LA PRIMERA ES LA ECONOMÍA.
Una devaluación mediana ocasionaría una crisis profunda en las finanzas
públicas y la consiguiente necesidad de transferirrecursos de la sociedad hacia el Estado podría enfrentarnos a una nueva recesión. Los altos precios internacionales del petróleo y el ascenso mundial de las tasas de interés ayudan a esta perspectiva. En
forma desapercibida ha aumentado la vulnerabilidad económica del país al punto que el optimismo nacional, tan bien condimentado con la manipulación de cifras estadísticas -todas a la baja cuando en realidad subían- como las de la pobreza, la tasa de desempleo y la producción de cocaína, dará paso a una peligrosa incredulidad desesperanzada.
La segunda es Bush.
El deterioro de la imagen del presidente norteamericano tanto en su país como en el mundo entero y la posibilidad de un cambio político en los EEUU, obliga a Uribe a dejar de mostrarse como el pequeño hermano incondicional y lo lleva a tomar distancias. La necesidad de acercarse a Europa le impone a Uribe II el intercambio humanitario con las Farc, y la imperiosa necesidad de mantener el mercado venezolano para paliar los efectos del TLC lo obliga de igual modo a mantener estrechas relaciones con
Chávez y con América del Sur.
La tercera es la política antiterrorista en el mundo.
La seguridad democrática concebida como una estrategia de guerra contra el terrorismo con incremento de sumas presupuestales en ese objetivo, con recortes a los derechos y las libertades fundamentales, y cimentada casi exclusivamente en el copamiento militar del territorio ha perdido su credibilidad internacional.
El fracaso del modelo copiado por Uribe de la estrategia militar antiterrorista que Bush impuso en varias regiones del mundo hoy hace agua o, mejor, sangre. La famosa frase del vicepresidente Francisco Santos cuando pidió en Roma que en Colombia se hiciera
lo mismo que en Irak, una semana después de comenzado ese conflicto, no contaría con los aplausos que ese día recibió; ni siquiera en Colombia. En cierta forma, ha sido el llamado “Partido de Dios” en el Líbano, en medio de centenares de niños muertos por los antiterroristas, y no las Farc, el que se ha encargado de demostrar que los conflictos humanos por más violentos y salvajes que sean necesitan para su resolución de mucha paciencia, política y diálogo diplomático.
“EL PRIMER AÑO DE URIBE II TRAERÁ UN SARAMPIÓN CON
AUMENTO DE IMPUESTOS, PRIVATIZACIÓN DE ECOPETROL Y
LIQUIDACIÓN DE SEGURO SOCIAL”.
Y la cuarta es la existencia de un Polo Democrático
fortalecido en Colombia que podría perfectamente ser la sucesión en el sillón presidencial. Uribe II sabe que la presidencia del 2010 la ganará la fuerza política que sea capaz de demostrar que puede sacar a Colombia de la guerra. Por eso los uribistas ya no dicen que Uribe se puede reelegir porque es capaz de ganarle la guerra a la Farc sino que, por lo menos eso dijo Ciro Ramírez, que Uribe se debe reelegir para que haga la paz. Si no quieren a la izquierda en el poder entonces Uribe II necesitará demostrarles a los colombianos que no es el señor de la guerra sino lo contrario. Lo que si no parece cambiar es el seudo modelo colombiano de gobernabilidad interna: una combinación dificultosamente articulada entre institucionalidad clientelista y poderes mafiosos locales en ascenso. Lo que denomino como narcooligarquía en tránsito a la tiranía. Los cuatro años que vienen nos traen por lo tanto una sorpresa.
Después de un peligroso sarampión que estimo durará un año, con impuestos a la comida, privatización de Ecopetrol, liquidación del ISS, congelamiento per cápita de transferencias para la salud y la educación; el riesgo de perder el poder en Colombia frente al Polo y la nueva realidad política mundial nos traerá un Uribe II desconocido y
finalmente muy diferente al Uribe I.
POR GUSTAVO PETRO *
* Vocero del Polo Democrático.
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