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Sos un audaz”, le dijo Néstor Kirchner al presidente Alvaro Uribe. “Si esta historia llega a ser falsa va a ser un papelón para vos”, explicó. El colombiano lo miraba impávido y hacía ejercicios de relajación . Pasaba la mano por encima de la cabeza y estiraba el cuello lentamente, para un lado y para el otro. Acababa de dar a todos los delegados internacionales, reunidos en una base militar en Villavicencio, una noticia bomba: había aparecido un niño en un asilo colombiano que, “según una hipótesis”, podría ser Emmanuel, el chico nacido en cautiverio y que iba a ser liberado por las FARC, junto a su madre Clara Rojas y a la ex congresista Consuelo González (Ver “Emmanuel…”).
Según relataron a Clarín fuentes de las delegaciones argentina, colombiana y brasileña, la novedad impactó dramáticamente entre los garantes, que esperaban las coordenadas de la guerrilla para salir en dos helicópteros rumbo a algún sitio de la selva donde se entregarían los rehenes. Esta noticia y la demora en la llegada de los datos por parte de las FARC, que en un comunicado por la mañana argumentaron falta de seguridad por bombardeos del ejército colombiano en la zona, frustraron la “Operación Emmanuel” y los delegados tuvieron que volverse a casa.
Ayer, el presidente Hugo Chávez anunció que, pese al traspié, seguiría avanzando en gestiones “clandestinas” para la liberación. Colombia le respondió que esas gestiones “no tienen sentido”. Mientras que fuentes argentinas analizaba ante Clarín que “si las FARC fuesen inteligentes ahora deberían liberar rápido a los tres rehenes, para mostrar que Uribe se equivocó”.
El presidente colombiano, que había mantenido un bajo perfil hasta el lunes, copó así el centro de la escena con un viaje de Bogotá a Villavicencio, esta ciudad de 350.000 habitantes rodeada de montañas selváticas, por donde se desplaza la guerrilla.
Con una guayabera de finísimo hilado blanco, pantalón y sombrero ranchero al tono, Uribe se reunió con los delegados de Argentina, Brasil, Cuba, Francia, Ecuador, Suiza y Bolivia, más las distintas personalidades que operaban como garantes. Estuvieron hablando por más de una hora y el colombiano les contó que las FARC “mienten”. Como prueba relató varios ejemplos y, mientras masticaba lentamente una durísima carne de cebú, sacó su as de la manga: la inesperada hipótesis del niño en el asilo.
“Es un cagada olímpica”, graficó sin eufemismos uno de los negociadores. “Es algo macabro, tendencioso”, agregó. Y lo comparó con la “maniobra” que el colombiano había hecho en noviembre al desplazar a Hugo Chávez y Piedad Córdoba como facilitadores de la entrega de los rehenes en manos de las FARC.
Según interpretan fuentes presentes en la reunión, la jugada de Uribe formó parte de una estrategia de ruptura de la operación. Primero quiso quebrar la cohesión de las delegaciones: hasta las separaron físicamente en distintas fincas, lo que prácticamente les impedía reunirse. Ni hablar de las operaciones de espionaje. La estancia donde se alojaba Kirchner era sobrevolada permanentemente por un avión fantasma; “había micrófonos hasta debajo de la cama” y militares hasta en los lugares más privados, revelaron fuentes de la misión.
Como no lograba romper la unidad de los delegados, Uribe les comunicó el domingo por la noche, a través del comisionado Luis Carlos Restrepo, que no garantizaba su seguridad en la selva, especialmente la de Kirchner y la del brasileño Marco Aurelio García. Pese a eso, los garantes dijeron que se quedarían.
“Ahí apostó más fuerte y se fue a Villavicencio con esa historia del chico. Quería a toda costa romper la negociación”, dijeron a Clarín fuentes argentinas.
Mientras transcurría la reunión, el canciller venezolano Nicolás Maduro salió al parque a hablar por teléfono, seguramente con Chávez. Se lo veía caminar nervioso, de aquí para allá.
Cuando el encuentro terminó, Uribe salió rodeado de militares y se acercó a los periodistas a dar su discurso, similar al que le había dado a los delegados. Dijo que daba todas las garantías de seguridad y su jefe del ejército señaló que “no había combates en la zona”. Una fuente de la delegación argentina destacó una sutileza: “Que no haya ‘combates’ no significa necesariamente que no hay bombardeos”.
El colombiano ofreció su mensaje en un atril con la bandera colombiana (se puso para la ocasión un manto al hombro con los mismos colores) y se rodeó de su gente. Los delegados salieron en grupo, pasaron a metros de Uribe y siguieron de largo, prácticamente sin mirarlo. Poco después, en otro aeropuerto, Kirchner habló como vocero de los garantes y anunció “dificultades que impidieron la concreción” de la liberación. “Se trata del más delicado y crucial momento, donde es necesario reunir todas las condiciones para garantizar la seguridad de todos y el éxito de la operación”.
Además -en nombre del resto- instó a Uribe a crear “un espacio humanitario y seguro que permita el traslado de los rehenes” y a las FARC a “abstenerse de realizar acciones durante la operación humanitaria”. Para los delegados era hora de volver a casa.
Por: Paula Lugones
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