre lo relacionamos con la parte de la política, del amor a la tierra, de su trabajo como agricultores, pero digamos que ese es el estereotipo, es como los vemos en la sociedad pero, ¿qué hay en el fondo?, ¿qué sustenta esa terquedad de mantenerse en esa forma de vida?

¿Qué es lo que hace que se mantengan en tal labor? Dicen algunos que es una filosofía y una forma de vida; la antropología, por ejemplo, lo ha visto así, dándole más realce a este aspecto que a las relaciones económicas.

Hay mucho trabajo de campo que nos ha permitido acumular evidencias a través de testimonios, especialmente a través de la vivencia con ellos, con respecto a lo que los motiva a seguir en esa forma de vida, en esa forma de producción. Entonces, escarbando, buscando y siempre con la mirada atenta sobre los escritos y sobre las experiencias y trabajo de campo que nos permitan ahondar en la comprensión de este fenómeno, encontré textos de la profesora Sandra Ortiz, licenciada en psicopedagogía y vinculada a la Universidad de Rio Cuarto del Sur.

WC. ¿Sobre qué escribe ella?
DV. Encontré su artículo sobre “El concepto de hombre” en Marx, y al revisarlo vi allí una cosa muy importante con respecto a la identidad campesina: lo que plantea Marx, y analiza la profesora, es que, lo digo en mis palabras, el trabajo es lo que hace al ser humano, es decir la vida cobra sentido como ser humano en la medida en que desarrollamos una actividad que nos permita ser.

Decía Ortega y Gasset, un filósofo de ideología contraria a Marx, que mientras los animales nacen sabiendo que hacer el ser humano nace con la vida vacía. Es una cuestión angustiante, y es el ser humano en su desarrollo ideológico el que va determinando con qué quiere llenar su vida, es decir, el humano se construye así mismo. El que hacer es lo que define al ser humano; es el ser humano el que define su razón de ser.

WC. ¿La relación con la tierra y su entorno define al campesino?
DV. Claro. El campesino, como el resto de humanos, tiene la oportunidad de hacerse a sí mismo, lo hace a través de su obra que es su producción, su parcela, su finca, y allí va creando la manera cómo se relaciona con la naturaleza y con otros seres humanos, él va creando su conocimiento, es lo que se conoce como una relación de coevolución con la naturaleza.

Aquí viene lo más importante: lo que él hace va tomando significado, y en la medida que esto sucede se transforma así mismo. En economía y sociología se habla del valor de cambio y el valor del uso, y lo que el agricultor realiza tiene valor de uso. El no solamente logra establecer su producción, por ejemplo, de cerdos, de conejos, de maíz o frijol, sino que la misma tiene un sentido simbólico para él, porque cuando ve el fruto de su labor sabe cuántas horas de trabajo ha invertido allí, sabe cuáles son las dificultades y la satisfacción que le produce lograr un resultado de una cosecha.

Esto puede ampliarse a otras muchas circunstancias, por ejemplo, cuando ve que las aves siguen viniendo a su finca como resultado de una medida por él tomada, que él creó o que otro campesino le compartió, entonces obtiene una satisfacción a través de su trabajo. En ese sentido hay libertad para buscar las relaciones con la naturaleza, las relaciones de trabajo y con los núcleos familiares, y dentro de su familia, para poder obtener lo que pretende, que no es solamente con la producción o con el manejo de los recursos naturales sino ver reflejada en ello su obra. Es todo esto lo que le permite libertad, creación y autodeterminación.

WC. Él todavía controla su labor, la vive como proceso integral…
DV. Así es. Diferente a la mayoría de trabajadores modernos, él conoce y domina en extenso todo su trabajo, en el que pueda haber creación y, por tanto, disfrute. Es muy distinto cuando hago algo puntual, algo que hace parte de una cadena productiva, realizado por orden de un jefe, lo que se vuelve repetitivo, mecánico, y por lo cual simplemente recibo un salario, labor en la cual el trabajo está expropiado del conocimiento total.

WC. Pero el campesino, aunque controla su trabajo al final también le expropian su fruto…
DV. Bueno, ese es el desengaño de los campesinos, cuando el mercado no le da el valor que ellos saben tiene el fruto de su labor; el mercado les expropia su trabajo, le expropia su creación y los engaña con unos precios que no reconocen su labor; lo que muchos economistas llaman la autoexplotación campesina, porque tienen que trabajar más para poder lograr unos precios o niveles de ingreso que les permitan complementar sus fuentes de vida, lo cual no es nuevo; lo que sí es novedoso es que los campesinos organizados logran cerrar los ciclos para que el mercado no les expropie su mano de trabajo.

Por ejemplo, ahora los campesinos cafeteros no le venden el café a la Federación de Cafeteros u otros grandes compradores, ahora registran su marca, entonces llegan al mercado pero en igual de condiciones, en la condición de cualquier productor capitalista: el mercado va a fijar el precio pero no se apropia directamente de su trabajo porque ya le han dado valor agregado.

El sentido de libertad, creación y autodeterminación es lo que en el fondo sustenta las luchas que libran por mantenerse, la lucha por la tierra, por políticas públicas, por no dejar de ser campesinos.

Hay un texto muy bonito de Herman Deli**, en el que se adentra en las metas. Una meta de la sociedad en que estamos es el consumo, el mercado impone su lógica y hay que consumir, por ejemplo, los tennis de marca. Por ello, desde la ideología y educación que nos dan en este sistema de consumo es muy difícil entender otra organización, otra forma de vida, pero en otro relacionamiento social donde el propósito es vivir bien mi meta no es competir, mi meta es tener libertad, es tener identidad, es tener un trabajo creador con el que me realice como ser humano.

