Los testimonios son parte de una cascada de denuncias surgidas a partir de la instalación del nuevo gobierno. Algunos de los relatos son muy precisos y con abundancia de detalles; cuando se les pregunta a los testigos por qué recién ahora dan a conocer la información, la respuesta es invariable: “Porque ahora se puede”.
Uno de los testigos especificó a BRECHA que entre 1976 y 1977 vio tres excavaciones entre las filas de vides, frente mismo al retén de puerta de la unidad militar de Camino Dionisios, donde antes funcionó el Establecimiento Militar de Reclusión número 2, conocido como la “cárcel de mujeres”. Esta persona había dejado un caballo en un predio lindero y cuando fue a buscarlo éste había pasado para los terrenos de Bruzzone, parcialmente ocupados con vides.
Según el testigo, persiguió al caballo, pero en una de las líneas de vides, ubicada en forma perpendicular al camino Dionisios, tres zanjas semitapadas le impedían el paso. En ese preciso momento ingresaron al viñedo varios soldados de la unidad militar cercana. El testigo se alejó de esa línea. Los soldados le preguntaron qué hacía en el lugar. Explicó que el caballo había invadido ese terreno y que quería sacarlo para que no estropeara las vides. Según recuerda el testigo, los pozos ocupaban todo el lugar entre vid y vid y estaban bastante ocultos en el medio del viñedo; “los agujeros estaban medio hundidos, eran rectangulares”, dijo. El testigo asegura que los soldados no se extrañaron por las fosas que seguramente percibieron y que lo que pretendían era que se fuera del lugar. Para el denunciante, las fosas tenían todas las características de una tumba, pero la superficie no era rasante sino cóncava, como si se hubiera hundido parcialmente; tuvo la sensación de que era una excavación reciente.
Según las indicaciones del denunciante, las tumbas están ubicadas a unos 30 metros de Chacarita de los Padres y a unos 40 metros de camino Dionisios, sobre una hondonada provocada por el curso de la Cañada de la Chacarita. La hilera de vides está cercana al alambrado que separa el padrón 118.780 sobre Chacarita de los Padres, del padrón 406.200, propiedad de Bruzzone. No existe evidencia de que tales enterramientos hayan sido realizados por personal militar, pero es poco probable que se hayan cavado tumbas y efectuado inhumaciones sin que la guardia de la unidad militar detectara los movimientos en una zona despoblada y en unos terrenos tan cercanos a las instalaciones militares.
Otro testigo, sin vinculación con el anterior, contó a BRECHA que en los terrenos correspondientes a los padrones 406.204, 406.205 y 406.206 se ubicaría otro enterramiento. Este testimonio recoge una referencia indirecta y refiere a lo que cierta persona le contó al denunciante. Según la versión, en la amplia esquina delimitada por camino Dionisios y avenida Punta de Rieles, en terrenos propiedad de Bruzzone, personal militar enterró a “unas finaditas”. En el lugar del enterramiento, años después, alguien levantó una especie de cerco y colocó en el centro una pequeña cruz de madera, como para identificar el lugar del enterramiento. Tal cerco, de haber sido levantado alguna vez, no existe en la actualidad. Este testimonio, menos preciso que el anterior, refrenda, sin embargo, la sospecha de que el viñedo fue utilizado durante la dictadura como cementerio clandestino.
El propietario del terreno, Bruzzone, dijo a BRECHA que esos padrones que no contenían vides –donde presuntamente se levantó un cerco– fueron declarados durante la dictadura como zona militar, lo que parcialmente coincide con el testimonio del testigo, que dijo que dicho terreno “había sido expropiado”.
Las propiedades del señor Bruzzone sobre el camino Dionisios comprenden siete padrones, todos linderos con los predios de la unidad militar. Son parte de unos viñedos que se extienden del otro lado de avenida Punta de Rieles y a los fondos del cuartel.
En una conversación que mantuvo con BRECHA, el miércoles 27 en el establecimiento de reclusión conocido como Tacoma, Bruzzone, de 77 años, no se sorprendió por la información que vinculaba a su viñedo con un cementerio clandestino. Simplemente dijo no saber nada de esa versión, y agregó: “No creo que allí haya tumbas”. Manifestó su consentimiento para que se realizaran inspecciones en el lugar.
Explicó, sin embargo, que “por versiones de los vecinos”, tenía conocimiento de unas tumbas, “pero como un quilómetro más arriba”. De acuerdo con un plano que dibujó para BRECHA, tres tumbas habrían sido excavadas en los bañados que están a los fondos del cuartel del quilómetro 14 de Camino Maldonado, “cerca de la ruta 102”. Según le comentaron en su momento algunos vecinos, se trataba de tres montículos que muy poco después se hundieron parcialmente, quedando en forma cóncava. Bruzzone no tiene idea de quién puede haber realizado esas excavaciones, “que perfectamente pueden haber ocurrido hace treinta años”. Es de rigor señalar que esta versión de Bruzzone coincide con otras denuncias referidas a presuntas tumbas en los Bañados de Carrasco.
Diversos organismos de derechos humanos han recibido en los últimos tiempos numerosas denuncias sobre enterramientos clandestinos. Algunas de esas denuncias merecen crédito y el esfuerzo de ser investigadas. Si prospera la propuesta que en su momento formuló el general Manuel Saavedra, jefe de la División de Ejército IV, sobre la necesidad de que las Fuerzas Armadas realicen su propia investigación para determinar dónde están los restos de los desaparecidos, tales testimonios, debidamente refrendados ante la justicia, pueden facilitar la tarea. Mientras, queda el expediente de realizar los cateos y excavaciones tal cual lo realiza el equipo de científicos que trabaja en el Batallón 13, una tarea lenta pero muy segura y confiable. El cuartel del Batallón 13 es tan sólo una de las locaciones donde funcionaron cementerios clandestinos. Las denuncias como la del viñedo tienen la particularidad de que se refieren a lugares no militares, lo que despeja una serie de problemas aunque plantea otras interrogantes sobre la conducta de los mandos militares durante la dictadura.
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