Rodrigo Marín, hidrólogo colombiano, que coordinó el Estudio Nacional del Agua IDEAM – 2000, llamó la atención por los altos volúmenes de agua que presenta el río, inusuales en esta época del año, lo cual hace prever que las ciénagas no tendrán suficiente capacidad de amortiguación para la temporada invernal de los meses de octubre y noviembre, con las consiguientes inundaciones.
La bióloga Angela Gutierrez explicó que la abundancia de buchón, -o taruya como le dicen por acá-, que flota en el río y se aglomera en las orillas, indica altas concentraciones de materia orgánica en descomposición, proveniente de los vertimientos de aguas residuales de las poblaciones ribereñas, y de los excrementos del ganado vacuno que pasta hasta la orilla del río. No olvidemos que las aguas residuales de la misma capital colombiana llegan al Magdalena a través de la alcantarilla en que se ha convertido el río Bogotá.
La inexistencia de mediciones sistemáticas de la calidad del agua en el río hace aún mas preocupante la anterior situación que afecta a cerca de 500.000 habitantes ribereños, desde Calamar hasta Magangue, pues el agua captada es sometida a tratamientos insuficientes para garantizar su potabilidad para consumo humano.
La observación y las conversaciones con los pescadores ratifican la alarmante disminución de las especies. Cuando Ángela Gutiérrez, especialista en ictiología, visitó los mercados de Plato constató que los peces para la venta estaban por debajo de la talla mínima permitida, lo que significa que no se habían reproducido ni una sola vez en su vida. La pesca de ejemplares inmaduros disminuye las especies y las poblaciones y en consecuencia empobrece la base alimentaría de los habitantes de la región.
La disminución de la pesca en un 84% en los últimos treinta años esta, sin duda, detrás del drama social en una región donde esta ancestral labor era fuente de empleo y nutrición.
Otra especie amenazada pero que increíblemente sobrevive es el Manatí, cuya carne se vendía hasta hace unos años en el mercado de Magangue. Algunas poblaciones subsisten en la ciénagas y en zonas protegidas por finqueros, aún en las cercanías de lugares contaminados por los derrames de petróleo en Barrancabermeja
La pobreza salta a la vista, por ejemplo en Magangue, donde muchos jóvenes han acudido al mototaxismo como forma precaria de empleo , cobrando “carreras de 700 pesos”.
Tal vez por todo lo anterior el mensaje de la campaña: “El agua: un derecho fundamental”, ha ido calando tan profundo entre la gente. Ello se refleja en la nutrida participación en los Foros de Barranquilla, Magangué y el Taller celebrado en Plato. Así mismo en los entusiastas recibimientos de brindados a los fluvionautas, en estas dos últimas poblaciones y en El Banco, donde nos encontramos actualmente. Bandas de música y papayeras, estudiantes y profesores y los “Guardianes del río”, con sus vistosos uniformes se han dado cita en los muelles y recorrido las calles dando la bienvenida a la caravana y vivando el mensaje de defensa del agua y de la vida.
Gentes de la región han narrado en los Foros sus problemas y temores por los megaproyectos que amenazan
En una especie de reencuentro entre la academia y la gente, muchos se sintieron interpretados y reconocidos cuando la destacada arqueóloga colombiana, Clemencia Plazas, dibujó la cosmovisión indígena precolombina sobre el agua. Del inframundo, lugar de muerte y vida, surgía el agua hacia le mundo de los humanos, rodeado por el océano. Para los pueblos originarios de América el agua era sagrada y como tal se convivía con ella. Así lo demostraron por siglos zenúes y malibues, maestros de la ingeniería hidráulica como adaptación y no como destrucción. Los vestigios de ese ingenio perduran aún en muchos de los habitantes de la región, pero sus huellas se borran con el tiempo y la “adecuación de tierras” que realizan los viejos y nuevos terratenientes.
Como un recuerdo del pasado y esperanza de un futuro mejor el Gobernador Chimila, Felix Mendiueta, narró en Magangue que su pueblo había sido capaz de llamar el agua al territorio árido en el cual los confinó el Estado colombiano hace algunos años. “El agua siempre esta ahí, nunca se va”, dijo, y explicó como el tratamiento espiritual aplicado se materializó en reforestación del territorio y el agua volvió a su pueblo.
A su vez el mamo Kogui, que no habla castellano, manifestó a través de Francisco, su acompañante, que para ellos no eran necesarios los acueductos pues
Mientras
Cosechar la lluvia como una manera de garantizar el acceso al agua, fue otra experiencia presentada por la comunidad de Emaus, cercana a Magangue. Mediante una tecnología ambientalmente apropiada consistente en construir tanques de ferro – concreto que almacenan hasta
En los Talleres de Ranas, la bióloga Natalia Atesta mostró los anfibios y su diversidad en Colombia y el mundo y el peligro que se cierne sobre ellos. Explicó como pueden servir de indicador de la salud del río. Los niños y las niñas dibujaron las ranas y los sapos y discutieron sobre las amenazas que las pueden poner en riesgo. Al mismo tiempo las personas adultas analizaron las amenazas a que estas especies están sometidas y propusieron alternativas para su cuidado y conservación. Este taller permitió ver los problemas que afectan el ecosistema y la población humana como la tala, la quema, la erosión, la sedimentación del río, la contaminación del rió por aguas residuales y basura, el taponamiento de canales, entre otros. La gente reconoció como principal problema, el desconocimiento y la falta de información.
Mompox recibió la navegación con un desfile de bandas de paz de sus instituciones Educativas que sumadas al grupo folclórico de Abundio recorrió la ciudad bonita por la calle del medio hasta la plazoleta Santa Bárbara a orillas del río Magdalena. En el recorrido y en la propia plaza se recogieron numerosos apoyos para el referendo.
Luego en la plaza se realizó un bello concierto con la participación de
Los acompañantes internacionales de la navegación han expresado su solidaridad y aportado su experiencia. Oscar Olivera de
Por su parte Javier Martínez, de
La participación de los dos ambientalistas ha puesto de presente que la defensa del agua como derecho humano y bien común atraviesa todas las fronteras y une a los pueblos del mundo.
Por Javier Márquez Valderrama y Rafael Colmenares.
El Banco 12 de Agosto de 2007
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