WC: ¿A qué tipo de modelo social apunta ese que hacer, esa identidad, ese sentido de la vida del campesino?
DV: Es muy difícil saberlo, no lo veo claro, porque han subsistido desde antes del siglo XIX, pero digamos que en pese a ciertas dinámicas productiva, antes o con el neoliberalismo, ellos no le apuntan a un modelo de sociedad globalizado, y sí a profundizar en el territorio.

En Colombia tenemos entonces las Zonas de Reserva Campesina y los Territorios Campesinos Agroalimentarios, pienso y es hipótesis, uno de los problemas de los países que han tratado de transitar a otros modelos de organización social y política es que se quedan con el modelo económico del capitalismo y es muy difícil que en un sistema social que pretende ser solidario opere con reglas y lógicas de un sistema de producción competitivo y de mercado.
En los modelos de producción campesina, su economía no funciona con base en ese modelo económico competitivo, lo hace con metas y ¿cuál es la mía?, pues la identidad, la autodeterminación, la creación. Sé que se apunta a un sistema anticapitalista por el análisis de las relaciones sociales entre campesinos que no buscan la apropiación de la plusvalía –porque no se genera una plusvalía para ser apropiada por otros–; cuando otros la apropian eso se conoce como alienación, es decir me alejan de la obra que yo produje.

WC: ¿Cuáles son los retos que tiene el campesinado organizado para defender y consolidar la identidad, la territorialidad y su aporte al poder popular?
DV: Hay un reto muy importante, y es organizarse, por todo lo que significa y porque allí está la fortaleza para que puedan permanecer en los territorios. Otro reto es resistir desde lo que son, es decir desde su trabajo; el día que pierdan sus estrategias productivas –que se fundamentan en la diversidad–, su sistema cognoscitivo –fundamentado en su relación con la naturaleza, pero no de forma contemplativa, si no de aprender cómo hacer para que la naturaleza sea su aliada en la producción–, perderán su esencia.

Viene otro reto, politizarse –en el buen sentido de la palabra–, es decir ser consientes de lo que son, ser consientes del potencial que tienen, de su papel en la sociedad, de la injerencia en la sociedad por medio de las luchas. Pero si se pierde lo anterior, la politización no tiene sentido, porque ¿qué vamos a defender?

El reto es mantener su identidad, su autodeterminación, su creación, su creatividad, en el sentido expresado por Marx; hay una frase suya muy bonita, “existir como ser humano es tener conciencia de si mismo y ser capaz de tomar la decisión”, tenemos que ser consientes, y a partir de ahí dar las luchas que sean necesarias para poder mantener nuestra identidad.

WC: ¿Cuáles son los debates que se están dando hoy en la academia alrededor del campo y el campesino?
DV: A partir del 90 hubo un vacío muy grande sobre el tema de producción campesina y luego 15 años después se retoma el asunto, La memoria sobre la Anuc y su significado está casi borrada. Ahora me sorprende todo esto de agricultura familiar, sin memoria, aunque hay argumentos importantes, con pensadores que hay que escuchar, sin embargo cuando uno los lee y conversa es como si no existiera todo lo sucedido en los 60, 70 u 80, ni referencias ni pensadores de ese tiempo.

En el 2012 todo este movimiento de economía familiar entra con mucha fuerza por Brasil y por Chile y hacen un libro sobre economías familiares latinoamericanas y sobre Colombia el capítulo lo hace Absalón Machado y retoma todo lo que es la agricultura campesina y la pone ahí en agricultura familiar.

Ahora encontramos una serie de categorías y uno no entiende para dónde va el asunto; por ejemplo ¿quién hace el documento en el 2015 para que el Dane sepa quién es el campesino y con base en tales criterios haga la encuesta? Allí un vacío de estructuras, de análisis económicos, pues se van más por una parte descriptiva y no comprensiva del campesino, falta mucho análisis.

Bien, con el resurgir de los análisis marxistas se vuelve a la idea que ser campesino es un estado atrasado de las fuerzas productivas, que tienen que ser desarrolladas, y ahí también faltan estructuras de análisis. Si miramos desde afuera las formas de producción campesina y como se han mantenido, podemos acudir al análisis de otras ciencias, importantes, como la ciencia de la complejidad o la teoría general de sistemas. Recuerdo una conferencia a la que asistí por allá en el 96 sobre sistemas complejos adaptativos, en otro escenario completamente distinto, nada que ver con economías campesinas ni nada, estábamos hablando sobre la teoría general de sistemas, y viene un español y nos habla de sistemas complejos adaptativos, y apenas veo eso digo: ahí están las economías campesinas, los campesinos son sistemas complejos adaptativos.

Mira todos los debates que faltan por dar. Hay que construir las estructuras de análisis que tiene todo un desarrollo epistemológico, es decir ¿Cuáles son las estructuras de análisis con las que vas a bordar un fenómeno de estudio como las economías campesinas?

Sobre ello Víctor Toledo toma el metabolismo social rural y su modelo dimensional de intercambio con el medio natural conservado, utilizado, transformado, y el medio ambiente social de los mercados, esa es una estructura de análisis muy importante del metabolismo. Otra estructura de análisis que aborda los sistemas de producción es el de los medios últimos, medios intermedios, fines intermedios y el fin último; también el de los sistemas cognoscitivo de los medios de producción, los que no se han trabajado tanto como estructuras de análisis de las economías campesinas.

* Profesor Universidad Nacional, sede Medellín.
** Economía, ecología y ética, ensayos hacia una economía en estado estacionario, Fondo de Cultura Económica, México.

 

 

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Información adicional

Autor/a: Wilmar Harley Castillo Amorocho
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: Periódico desdeabajo Nº271, agosto 20 - septiembre 20 de 2020

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