La bilateralidad es un principio central en los diálogos de paz de La Mesa de La Habana para poner fin al conflicto social y armado.
Se trata de una filosofía y una metodología que compromete las partes (Gobierno y Farc) en cada paso para alcanzar los objetivos señalados en el Acuerdo especial de agosto del 2012. Es, sencillamente, la prevalencia de la buena fe y la confianza en la palabra empeñada.
Sin embargo, en su afán politiquero, de experimentado tahúr, el señor Santos no desaprovecha oportunidad para ganar ventajas y organizar trampas, que por supuesto, afectan las tareas para construir los consensos correspondientes.
Ocurrió con el llamado Marco jurídico para la paz, convertido en letra muerta, dada su inutilidad para la paz.
Se da con el invento caprichoso de un plebiscito politiquero como mecanismo de refrendación de los pactos que se consoliden.
Se evidencia con la creación del Ministerio del Post conflicto que no corresponde a un consenso en el tema de los ajustes institucionales y las reformas al Estado para la paz.
También se registra en el Conpes 3850 del 2015 que crea un Fondo Colombia en Paz, en el que se establecen de manera sesgada unos enfoques que reflejan los criterios específicos del modelo neoliberal prevalente en el actual Plan de desarrollo del gobierno.
Hoy se ha dado paso en esa equivocada ruta al aprobar una reforma (http://bit.ly/1MbeX9V ) del artículo 8 de la Ley 418 de 1997 (http://bit.ly/1QGLQxC ), para crear unos ‘’campos de concentración’’ (recuerdan los campos de concentración de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial? http://bit.ly/1QJPRmd ) donde, con el apoyo envenenado de la ultraderecha fascista, se pretende acorralar a los integrantes de la resistencia campesina armada revolucionaria de las Farc para avanzar en su masacre y exterminio.
Toda la jauría del establecimiento oligárquico, sin excepción alguna, se compacto para disponer ese esperpento que sintetiza la ambición pendenciera del regimen.
Esos campos de concentración son un torpedo a la paz. La ley que los contempla se ha gestionado desconociendo la otra parte de la Mesa de diálogos de La Habana que ha formulado un completo esquema para organizar los Territorios de paz.
Serán tan perversos esos “campos de concentración’’ que el más entusiasmado con los mismos es el artífice del paramilitarismo, de las masacres, de los falsos positivos y de la violencia contra los campesinos: el caballista del Ubérrimo.
Razón de más para indicar que se trata de un claro sabotaje a los avances del proceso de paz.
Ese debe ser otro tema para plantear en el Pliego del gran Paro cívico del próximo jueves 17 de marzo. Esa movilización tiene entre sus objetivos la defensa de la paz con justicia social, no con venganzas y persecuciones violentas a los campesinos y lderes populares.
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