Construir el proyecto hidroeléctrico Ituango (PHI) por parte del gobierno departamental de Antioquia fue y sigue siendo tema de debate e incluso de oposición y defensa irrestricta por parte de sectores muy diversos en el contexto regional. La resistencia inicial provenía y persiste, por parte de las comunidades donde se emplaza el proyecto. Para ellas es claro que el PHI produce alteraciones profundas e irreversibles en el contexto social y natural donde han vivido desde siempre. Mientras el debate y la confrontación se circunscribió a las comunidades locales y EPM, la actitud y opinión, en el contexto regional y nacional, era el de un asunto ajeno a sus rutinas e intereses inmediatos.
Desaciertos de tipo técnico llevan a que la situación del proyecto se vuelva un asunto de emergencia y riesgo, que trasciende lo local, y se convierta en tema de interés nacional e internacional. Algunos expertos en el proyecto conocieron de su existencia en abril del 2018. Igualmente, varias de las comunidades que habitan en la depresión mompoxina saben, en este momento, que su futuro está conectado con lo que suceda con el PHI.
La discusión acerca del proyecto en los últimos meses la concentran las administraciones salientes y entrantes de Medellín y de EPM. La complementan los debates que se generan con los informes de las aseguradoras. Señalamientos de uno y otro lado, amplificados en los medios de divulgación, conducen a las instituciones, organizaciones y personas a realizar juicios diversos, algunos profundos, otros de propaganda, muchos abiertamente antagónicos, en consonancia con el ambiente de polarización que se desarrolla y estimula en un país en crisis profunda.
Los juicios que se realizan sobre Hidroituango tienen en común una nueva y desafortunada realidad: no existe un acceso igualitario y democrático a la información. Quienes lideran la construcción del proyecto disponen de la información existente pero la manejan a conveniencia. Divulgan lo que les conviene y ocultan los desaciertos. A los problemas de carácter ingenieril, bastante graves, se hace referencia de modo ocasional y la atención se centra en el proceso constructivo de la galería auxiliar de desviación (GAD). Los nuevos problemas generados con motivo de la emergencia no se expresan con claridad por parte de instituciones y personas que los conocen.
Hoy sabemos la dimensión de las consecuencias de unas decisiones forzadas por el desacierto de medidas técnicas. Esto ha sido posible, no por el interés de que la población y las comunidades conozcan la realidad del proyecto, sino por decisión del juez 75 de Bogotá que impele a EPM a poner disponible dicha información.
Contexto actual
Desde abril de 2018 el PHI se convierte en un tema de orden nacional ante una situación de emergencia inducida por un manejo inadecuado del proceso de construcción del mismo. Lo que se suponía era una situación coyuntural y pasajera termina convertida en una situación de emergencia permanente. No se visualizan elementos que permitan que a futuro cambie radicalmente esta situación. La condición del PHI, en el actual periodo invernal, se agrava con los afloramientos de abundante agua subterránea formando cortinas de aguas en las excavaciones escalonadas en roca de la margen derecha en el sitio de presa.
El inicio del proceso constructivo permite ver que los contratiempos y dificultades del PHI tenían que ver con problemas ambientales, culturales y ante todo, con un proyecto que enfrentaba el rechazo y la resistencia de las comunidades donde se asentaban las obras. Durante la construcción de las mismas, el PHI enfrenta nuevas dificultades por desconocer la normatividad ambiental. Durante el proceso de construcción queda evidente, para diferentes sectores de la opinión nacional, que el manejo técnico ingenieril del PHI no es ni el más riguroso, ni el más adecuado. El hundimiento y colapso del sobretecho del túnel de desviación GAD en su recorrido inicial formando una estructura en embudo que sale a superficie y hace visible el piso del túnel constituye una alerta temprana del tipo de ingeniería que se implementaba. Este “impasse”, sin consecuencias graves para el desarrollo de la obra civil, lo que si expresaba era una falta de rigor técnico y de prevención en el proceso constructivo al no tomarse las medidas preventivas adecuadas.
El bloqueo temporal del flujo del río Cauca y la decisión ineludible de desviar las aguas por las excavaciones subterráneas, generan una serie de consecuencias en cadena, cuyo resultado más inmediato es que la condición de emergencia se prolonga en el tiempo hasta volverse permanente.
