El presente ensayo, expone el proceso comunicativo y organizativo de la comunidad de El Salado, que para los años 60’s hizo parte del área rural de la ciudad de Ibagué, Tolima. En este periodo, Colombia todavía sufría los resagos del conflicto armado entre liberales y conservadores, que para esta década aun operaban grupos armados. Esta localidad campesina, no solo vivía entre la guerra sino también sufria el abandono estatal, impidiendo gozar de los derechos básicos como agua, salud, vías, educación entre otros. A raíz de estos problemas, la comunidad decide organizarse e impulsar soluciones dentro de un ejercicio de empoderamiento y movilización propias.
Encontrar la manera de mejorar las condiciones de vida es una constante en las comunidades que sufren los ataques de un régimen que prioriza la acumulación del capital ante la preservación y reproducción de la vida digna. Por eso, hay que revisar la historia de las comunidades en búsqueda de alternativas que sirvieron en otros momentos, y pueden tener vigencia para enfrentar los problemas impuestos hoy en día.
En el presente artículo, conoceremos la experiencia de El Salado, corregimiento de Ibagué, capital del departamento del Tolima, que en la década de los 60′ se vieron obligados a solucionar el conflicto de guerra civil entre liberales y conservadores, desatada después del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán el 28 de julio de 1945, por medio de la organización comunitaria propia y el papel de un medio de comunicación local; Identificaremos el papel de un megáfono utilizado por el párroco de la época, como medio de comunicación y agitación en pro de la reconstrucción del tejido social local.
En esta experiencia conoceremos los procesos comunicacionales gestados en la práctica de la comunidad de El Salado y que contribuyen no solo a la unidad de las personas para tener un bienestar propio, sino también es hervidero de relaciones sociales que en la mayoría de las veces crean poder de base, que forman sujetos críticos capaces de interlocutar con las instituciones de igual a igual, en clave de exigencia y no de mendicidad.
La metodología utilizada es la entrevista a profundidad, realizada a dos habitantes de El Salado, quienes vivieron esta época y dan cuenta los hechos mencionados más adelante. Rómulo Obando y Bruno Ramírez compartieron su memoria para este escrito, por lo demás se utilizó bibliografía del campo de la comunicación social y acerca del poder y la organización social.
Guerra civil liberal-conservadora del siglo XX
Colombia tenía una desigual pero estrecha relación con EE.UU en el siglo XX. En la década del 40´, la potencia norteamericana compraba el 90% del café, el 100% del oro y platino, y el 81% de banano, junto al área militar en donde también se establecieron relaciones estrechas por ambas naciones (Randall, 235: 1992). A raíz de esta dependencia con el país del norte, el gobierno de Ospina Pérez, representante conservador de la burguesía criolla, continuó con la política de sangre y fuego anti-liberal y anti-comunista por el territorio, como medida de proteger y consolidar el capital norteamericano establecido en enclaves económicos, como la zona bananera.
En el campo y la ciudad, se persiguió a los campesinos y trabajadores con el señalamiento de comunistas a las expresiones populares que exigían mejoramiento de las condiciones de vida en los territorios como tierras para trabajar, salarios dignos, carreteras, servicios básicos. Poniendo la ley y las fuerzas militares de lado de los terratenientes, extirpando cualquier aspiración democrática del campesinado. Por su parte, en las ciudades los trabajadores, estudiantes y demás sectores que se movilizaban también fueron reprimidos (Randall, 236: 1992).
Al imponerse el gobierno del general Rojas Pinilla y seguidamente del Frente Nacional, en la década del 50 y entrado el 60 se le llamó bandolerismo, caracterizándose por el accionar de pequeños grupos armados, liberales o conservadores que actuaban bajo el poder de gamonales locales, o por cuenta propia, fueron comunes en las zonas del eje cafetero y Tolima.
La radiografía de Colombia en este periodo, resalta la entrega de territorios y riquezas naturales a EE.UU por medio de beneficios económicos y legales a las multinacionales, por parte de los diferentes presidentes representantes del bipartidismo. Al tiempo, que la desintegración del tejido social se expandía en las comunidades, llegando a dividir núcleos sociales como la familia, cuyos miembros eran obligados a buscar trabajo lejos de su territorio, por la pobreza que se vivía y por la presión de la guerra civil.
Un rincón de Ibagué llamado El Salado
El departamento del Tolima, tiene como capital la ciudad de Ibagué. Este vasto territorio del centro de Colombia, fue nacedero de grupos armados liberales y conservadores enfrentados entre sí. Entre los líderes militares se encontraban “Chispas”, “sangre negra”, “Mariachi”, “Tarzán” entre muchos otros retratados en libros de historia (Manual de Historia del Tolima, 46 :2007).
Ubicándonos en el corregimiento de El Salado, zona rural de Ibagué cuya economía se basaba en la producción de ladrillos, panela y comercialización de productos agrícolas, vendidos directamente por los campesinos en la plaza de mercado. Al igual que el resto del país sufría las consecuencias del conflicto bipartidista, se le sumaban las graves condiciones de vida por la ausencia de acueducto, alcantarillado, suministro potable de agua, luz eléctrica, carreteras, precaria infraestructura educativa, lo que impedía tener una convivencia digna en este territorio, en la década de los 60 (Obando, 2013. Entrevista).
Si por un lado, la comunidad era azotada por la violencia directa de los grupos armados que asesinaban, desplazaban y expropiaban fincas, por el otro eran víctimas de la violencia estructural que el Estado imponía al priorizar en sus políticas nacionales el fortalecimiento de la propiedad privada y la inversión norteamericana, generando exclusión y empobrecimiento en la mayoría del pueblo.
