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ALBA, Petrocaribe, Petrosur y ahora Banco del Sur. Desde el Sur

Se trata de Venezuela, Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay y Uruguay, con
una clara intención explícita de ser alternativa a los organismos de
crédito internacionales. El Fondo Monetario Internacional (FMI) desde
2002 ha perdido el 88 % de su cartera de préstamos, y el Banco Mundial
(BM) el 42 % desde 1996. Y es que el mundo ya se ha cansado de que estas
instituciones les hagan mantener el déficit de Estados Unidos y les
dicten sus políticas económicas. Nadie quiere comprar bonos del Tesoro
estadounidense mientras ven cómo baja esa moneda, no sólo ante el euro,
sino también ante las monedas latinoamericanas.

De forma que este 5 de diciembrre estos siete países firmarán el acta de
creación de un proyecto sugerido por el presidente venezolano Hugo Chávez
en el año 2004. Al final, todos los agoreros que insinuaban que el
gigante brasileño, quien ya tiene su propio banco de desarrollo, el
BNDES, no se uniría al proyecto, han comprobado como ha primado en Lula
la apuesta por la integración regional.

En la declaración de Río de Janeiro firmada el 8 de octubre dejaron claro
que la nueva institución “será un banco de desarrollo con carácter
sudamericano, con un rol central en el marco de una nueva arquitectura
financiera regional”. Y si nos fijamos en el lenguaje no escrito, la
iniciativa no puede estar más clara, su objetivo es contribuir a la
independencia financiera regional respecto a las instituciones
multilaterales de crédito, como el Banco Mundial o el Fondo Monetario
Internacional, afirmó Hugo Chávez. Y a pesar de ello, la reacción del
Banco Mundial no ha podido ser más humilde: “Entendemos que la visión de
los ministros y de los líderes políticos que promueven el Banco del Sur
es que el banco sea complementario a la arquitectura (de financiamiento)
que ya existe en la región”, dijo Augusto de la Torre, economista jefe
del Banco Mundial para América Latina y el Caribe a Reuters. Y es que las
instituciones que han basado su política económica en el dólar no están
para echar las campanas al vuelo. Se acaba de hacer público que el pasado
mes de agosto Estados Unidos registró la mayor salida de capitales desde
1990. De acuerdo con datos del Departamento del Tesoro, los inversores
extranjeros fueron vendedores netos de 69.300 millones de dólares en ese
mes, y si se le añaden las Letras del Tesoro los extranjeros vendieron
163 mil millones de dólares, también una cifra récord.

Aunque es verdad que aún queda mucho por andar en ese Banco del Sur. Por
ejemplo que no se ha decidido la parte que corresponderá a cada país de
los cinco mil millones de euros con los que se fundará. También falta
definir qué tipo de proyectos son los que financiará, no se ha aclarado
si prestará dinero para el desarrollo productivo sólo a programas y
empresas estatales – como sería la construcción del Gasoducto del Sur- o
también al capital privado ya instalado. Esto definirá mucho de qué tipo
de banco se trata. El experto argentino Claudia Kantz, buen conocedor de
las experiencias dedicadas a créditos al sector privado, ha recordado que
el sentido de la entidad tiene que “garantizar créditos al sector
público, al sector cooperativo con finalidades sociales y no asociado a
las grandes multinacionales norteamericanas, que sea efectivamente
opuesto al BM y al FM y que incluya el retiro de estos organismos de los
Gobiernos regionales. Si el banco apuesta a lo que hay, sería apostar a
la concentración de capitales”.

Pero cuenta ya con dos elementos fundamentales de gran valor. Uno que,
como ha señalado el ministro de Economía brasileño Guido Montega, estará
dirigido por los propios países latinoamericanos, a diferencia de otros
similares en el mundo y la región, en clara referencia al Banco
Interamericano de Desarrollo. Y segundo, que nace con la igualitaria
vocación de que todos los países tienen un mismo voto indiferente de su
poder económico, algo en las antípodas del Banco Mundial, donde muy pocos
países tienen el control. Y no olvidemos que el Banco del Sur es otra
ofensiva más de dignidad de desarrollo en la región, que cuenta también
con Petrocaribe, una alianza en materia petrolera nacida hace dos años
entre el Caribe con Venezuela; Petrosur, que incluye a Argentina, Ecuador
y Venezuela; y la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), sin
duda la propuesta ideológicamente más audaz, donde predomina el principio
de cooperación y solidaridad por encima del comercio.

Pascual Serrano

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