La primera consecuencia, más que “descubrirla”, se la encuentran realizando una perforación el 27 de diciembre del 2018 y se presenta en rueda de prensa el 7-8 de enero del 2019. Los voceros oficiales la bautizan con el término de “oquedad”. Cuando se realiza la inspección visual de los efectos del tránsito del río Cauca por las excavaciones subterráneas, queda evidente el divorcio de apreciaciones entre lo que se “informa” al público y lo que ocurre en el proyecto. La “oquedad” de los voceros se convierte en una enorme caverna de 126.000 m³ que destruyó la mayor parte de los túneles de conducción 1 y 2.
La situación actual en el PHI, desde el punto de vista ingenieril, es grave. De muy poco sirven las declaraciones mediáticas del tipo “vamos pa’lante”. Es necesario evaluar con criterios técnicos rigurosos y bien fundamentados las consecuencias de los daños ocasionados en el tránsito del río Cauca por las excavaciones subterráneas. Se debe responder con rigor científico el interrogante sobre estabilidad. ¿Es estable la vertiente y el macizo rocoso donde se encuentran las obras principales del proyecto? El futuro del PHI depende de la respuesta a este interrogante. Si persiste la premisa de que el proyecto se debe sacar adelante como sea, es posible que lo puedan terminar, con el significado que a bien quieran dar a este verbo. También podrían incubar un desastre potencial de consecuencias sociales muy graves. O en el mejor de los casos, tener una obra que a largo plazo tendría que ser vista como un factor de riesgo.
La situación de emergencia persistente en el PHI, además de identificar y definir responsables, debería orientarse a evaluar igualmente la pertinencia de continuar o no con su desarrollo. Dependiendo de la gravedad de lo ocurrido, podrían hacerse modificaciones en el tamaño inicial de la obra o en el caso más desfavorable, considerar que la naturaleza y magnitud de las consecuencias no hacen viable la obra. Los siguientes aspectos aspiran a brindar elementos para la reflexión.
Las nuevas situaciones
Las consecuencias de la condición de emergencia en la ingeniería del proyecto se centran en tres aspectos:
– La excavación por el río Cauca de una caverna de gran tamaño.
– Los flujos de agua en las excavaciones subterráneas.
– La inestabilidad del macizo rocoso de la margen derecha.
Véamos cada uno de estos aspectos:
• La excavación de una caverna con el desvío del río Cauca
La decisión obligada de conducir las aguas del río Cauca por las obras subterráneas tuvo consecuencias graves, así la dirección anterior de EPM halla hecho una campaña para minimizarlas.
El retiro del flujo del río y el acceso a la inspección visual pone en evidencia que la publicitada “oquedad” corresponde a una caverna enorme de 30×60 metros de sección y 70 metros de altura. Se trata de un vacío en el macizo rocoso de 126.000 m³. El reporte técnico sobre los daños ocasionados en el sector de las baterías de los túneles de conducción se presenta en un informe de junio 11 del 2019. En septiembre 9 del 2020, en un derecho de petición que solicita Ríos Vivos, EPM expresa lo siguiente: “Teniendo en cuenta que para controlar los riesgos de sobrepaso del agua por la presa, el agua del río Cauca se hizo pasar por las obras de la Central Subterránea, entrando por las conducciones 1 y 2, y las conducciones 7 y 8, las obras subterráneas sufrieron daños importantes. En el proceso de rehabilitación de estas obras, hubo necesidad de ejecutar el lleno en concreto de una oquedad encontrada en los pozos de presión 1 y 2, donde se colocaron cerca de 60.000 m3 de concreto” (subrayado y resaltado del autor)
La referencia a daños importantes debería orientarse a precisar si ellos afectan y en qué medida la estabilidad y continuidad de la obra y si representan un factor de riesgo para la población localizada aguas abajo de la presa. Respecto al tamaño de la caverna y el volumen de concreto utilizado para rellenarla existe una cierta incompatibilidad en los datos (126.000 m³ de caverna y 60.000 m³ de concreto) que sería importante precisarla.
