El covid-19, un ser vivo regido por una dinámica no lineal. Con sus adaptaciones –cepas– realza cada día la vivacidad de la naturaleza. Según el Instituto Nacional de Salud, en Colombia hay 54 cepas del coronavirus circulando. A nivel mundial son más de 8.000. El proceso seguido es complejo e interactivo entre dimensiones biológicas, institucionales, económicas, humanas y culturales. El presente artículo estudia la dinámica e impactos del coronavirus en Colombia, a partir del paradigma de la complejidad, en comparación con su evolución mundial.
Pandemia al alza. Pero, ¿qué quiere decir la peste? Es la vida y nada más1. Tras más de un año de la catástrofe socioeconómica desatada por la pandemia por covid-19, el virus continúa su ritmo raudo, imprevisible e irregular, cambiando de un régimen periódico a otro caótico e incierto. Al pasar el tiempo, el virus arraiga con fuerza en la compleja cotidianidad de la especie humana.
La pandemia de covid-19 está en un “punto crítico”, alertó recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS), para quien la pandemia está creciendo de forma exponencial: “esta no es la situación en la que esperábamos estar a 16 meses del inicio de la pandemia, con medidas de control eficaces y con avances en el proceso de vacunación”. Después de que las curvas de infecciones y decesos por covid-19 bajaran por seis semanas consecutivas entre enero y febrero pasados, la OMS acaba de reportar la séptima semana consecutiva a nivel global de aumento de casos y la cuarta en término de muertes.
La segunda semana de abril de 2021 fue la cuarta con el número más alto de infecciones confirmadas desde que empezó la pandemia, con 4,4 millones de casos reportados a nivel mundial en siete días, frente a medio millón hace un año. Con respecto a la semana anterior, los casos de covid-19 aumentaron 9 por ciento y las muertes 5, según las cifras que maneja la Organización. Esto está ocurriendo mientras se han administrado hasta el momento 780 millones de dosis de vacunas, aunque con una enorme disparidad entre países ricos y pobres. “Esta pandemia está lejos de terminar”, advirtió el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus2.
Complejidad, turbulencia y caos. A pesar de que el comportamiento de un sistema parezca regular y ordenado en determinado intervalo de tiempo, puede ocurrir que efectivamente sea caótico y de repente muestre algunas características erráticas. La variación y aceleración de los ritmos o frecuencias de la ordenación periódica dan inicio a la turbulencia y es cuando empieza el caos. Cuando el sistema tiene un comportamiento periódico permite la elaboración de predicciones; si los parámetros se encuentran en la región caótica los modelos no posibilitan hacer predicciones. Para poder hablar de período el fenómeno debe ser repetitivo, esto es, periódico. En los sistemas complejos las leyes fundamentales son probabilísticas. El comportamiento de un sistema complejo, al que rigen leyes no lineales (las lineales se representan con una línea recta en el plano cartesiano), puede entenderse en términos de regiones periódicas y de regiones caóticas. La asociación entre las teorías de la complejidad y del caos se debe a sus planteamientos sobre procesos causales y no lineales y a sus comportamientos no deterministas.
La dinámica que rige la pandemia por covid-19 es no lineal. Es un sistema que puede pasar de un tipo de movimiento aparentemente ordenado, periódico y predecible a uno irregular e impredecible, esto es, caótico. El proceso seguido es complejo e interactivo entre dimensiones biológicas, institucionales, económicas, humanas y culturales (ver diagrama).
En los sistemas biológicos existe un variado número de ritmos. Los virus son seres vivos, por tanto la especie humana tiene que actualizar continuamente el conocimiento respecto a los cambios y bifurcaciones de la pandemia, adecuarse y adaptarse a estas estructuras disipativas (sistemas alejados del equilibrio) que dan nacimiento a estructuras espaciotemporales inéditas. Según el Instituto Nacional de Salud, hay 54 linajes del coronavirus circulando en el país; el virus muta de manera natural para adaptarse, precisamente es por eso que se dan los linajes, de los cuales en la actualidad existen más de 8.000 a nivel mundial.
Dinámicas heterogéneas. En 1903 el científico francés Henri Poincaré (1854-1912) escribió que pequeñas diferencias en las condiciones iniciales producen condiciones muy diferentes en los fenómenos finales. En efecto, bajo las mismas leyes, diferentes condiciones iniciales producen distintas evoluciones en el tiempo. Existe, adicional, un caos determinista: si en un sistema se produce una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande a corto o medio plazo. Es el famoso «efecto mariposa», donde lo aleatorio no está en contradicción con la dinámica. Es necesario agregar que la elección de unidades distintas de medición genera resultados distintos; sin embargo, cada observación tiene su propia razón, es decir, las mediciones no son completamente “objetivas”: al cambiar las escalas se transforman los objetos medidos, fenómeno estudiado por la teoría de los fractales, asociada a la teoría del caos. En general los sistemas biológicos son no lineales y se comportan caóticamente lo que les permite desarrollar su capacidad de adecuación y adaptación. Para que estos sistemas sobrevivan bajo nuevas circunstancias y ecosistemas tendrán que desarrollar estructuras fractales.
