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África dice que no



Sucedió en Lisboa, el pasado mes de diciembre, en ocasión de la Segunda Cumbre de la Unión Europea y África, cuyo principal objetivo era obligar a los países africanos a firmar nuevos tratados comerciales (los famosos APE) antes del 31 de diciembre de 2007, en aplicación de la Convención de Cotonú (junio de 2000) que prevé el fin de los acuerdos de Lomé (1975). Según estos acuerdos las mercaderías procedentes de las antiguas colonias de África (y del Caribe y el Pacífico) ingresan a la Unión Europea prácticamente sin derecho de aduana, con excepción de los productos sensibles para los productores europeos como el azúcar, la carne y la banana. La Organización Mundial de Comercio (OMC) exigió el desmantelamiento de estas relaciones preferenciales, o bien su reemplazo por acuerdos comerciales fundados en la reciprocidad (1) – único medio, según la OMC, de preservar la diferencia de tratamiento a favor de los países africanos. La Unión Europea se inclinó por la segunda opción, el libre cambio integral enmascarado bajo el nombre de “Acuerdos de asociación económica”.


En otras palabras, lo que los Veintisiete exigen de los países de África (y de los del Caribe y el Pacífico) (2) es que acepten dejar ingresar a sus mercados las exportaciones (mercaderías y servicios) de la Unión Europea sin derechos de aduana.


El presidente senegalés Abdoulaye Wade denunció esta coacción y se negó a firmar. El presidente de Sudáfrica, Thabo M’Beki, lo apoyó de inmediato. Siguiendo esa línea, Namibia también tomó la valerosa decisión de no firmar, a pesar de que un aumento en los derechos de aduana de la Unión Europea sobre su carne bovina marcaría el final de sus exportaciones y la muerte de ese filón.


Incluso el presidente Nicolas Sarkozy, que sin embargo tuvo expresiones muy infortunadas en Dakar en julio de 2007 (3), aportó su apoyo a los países más opuestos a esos tratados leoninos: “Estoy a favor de la globalización, a favor de la libertad, declaró, pero no a favor de la expoliación de países que por otra parte ya no tienen nada” (4).


Esta rebelión contra los APE, que al sur del Sahara suscitan una enorme ola de inquietud popular y una intensa movilización de los movimientos sociales y las organizaciones sindicales, surtió efecto. La Cumbre concluyó con la constatación de su fracaso. José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea, se vio obligado a ceder y aceptar la reivindicación de los países africanos de proseguir el debate. Se comprometió a reanudar las negociaciones en el próximo mes de febrero.


Esta victoria crucial de África es un signo suplementario del momento favorable que atraviesa el continente. En el curso de los últimos años, se terminaron los conflictos más mortíferos (sólo quedan los de Darfur, Somalia y el este del Congo) y se consolidaron los avances democráticos. Las economías siguen prosperando, piloteadas por una nueva generación de jóvenes dirigentes- aunque persisten las desigualdades sociales.


Por último, otra baza: la presencia de China, que al invertir masivamente, está a punto de suplantar a la Unión Europea como principal proveedor del continente africano, y que además a partir de 2010 podría convertirse en su primer cliente, superando a Estados Unidos. Quedó atrás el tiempo en que Europa podía imponer programas ruinosos de ajuste estructural. Ahora África se resiste. Tanto mejor.


 


Notas al pie:


1 Véase Alternatives économiques, París, diciembre de 2007.


2 El 16-12-2007, los países del Caribe aceptaron firmar un Acuerdo de Asociación Económica con la Unión Europea.


3 En su discurso en la Universidad de Dakar el 26-7-2007 Sarkozy había declarado: “El drama de África es que el hombre africano no ha entrado bastante en la historia (…) nunca se lanza hacia el futuro”. Véase Anne- Cécile Robert, “L’Afrique au Karcher”, en Le Monde diplomatique, París, septiembre de 2007.


4 Le Monde, 15-12-2007.


 


Autor: Ignacio Ramonet*


Director de Le Monde diplomatique, París.


Traducción: Marta Vassallo


 


I.R.

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