Esta ambivalencia propia de la organización territorial moderna, donde se administra y elimina los recursos físicos, financieros, comunidades y demás factores de un territorio, se refleja en este caso donde el área rural de Ibagué esta en la cara de la eliminación o exclusión. Así mismo, los grupos armados liberales y conservadores en El Salado tampoco eran la alternativa a un Estado excluyente, pues no plantearon soluciones concretas a los problemas de la localidad ni motivaron la organización o movilización de las personas para crear salidas a sus dificultades inmediatas.
Es por eso que la comunidad al estar en un callejón sin salida, brotó en su seno la necesidad de organización propia a manera de encontrar ella misma soluciones, o por lo menos caminos viables que cambiaran su conflictiva realidad. En este proceso, se identifican la creación paso a paso de espacios reducidos de reunión y deliberación de los habitantes, casi que de carácter familiar en algunas casas de líderes natos. A estos espacios se les denominó Juntas de Mejoras Públicas (JMP), lo que vendrían ser el semillero de la Junta de Acción Comunal establecida para el año 1964 (Ovando, 2013. Entrevista).
El otro factor importante en este proceso organizativo, fue el papel del megáfono del corregimiento que se ubicaba en la iglesia. Este medio de comunicación cubría toda la localidad, se ubicaba en la cúpula de la iglesia y era manejado por el Cura José Antonio Oviedo, de quien no se puede ignorar su trabajo dedicado al bienestar de la comunidad. Así que, en el desarrollo de este artículo se mencionará el rol que tuvo Oviedo como líder social y representante de la Iglesia, que para la época esta institución tuvo responsabilidad en el sostenimiento y agudización del conflicto armado bipartidista. Por lo que en el caso El Salado, se proyecta otra cara de la iglesia.
El megáfono expande la voz y la esperanza
El complemento comunicativo al proceso organizativo local, lo hace el medio de información manejado por el padre José Antonio Oviedo, quien llega a la localidad en 1960 sin hacer ninguna actividad comunitaria al inicio. A través de este medio comienza a transmitir a diario la programación de la misa, el contenido de la biblia, noticias, complacencias y mensajes que rechazaban las acciones de los grupos armados como asesinatos, despojos, desplazamientos, amenazas cometidos en la zona.
Con mensajes a favor de restablecer el tejido social en la comunidad, el Padre Oviedo influenciaba a los habitantes para dialogar entre sí alrededor de los contenidos emitidos por el megáfono. La solidaridad, el respeto, la sana convivencia eran valores que enfatizaba el Padre Oviedo. Para contrarrestar los efectos de los actores armados, generó una dinámica de diálogo entre los habitantes en los espacios públicos como el parque, antes y después de la misa semanal, y por supuesto en los hogares del territorio, tanto en la parte de la cordillera central como en la parte baja del corregimiento.
Era normal que en las emisiones diarias, El padre Oviedo rechazara los asesinatos ocurridos durante la semana en alguna vereda, haciendo denuncias dirigidas a los grupos armados liberales o conservadores responsables de los hechos. Por estas denuncias el padre Oviedo recibió amenazas de muerte, las cuales rechazaba, a su vez “contaba los días que faltaban, todos los días hasta que llegaba la fecha de la amenaza” (Ramírez, 2013. Entrevista), pero el objetivo de asesinarlo nunca se llegó a cumplir.
Los mensajes bíblicos concernientes a las misas semanales eran transmitidos por el megáfono de manera diaria, siendo bien recibidos por la comunidad, “todos los días hablaba a las cinco de la mañana con el sermón” (Ovando, 2013. Entrevista). Sin tener una programación establecida como una emisora, estos temas eran los principales en el funcionamiento del megáfono. La aceptación de las personas del uso del megáfono era alta, porque el padre Oviedo trabajaba por el bienestar de la comunidad azotada por la violencia directa y estructural, palpada y sentida en la cotidianidad (Ovando, 2013. Entrevista).
A pesar de recibir y leer otros medios como la prensa liberal de la época, como La Tribuna, y otros, no tenían la misma resonancia como el megáfono que era de carácter local, y estaba en función de la comunidad, además el papel del padre Oviedo invitaba a asistir a las emisoras de Ibagué a denunciar lo que estaba pasando en El Salado, en temas de violencia y otras problemáticas (Ovando, 2013. Entrevista).
Por consiguiente, el padre Oviedo aprovechó su función en El Salado para reconstruir los valores y sentidos de una comunidad que veía como los avances propios en materia de economía, tejido social arraigado entre las familias, apropiación del espacio público (parque y plaza de mercado) se destruían paulatinamente. De manera que las dificultades provenientes de la ausencia de servicios básicos y del conflicto armado, no impidieron que la comunidad buscara como sobrellevar un plan de vida colectivo (Ovando, 2013. Entrevista).
A pesar de la creación de un contenido diario con el objetivo de reconstruir el tejido social, al tiempo que se denota una comunicación entendida como proceso, por buscar el mejoramiento de la vida de la comunidad, el megáfono de la iglesia no trasciende a un medio radiofónico local, faltan partes técnicas como antena, amplificador, consola, grabadora, equipo humano encargado de locución, producción y gestión para que en la localidad se estableciera una radio propia. Sin embargo, ambos medios comparten funciones y cualidades que vale la pena destacar.
En ese sentido, la similitud del megáfono con los medios radiofónicos, está en la manera de comunicarse con la palabra y en la generación de relatos, articulado con los tejidos que se entrecruzan en las personas, cohesionándolos por medio de la palabra informal, cuando por ejemplo comentan los sermones o los mensajes de reconciliación en el desayuno, o en el parque principal; Producido por los mensajes que provienen de la iglesia. Por otro lado, la diferencia yace en la tecnología que implica una cobertura mayor, junto a una dirección colectiva que inspecciona una parrilla de programación integral dentro del marco de una visión y misión, además de la participación del público, que en cierta medida incide en el tipo de contenidos comunicados por una radio.
