En otro giro histórico en la posición de los más altos representantes del poder económico mundial, ayer el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial exhortaron a los Estados que estuvieran en condiciones de hacerlo, a adoptar planes de reactivación mediante la aplicación de partidas presupuestarias. “Tenemos que utilizar todos los instrumentos de la política macroeconómica moderna para limitar los daños sobre la economía real”, afirmó Dominique Strauss-Kahn, titular del Fondo en un discurso ante el consejo de gobernadores de esa institución.
Tras dos semanas intensas de ensayos de soluciones a través de intervenciones oficiales, los responsables de las principales economías del mundo tuvieron ayer su primera satisfacción en dicho lapso, con una fortísima reacción positiva al nuevo paquete de respaldo al sistema financiero lanzado por los países europeos. Inmediatamente, el FMI y el Banco Mundial se subieron a la euforia bursátil para tratar de transformarla en un impulso sobre la economía real, seriamente amenazada por el riesgo de recesión a escala global. Los dos organismos multilaterales de crédito se manifestaron en conjunto sobre la conveniencia de adoptar planes de reactivación presupuestaria tras los planes de rescate del sector financiero.
Una de las mayores curiosidades del enunciado fue la invocación de a la propia historia de la entidad. “La experiencia del FMI durante 122 crisis bancarias demuestra que si se sabe administrar, el costo neto para el contribuyente puede ser cercano a cero o incluso mejor”, aseguró. Uno de los planteos más serios que existen en este tipo de foros internacionales, a partir de los últimos años, es que el Fondo siempre estuvo lejos de prever las crisis. Al contrario, con sus recomendaciones de política económica y las imposiciones a los países deudores en general alentó las crisis. Y fue un eslabón fundamental en la articulación de este modelo de capitalismo financiero especulativo que terminó explotando, víctima de las propias condiciones por él creadas.
Pero ayer, en medio de la euforia bursátil, la perspectiva era otra. “La utilización más evidente de la política presupuestaria es precisamente aliviar las presiones donde son más fuertes: en los sectores financiero e inmobiliario”, dijo Strauss-Kahn, abogando en favor del respaldo dado por los gobiernos de los países centrales a las entidades financieras tambaleantes. “Pero los gobiernos que pueden permitírselo pueden mostrarse igualmente dispuestos a asumir un plan de reactivación presupuestario más amplio”, precisó el funcionario. No se ocupó en recordar, sin embargo, que tradicional e históricamente, el FMI presionó a los países deudores, especialmente del Tercer Mundo, en sentido contrario: reducir sus gastos para generar superávit fiscales y disponer de fondos para pagar sus deudas. Aunque ello provocara una recesión interna.
Por su parte, el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, aconsejó a los países en desarrollo –con una situación presupuestaria y exterior sana– a adoptar también planes de reactivación ante la crisis económica. “Los países con una posición presupuestaria y balanza de pagos sana deberían ser alentados a estimular la demanda interna a través de inversiones y el consumo”, afirmó el presidente de la institución multilateral. “Pero en los que presentan déficit presupuestarios importantes, déficit en cuentas corrientes peligrosos, problemas en las balanzas de pagos, riesgos financieros y, a veces, los cuatro al mismo tiempo, el Fondo y los bancos de desarrollo deben venir en su ayuda”, agregó. No aclaró que, justamente, Estados Unidos es el que presenta los síntomas más graves tomando dichos parámetros.
Por Raúl Dellatorre
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