Lunes 10 de mayo. El intento por darle cuerpo a un diálogo fluido que permita levantar el paro nacional empezó mal. A pesar que el Comité de Paro redujo las exigencias a unas pocas, como expresión de voluntad para empezar la negociación, el gobierno en cabeza de Iván Duque no aceptó.
Según Diógenes Orjuela, del ejecutivo de la CUT y a nombre del Comité de Paro, el Gobierno parecía estar presente en una reunión de las realizadas durante el intento de negociación entablado para solucionar las demandas del 21N de 2019.
Ante tal actitud, en realidad una medición de fuerzas por parte del Gobierno, el Comité de Paro convocó al país a una nueva jornada nacional para el próximo miércoles, apoyándose para ello en el citado paro que para igual fecha tenía definido el magisterio nacional, a lo cual también debe sumarse los paros aprobados por estudiantes de universidades como la Nacional y de Antioquia, entre otros. El pulso sigue y su desenlace aún está por perfilarse en su totalidad.
La propuesta del Comité de Paro
El Comité expuso como fundamentales, para el arranque de la negociación, resolver las siguientes demandas:
-Desmilitarizar las ciudades;
-vacunación masiva contra el covid-19.
-El retiro de la reforma a la salud
– Implementación de una Renta Básica
– Subsidio a la nómina para pequeñas empresas
-Matrícula cero para universitarios de estratos 1, 2 y 3.
-Eliminar la alternancia educativa.
Intransigencia presidencial
La delegación por parte del país nacional para este intento de diálogo, también manifestó: “no hubo empatía por parte del Gobierno con las razones y peticiones que nos han llevado al paro nacional, ni con las víctimas de la violencia que se ha ejercido de manera desproporcionada contra los manifestantes. Hemos exigido que se pare la violencia oficial y privada contra los que ejercen el legítimo derecho a la protesta”.
De manera sorprendente, ampliaron, el presidente protegió en todo momento a los miembros de la Policía, claramente involucrados en la violación de los derechos humanos, expresado en los crímenes padecidos por la población en diversas partes del país. El Gobierno parece confiar además, en: 1. su estrategia de represión y 2. en una negociación fracturada, apartir de citar a negociación a cada sector social por a parte.
Mientras se discutía entre las partes, el aparato armado del establecimiento accionaba sus unidades en distintas partes del país para levantar bloqueos y despejar vías. Al momento de escribir esta noticia no se tenía reporte de heridos, detenidos y asesinados, pero ningún procedimiento de estos se lleva a cabo sin consecuencias de distinto orden para la población que alza su voz.
En estas circunstancias, ante la estrategia desplegada por el gobierno de turno para responder a las demandas nacionales, concentrada en la creciente militarización del país, con una desbocada violencia oficial, parapolicial y paramilitar, Colombia puede estar a las puertas de una multiplicación de asesinatos, desapariciones y violentados por los integrantes del Esmad y de la Policía en general, así como del ejército, ahora desplegado al interior de barrios.
Una realidad con un amplio escenario para que así sea concretada, toda vez que desde los diversos componentes del establecimiento decidieron “rodear” al actual gobierno, no importa las diferencias que tengan con el mismo. Primero las instituciones –así sean el motivo de la crisis– que el país nacional, es su mensaje.
Como país dependiente y sobre el cual no quita la vista el imperio, queda por conocerse lo que desde allí decidan sobre la crisis nacional. En la medida que la misma se profundice y tienda a desequilibrar el poder regional, no es de extrañar que muevan sus hilos.
Otros factor por considerar en la evolución que tengan las futuras negociaciones entre las partes es el peso que pueda significar la presencia como obsrvadores de Naciones Unidas y la Iglesia Católica.
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