En concreción de esta dinámica, al comparar la situación de inficionados a causa del virus covid-19 por millón de habitantes se observa las significativas diferencias entre países del continente americano. En primer lugar se encuentra Estados Unidos (95.535) y Colombia ocupa el sexto lugar (50.009). A nivel mundial la cifra es de 17.462. Al cambiar de escala, al interior del país la diferencia de la dinámica entre departamentos es protuberante: la incidencia de la pandemia es superior en los departamentos densamente poblados y de mayor desarrollo industrial, en las regiones que dependen del turismo y en las zonas donde la miseria y precariedad de la salud pública generan una vulnerabilidad letal.
Estado. La pandemia resaltó, una vez más, las falencias de las sociedades periféricas y subdesarrolladas. En particular, en Colombia permitió observar el talante autoritario, la ignorancia supina, los trastornos de personalidad histriónica y la tendencia a tomar medidas de control arbitrarias y antidemocráticas por parte de los políticos y mandatarios, desde el presidente y los gobernadores hasta los alcaldes, sin importar la bandera partidista que representen.
Como consecuencia de ello, todo ha sido traído y copiado del exterior: el virus, las medidas de control y las vacunas. La ausencia de originalidad y la trasferencia mecánica condujo a la multiplicación de infectados y muertes, a la pululación de la pobreza y la indigencia, a la destrucción de la economía, a la pérdida masiva de puestos de trabajo y a la imposición de cuarentenas que pisotearon las libertades y derechos ciudadanos.
Además, una mala copia. Históricamente, todas las epidemias se han combatido con éxito conjugando medidas de aislamiento de las personas contagiadas, pedagogía ciudadana, autocuidado y fortalecimiento de institucionalidad en salud pública. Desde el punto de vista médico, el aislamiento se aplica únicamente a las personas contagiadas. En toda la historia mundial de la medicina nunca se confinó la población sana como medio de luchar contra una enfermedad. Los confinamientos actuales de poblaciones sanas no son disposiciones de carácter médico sino de orden administrativo y político que han dado lugar a un capitalismo de control, vigilancia, represión y pérdida de libertades y derechos democráticos.
La clase dirigente asumió la lucha contra el coronavirus bajo el paradigma de la guerra a muerte; el lenguaje es bélico e inclusive se habla de economía de guerra y se otorga funciones policiales al personal de la salud, todo sin medir costos y sin análisis de eficiencia y eficacia. Pasado el efecto temporal de las restricciones generalizadas se dispara el ritmo de contagios.
Tratándose de una epidemia de origen viral, la higiene no debe tener como objetivo la eliminación del virus sino luchar contra las enfermedades bacterianas que se desarrollan en el organismo del enfermo. El virus encontró como receptor a la especie humana y es allí donde evoluciona y se reproduce. En consecuencia, no queda más que cambiar la cotidianidad y la manera de enfrentar la pandemia; esto requiere de mayor aprendizaje, adecuación y adaptación por parte de la especie humana. Las vacunas no son la única solución, existen medicinas alternativas aunque éstas no son apetecidas por las transnacionales farmacéuticas y los gobiernos.
Biología. La epidemia ha dado su cuarto de hora a los epidemiólogos. La organización de la salud bajo los principios neoliberales arrasó con la salud pública hasta desaparecerla, proletarizó la profesión médica y entregó al sector privado y su instinto de ganancia la práctica de la medicina. Transitoriamente empoderados, sus análisis no traspasan los límites de la biología, recomiendan los encerramientos o confinamientos drásticos y masivos no apuntando a disminuir la cantidad de personas contagiadas sino sólo a evitar que todos se contagien al mismo tiempo para que no congestionen los hospitales y se desborde la precaria capacidad de UCI.
Es así como el verdadero objetivo de estos confinamientos es reducir la velocidad de contagio para compensar las carencias debidas a la mala gestión de los servicios de salud y la bancarrota a que políticos y empresarios de la salud condujeron la institucionalidad pública.
Sin tomar en cuenta el consejo del Maestro Simón Rodríguez, no hay originalidad y, además, se copia mal. Los modelos de análisis por lo general son importados y poco dan cuenta de la realidad nacional y sus variantes locales. Por definición, ninguna especie viviente tiene un crecimiento exponencial ya que cada especie se autorregula en función de su entorno; trazar la curva del inicio de la epidemia para acabar extrapolándola es un disparate intelectual. El lugar común de los picos y los aplanamientos de las curvas de infección que se repiten en los modelos econométricos obedecen a enfoques de ordenación periódica que poco o nada se relacionan con la imprevisibilidad de la realidad observada.