La caverna se conoce a comienzos del 2019 y para junio del mismo año se tiene la solución: rellenar con concreto la caverna excavada por el río. Es una ingeniería muy particular, una ingeniería del desespero, que tiene a mano las “soluciones” sin haber reflexionado previamente sobre las consecuencias de los problemas que pretende resolver. Se presenta un contexto de reflexión muy simple: “si se hizo un hueco, rellenen el hueco”. Uno tiene el derecho y el deber de preguntarse como ingeniero, ¿cuáles son los efectos o consecuencias sobre el macizo rocoso de una excavación abrupta de una caverna? ¿Podría la excavación de la caverna contribuir y en qué medida a la descompresión del macizo rocoso de la margen derecha?
• Los flujos subterráneos actuales
Al retomar las actividades constructivas en las excavaciones subterráneas se presenta una situación nueva que no existía durante la etapa anterior a la emergencia. En el sector de los túneles de conducción se hace mención a “filtraciones” del orden de m3/seg. Caudales de aguas subterráneas en la escala de los m3/hora y de m3/día son pertinentes para evaluar el influjo de las aguas subterráneas hacia los portales de salida de túneles muy largos y guardan correspondencia con influjos hídricos en la escala de litros/min en sitios locales de las paredes de los túneles.
Pero caudales del orden de los m3/seg es otro escenario muy diferente. Desde un punto de vista técnico, considerar estos caudales como valores de las filtraciones en un macizo rocoso fracturado y adyacente a un cuerpo de agua bloqueado es incluso insuficiente. Esta escala de flujo expresa mas bien un flujo de aguas subterráneas a través de un macizo rocoso descompresionado y en condiciones favorables al colapso.
De lo anterior, es evidente que el régimen del flujo de las aguas subterráneas hacia las excavaciones subterráneas de la margen derecha se pueden diferenciar claramente entre un antes y un después del paso del río Cauca por las excavaciones subterráneas. Y la diferencia responde solo parcialmente a la presencia de un cuerpo de agua bloqueado. Es necesario explicar, el porque el macizo de la margen derecha es receptivo a unos caudales de agua excesivamente altos que solo pueden provenir en su mayor parte del cuerpo de agua bloqueado.
Estos caudales testimonian que el paso del río no fue ese tránsito inmaculado que estimuló EPM con sus “informes” y que divulgaron ampliamente los medios.
• La conexión causal entre inestabilidades en superficie y las inestabilidades en las excavaciones subterráneas
Cuando se presentan los primeros deslizamiento en la parte alta de la margen derecha, en el deslizamiento Romerito, la preocupación se centraba en una posible relación causal entre la inestabilidad de la vertiente y problemas de inestabilidad en las excavaciones subterráneas. Esta preocupación ha tenido tres desarrollos diferentes.
La explicación inicial y persistente de EPM, era que la margen derecha era estable; que el monitoreo con radar no mostraba indicios de inestabilidad. Esta apreciación, en parte la desmienten los datos del radar y que la interpretación de los datos que realizan los consultores poco aporta al respecto.
Para junio de 2019, los consultores consideran la relación causal como hipótesis factible, en un abanico de cuatro opciones, colocando a ésta como última. Con un encabezamiento muy claro: “Deslizamiento margen derecha arriba de captación” expresa lo siguiente “Aún se mantiene la hipótesis de que este deslizamiento está relacionado con las inestabilidades observadas en la galería D-Sur y sectores aledaños a través de un fenómeno tipo chimenea; sin embargo, aún es motivo de investigación cuál es la extensión real de la afectación al interior del macizo entre la parte alta y la cota 435”.
En el derecho de petición antes mencionado, EPM expresa claramente lo que desde un inició suponíamos. La existencia de un colapso de aquella parte del macizo rocoso donde se localizan las baterías de los túneles de conducción 5-8: “A la fecha no se cuenta con exploraciones suficientes que permitan conocer con mayor detalle el estado de las conducciones del sector sur, las cuales se vieron afectadas por un desconfinamiento interno del macizo rocoso, presentado desde la parte alta del talud de la plazoleta de compuertas” (subrayado y resaltado del autor).
