¿Quién podrá acceder a las escasas vacunas disponibles en caso de que estalle una gripe pandémica letal? De no existir un sistema de distribución justo, es probable que los países en desarrollo se queden sin vacunas.
La gripe A (H1N1), previamente conocida como “fiebre porcina”, desplazó de los grandes titulares de todo el mundo a la crisis financiera mundial y a diversas guerras. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió a principios de la semana pasada sobre los peligros de una rápida propagación de la enfermedad y elevó su alerta pandémica a la fase cinco, muy cerca de la fase seis que marcaría una pandemia propiamente dicha.
Un funcionario de la OMS dijo que se trataba de un nuevo virus de la gripe porcina que se comportaba como un virus humano. Según varios informes, el virus tiene una combinación de genes de virus de las gripes humana, porcina y aviar.
Lo que parecía darle una peligrosidad particular a esta gripe es que puede transmitirse entre seres humanos. La gripe aviar H5N1 -que afectó principalmente a Asia, y en especial a Indonesia, Tailandia, Vietnam y China- tuvo un mayor índice de mortalidad entre quienes contrajeron la enfermedad. Pero se transmite de las aves a los humanos, y no entre humanos, y por tanto su propagación es limitada. La fiebre A (H1N1) tiene el potencial de propagarse más y más rápidamente porque la pueden transmitir los humanos. Sin embargo, salvo en México, donde se dice que se originó, el mal parece adquirir una forma leve entre quienes lo han adquirido.
Incluso para México las cifras son confusas. Las autoridades sanitarias de ese país informaron en un primer momento que el número de víctimas había llegado a ciento setenta y seis, pero el sábado dijeron que la epidemia se estaba estabilizando y establecieron en ciento una el número de muertes. Otros informes señalan que la cantidad de muertes confirmadas es de sólo dieciséis. También hay sólo una confirmada en Estados Unidos, un niño mexicano de veintiún meses que murió en Texas.
En Asia hubo unos pocos casos confirmados. La gran noticia fue la cuarentena de cientos de personas que quedaron recluidas en un hotel de Hong Kong después que se descubriera que un turista mexicano hospedado allí estaba infestado.
Las medidas adoptadas en México incluyeron el cierre de escuelas, lugares de trabajo y la mayoría de los sitios públicos durante cinco días. En Estados Unidos, el cierre de escuelas afectó a 245.000 niños en dieciocho estados.
No obstante, a fines de la semana pasada se aplacó el temor de que se tratara del inicio de una pandemia mundial que causaría miles, o incluso millones, de muertes, principalmente por la levedad de la enfermedad en la mayoría de los casos confirmados.
Alan Hay, director del Centro Mundial de Influenza de la OMS, con sede en Londres, declaró que había indicios de que el virus no era tan virulento como se había temido el principio y que podría ser no más virulento que las infecciones gripales normales, según un artículo publicado en el Sunday Times de Londres. Los expertos creen que podría ser comparable a una gripe estacional, que puede causar más de medio millón de muertes en todo el mundo, y que los análisis iniciales de la secuencia de ADN del virus muestran que es más similar al virus estacional de la gripe y que carece de los rasgos de la gripe española de 1918 que mató a casi cincuenta millones de personas.
Esta semana debería quedar claro si esta cepa de gripe terminará siendo una pandemia peligrosa o será sólo una forma suave de gripe. Pero incluso si resulta esto último, es mejor estar advertido y prepararse.
Hay tipos de gripe que se propagan fácilmente porque se transmiten entre humanos pero son leves (como la gripe estacional), y tipos que son mortales pero no se propagan tan fácilmente (como la gripe aviar). La amenaza real sobrevendrá cuando un virus de la gripe mute y se convierta en una forma mortal que se transmita también entre humanos y se propague fácilmente.
El estallido de la gripe A (H1N1) también sirve como recordatorio de que si se produce una pandemia mortal habrá una lucha desesperada por las existencias restringidas de vacunas y, en ese caso, los países en desarrollo estarían en gran desventaja. Esto se debe a que para fabricar vacunas que protejan contra una nueva cepa particular de gripe es necesario que primero aparezca esa nueva cepa, porque se necesitan partes del virus para hacer una vacuna efectiva que contrarreste a ese virus en particular.
La capacidad para fabricar la vacuna es limitada. Actualmente se estima en cuatrocientos millones de dosis anuales para la gripe estacional. Si aparece una nueva gripe mortal que desencadene una pandemia mundial, se necesitarán miles de millones de dosis de vacunas, pero sólo en unos pocos países desarrollados hay fabricantes de vacunas, y podrán proporcionar una pequeña parte de lo que se necesite.
Ante el caso de la letal gripe aviar, algunos países en desarrollo encabezados por Indonesia, Brasil e India han luchado por la reforma del sistema de la OMS enfocado en la gripe, para que cuando estalle la pandemia se les garantice a estos países una parte justa de las vacunas que se fabrican para todo el mundo, y a un precio accesible.
Sin un sistema de distribución justo, seguramente los países en desarrollo quedarán sin vacunas, ya que las empresas que las fabrican están instaladas en países desarrollados que querrían asegurar que los escasos suministros se destinen en primera instancia a la población de sus propios países.
La mejor solución consiste en ayudar a los países en desarrollo a que desarrollen su propia capacidad de fabricación de vacunas, de manera que haya la cantidad suficiente para todos los que las necesiten en caso de pandemia. Es un asunto urgente porque hay millones de vidas en juego.
Por Martin Khor. Fundador de Third World Network (TWN), es director ejecutivo de South Centre, una organización de países en desarrollo con sede en Ginebra.
Leave a Reply