Economía. La irrupción global del covid-19 planteó un falso dilema entre pandemia y economía. Por parte de los mandatarios, apresuradamente se privilegió la primera lo que condujo a profundizar la crisis económica y la destrucción del empleo formal. Las ayudas económicas del Estado se orientaron hacia el gran capital; entre tanto, la quiebra de pequeños y medianos negocios, la agudización de la miseria y el empobrecimiento de la clase media llevó al trabajo informal y a la búsqueda desesperada de ingresos sin importar el mayor riesgo de ser infectado.
La pandemia abrió un campo mayor a las transnacionales farmacéuticas y su incidencia política, y estas actuaron sometiendo Estados a granel. El contubernio entre transnacionales y estados imperiales es pornográfico y evidencia las relaciones de dominación centro-periferia. El acceso a las vacunas y la utilización política incrementa aún más la dependencia de los países pobres. El capital financiero y el comercial también hacen parte de los ganadores de la pandemia. La crisis sanitaria impulsó y aceleró el cambio tecnológico en los procesos de trabajo y transformó las relaciones sociales de producción dando mayor poder al capital y aislando a la clase trabajadora.
Cultura. La dinámica de la pandemia está correlacionada con las culturas locales y las lógicas globales de funcionamiento de las sociedades. En Colombia la diferencia entre las culturas regionales explica en parte la evolución heterogénea de la crisis sanitaria. En general, el atraso científico y tecnológico de la sociedad, unido a una tradición burocrática lerda, hace que el comportamiento público esté determinado por los sistemas de creencias producto de deseos irracionales, fantasías, pensamiento mágico, manipulaciones religiosas y condicionantes instintivos y emocionales. La debilidad de lo público, las desigualdades sociales, la importancia dada al lucro bajo el principio de “todo vale”, el individualismo, la corrupción de la clase dirigente y la violencia crónica constituyen el carburante cultural que hace más difícil lidiar con la pandemia.
Población. Durante el período 1985-2020 la población colombiana registró una clara tendencia hacia el envejecimiento. En este lapso de tiempo, los mayores de 28 años ganaron 16,7 puntos porcentuales de participación en la estructura poblacional: pasaron de representar 36,3 por ciento en 1985 a 52,9 en 2020. La pandemia atacó inicialmente a la población mayor de cincuenta años, ahora los nuevos linajes del virus son bastante agresivos con toda la población adulta, esto es, mayor de 28 años. En consecuencia, los inficionados y los muertos por el virus se concentran principalmente en estos grupos etarios haciendo de Colombia un país con más alto riesgo y amenazantes debilidades para adaptarse a la nueva realidad.
Evidencia. En el mundo se habían infectado por covid-19 cerca de 137 millones de personas, con corte al 13 de abril de 2021; en términos relativos 17.462 personas por cada millón de habitantes. En Colombia la cifra de inficionados se acercó en esta fecha a las 2,6 millones de personas, esto es, 50.009 por cada millón.
Globalmente cerca de tres millones de personas han muerto por causa de la pandemia. En Colombia el número de muertos es de 66.156. La tasa de letalidad (muertos/casos confirmados) es de 2,2 por ciento a nivel mundial y de 2,6 en el país. El número de personas que portan el virus en su cuerpo y son potencialmente transmisores de la enfermedad es de 55,1 millones en el mundo y de 82.301 en nuestro territorio, cifra que va en aumento.
La positividad acumulada (número de pruebas/casos positivos) es de 24,1 (una de cada cuatro pruebas es positiva); actualmente aumentó a 31,5 (una de cada tres es positiva). La letalidad acumulada es de 2,6 (cerca de tres muertos por cada cien infectados) y actualmente se elevó a 3,1. Del total de inficionados el 51,6 por ciento son mujeres y el 48,4 hombres.
La mayoría de las epidemias virales suelen durar 3 años. Pero la epidemia de covid-19 puede prolongarse más de este tiempo tradicional por el enfoque con el cual se enfrenta al virus, la mala gestión administrativa, el deterioro del mundo del trabajo con una mayoría de la población sometida a desempleo y rebusque por cuenta propia, la ausencia de políticas democráticas de integración económica y social, la indisciplina ciudadana y la presión de las fuerzas económicas.