Diez y seis (16) meses después, de considerarse como hipótesis factible es tiempo más que suficiente para exigir a EPM que exprese cuáles fueron los resultados de dicha investigación. Si se hace un manejo ingenieril riguroso del tema, los resultados de la investigación, si se hizo, son fundamentales para conocer el riesgo real o potencial que afecta a las comunidades localizadas aguas abajo de la presa. Si las investigaciones se llevaron a cabo, que expresen por escrito cuáles son los resultados finales.
A modo de conclusión
La excavación de la caverna, los caudales de aguas subterráneas excesivamente altos y el reconocimiento formal de la conexión entre inestabilidades superficiales y subterráneas en el sitio de presa, requieren de un análisis riguroso, instrumental y profundo en relación con el desarrollo futuro del proyecto. Las consecuencias del desvío del caudal del río Cauca por las excavaciones subterráneas del proyecto parece ser que no han sido evaluadas en todas sus consecuencias. No sabemos cuál es la importancia que jugó la caverna excavada en la descompresión del macizo rocoso y cuál el papel de los túneles de desviación.
Los caudales de aguas subterráneas que hoy circulan por el macizo de la margen derecha son muy superiores a los que circulaban antes de la emergencia. Esto obedece en parte a la existencia de un cuerpo de agua bloqueado. Sin embargo, otra parte de esos caudales puede ser el resultado de descompresión inducida en el macizo de la margen derecha. ¿Realiza EPM monitoreo instrumental continuo de las aguas subterráneas que fluyendo por el macizo rocoso convergen hacia los portales de los salida de los túneles de desviación? El comportamiento de estos caudales permitiría tener elementos adicionales de evaluación de la situación actual.
¿Cómo es posible que a una hipótesis de conexión causal entre inestabilidad en superficie e inestabilidad en profundidad en la margen derecha del sitio de presa no le concedan de manera real y efectiva la importancia que merece? Si se tuviera conciencia de las implicaciones de ello, y una vez logrado el accesos a la inspección visual, lo procedente era haberle dado prioridad en los trabajos de investigación. Las implicaciones pueden ser muy serias y graves respecto a la seguridad de las comunidades que viven aguas abajo, y con la estabilidad ingenieril del mismo proyecto.
Las expresiones en superficie del afloramiento de aguas subterráneas (cortinas de agua) en los taludes escalonados en roca de la margen derecha, que se registran desde finales de septiembre de 2020, son una expresión de una condición crítica del macizo rocoso y de la vertiente de la margen derecha. Una realidad tal no se puede minimizar a una simple expresión de una condición temporal de periodo de invierno. La cantidad de agua y los sitios donde afloran son testimonios de condiciones favorables al incremento de la inestabilidad en esta margen.
Desde el punto de vista técnico se presenta un acumulado de situaciones delicadas que requieren una evaluación rigurosa y adecuada. Es una irresponsabilidad enorme continuar declarando que el PHI continúa adelante, mientras no se tengan resultados rigurosos y confiables del origen y consecuencias de los fenómenos antes descritos.
El encadenamiento de desaciertos en el manejo ingenieril del proyecto pusieron a la obra en una situación de emergencia permanente y ante todo en una condición de amenaza inducida que en caso de concretarse sería de consecuencias fatales y costos sociales elevados.
¿Alternativas?
Las preocupaciones por terminar la obra a la mayor brevedad, y por el retardo en la entrada en funcionamiento deben supeditarse a una nueva estrategia orientada a minimizar el riesgo potencial que representa la obra en las actuales condiciones. El proyecto se encuentra en una situación de emergencia y los estudios que requeridos para comprenderla y superarla no pueden continuar en la misma perspectiva traída hasta ahora. La mayoría de los actores involucrados guardan silencio respecto a si el cúmulo de desaciertos llevan al proyecto a una condición de inviabilidad técnica.
El factor de riesgo mayor en las actuales condiciones es un enorme volumen de agua bloqueada para la cual no se ha planteado alternativas de drenado. Mientras este cuerpo de agua esté presente, persistirá el riesgo sobre las comunidades que habitan aguas abajo de la presa. Contar con un sistema de drenado que permita controlar los niveles y el volumen retenido debería ser la preocupación prioritaria en las actuales condiciones.
* Escuela de Geociencias Facultad de Ciencias Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Noviembre 13 del 2020.
* Profe en Editores de Ciudad, Investigador en Casa de las Estrategias y parte de Morada.
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