Hace dos semanas hubo enfrentamientos entre guerrilleros y militares en territorio de Cerro Tijeras, al cabo de ese tiempo los niños no han podido retornar a la Escuela El Amparo en la vereda del mismo nombre porque, según los militares, hay minas antipersona sembradas. Hace algunas no muchas horas el gobierno dijo que haría un desembolso pírrico para salvar al Hospital Materno Infantil que atiende a cientos de niñas y niños de escasos recursos en Bogotá y su Sabana, lo que connota sin suspicacia alguna que el interés es cerrarlo en el mediano plazo, caso contrario hubiera desembolsado la cantidad demandada para salvarlo, suma que debe verse pequeña junto al 5.74% que según el DANE creció la economía en el semestre (sin cultivos de uso ilícito)
Los casos mencionados tienen tres asuntos en común. Uno, involucra a niños. Dos, todos en condiciones de vulnerabilidad. Tres, de una u otra forma está presente el gobierno: por omisión, por agresión y por desinterés, todo lo cual nos lleva a preguntarnos ¿acaso existe una política de infanticidio estatal?, de ser así, ¿con qué fin? Por lo visto y con las situaciones enunciadas se pretende evitar que nazca otro indio u otro pobre –entre menos seamos menos problemas tendrán, o que decir de la reciente propuesta del alcalde de Cúcuta referida a esterilizar a las mujeres empobrecidas de su ciudad.
Sobre el niño muerto con granadas oficiales, el Cabildo de Jambaló y las autoridades Nasa del Cauca emitimos una resolución de derecho propio “reclamando de la Fuerza Pública devolver los salones comunales, despejar las vías y levantar las garitas que se encuentran en medio de las viviendas del casco urbano de los dos municipios, cuyo plazo se cumple, en el caso de Toribío, a las once de mañana del día 26 y en el caso de Jambaló el viernes 29” –dice un comunicado del CRIC enviado a la Defensoría del Pueblo. El plazo se venció y unos tres mil indígenas se encuentran desmontando las defensas militares y de policía (trincheras y refugios levantados junto a las casas de los indígenas) ante la mirada atónita de la Fuerza Pública que hasta el momento se mantiene al margen de la situación.
No son solo los niños indígenas los que está en riesgo, nos hemos habituado tanto que nos produce indiferencia ver a un niño arropado con periódicos en un andén, o sumergido entre basura buscando un pedazo de comida, o inhalando boxer. Abusado por mayores.
Tres espirales representan el pensamiento del pueblo Nasa. La de mayor diámetro se refiere a los ancianos. La intermedia a los jóvenes y la pequeña a los niños. Desde nuestro niño interior pensamos que si la niñez está en peligro nuestra pervivencia no está asegurada.
Santander de Quilichao, septiembre 26 de 2006
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