Mohamed Abdelaziz, presidente del Gobierno saharaui, confía en la vía pacífica para reclamar el derecho a la autodeterminación de su pueblo. La protección de los derechos humanos en las zonas ocupadas sigue siendo la tarea pendiente de la ONU
Tras el desmantelamiento del campamento de protesta Gdem Izik, en El Aaiún, por parte del ejército de Marruecos el pasado noviembre, la supervisión de los derechos humanos en el Sáhara Occidental volvía a recordarse como la asignatura pendiente de las Naciones Unidas.
La semana pasada, el Consejo de Seguridad de la ONU renovó por un año el mandato de sumisión en Sáhara, MINURSO, con un reconocimiento a la necesidad de “mejorar” estos derechos, pero sin incluirlos como tarea propia. El Gobierno de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), con Mohamed Abdelaziz a la cabeza, considera que la ONU sólo protege “en parte” a los saharauis.
¿Por qué sigue sin incluirse la protección de los derechos humanos en el mandato de la MINURSO?
Lamentablemente hay miembros del Consejo de Seguridad como Francia que presionan para impedir que se incluya la supervisión de los derechos humanos en el Sáhara, poniéndose de parte de Marruecos, con el apoyo de España.
¿La responsabilidad es entonces de la comunidad internacional?
Tiene que haber más presión sobre Marruecos para que ponga fin a las prácticas de violaciones de derechos humanos. Un método, que no es el único, sería el de romper el bloqueo impuesto por Mohamed VI sobre el Sáhara a través de observadores independientes. Naciones Unidas debe estar con los saharauis en su resistencia diaria y ser testigos de lo que padecen ahí como las torturas y los encarcelamientos.
¿En qué punto se encuentran las conversaciones con Marruecos?
El tema de discusión del último encuentro entre las delegaciones del Frente Polisario y Marruecos, realizado en Malta, fue el de las propuestas, pero no hubo un gran avance. Se acordó celebrar otro encuentro a finales de mayo. Cada vez los esfuerzos de las negociaciones chocan con la intransigencia de la parte marroquí por el simple hecho de que el gobierno de Marruecos rechaza la aplicación de las resoluciones de las Naciones Unidas.
¿Qué conlleva la propuesta saharaui?
Tres planteamientos: la autonomía, la independencia y la integración con Marruecos. Pero todo a través de un referéndum. Si en el referéndum sale la independencia estamos dispuestos a discutir las preocupaciones marroquíes y a entendernos con los colonos e incluso ver la cuestión económica, así como la explotación de los recursos naturales del Sáhara Occidental. La propuesta marroquí sólo es una: la autonomía, y nosotros lo aceptaríamos siempre y cuando así se decidiera en referéndum.
¿Marruecos es la única rémora para alcanzar la solución al conflicto?
Mohamed VI sabe que el Sáhara Occidental es una cuestión de descolonización, que nadie le reconoce su soberanía sobre el territorio ocupado y que en caso de que se celebrase el referéndum los saharauis elegirían ser libres e independientes. Pero con ayuda de España y Francia, impone por la fuerza que los saharauis se conviertan en esclavos. Naciones Unidas también es parte del conflicto.
¿Cómo reaccionó el Frente Polisario ante el desalojo del campamento de protesta en El Aaiún?
Aquello fue una flagrante violación del alto el fuego. El último informe del secretario general de Naciones Unidas dice que Marruecos impidió el paso a los observadores de la MINURSO en el momento de la represión en el campamento Gdem Izik. Francia tiene una posición lamentable en la que rechaza la responsabilidad de Marruecos en las violaciones de derechos humanos, garantizando la protección de ese régimen y sus prácticas en el Sáhara Occidental. Nuestra posición pacífica la hemos ofrecido antes de Gdem Izik, durante y después. Por ello rechazamos la ocupación impuesta por Marruecos y el silencio de la comunidad internacional ante las practicas represivas, pero sin acudir a la violencia. En este proceso hemos dado nuestras vidas. Los marroquíes nos mataron con su armamento y sin embargo mantenemos la dignidad. Aún esperamos que algún gobierno diga a Marruecos ‘basta ya’ y no permita más matanzas. No renunciaremos a nuestros derechos, no vamos a dar nuestro territorio y si con ello tenemos que ser objeto de un genocidio estamos dispuesto a ello. Ahora solo queda ahora la responsabilidad internacional.
Hay sectores de la población saharaui que comienzan a cuestionar los métodos pacíficos
Acordamos el alto el fuego con Marruecos en 1991 a condición de la celebración del referéndum de autodeterminación prometido por Naciones Unidas en el plazo de 8 meses. Su incumplimiento ha generado una gran frustración en toda la población y la gente ve decepcionada como la ONU no hace nada para cumplir su promesa. Esta decepción es la que nos llevó el 21 de mayo de 2005 a comenzar la intifidada: un movimiento de resistencia pacífica dentro de Marruecos y en las zonas ocupadas. Hasta hoy usamos esta vía. Es una forma de ejercer presión también sobre la comunidad internacional. Este movimiento llegó al nivel culminante en Gdem Izik, cuando más de 20.000 saharauis salieron a las afueras de El Aaiún para decirle al mundo que rechazamos la ocupación marroquí y que luchamos por hacer valer nuestros legítimos derechos. Marruecos, como gobierno represivo que no acepta la libertad de expresión ni la manifestación pacífica, ejerció una represión brutal, creó un escándalo que puso al descubierto un régimen que viola los derechos humanos y la legalidad internacional. Aún así, usamos esta resistencia en lugar de las armas porque así se ha llegado a la solución en otros lugares como Sudáfrica, Túnez y Egipto. Hoy siguen vivos los efectos de la represión en Gdem Izik; todavía hay presos políticos de ese campamento, se destruyeron bienes de ciudadanos saharaius…Pero nos reafirmamos en nuestros métodos de tratar con Naciones Unidas, continuar las negociaciones y practicar la resistencia pacífica, que incluye respetar el alto el fuego y retrasar la vuelta a la lucha armada.
¿Hasta cuánto tiempo seguirán vigentes esos métodos?
Esa es una pregunta que no puedo contestar.
PATRICIA CAMPELO
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