En el contexto conflictivo se desarrolla esta forma alternativa de comunicación, alrededor del megáfono, que promueve la conversación de las personas, a intercambiar ideas sobre la realidad que se vive y se sufre, haciendo énfasis en la construcción del tejido social. Fue común abordar problemas cotidianos que envolvían a El Salado desde el megáfono. Según Bruno Ramírez “el Padre Oviedo decía todo lo que el hacia, cuando regañaba a los maridos que les pegaba a las señoras, por ahí los regañaba, habían complacencias, la mayoría de gente la pasaba complaciendo el uno al otro, a la mamá, el papá, al que estaba cumpliendo años” (Ramírez, 2013. Entrevista).
Más aun, el megáfono es un elemento en la construcción cultural del corregimiento, al insistir en la religión católica impulsada por el padre Oviedo, sosteniendo la tradición de asistir a misa, escuchar y reproducir los mensajes bíblicos, ya que “las misas se escuchaban por esos parlantes” (Ramírez, 2013. Entrevista) y esa práctica permitió que la religión se incluyera en la cotidianidad de los habitantes del corregimiento, desde aquellos que vivían a lo largo de la vía principal, hasta las familias que residían en la zona montañosa.
A pesar de este rasgo sobresaliente en la cultura local, no se llegó a consolidar una postura conservadora, por el conocimiento de quien era conservador o liberal entre los habitantes del corregimiento, junto a la actividad social que realizaba el cura Oviedo en la comunidad, priorizando el bienestar de las personas. A diferencia de otros pueblos del país donde fue hegemónica la tradición católica y todos los factores de la vida comunitaria, giraban en torno a la iglesia y regían las relaciones sociales. Caso del departamento de Boyacá, uno de los focos de grupos Chulavitas (denominados así a los grupos armados conservadores) que agudizaron el conflicto armado.
Cabe señalar la diferencia en los relatos de los habitantes del corregimiento que vivenciaron este periodo, a la hora de caracterizar de liberal o conservadora la localidad, Don Rómulo afirma que “El Salado siempre fue liberal” (Obando, 2013. Entrevista) y Don Bruno no asegura la filiación política mayoritaria, al argumentar que “cuando venían los liberales, se le avisaba a los conservadores, y lo mismo cuando venían los conservadores, se les avisaba a los liberales para que no se encontraran. Siempre hubo gente de ambos partidos en El Salado (Ramírez, 2013. Entrevista).
Siendo así, no importaba la postura general de los habitantes de El Salado porque sufrieron las consecuencias explicitas de este periodo de la violencia, introduciéndose en el plano cultural y subjetivo de la comunidad, viéndose afectados todos los aspectos de la vida que desarrollaban, con nuevos conflictos en su interior y relaciones sociales desarticuladas que históricamente se habían consolidado entre los individuos.
De esta manera en una convivencia compleja, la mediación del megáfono tuvo un papel sustancial en esa disputa de legitimidad a favor de la vida de los habitantes, contribuyendo al impulso de prácticas propias como el diálogo y el encuentro, como nuevos factores que influenciaron en la forma de vivir, en la problematización de la realidad local y en la necesidad de solucionar las problemáticas que esa perspectiva crítica alimentaba.
¿Cómo se ha usado el megáfono?
La historia del megáfono es confusa desde su invención, porque no es una persona la que invento el medio, éste fue producto de un proceso de largo tiempo, en el que diferentes creadores hicieron trabajos relacionados con el megáfono, explicando las características y usos de los diseños; es el caso de Samuel Morland y Atanasio Kircher, quienes en el siglo XVII describieron dispositivos con forma de tubo y con forma de espiral respectivamente, que ampliaban la voz humana y se lograba escuchar a larga distancia. Y en 1878 Thomas Edison también inventa un medio con forma de bocina que sirve para amplificar el sonido ayudando a las personas con sordera, y posteriormente lo adapta para ser escuchado a mil metros la voz de quien habla por el medio, aunque el tamaño limitaba su movilidad.
Después se agrega al megáfono la función de guiar grandes multitudes y transmitir información de manera práctica, porque se facilita su movilidad entre las personas, o puede ser instalado a dispositivos eléctricos que reproducen sonido para ser amplificado y cubrir grandes distancias de difusión. De acuerdo con esto, las experiencias en el mundo varían en objetivos, criterios, contenidos, protagonistas y contextos, contribuyendo a la comunicación en las comunidades, con medios propios que impulsen el mejoramiento de los planes de vida en los territorios.
Por ejemplo, en Filipinas existe la experiencia de la comunidad de Tacunan, donde se creó el proyecto de altavoces comunitarios (Community Audio Towers, en inglés, CAT) (Gumucio, 119: 2001) para mejorar la comunicación comunitaria e impulsar el desarrollo social en esta comunidad rural. Este sistema promueve la discusión de problemas locales y movilización de la comunidad en torno a temas como niñez, salud y nutrición, educación, ganadería, agricultura, religión, política y todo acontecimiento social importante que surja en la comunidad y los habitantes reciben formación en manejo técnico del megáfono, guiones, entrevistas, anuncios, cuñas, programas dramáticos para que los miembros de la comunidad realicen una programación dinámica sin dejar de lado la identidad cultural de la localidad (Gumucio, 129: 2001).