Una realidad que complejiza el tratamiento de la pandemia, para cuyo control se propende por la inmunidad de grupo, también llamada inmunidad colectiva o inmunidad de rebaño, un fenómeno bioestadístico que se observa en una población cuando parte de ella se ha hecho inmune a una enfermedad por contagio previo o por vacunación y se interrumpe la cadena epidemiológica entre sus individuos, provocando una forma indirecta de protección contra una enfermedad previniendo que individuos no inmunizados se contagien. Los individuos vacunados o infectados previamente actúan como una especie de cortafuegos para la diseminación de la enfermedad, ralentizando o evitando la transmisión de la enfermedad a otros individuos. En el mundo el porcentaje que cuenta con inmunidad es de 3,2 y en Colombia de 6,3; lejos estamos todavía de la meta exigida, esto es, 75 por ciento de la población inmunizada. Como lo afirmó el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus: “Esta pandemia está lejos de terminar”.
Prospectiva. “Se acercan siete semanas difíciles para Colombia” advirtió Gina Tambini, representante de OPS/OMS para Colombia, durante el programa de Prevención y Acción, emisión del 12 de abril de 2021. La funcionaria explicó que vendrán siete semanas consecutivas de crecimiento de casos de covid-19 y cuatro semanas de aumento en fallecidos. Agregó que “Casi todas las regiones del mundo están aumentando el número de contagios y de muertes, a pesar de que ya se han aplicado 780 millones de dosis de vacunas a nivel mundial. También, se ha notado que está afectando de manera exponencial a gente joven y sana y que lamentablemente están falleciendo”3.
La dinámica de la pandemia inyectó mayor inestabilidad estructural al sistema capitalista. Mutaciones técnicas, sociales, políticas, ambientales y culturales emergen y se traslapan día a día. Actualmente el trabajo interdisciplinario de las ciencias de la transformación no hablan más de certidumbres fácticas sino de probabilidades, opciones y bifurcaciones. Se enfrentan a la inestabilidad y el desequilibrio, a los movimientos irregulares, a la flecha del tiempo. La historia no promete nada ni garantiza nada.
La lucha política y la desobediencia civil se hacen necesarias como estrategia que debe dirigirse al núcleo de la lógica del capital que todo lo controla, domina y dirige. Y este es un momento ideal para que los sectores llamados alternativos redoblen esfuerzos y hagan visible ante toda la población su modelo de vida y organización social, uno que incluye y no excluye, que potencia la vida y no la muerte, que armonice con la naturaleza, que redistribuye la riqueza social y no la concentra en pocas manos, que se esfuerza por la felicidad de todos y todas y no por el sufrimiento que garantiza un modelo para el cual lo fundamental son los negocios y la apropiación individual de los dividendos. Pero, por extraño que parezca, en el año y algunas semanas de pandemia que suma la misma en Colombia, los sectores alternativos brillan por su total repliegue y acomodamiento a los discursos y propuestas oficiales.
Caracterizados desde siempre por su capacidad de proyectar a mediano y largo plazo, a la par de sustentar alternativas realizables para cada situación vivida, ahora actúan por línea contraria, como si no comprendieran lo que está ocurriendo. A su mano tienen la posibilidad de explicarle al país y al mundo los fundamentos estructurales de la crisis pandémica y los medios para su resolución más efectiva, los cuales tienen que ver con valoración del ambiente, colocarle límite a la agricultura extensiva, sometida a monocultivos, con semillas y tecnologías genéticamente manipuladas, así como agrotóxicos de fuerte impacto, colocarle límite al crecimiento de la frontera agrícola, a la par de reducir los niveles de consumo suntuario y comercio global, incluido en ello el control al transporte aéreo, terrestre y fluvial, a la sustitución de las energías contaminantes, con un ajuste radical al modelo de organización urbana y, en él, al mundo del trabajo. Otro mundo sí es posible, así como otra democracia, pero debe haber sujeto/s que lo asuman y sepan confrontar a la clase dominante, local y global, en un accionar que involucre cada vez más amplios sectores sociales.
El sistema mundo capitalista se fortalece sobre un fundamento endeble. Conciencia, organización y construcción de alternativas viables y sostenibles deben orientar y animar esta confrontación ineluctable.
1 Camus, Albert. (1983). La peste. Editorial Seix Barral, S. A. España, p. 222.
2 Diario El Espectador; consulta virtual martes 13 de abril de 2021: https://www.elespectador.com/noticias/salud/la-pandemia-de-covid-19-esta-en-un-punto-critico-alerta-la-oms/?cx_testId=21&cx_testVariant=cx_1&cx_artPos=2#cxrecs_s
3 Diario El Espectador; consulta virtual martes 13 de abril de 2021: https://www.elespectador.com/noticias/salud/se-aceran-siete-semanas-dificiles-para-colombia-ops/
* Economista y filósofo. Integrante del comité editorial de los periódicos Le Monde diplomatique, edición Colombia, y desdeabajo.
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