Es así como este proyecto nace de las condiciones de exclusión y marginalidad de las comunidades de Filipinas, común denominador en los países periféricos, sumándole las características de entretenimiento, privilegio y poder de los medios masivos de información filipinos, aumentando su número con la llegada del neoliberalismo sin cambiar la realidad de los pueblos marginados. Se buscó entonces con estos altavoces comunitarios (megáfonos) impulsar la organización comunitaria y abordar las problemáticas de desarrollo social, fortaleciendo además la identidad cultural.
En 1992 se instaló el proyecto en Tacunan, resolviendo el problema del agua, y dos años después fue instalado el servicio de electricidad con el impulso del proyecto de comunicación. En la agricultura ayudó, por medio de campañas para erradicar la plaga del escarabajo rinoceronte que afectaba a los cocoteros, y a controlar la peste del banano (Gumucio, 123: 2001).
La opinión pública es caldo de cultivo para ideas y acciones
Con el traslado de las ideas creadas en el ámbito privado al escenario público, la burguesía implantó la necesidad de hacer conocer las percepciones sobre la política, los estados absolutistas, y otros temas que concernían a la sociedad, cimentando la democracia liberal en la llamada opinión pública, fortalecida por la tradición de la Ilustración que racionaliza la concepción del mundo. Esta condición humana, se muestra exclusiva de círculos sociales que tienen las condiciones socio-económicas para alimentar el conocimiento y tener los escenarios para deliberar (Habermas 136: 1981).
A finales del siglo XVII e inicios del siglo XVIII, se presentaron factores que abonaron el terreno para que la opinión pública empezara a implementarse como concepto, el ascenso del capitalismo, la creación de una burguesía europea, relevancia y aumento de instituciones sociales como los salones para conversar sobre literatura y el arte, donde valía más la autoridad argumentativa que la autoridad de un título (Price, 25: 1992).
En estos escenarios se empezaban a tener nuevas prácticas que alimentaban la capacidad de razonar y la argumentación, exponiendo un conocimiento ascendente en la persona, lo cual en la práctica se intercambiaba libremente. La información y la crítica logran un espacio en la mente de las personas que frecuentaban estos sitios, sobretodo la crítica al estado absolutista y su restricción al individuo en su libertad. Por ello en los cafés y sitios de conversación los sujetos iniciaban una autoafirmación en asuntos políticos.
Otro elemento fundamental de esta génesis de la opinión pública es el debate como ejercicio público, en el sentido que se dirige a determinar una voluntad común; abierto a cualquier persona que quiera participar en él; soberano e igualitario, al ser independiente del estado económico y social, prevaleciendo las ideas por encima de la clase; sin prejuicios, al tener la información completa de los asuntos políticos, sobre todo a la hora de crear nuevos juicioso sobre estos (Price, 26: 1992).
Así mismo con la prensa masiva, se crean redes de opinión encauzándose hacia determinadas posturas políticas, para influir en el rumbo de las nacientes sociedades modernas, llevando consigo el carácter liberal de la democracia de legitimar la representatividad de algunas personas por sobre los intereses y valores de las mayorías votantes.
Se resalta que la creación de ideas y enfoques para analizar la sociedad, provienen de determinados personajes aptos para interpretar y opinar sobre la realidad de un país, este conjunto de ideas sustentados por valores e intereses propios de estos círculos, se trasmiten a la mayoría de ciudadanos que las reconocen como válidas para el quehacer diario (Habermas 133: 1981).
Otro rasgo que se identifica en los medios de información masiva, es la fijación de la atención del pueblo sobre las acciones de los actores políticos que hacen las leyes, para que exista una “vigilancia” sobre el tipo de política que se lleva en el país, organizando sus respuestas para mostrárselas a los que hacen política, tendiendo puentes para la interacción entre estos dos sectores sociales (audiencias y dirigentes políticos). Encuestas, partidos políticos, y medios masivos de información son los mecanismos que permiten a las audiencias llevar sus asuntos a las esferas altas de los asuntos políticos (Price, 113: 1995).
Ahora bien, en la opinión pública prevalecen ciertos arreglos y nuevos elementos, como el sondeo estadístico basado en pregunta y respuesta a individuos, para rechazar o legitimar ciertos temas, y mostrar las respuestas como la opinión general. De fondo, la manipulación de las preguntas y su direccionamiento convenientes con el poder hegemónico, reemplaza las verdaderas opiniones de sujetos que en su realidad cotidiana, contrastan los sentidos que los medios masivos de información imponen. Aun así se construyen significados direccionados desde los líderes de opinión formal (congresistas, gobierno nacional, estado, periodistas, académicos, etc.) para legitimar el orden social vigente (Miralles, 73: 2001).
En esencia la opinión pública sigue siendo una trasmisión de valores, intereses e ideas de unas pocas personas a las mayorías, para crear una confianza en el orden social imperante y así reproducir su funcionamiento, legitimando las contradicciones creadas por ese régimen y cuyo actor principal en esa manipulación son los medios masivos de información.
Simultáneamente, la opinión pública en estrecha relación con el espacio público, impone que la coexistencia en esta última no es auténtica en ninguna forma, al existir leyes internas imperceptibles que distancian a los individuos deliberadamente, generan breves entrecruzamientos entre las personas tales como saludos, dudas sobre algo que se busca (la hora, una dirección o una persona), conversaciones mínimas que se esfuman en poco tiempo, prevaleciendo así un conocimiento mutuo mínimo entre los transeúntes que impiden estrechar lazos (Delgado, 38: 2007).
Es necesario decir que la individualización de las personas y su manipulación masiva en términos de opinión, sustentan fundamentalmente el proyecto moderno, buscando siempre mil y un formas de legitimar el orden de cosas alienante. El Estado juega un papel importante para evitar el cambio de sistema económico capitalista por otro distinto. En ese orden de ideas, la sociedad moderna, se organiza en clases sociales funcionales a la producción del capital y a su vez reorganiza el espacio en función de la acumulación inequitativa del capital.
Concerniente a los medios masivos de información, el poder acumulado en ellos les permite suplantar los sitios de debate y a sus participantes, al mostrarse como las fuentes de información, y únicos lazos de interacción entre las clases sociales, desintegrando de esta manera la esencia de los escenarios de debate y análisis colectivo. Las condiciones en las que se gestó la opinión pública fueron reemplazadas por los medios masivos de información, al convertirse en los nuevos referentes de deliberación y reflexión.
Sin embargo, se tiene en cuenta la concepción de lo público, como el lugar de circulación de intereses y discursos, con el carácter heterogéneo de las personas que confluyen allí (Barbero, 79: 2001), intercambiando y reconstruyendo las ideas que circulan, posibilitando la reflexión y el análisis de la realidad social. Esta concepción nos lleva al territorio donde se crea la historia por medio de la acción colectiva, basado en la reciprocidad, rasgo fundante de la comunicación humana.
Continuando con esta concepción, lo público es el escenario de encuentro entre las personas, un espacio común construido por las diferencias individuales por medio de la comunicación, re-aprendiendo uno del otro, creando consensos, disensos, valores e intereses contrapuestos o acordados colectivamente. Esta base sustenta una opinión pública renovada y coherente con el carácter heterogéneo de la sociedad.
Un puente entre la heterogeneidad, es la deliberación entre los sujetos que permite intercambiar los propósitos para decidir colectivamente sobre algún tema o problema (Miralles, 83: 2001). Es así como desde la iniciativa de las Juntas de Mejoras Públicas (JMP), los participantes deliberaban sobre las problemáticas del corregimiento para encontrar alguna solución,”hacíamos las reuniones en Ambalá para hablar sobre los problemas de El Salado, como aseo, embellecimiento de las casas y eso después lo hablábamos con los amigos, la familia. Nos reuníamos Fustino Ramírez, Drigelio Debia, Gabriel Robayo, Carlos Arturo pero no me acuerdo el apellido de él” (Obando, 2013. Entrevista). Esto generó un proceso de comunicación con redes de opinión cuya referencia eran las JMP a inicios de la década de los 60´s.
También el megáfono del cura Oviedo, fortaleció este proceso deliberativo impulsado por las JMP, al incorporarlo como un medio de información que dinamizó el diálogo en los habitantes de El Salado, para que abordaran los problemas de violencia que se presentaban en el plano local, impulsando el diálogo, en la plaza de mercado, en las casas, veredas, y demás sitios donde tuvieran las condiciones para el encuentro.
De igual modo, el parque de El Salado, era un escenario permanente para el encuentro de los habitantes, donde se sentaban a charlar acerca de temas y experiencias que pasaban en la localidad, los tradicionales chismes, la actualidad, asuntos de familia, y otros que nacen en las condiciones del parque, donde el encuentro no cumple un horario institucional. Como cualquier escenario de paso de las personas, el parque es un espacio constituido por los movimientos de los habitantes que transcurren en diferentes direcciones y están allí en distintas horas, no tiene un orden establecido ni una estabilidad a comparación del lugar (De Certeau, 129: 2000).
Aun así, el parque era el espacio público sobresaliente para que los habitantes del corregimiento abordaran los temas que rechazaban la reproducción de la violencia directa y sus consecuencias en la convivencia de la comunidad, gracias al padre Oviedo y su megáfono que a diario emitía mensajes a favor de la paz y la reconstrucción del tejido social.
Este espacio público local, fue protagonizado por los habitantes del corregimiento y sus movilizaciones allí, que a su vez lo hace común y excepcional al tiempo, común porque son personas comunes que concurren diferenciando en el tiempo y espacio este habitar, y excepcional porque implican una transformación de los momentos y lugares utilizados, impregnándoles una plusvalía simbólica, un estatuto sentimental, que los hace especiales al implantarles un valor de ritual (configura una jerarquía de valores que afecta a las personas, los lugares, los momentos y los objetos que involucra y a los que dota de un valor singular en el espacio público) (Delgado, 156: 2007).
Estas movilizaciones dentro del espacio público, se centran en un sujeto colectivo que se encuentra con otros, que es susceptible de experimentar estados de ánimo, desencadenar reacciones y llevar a cabo iniciativas aglutinadas por objetivos comunes que se construyen dentro de esa dinámica. El sujeto es un agente de acción social (Delgado, 157:2007).
Otro elemento de la naturaleza del espacio público, es su infraestructura práctica hecha por las acciones individuales, conflictivas, mecánicas y pronosticables de las personas, pero en medio de estos movimientos se escapan argumentos y hechos que develan injusticias, verdades ocultas, se desmienten discursos preestablecidos puestos en circulación (Delgado, 40: 2007), generando que dentro de ese complejo rio de movimientos, surjan posibilidades de rechazar aspectos del orden social vigente.
Esta dinámica cotidiana a simple vista, acarrea la capacidad creativa del relato, que contiene la fuerza performativa (hacer lo que se dice) al incluir el pasado representado en experiencias traídas al presente, para canalizar el ahora hacia un futuro (De Certeau, 135: 2000) adecuado para la vida. Al navegar por las aguas del relato, los temas impulsados por el Padre Oviedo, permitió crear un escenario que estaba afuera del orden de cosas violentos y desquebrajados, un estado donde la convivencia volvía a ser como era antes de la llegada de los actores armados y donde el bienestar fuera un derecho gozado plenamente, este escenario creado por medio del relato en el parque y otros espacios, legitimó las acciones que se realizaron para crear ese estado de cosas soñado, protagonizado por la comunidad de El Salado.
Es así como el relato partiendo de acciones pasadas, articula el presente para construir un futuro, con la palabra narrada y con las acciones que trae consigo, las cuales se materializan, abren caminos furtivos dentro de los movimientos del espacio público, para que sirvan de base a las acciones creadoras de nuevos lugares, y de nuevas fronteras que amplíen el radio de acción de los sujetos conscientes. El relato es transversal en la vida del corregimiento, y es fortalecida por el proceso comunicativo emprendido por sus miembros, afianzando la legitimidad de ese lugar ideal.
Basándose en lo anterior, la experiencia concreta de El Salado, empezó a vislumbrar los procesos comunicativos propios del lugar, motivados por los problemas causados en las condiciones políticas, socio-económicas, locales y nacionales. El ejercicio local de iniciar apuestas por el mejoramiento del corregimiento instó a que sus habitantes impulsaran su opinión pública propia basados en las capacidades de comunicación y acción, sin tener un sustento teórico para la época que cobijara esta experiencia, tal como lo dice Luis Ramiro Beltrán, primero fue la práctica (2005) en teorías del campo de la comunicación nacidas en Latinoamérica.
¿En la comunicación se puede construir poder?
Dentro de la dinámica conflictiva y de abandono de El Salado, las relaciones de poder creadas por los actores armados, generaron prácticas colectivas que incidieron en todos los campos de la vida de sus habitantes de forma negativa, tales como proyectos productivos familiares, culturales, sociales, ambientales, modificando así la convivencia entre ellos, desencadenando la destrucción del tejido social. Fue común, el abandono de fincas por presión de los grupos armados, la filiación liberal o conservadora genero conflictos entre vecinos, amigos, familias, dividiendo la comunidad, el trabajo en los chircales disminuyó porque era común que los trabajadores abandonaran el trabajo por miedo a ser asesinados o perseguidos por los grupos armados (Obando, 2013. Entrevista).
En primer lugar, el poder según Castells (23: 2009), es la capacidad de relación de un actor social sobre otro de forma asimétrica para influir en los otros actores sociales, para favorecer sus intereses, voluntad y valores, la comunidad de El Salado empezaba a sentir y vivenciar los intereses y valores de los actores armados que llegaban al territorio, implantando relaciones sociales mediadas por la violencia directa, traduciéndose en una imposición de su voluntad por medio del accionar militar, lo cual implicaba en términos de correlación de fuerzas la división entre los habitantes.
En consecuencia, la violencia directa de los actores armados en la localidad, impuso una disciplina en la comunidad para asumir las normas extra-institucionales de los primeros, viéndose afectados en la cotidianidad el conjunto de valores, sistemas productivos locales, la seguridad, la movilidad de los habitantes, el núcleo familiar, la convivencia entre vecinos y amigos, y todas las relaciones sociales establecidas antes y durante el conflicto bipartidista.
A su vez, otras relaciones de poder se registraron paralelamente desde la comunidad misma, pues las relaciones de poder no se crean desde el uso exclusivo de la violencia y discursos disciplinares (Castells, 40: 2009), también el diálogo y la deliberación colectiva permiten ser un punto de encuentro en los intereses y valores de los actores que son reunidos por un tema y circunstancias específicas.
Por eso los actores reunidos en las JMP iniciaron el proceso deliberativo y de consenso que lleva implícito relaciones de poder entre ellos, pero no para destruir, sino para construir perspectiva del lugar, objetivos comunes y un discurso cohesionado capaz de tener resonancia fuera de ese escenario, basado en la realidad problematizada de El Salado y la necesidad de encontrar soluciones.
En este proceso no se identificaron intenciones de armarse y reaccionar a la violencia directa (Obando, 2014. Entrevista) creando contingentes armados dentro de la comunidad para que hicieran resistencia frontal a los actores armados. Por el contrario, en las alternativas realizadas no se usó la fuerza, y se buscó tener una línea directa de comunicación con la administración municipal en torno a los problemas de abandono del corregimiento, y el tema del conflicto armado.
La otra cara del poder es crecer en conciencia, organización y capacidad de acción de los sujetos protagonistas (Rauber, 95: 2011), estos tres elementos configuran la formación de una subjetividad distinta a la hegemónica, con otros valores, otros intereses, un desarrollo en el análisis de la realidad para problematizar las circunstancias, e impulsar la toma autónoma de decisiones fuera del radio de la institucionalidad establecida, omitiendo en cierto momento la normatividad vigente, porque se percibe que esta no concuerda con los objetivos planteados desde los sujetos y por el contrario, esta normatividad vigente hace parte del conjunto de causantes de las condiciones indignas o injustas que se padezcan.
Es así como la conjunción (integral-integradora) de relaciones sociales, económicas, políticas, culturales (Rauber, 95: 2011) y demás emprenden un camino complejo y lento dentro de las personas que protagonizan los cambios, porque es de forma integral que se configura su ser, pensar y hacer de la mano con los otros sujetos, con quienes se organizan horizontalmente para alcanzar los objetivos de cambio.
Nuevos sujetos se van proyectando en estos escenarios organizativos y políticos, aunque dentro del poder hegemónico construyen otra forma de observar la realidad y crean maneras de incidir en ella, realizan escamoteos entre las fisuras que posee la estructura social imperante. Se erige una institucionalidad paralela, con base en esas nuevas subjetividades que plantean sus propias relaciones de poder, legitimándose entre ellos mismos como comunidad, creyendo en ello, trabajando en ello y poniendo sus esperanzas en ese proyecto colectivo que protagonizan.
Este proyecto colectivo no nace amparado en el marco legal vigente, porque en sí fue creado y erigido al margen de ese marco, pues fueron las comunidades desde abajo quienes construyeron ese conjunto de valores, prácticas, perspectivas, con conciencia problematizadora, y capacidad de acción autónomas, y con ese carácter propio se asumen como sujetos cuestionando las instituciones establecidas y enfrentándolas con sus acumulados que van incrementándose integralmente, dentro de un proceso de construcción de poder contra-hegemónico.
En este escenario los intereses y valores nuevos calan en los miembros de las familias y personas cercanas a los actores de las JMP, su capacidad de influir en la comunidad inició cadenas de diálogo para apropiarse de la realidad del corregimiento y de manera colectiva observarlo y analizarlo. Así la construcción de sujetos empoderados se inicia desde los espacios cotidianos y privados, donde se charla y comparten las visiones de El Salado, asumiendo el compromiso de no solo dialogar sino de tomar acciones concretas para alcanzar las metas comunes de bienestar.
También se presentó en este proceso un fortalecimiento en el habitar de las personas del corregimiento, porque cuando estas construyen infraestructura se habita al mismo tiempo ese lugar, pues apropian el espacio físico donde llegan, construyendo planes de vida individuales y colectivos, bajo el sentido del empoderamiento de la comunidad, y así se sigue el ciclo de habitar-consolidar el territorio.
El habitar el corregimiento se hace a través de las prácticas de trabajar la tierra, comerciar los productos, establecer lazos afectivos, luego se suma el proceso de las JMP, donde las prácticas se hacen enclave del territorio y el bienestar de la comunidad, en un nuevo lugar, con nuevos sentidos y objetivos, impulsando la formación de sujetos protagonistas de la vida individual y colectiva en El Salado.
Además, habitar en el sentido radical de la palabra, significa cuidar (Heidegger) el crecimiento y sostenimiento de aquello que se construyó y se construye, tomándose en cuenta la cuestión causal del objeto, ya sea una casa, una carretera, un alcantarillado, o algo que no exista físicamente pero tiene un significado personal, tradiciones, familia, recuerdos, vivencias, etc. La causa de tener prevalece en la noción de habitar.
No se trata de hacer énfasis en satisfacer la necesidad de habitar con una cantidad infinita de viviendas, o infraestructura vial, sino de partir de la pregunta ¿cómo se habita?, completando el cuadro de construir y habitar con la capacidad de pensar, dónde se ubica la conciencia de los sujetos sobre su realidad y la búsqueda de salidas a los problemas que la constituyen.
Por eso con la pregunta anterior, no se aborda la preocupación de construir más casas, sino de mejorar las condiciones de vida del corregimiento, exigiendo los derechos que toda institucionalidad administrativa debe cumplir.
Con lo anterior, cabe resaltar el criterio legal con que los actores de las JMP realizaban las acciones, las cuales eran ir hasta la sede de la administración municipal, y reunirse con los funcionarios encargados de los temas enmarcados en las exigencias de los habitantes del corregimiento. Trabajando dentro del marco formal de adecuarse a una agenda, y aprovechar el tiempo dedicado como institución a ciudadanos preocupados por la comunidad, y luego esperar la respuesta o gestión de los funcionarios hacía las demandas llevadas.
Don Rómulo no nombró otro tipo de acción que no estuviera fuera del marco normativo (2013. Entrevista), como movilizaciones masivas u otras acciones de hecho que obligaran a actuar a la administración municipal, predominó en estas acciones la influencia de individuos en cargos públicos, junto al acatamiento de las reglas.
Aun así, la iniciativa de reunirse, deliberar, conocerse, asumir compromisos, proyectar objetivos creaba otro tipo de poder dentro de la comunidad y en los actores de estos escenarios (JMP), logrando construir en la localidad, legitimidad
hacia ellos, quienes iniciaban un actuar político con carácter comunitario y de poder.
Alrededor de la complejidad del territorio y de la comunidad, se da cuenta que en términos de poder, se crearon relaciones sociales solidarias que legitimaron el actuar de sus habitantes para buscar soluciones de bienestar en las JMP, pero estas acciones que llevaron a cabo, también hablan de la legitimidad que tenían los habitantes sobre las funciones de la institucionalidad, porque no se apartaban del marco normativo que se tenía para informar y diligenciar las demandas de la comunidad ante la alcaldía o gobernación, por el contrario, se apegaban a ellas para hacer conocer su realidad a los funcionarios públicos. Fue cuestión de tiempo e insistencia, para crear un órgano institucional comunal que tuviera una interlocución fructífera con la administración municipal.
No hay que olvidar el aporte del megáfono utilizado por el Padre Oviedo, para crear nuevas relaciones de poder, ya que facilitó el intercambio de información en las personas a diario, haciendo énfasis en reconstruir el tejido social y la paz. La mediación para el diálogo en los espacios públicos del corregimiento aportó a la construcción de significados que alimentaron la convivencia sin violencia y la voluntad de reconocer al otro(a) en medio de la diferencia política o ideológica.
Hay que advertir que los espacios públicos del corregimiento (parque principal y la plaza de mercado) no se entienden desde el enfoque espacial físico, que hace énfasis en la infraestructura, omitiendo el sentido político del espacio público, (Miralles 37: 2001), aunque el parque y la plaza de mercado son los escenarios principales donde se dialogaba alrededor de la información del Padre Oviedo, aquí se toma el enfoque plural de lo público, que habla del encuentro en la diferencia y la construcción de sentidos entre las personas (Barbero 79:2001).
Al observar el proceso comunicativo que se emprendió en la comunidad de El Salado, se puede identificar el alcance de los objetivos de la comunicación, al observar que moviliza a los sujetos que la apropian y aplican en colectivo, que cuestionan el orden de cosas que tiene el territorio en aquel periodo haciéndole frente entre todos a la realidad que analizan, y porque alimenta un creciente proceso de toma de conciencia sobre el estilo de vida que tiene El Salado, adoptando una voluntad de trabajar para cambiar ese estilo de vida injusto (Kaplún, 27: 2002).
Este proceso comunicativo desde el enfoque construido por autores e investigadores latinoamericanos junto a experiencias históricas que ha tenido el continente, se articula a un proyecto de sociedad distinto al que impone el capitalismo, porque los sujetos protagónicos están en los pueblos y ellos forjan desde sus procesos organizativos el tipo de sociedad y país consecuente con su visión de la vida. Claro está que un proyecto de sociedad distinto al capitalista, no se plantea en las JMP, ni tampoco es la utopía que moviliza a la comunidad de El Salado, y mucho menos es la intención del Padre Oviedo transformar la estructura social colombiana partiendo de esta localidad. No obstante, hay que reconocer el proceso comunicativo y de desarrollo local llevado a cabo en la localidad, más que un proyecto de país como meta a alcanzar.
En este mismo sentido, cabe citar aquí a Isabel Rauber cuando dice, “la práctica de los sujetos históricos es un acto generador y desarrolla su propia teoría, además de ser un acto creador del mundo (innovador) existente, y se transforman así mismos como sujetos libres y liberadores, una transformación en doble vía” (Rauber, 2011).
Se asume con esto, que la práctica de vivir de los sujetos populares es un ejercicio crítico de su alrededor, incide en la correlación de fuerzas y busca transformar el mundo. Además, la práctica de los sujetos populares es de carácter integral, que los auto-constituyen en protagonistas de la historia, reconociéndose en sujetos políticos que construyen sociedad (Rauber, 121: 2011), dentro de la hegemonía imperante de sectores económicos representados en los gobernantes, que se hacen elegir para manejar la administración pública de un municipio, un departamento y de una nación.
Tal vez los habitantes de El Salado, hubieran planteado objetivos de transformación social con una conducción diferente en el proceso comunicativo, partiendo de las condiciones de abandono y violencia (estructural, cultural y directa) a las que estaban sometidos, sin embargo, el proceso en sí generado desde la comunidad, pone en la historia local y nacional las prácticas hechas por los miembros de este sector popular, que buscaban cambiar la realidad concreta del territorio, la cual en esencia, estaba articulada a la dinámica social continental de esa época.
Las relaciones de poder creadas en El Salado, son de un carácter comunitario y contra-hegemónico, al centrarse en la comunidad sin ninguna intervención institucional, se gesta desde los habitantes perspectivas integrales de la localidad, un relacionamiento de paz y unidad, acobijados por objetivos que buscan el bienestar de las personas, al tiempo que reconstruyen el territorio. Desde abajo se cimenta nuevas relaciones de poder dentro de un proceso comunicativo que se integra en las nuevas prácticas colectivas, tendiendo puentes entre los sujetos activos que estrechan sus afectos y valores, enfrentando la desarticulación generada por la violencia, y que en ese nuevo poder yacen las soluciones al conflictivo contexto que vive el corregimiento.
Conclusiones
Lo anterior es un aporte a la memoria de la humanidad, con la experiencia de El Salado en materia de construcción de vida digna en el marco de un conflicto armado, que a nuestros días en Colombia no desaparece. Por consiguiente, vale la pena dejar algunas interrogantes abiertas para ser fortalecidas con otras experiencias y reflexiones que se desarrollan en nuestro continente.
En la práctica, los pueblos de Latinoamérica crean conocimiento propio pero hace falta el ejercicio de sistematización y análisis de dichas prácticas, por ende El Salado es otra muestra de ello. Para la comunicación social, es importante valorar lo realizado por el cura Oviedo con su megáfono, convertido en puente con la comunidad para incidir en el sentido colectivo de las personas de solucionar los problemas generados por el conflicto armado. Por medio de valores como respeto, solidaridad, principios de unidad y hermanamiento eran los mensajes incisivos de Oviedo para reconstruir el tejido social.
Lograr que sus mensajes fueran conversados y reflexionados por el saladuno en su cotidianidad, demuestra el alcance de este medio para crear opinión pública en la localidad. Un aspecto que no se puede obviar, pero tampoco esta completo. Ya que la organización en las JMP, se entrelazan en el proceso organizativo general de la comunidad.
Con la apropiación de un lugar (El Salado) para proyectar acciones conjuntas, impulsar colectivamente estrategias de interlocución con la administración municipa, paralelo a ello la deliberación cotidiana refuerza este proceso e inherenteme reconstruye las ideas que van aflorando entre los sujetos. Así que ¿se construyó poder desde abajo en El Salado? ¿la creación de la Junta de Acción Comunal en 1964 fue el resultado de un proceso organizativo?
Además ¿no hubo objetivos de transformación social por parte del cura Oviedo y en las JMP, este proceso aporta a ese horizonte?
Asociación Nacional Coordinador Nacional Agrario
*Comunicador social de la Universidad del Tolima, estudiante de la Maestría de Gerencía educativa de la Universidad Pedagógica Experimental Libertadora de Venezuela. Miembro de la Secretaría de Comunicaciones y Formación del Asociación Nacional Coordinador Nacional Agrario (CNA).
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Rauber, Isabel (2011). Dos pasos adelante, uno atrás: Lógicas de superación de la civilización regida por el capital. Bogotá, D.C, Colombia: Ediciones desde abajo.
Referencias de entrevistas
Obando, Rómulo (Agosto de 2013) (Agosto, Septiembre de 2014) (Febrero de 2015). Habitante de El Salado. Ibagué.
Ramírez, Bruno (Agosto de 2013). Habitante de El Salado. Ibagué.
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